Aquí sigo, desconectada del mundo aún, despues de una semana llamando a la compañía ininterrumpidamente día sí y día también, quejándome sin cesar y al borde de las lágrimas, aunque reconozco que lo llevo bastante bien. He sobrevivido tirando de un cibercafé (incluso dos veces al día). He tratado de responder los emails de mis amigos/as con celeridad. Y he conocido al tipo de fauna que pulula en estos internet cafés.
Primero, me aventuré a visitar uno sobre el videoclub donde generalmente alquilo mis dvds. Nunca había estado, y Dios, han sabido aprovechar el espacio. Los ordenadores están divididos con particiones de madera , supuestamente para darte privacidad, pero la partición y el espacio disponible es del tamaño del teclado, con el ratón normalmente delante o detras del mismo. No espacio para traer mis notas o tratar de escribir un artículo, porque siempre hay alguien, y me ha llamado muchisimo la atención, hablando a voces. Adiós concentración.
La fauna que frecuenta estos lugares son por lo general estudiantes desplazados de su ciudad habitual, que no poseen un portátil o conexión a internet en el piso de alquiler, y extranjeros que no se molestan en ello porque no van a quedarse mucho tiempo en el país. Y yo, paria de las compañías telefonicas, desterrada fuera de la comodidad de mi escritorio, que me hacen esperar durante días antes de darme la solución.
La gente se dedica a hablar por teléfono como si estuvieran en la salita de su casa, a gritos, sobre todo estos extranjeros estridentes con acento de tribu masai y rusos apestando a vodka.
En el segundo internet café, el sistema era tan lento que parecía estar riéndose de mí, no había particiones entre ordenadores y ayer tarde tuve que irme al llegar un grupo de 6 chicos a usar 1 ordenador, justo el que estaba a mi lado, a gritos, poniendo música de su mp3 a todo trapo desde el móvil y haciendo comentarios de lo que yo estaba haciendo en internet (en ese momento estaba votando varios vendedores en ebay cuyos pedidos ya me habían llegado). Decidí liarme la manta a la cabeza y marcharme con mi berrinche a otro lado. En este segundo internet café la fauna era diferente. También alquilan estaciones de playstation 3 que puedes utilizar a 1 euro la hora y el personal es mucho más joven.
En cualquier caso, el tiempo lo mantengo bien aprovechado en casa: he acabado de leer un libro en tiempo récord, varios cómics, he cosido a todo trapo, he ido a ver la cabalgata de San Patricio y la de las bandas de música internacional, que espero poder poneros pronto, he visto unos cuantos dvds, he organizado cosas que tenía en permanente lista de espera, he cocinado más, he dormido más. Pero echo de menos la libertad de tener mi ventana al mundo abierta cuando me place y como me place. Esta situacion es tan absurda que a veces da risa.
Se aproxima otro fin de semana de 3 días, al ser Lunes pascua, y mucho me temo que aún tendré que esperar a que me repongan el servicio. Aprovecho lo que puedo en el trabajo pero tampoco dispongo de mucha libertad, y mi trabajo, el virtual, se me acumula por momentos. No he podido participar esta semana en Albanta ni creo poder hacerlo esta tampoco, ¿cómo escribir algo medio decente desde un cibercafé?
Ya no me queda paciencia.
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