jueves, 27 de noviembre de 2008

LAS QUEJAS A ESTE...

DUDOSAS DECISIONES


Hoy he tenido el dudoso poder en mis manos de decidir el futuro de los demás. ¿Cómo? Bien, mientras mis dos compañeras de oficina se "rascaban el ****", a mí me han enviado a seleccionar Curriculums. ¿Y quién puñetas soy yo para hacerlo?

Me lo han explicado muy claramente: Separa los que definan adecuadamente su profesión: Fitters, Electritians, Electronics, E. Maintenance, General Maintenance, Grad Maintenenance, Engineers, Administrators... El resto va a a la basura.


He tenido en mis manos los datos confidenciales de 1503 personas, el número de Cv's que he encontrado "sin clasificar", tirados de cualquier manera en el fondo de una caja de cartón. Ahí es donde acaban, con suerte, los Curriculums que con tanto primor, cuidado y conciencia redactamos, a veces con ayuda profesional (a nosotros, al finiquitar en Thomson nos dieron un workshop de tres días sobre Career Management y redacción y presentación de Cv's), hemos redactado y enviado con la esperanza de conseguir el puesto de nuestros sueños, una mejora económica o el primer empleo.

He tenido que ojear así por encima en unos, más profundamente en otros, no ya datos personales, por supuesto -quizá otra persona lo habría hecho-, pero sí los trabajos que han tenido previamente, para comprobar a qué puesto correspondía. En algunos casos, al ser chicos recién salidos del College o la Uni, sin experiencia, he tenido que leerme sus cualificaciones, cursillos y otra información relevante. Y los he puesto en la pila de los "que guardaremos"

He encontrado Curriculums desprovistos de experiencia y en su mayoría, incluso de estudios, de gente procedente de Filipinas o países africanos, solicitando empleos de Electricistas, de Soldadores o de Managers mismos, por toda experiencia, unas pocas palabras bien puestas sobre algún "trabajo" de dos semanas aquí o allí.

He tenido en mis manos la esperanza de rostros anónimos (aunque los ciudadanos de los paises del Este, Filipinas y Asia suelen poner una fotografia con su rostro más comercial), para acabar colocándolos sobre la pila que esta tarde irá a esa maquinita diabólica que convierte el papel en confetti.


No es mi trabajo el mirar los Cv's de los demás, no está en mi contrato, ni en la descripción de mi empleo. En todo caso es una tarea para Recursos Humanos, pero siendo la última mierda de la oficina, que ha de trabajar en cosas que no son de mi área mientras las otras se lo pasan pipa en la oficina sin hacer el huevo, me ha tocado a mí hacer el trabajo sucio.


Lo siento por la chica del salón de belleza que quiere trabajar en una oficina. Por el chico de Ghana que tiene hecho un curso en Agricultura (?) y quiere ser técnico en electrónica, lo lamento por las esperanzas del Marine que no ha trabajado en los últimos cinco años y parece que ha desaparecido del mapa en ese tiempo, y por el español que vendía coches en Barcelona.


Eso sí, despues de clasificarlos todos en dos desniveladas pilas, me han dicho que los separe por profesión... Porque aquí son así: no se creen capaces de hacer todo de una sola vez... ¿No habría sido más facil seleccionarlos por campo profesional según los iba mirando...? Espero que ahora no me digan que he de colocarlos en orden alfabético...


miércoles, 26 de noviembre de 2008

CALENDARIO DE ESTHER Y EXPOCOMIC 2008




En Octubre, como dijera ya en un anterior post, se editó el Calendario de ESther 2009 pero no había tenido oportunidad de hablar de él con clama y enseñaros algunas de sus páginas, al menos mis favoritas (¿qué más se puede decir de un calendario? Tiene 12 meses...). Lo mejor de este "almanaque" para mí, es la firma de su autora. Yo no soy mitómana, no. Soy cazadora profesional. Claro que tengo el gusto y el privilegio de poder contar con la amistad de Pura y poder decirle cara a cara que todo lo que hace es una obra de arte.


Pura estará presente en Madrid estos días con motivo del Expocomic (del 27-30 en La Casa de Campo), y firmará el próximo Viernes en el FNAC de Callao a las 19.00h.

El Sábado lo hará en el escenario del Expocomic de 12.30 a 14.00 y el Domingo de 12.00 a 13.30.

También el Sábado estará estampando rúbricas en el stand de ComicHunters a partir de las 17.00.

De su maravilloso calendario para el 2009 me quedo, sin lugar a dudas, con estas tres bellas ilustraciones, que reflejan a su Esther más clásica.









