viernes, 9 de abril de 2010

CANELO


Tenía en mente hacer este post desde que Coilet hablara de Hachiko en su blog, pero una cosa por otra, y como suele decirse, la casa sin barrer...
De seguro, al poner "Canelo" en el buscador, apareceran cientos de historias, una historia que no debe olvidarse, una historia de amor y fidelidad. Una historia que no es ñoña.
Canelo llegó a convertirse en una institución en Cádiz, tanto que hasta la BBC se interesó en él y envió a un equipo para realizar un documental sobre su caso, y eso que no era un perro ganador de concursos, ni con pedigrí, ni mucho menos estaba entrenado para hacer cosas excepcionales ni saltar a la pata coja. Pero su nombre siempre suscita una sonrisa entre los gaditanos, que no pueden dejar de rememorar la aventura por la que es y será conocido.
El dueño de Canelo sufría del riñón y cada día se veía obligado a acudir al Hospital de Cádiz -más conocido como La Residencia- para recibir diálisis. Canelo esperaba al otro lado de las puertas de cristal con paciencia la salida de su amo.
Sin embargo un día éste no apareció de nuevo. Una complicación hizo que lo dejaran ingresado y pocos días después murió, dejando a su fiel mascota en el exterior, desconocedora de su suerte. Canelo siguió allí día y noche, otoños, inviernos, primaveras y veranos, recostado en el suelo, alzando la cabeza cada vez que alguien salía por las puertas de la entrada. Y nunca lo vio salir. Porque en la Residencia se entra por la puerta principal, pero si sales con los pies por delante, esa puerta que nadie desea cruzar se halla a la espalda del edificio.
Enfermeras, medicos y visitantes se encargaron de alimentarlo y de acariciar su pelaje color café y darle ese cariño que ya no recibiría de aquel que esperaba en vano.
Canelo no siempre estaba allí. Como un jubilado más -ya era mayor-, se daba su paseíto, y luego volvía con gesto cansino, la cabeza gacha, como el que espera al amante que nunca llega, a tumbarse en el frío y húmedo pavimento bajo las columnas del hospital.
Una vez fue capturado por los funcionarios de la perrera, mientras deambulaba por la calle sin destino concreto. Sin documentación ni dueño, fue llevado a las instalaciones de la perrera municipal. El rumor corrió por la ciudad a la velocidad de la pólvora. No iban a dejar que "sacrificaran" a Canelo, sus dueños eran todos, y gracias a Agaden (Asociacion Gaditana para la Defensa de la Naturaleza), Canelo fue adoptado, documentado y vacunado convenientemente, pero nada hacía que aquel testarudo can se quedara plácidamente en la compañía de las familias que se ofrecieron para acogerlo. Siempre escapaba y era encontrado invariablemente en el hospital, escrutando el ir y venir de la gente, esperando, como siempre, la aparición del único dueño que estaba dispuesto a aceptar.
Pero el tiempo no perdona, y Canelo, tras doce años de paciente espera, se hacía viejo, y como tal, tenía los achaques propios de la edad: se estaba quedando ciego y medio sordo, y tal vez por ello un día de Diciembre del 2002 cruzando la Avenida camino a su punto de espera, no vio venir el vehículo que se le echó encima.
En Mayo del 2003 se le dedicó una calle aledaña a la Residencia, donde se descubrió una placa de bronce dedicada y elaborada por Presentación Navarro.
Fue el perro sin dueño, amado por toda una ciudad, adoptado por cientos de miles. Era el perro de Cádiz. Y seguirá siempre junto al hospital, ahora reunido en algún lugar con su dueño.

16 comentarios:

  1. Yo recuerdo esa historia, es muy muy emotiva. Gracias por traerla de nuevo a mi mente. Un abrazo

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  2. es una historia triste, pero demuestra lo fieles que pueden ser los perros. sin duda el perro es el mejor amigo del hombre.
    para que luego digan que los animales no tienen alma...

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  3. Como la lealtad de un perro, nada.

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  4. Pues sí, cuántas veces he pasado junto a Canelo al entrar a trabajar, con su cara de bueno y sus ojos tristes, lo mismo paseando con sus andares parsimoniosos que tumbado en su rinconcito habitual junto a la entrada principal, donde los celadores siempre le preparaban cartones limpios.
    Fue sonado su fallecimiento.

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  5. Trabajando mis padres toda la vida en el Zamacola, imagina si conocía a Canelo... Se me hace un nudo en el corazón con esta historia. Menudos ojazos tenía. Se le veía el alma a través de ellos. No tendría pedigrí, pero era un pura raza en el más inmenso sentido de la palabra.

    Un beso, y una preciosa entrada, como siempre :)

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  6. Joer, estas historias hacen que se me salten las lágrimas...

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  7. No conocía esa historia. Me has hecho llorar.
    Recuerda a la canción "la loca del muelle de San Blas", de Maná.
    La espera, como parte inseparable del amor.

    Besos, alter ego.

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  8. Aayyynnnsss, esa canción de Maná es tristísima, me encanta...

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  9. Coitadinho do Canelo! Se triste por um lado... por outro nem tanto... acbou sua espera agonizante!
    Que descanse em paz, bom cachorrinho!

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  10. Lo de los animales y sus dueños es increible...
    Yo no conocía esta historia, que sinceramente me parece muy triste...

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  11. Es una historia triste y a la vez muy curiosa: no creo que a muchos animales difuntos se les haya dedicado una página entera de periódico el día de su muerte... Viva Canelo.

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  12. Yo le conté la historia a mis hijos cuando pasamos por la calle con su nombre, con su plaquita y todo, se emocionaron mucho ¡ como para no emocionarse ! si las personas fuesemos la mitad de fieles que los perros....

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  13. Con el proyecto de construcción del nuevo hospital en el barrio de Puntales, y una vez que éste se traslade, se está preguntando la gente qué pasará con el callejón Canelo.

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  14. Qué historia más bonita, nuestras mascotas llegan a ser fieles hasta la muerte, nunca mejor dicho.

    Me alegro de que por lo menos le dedicaran una placa, porque como dice Chema, ese perro tenía alma, y se la merecía.

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  15. Que historia más bonita. Me he emocionado!

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  16. Ains, me acuerdo de esta historia...salió en las noticias.
    Qué penita me daba..y sigue demostrando la fidelidad de estos animales !!

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¡A ver qué me dices!