Este es un año de vueltas. Un año que está en su ecuador y que ya ha sido muy duro, dando pausa para la reflexión. Necesito unas vacaciones como el comer, para alimentar el alma castigada por circunstancias totalmente fuera de control. Primero, el fallecimiento de una muy querida amiga, que ha dejado un vacío en nuestro círculo Estheriano y que pesa como una losa. Creoque ni siquiera lo hemos acabado de similar.
Luego una enfermedad con la temible letra C que me ha afectado indirectamente en cuanto a tener que fingir una fortaleza necesaria para dar soporte a la otra persona, una fortaleza que ha veces ha temblado como gelatina, pero decidí ser pragmática y seguir sonriendo, porque la positividad es un arma secundaria en estas lides. No voy a hablar de estos asuntos tan personales, no he sido yo la afectada, pero el miedo entró en mi hogar. Creo que entenderéis por donde van los tiros. Todo salió bien tras un diagnóstico temprano y a tiempo, pero sí me gustaría añadir que si algún hombre me lee, por favor estéis atentos a vuestras mamas, porque también podéis encontraros bultitos que lleven a una mastectomía como ha sido el caso aquí. Lo primero que nos dijeron antes de la operación fue un "ole tú" porque la mayoría de hombres no van a hacer un chequeo del bultito hasta que han pasado meses o incluso un par de años, pensando que la cosa no va con ellos. Y vaya si va.
Así que este año decidimos sacarnos las espinitas: primero con Munich, que habíamos visitado de manera relámpago en 2018 cuando teníamos au na amiga allí afincada que nos enseñó el centro de manera muy eficiente. Al día siguiente fuimos a ver el castillo de Neuschwanstein y a la vuelta, debido a una accidente en la carretera principal, el conductor decidió meterse por carreteras circundantes y acabamos perdidos y dando vueltas durante un buen rato hasta que el hombre encontró el buen camino. Esto significó llegar de vuelta a Munich con casi dos horas de retraso y no poder ir a visitar un par de sitios. Y al día siguiente partíamos para Salzburg.
Por eso decidimos volver en Marzo, una semana entera. Con tan mala pata (nunca mejor dicho) que me doblé un tobillo severamente durante nuestro seguindo día y esto significó que no pudimos visitar una serie de museos que teníamos en lista. Tampoco el Schloss Nymphenburg, que para cuando llegamos, estaba cerrado (de la parada de metro más cercana, al palacio hay 20 minutos andando... que debido al estado de mi tobillo, hicimos en unos 45 minutos. La próxima vez cogeremos el tram 17 que te deja mucho más cerca... aunque entonces no disfrutas del paseo a lo largo del río. En fin, son cosas que pasan. Con pie jodido y todo, tan solo una hora antes de un tour por el centro de Munich, lo hice completo, 2.5h de recorrido. También el día que fui a que me mirasen el pie y me recetaron una crema tipo voltarén y una tobillera, caminamos 5kms para ver la escultura a Bavaria, y al día siguiente hicimos un tour por unos pueblecitos de la Carretera Romántica y al siguiente Dachau. Cojeando, a saltitos, corriendo cuando el grupo avanzaba, pero lo hice porque era el centro de nuestra visita.
Pero volveremos, con suerte, de nuevo en marzo del 26.
Y ahora en octubre volveremos a Budapest, donde estuvimos en Octubre de 2019. En este caso solo dejamos un par de cosas que hacer. El motivo de nuestro regreso es que el diagnóstico sucedió tras la vuelta de Munich, por lo que relajarnos en esos días habría sido necesario, pero fue difícil. Sobre todo para el afectado.
Y ahora es necesario relajarse y dejar de pensar, pero relajarse de verdad, y con sus baños termales, Budapest era la opción más clara. Una ciudad que nos encantó, fácil de recorrer, amena, con mucho que ofrecer. Y tango que comprar pimentón dulce, que he de decir, es el mejor que he probado en la vida. Para los fieles al pimentón de la Vera, decir que este le da mil vueltas, y en el mercado de Budapest te lo venden al peso (y en cómodas bolsitas de tela para regalar a familiares y amigos). Compré pimentón en el mercado de Estambul, pero no tiene el mismo sabor perfecto del de Budapest.
En 2019 cogimos varios tours: uno por la ciudad que duró más de tres horas y me dejó molida entre el calor y las cuestas al cruzar el Danubio a Buda. Cuestas y escaleras, pero ay! mereció la pena (afortunadamente no me torcí ningún tobillo). Quiero regresar a esa zona y también subir al mirador en el que se encuentra el Monumento a la Liberación y, abajo, al cruzar el puente Elisabeth, el Monumento a la reina homónima (Sissi). Antes de ascender al mirador, hay que ver también la Cueva de la iglesia y el moumento en La Reserva de Marta Lessenyei que representa la unión de Buda y Pest.
También fuimos a Godollo y a un espectáculo con caballos al que no me importaría regresar. Y visitamos Esztergom, Visegrad y el bonito pueblo de Szentendre.
Comenznado mi búsqueda de hotel, pensé en quedarnos en el Gellert, con sus baños de renombre. Desafortundamente el hotel cerró a finales de 2021 debido al deterioro y decadencia de sus instalaciones, no así sus baños termales que continúan en funcionamiento. Habrá que ir, porque este es el motivo principal de nuestra visita: relax y volver a los Ruin Bars, lo mejor que he visto en mucho tiempo en cuestiones de baretos.
Si alguien tiene alguna sugerencia de posible lugar que visitar que no hayamos estado (relatar aquí qué visitamos y que no, sería largo).
Hay luegares a los que no me importa revisitar una y otra vez, ya lo hice en Bélgica, a donde iría una vez más de mil amores, Amsterdam, Malta, Munich... y otros que no me molestaría. Os voy contando...