Esperamos, de momento, confirmación de que el Tomo 6º de la Reedición pudiera llegar recién salido del horno. De ser así, estaría disponible en el Stand de ComicHunters que este año distribuirá los libros de Glenat, que no acude a esta edición.

Desafortunadamente Carlos Portela, por motivos de trabajo ha confirmado su no asistencia. Lo que sí estará, casi con toda seguridad, es la hermosa serigrafía, numerada y firmada por Purita y que distribuye Edicions de Ponent.

Para mayor informacion sobre precios, horarios, firmas y otros autores, consultar http://www.expocomic.com/.

La crónica completa, a la vuelta, la próxima semana.

martes, 25 de noviembre de 2008

UN CADAVER EN EL BAR



Podría bien ser el título de una novela de Agatha Christie o uno de aquellos episodios televisivos del maestro Hitchcock, pero no es ni más ni menos que la pura realidad... más o menos.
La calle de la fotografía de arriba es paralela a la de mi casa. En ella, en esa esquina encalada de blanco bajo un cielo casi imposiblemente azul en estas latitudes, se encuentra un Pub llamado The White House (La Casa Blanca). Un par de días a la semana organizan veladas para bardos aficionados y poetas desconocidos. Otras, lecturas de poemas recitados por algún locutor de lacónica voz o algún profesional de las letras o el escenario.
Hace más de quince años llegó a Limerick un señor llamado Jock Hunter, el garbanzo negro de una aristocrática familia escocesa. Jock había venido en busca de un antiguo compañero de la policía del Norte de Rhodesia y se asentó cómodamente en esta ciudad, donde hizo grandes amigos y donde decidió quedarse hasta el día de su muerte, en 2004.
Una mañana, así sin más, me llamó la atención este bloque de cemento con una placa dorada y me fui a trabajar pensando en hacer averiguaciones, porque no sabía quién era el dueño del nombre inscrito en la misma ni el por qué de tal artefacto delante de un pub más o menos popular.



Dado que en Limerick inscriben los nombres de personajes del mundo del deporte en cualquier lugar de dudosa estética (hicieron una calle peatonal y colocaron un gran banco de mármol negro con los nombres inscritos de varios jugadores de rugby originarios de la ciudad), no me sorprendió que quizá fuera un homenaje a algún fallecido popular que frecuentara La Casa Blanca. Pero la historia es un poco más rocambolesca, si cabe.

El bloque de cemento, que comparte lugar con las mesitas metálicas del exterior y sus bebedores ocupantes, contiene las cenizas de Jock, en esta improvisada tumba al aire libre. Hunter era un poeta. Y un cuentacuentos de magnífica y cautivadora voz. Y Jock era muy querido por sus amigos, que a su fallecimiento tras una larga enfermedad, le hicieron un velatorio por todo lo alto (como se suelen hacer por estas tierras), con música, alcohol y... cuerpo presente.

La velada tuvo lugar en la Funeraria Thompson, con el muerto ataviado con la camiseta de su equipo de rugby favorito, Munster (de color rojo), y los asistentes llegaron con violines, saxofones y Whiskey. Con un microfono junto al ataud, contaron historias, cantaron canciones, se hicieron chistes y recordaron sus anécdotas con Jock. Celebraron la vida de Jock. Antes de cerrar el féretro, se colocó en su interior media botella de bourbon que acompañase al finado a esa llamada "otra vida", no fuera que por el camino el pobre hombre tuviese sed y ni un mal bar donde detenerse a remojar el gaznate. Alguien dejó también una copia del Times, abierto por la sección de crucigramas, y un bolígrafo. Era una de sus actividades favoritas mientras se tomaba una copa. Otra persona dejó un balón de rugby. Y otra, un paquete de cigarrillos. Su marca favorita, por supuesto. Jock se fue al otro mundo con los enseres necesarios en su bolsillo.

El director de la funeraria dijo que era el mejor y más emotivo funeral que había presenciado en su vida, y que cuando él muriera le gustaría ser despedido de esa manera.

Tras esto, Jock fue cremado. Siguiendo su propia voluntad, la mayoría de sus cenizas se esparcieron en el estadio de Thomond Park, la sede del equipo de rugby de Munster, y con el resto, sus amigos construyeron un bloque de cemento (el bloque de Jock, como es conocido), y lo depositaron a la puerta de The White House.

El bloque fue hecho de manera "cuasi" casera, y antes de que solidificara, se añadió una urna de cristal con las cenizas, un boleto de una casa de apuestas, un lápiz, tabaco, papel de fumar, fotografías y algunas notas de despedida de sus amigos. Luego le pusieron una placa que reza: "Jock Hunter. Hombre orgulloso de Munster. Nacido en Duirinish, Escocia, el 6 de Febrero de 1940. Murió en Limerick el 12 de Julio de 2004. Hecho para él por sus amigos.

