martes, 12 de febrero de 2008

JUGUETES

Hace un par de meses dediqué un post a la caja registradora de Eureka y es por ello que mi buena amiga Susana, con la que hablo casi a diario y a quien, paradojicamente no conozco personalmente, tuvo a bien regalarme estos dos juguetes que una vez fueron importantes para mí en la infancia. La caja registradora que tuve fue la de Eureka pero ésta de Moltó no tiene nada que envidiarle, y además viene con sus billetes "de quinién" y de mil, con las efigies de Rosalía de Castro y Benito Pérez Galdós (si no me equivoco).

El pesito lo tuve exactamente igual, sólo que mis pesos no eran de color naranja, eran grises, y creo que en algún momento mi padre me proveyó con unos de plomo fabricados por él mismo. Mi padre siempre fue un manitas que nos construía casitas de muñecas, muebles e inventos varios.
En este peso habré pasado dulces horas jugando con garbanzos, lentejas y arroz, que guardaba como preciado tesoro en unos potecitos pintados a mano (cómo no) por mi padre, con tapas recubiertas en tela de cuadritos hechas por mi madre.

Ni qué decir tiene que me he visto transportada a mi infancia de nuevo, máxime cuando vivo en un apartamento que ya comienza a parecer, e incluso a oler como una juguetería. Soy muñecoadicta, coleccionista de muuuchas cosas como habréis apreciado los que asiduamente leéis este blog. Tengo unas cuantas Nancys y si me pongo a contar todas las muñecas que tengo desperdigadas de un modo u otro por mi pisito de 1 dormitorio (en el salón no veréis ni una, pero mi dormitorio es un conglomerado plástico), hallaréis más de ciento cincuenta. Y aún me queda por traer de casa de mis padres en el próximo viaje, si Dios quiere, el resto de mis tesoros, muchos de los cuales necesitan un poco de restauración: Nenucos, Dormilonas, Mocosetes...



Y otro juguetito, aunque éste francamente nunca lo consideré un juguete si no una versión infantil de una tricotosa, es el Tricotram, que hallé a precio razonable en ebay de pura casualidad, no lo estaba buscando y no lo eché de menos hasta que lo vi, pero una vez que le eché el ojo, TUVE QUE COMPRARLO. Cuando lo tuve hace ya siglos, no hice más que una bufanda a cuadros y poco más. Estaba en esa edad tonta entre la niñez y la adolescencia y ni quería dejar mis muñecas ni dedicarme a coser para la calle, de modo que aunque al principio tejí retales como una demente, después los dejé abandonados sin acabar ninguna proyecto.

Tal vez esta vez ni lo utilice. Sólo quiero tenerlo y, en cuanto tenga mi casa, la MIA y no un apartamento frío y pequeño de alquiler, entonces, tal vez, me deje llevar por mis instintos pueriles y me decida a sacar mi pequeña pero preciada colección y jugar sólo un poquito.

Un ratito más, mamá.

2 comentarios:

R.M dijo...

Jo la tricotosa. Yo no creo ke mi hermana y yo consiguieramos hacer mas ke retales, pero bueno, nos lo pasamos bien con ella. Igual ke con el peso, jejeje, y la maquina registradora. Que tiempos...


Besos

M. J. Verdú dijo...

Me traes bellos recuerdos de infancia.