En el 2006, con motivo de la final de la Copa Heineken que Munster vencería, celebrada en Cardiff, uno de sus amigos que fue a ver el partido "rompió" un trozo del bloque y lo llevó consigo al estadio. Cuando el nutrido grupo de amigos festejó la victoria de su equipo, también lo hizo Jock con ellos. Al finalizar el juego, se les permitió pulverizar el cemento y esparcirlo sobre el césped del Millennium Stadium.

Mientras, en Limerick, su cadáver convertido en cenizas, ve cada día amanecer a la puerta de un bar...

Fotos: bocktherobber.com

PROVABLEMENTE... LA BURROGUARDIA

Edición de hoy de La Vanguardia (¿o es la Banguardia?). Me lo enviaron esta mañana. Premio para el que encuentre la faltita...


lunes, 24 de noviembre de 2008

ZAPATOS SOLITARIOS


Hoy al regresar del trabajo, oculta ya en las sombras húmedas de la noche, me he topado con un solitario zapato bajo la lluvia. Estaba allí, a un lado de la acera, de lona azul marino y con los cordones aún intactos, revuelto entre las hojas secas -y mojadas- de la noche pluvial.

¿De dónde proceden los zapatos solitarios? ¿Qué sucedió con su pareja? ¿Qué sucedió con el pie que lo calzaba? ¿Cómo llegó allí, a la calle de una carretera concurrida, delante de una casa de familia de postín?

No es el primer zapato que encuentro, no. Siempre los miro curiosa, inventando historias sobre sus imaginarios dueños. Y lo más curioso es que siempre son zapatos de hombre. Jamás encontré en mi camino un zapato rojo de charol, un solitario Blanick o un Jimmy Choo. Esos se quedan acompañando los bellos y cuidados pies de sus dueñas.

He visto zapatillas de paño, mocasines, zapatos de piel y calzado deportivo. Bambas. Tampoco he encontrado botas, quizá porque estas se aferran de modo más seguro a sus dueños.
Nunca he perdido un zapato. ¿Saltó por la ventanilla de un coche? ¿Cayó de una bolsa indiscreta?

¿Escapó de su dueño?

Tal vez le olían los pies... O se llevaba mal con los calcetines...
¡Pero que poco cuidadosos sois los hombres!

domingo, 23 de noviembre de 2008

LAS CLASES DE PIANO (El rincón de LAR)


Cuando tenía 10-11 años, mamá decidió que sería una estupenda idea ampliar los horizontes culturales de mi educación y, haciendo caso al pastor de la iglesia a la que iba(mos) cada Domingo, se arregló que la arriba firmante debería estudiar piano y ser algun día la encargada, quizá, de hacer sonar el órgano de la iglesia, trabajo aque ahora hacía su esposa Conchita.
Y así, me vi yendo cada martes y jueves al Conservatorio Manuel de Falla, hoy reconvertido en Bellas Artes. El Conservatorio se encontraba justo detrás del Museo Arqueológico y no muy lejos de donde vivía mi abuela, por lo que tras acabar mis clases a las cinco, cogía el autobús, merendaba en su casa y luego iba a aquellas aburridas clases de Solfeo. Clases que, dicho sea de paso, me salté más de una vez por pura pereza, prefiriendo pasar la hora en la cercana Plaza de Mina, comiendo pipas y tomando algo con otros compañeros tan vagos como yo.
Aunque, todo sea dicho, otras veces las clases se cancelaban, y esto sucedía con suma frecuencia debido a que doña Carmen, la profesora, tenía cierta edad y más de una vez se ausentó por problemas de salud. En esas ocasiones, y para no perder el pecunio mensual de su remuneración, a los plantados alumnos se nos invitaba cordialmente a participar en alguna otra clase, que solía ser la de Primero de Piano, donde nos permitían, como a conejillos de indias, acariciar aquellas teclas de marfil que aún nos quedaban grandes.
Otras veces nos colábamos en las clases de Ballet y sin tutú y con vaqueros hacíamos nuestras piruetas (chicos y chicas por igual), tratando de contener nuestra risa.
Se rumoreaba por los pasillos neoclásicos del Conservatorio que el único mal padecido por doña Carmen era el que le producía la resaca de sherry dulce. Era una mujer alta y un tanto oronda, con voz de falsete y cabello tan blanco que algunos la apodaron "Miss Blanco España". Y olía siempre a bolitas de alcanfor, aroma que rezumaba su eterno abrigo de piel negro. Nos hacía recitar las notas a ritmos de tres por cuatro, de dos por dos y en claves de sol de fa y de re. Y nos dividía en dos grupos en clase: las chicas sentadas a la izquierda y los chicos a la derecha. Creo que de nuestra clase, sólo una chica se convirtió en pianista, pero a pesar de que años después coincidimos en el mismo instituto, al acabar jamás seguí en contacto con ella. De doña Carmen tampoco supe nada, pero debido a su edad, imagino que ahora estará criando malvas en el Mancomunado, en el mejor de los casos.
Nunca volví al siguiente curso, decidí cambiar un teclado por otro y sacarme el título de mecanografía que, auguraba, sería de mayor beneficio en el inminente futuro, y en dos añitos y tres métodos de Mecanografía al Tacto más tarde, lo conseguí. El solfeo lo dejé confinado a las clases obligatorias de EGB y BUP y hoy por hoy, el único instrumento que toco es la flauta, mal y desafinadamente.

sábado, 22 de noviembre de 2008

LAS CARAS OCULTAS DE NANCY


"ERASE UNA VEZ UNA FAN DE NANCY QUE NO PERTENECIA AL CLUB DE LA BRUJA ABURRIDA, Y SE ENCONTRO EN LA INAUGURACION, Y EL HADA DE ROJO LE NEGO EL PASO SIN NINGUNA EXPLICACION. Y YO ME PREGUNTO... ¿ESTO QUE FUE, UNA REUNION O UN AQUELARRE?"
(cita de un grupo de Nancys)

Yo de pequeña era muy machorra. Me encantaba jugar con mi Ibertren, mi tambor ruidoso y mi tente. Sin embargo, mis padres unas Navidades me compraron una cocinita con patas, así bastante grande y bonita, con puertas que se abrían, un grifo con agua de verdad, luces y alacenas. Solo le faltaba el gas y la mucama que limpiara el suelo. Pero como he dicho, yo era muy machorra, y agarré un martillo con el que me cebé a fondo en destrozar la cocina. ¿Qué pasa? Jugaba a ser carpintero...
Pero sí jugaba con muñecas. Aunque mis muñecas no eran mis mejores amigas, ni mis hijitas ni nada de nada. Yo era el príncipe, el padre de familia, el hombre de la casa y ellas mis princesitas hermosas y bellas. Debía haberme poseido el sindrome de Lalola, pero las cosas eran así.
Luego, una va creciendo y las muñecas se quedan cogiendo polvo en una estantería, en el mejor de los casos. Otros recuerdos de la infancia llenaron camiones de basura, trituradoras e incineradoras voraces de acabar con los últimos vestigios de los recuerdos pasados.
Ahora, con el auge de la nostalgia, han vuelto los cómics de antaño, los juguetes antiguos y sobre todo Nancy, que está más de moda que nunca, con su cuarenta cumpleaños y la polémica sobre su sucesora, la mal llamada Nancy New. Y lo que antes eran juguetes ahora son objetos de coleccionista, piezas muy caras de plástico de distinta calidad.
Y debajo del coleccionismo, de las caras bonitas de las Nancys que tan felices hicieran a muchas niñas en el clímax de su popularidad allá en los setenta, se esconde toda una trama de intrigas palaciegas, un submundo lleno de amenazas veladas, trapicheos dudosos y mucha, mucha ignorancia. Se esconden "manos negras", se intercambian emails insultantes, se vilipendia al prójimo en público con la máscara del dudoso poder que administrar un insulso foro tiene en internet.
Las envidias dan paso a teorías de conspiración sustentadas por rencillas personales e historias incompletas de "yo te dije... tú dijiste.. esta me dijo". Una conjugación que en el mejor de los casos puede pasar desapercibida en los peores antros del hampa que acaba con las desilusiones del recién iniciado.
El mundo de Internet nos acerca y nos aleja a la vez, caprichoso como el rumbo de la brisa más cambiante, con el único peligro, eso sí, de no saber controlar la lengua o tener que relacionarte con gente de dudosa reputación, sin modales y en muchos casos, sin educación de cualquier tipo.
En el mundo del coleccionismo, en un cierto grupúsculo de nicks bajo los que se oculta la mafia más viciosa, se da una cierta paranoia que raya lo psicopático. Acusaciones, reyertas de madrugada con las afiladas lenguas viperinas de la cúpula del aquelarre más patético, aunque en el fondo, no den miedo a nadie. La ralea, la bajeza de cada cual, se lleva en la sangre, y algunos no pueden evitar mostrarse como son, y aún así, en su ceguera, son incapaces de ver sus propias limitaciones. Sus más profundas frustraciones les hacen buscar sangre en el espacio cibernético a la caza de una víctima en la que vomitar sus más bajos instintos.
Son la cara fea de la Nancy que nadie quiere encontrarse ahí fuera en las noches sin luna.
La historia viene de lejos, aunque ha resurgido como un submarino debido a la reciente Exposición del 40 Aniversario, debido a viejas rencillas. Y se podría resumir así:
"Y Famosa creó a la Nancy. Y en siete días se crearon varios grupos de amantes de este cacho de plástico con ojos de margarita y cabellos de diversa tonalidad. Y comenzaron las envidias, los dimes y diretes y los grupos se fueron dividiendo. Unos se fueron, a otros los echaron como a perros pestilentes. Comenzaron las conversaciones veladas por messenger, los emails de doble filo y los grupos fueron creciendo, en una escisión constante. Y algunos, con afán de un protagonismo que no les correspondía, insatisfechos de sus aburridas vidas de porteras de Rue del Percebe, decidieron propiciar la enemistad entre amigos indiscutibles y sembrar cizaña a diestro y siniestro."
Y a pesar de que no hace daño el que quiere, sino el que puede, una de las participantes de estos aparentementemente "inocentes" grupos recibió el siguente email de una fuente anónima, escudada bajo el alias "la_justicieramsn" con IP 81.39.141.157 (gracias a la ayuda de :www.geobytes.com/IpLocator.htm?GetLocation también se sabe desde qué ciudad española se derivó dicho email):
Hola soy tu conciencia y vengo a contarte historias tralala.
A ver GORDA con mayusculas, fea, gafona tia eres toda una joya .. y a todo esto me pregunto yo ¿ porque insultas a la gente ? ¿ no te da verguenza salir a la calle? seguro eres de esas que los niños insultan y tiran piedras. No se si tendras hijos pero menuda verguenza cuando te presentes al colegio a buscarlos, en plan gorda teletubie. Seguro se esconden, y fingen no verte. Chica planteate una dieta severa o cortate la lengua ¿ con quien vas a ir a la expo? , que ganitas tenemos la gente de verte asomar tu narizon por alli. Iras acompañadita de alguien de tu familia por miedo a que te tiren tomates o cacahuetes, porque pareces una mona de feria . Tanto hablar , tanto hablar a ver cuanto hablas alli. ¿ con quien vas a comer ? porque creo que todos se van a juntar menos tu , segun tengo entendido los grupos se van a juntar. Bueno da igual tiene que ser muy desagradable verte comer como en onil, como una cerda porque para mantener tu peso joder chica tienes que currartelo. Que asco pensar cuando nos vimos en onil , por ahi mal vestida, parecias una gitana , siempre a la sombra de la gente . Ahi que ser muy tonta obesa para que te echen de tu propio grupo jajaja, crear un grupo y que te echen ja ja ja ja ja ja ja , desde aquel dia aun me estoy riendo. Bueno espero que no aparezcas por el mismo restaurante que los demas porque si no , nos dejaras sin comida . Un besito y CUIDATE!!
Nada es lo que parece en este mundillo en el que muchos puedan pensar se reunen un grupo de marujas cuarentonas reviviendo una infancia que les queda bien atrás, pero en en el Palacio de Nancy hay más hermanastras feas que Cenicientas y más brujas de botica de lo que se pueda pensar, atisbando tras las cortinillas virtuales del ordenador, amenazando, confabulando... inventando historias para desprestigiar a aquel que no baila al son que se le marca. Opinar y expresar con sinceridad está penado, no con el ostracismo, sino con la difamación más agresiva, rastrera, virulenta y vulgar que se pueda imaginar.
No quiero saber nada de los grupos de Msn de Nancys. Dejo atrás muchas compañeras caidas en batalla, que como cuando éramos pequeñas, se han levantado, sacudido las rodillas y continuado la lucha. Aquí sois todas bienvenidas. Esta es mi casa y el hampa se queda en la puerta.
A veces queremos jugar y compartir nuestras muñecas con las otras niñas del patio, pero aunque mamá nos dijo que no debíamos hablar con desconocidos ni con gente de baja estofa, lo ignoramos porque sólo queremos jugar. Y a veces, es mejor jugar sola, para que no te rompan tus juguetes, o lo que es más importante, tus ilusiones.
Candela Capone (bautizada por Elphaba)

viernes, 21 de noviembre de 2008

DE CIRUJANO REAL A DEMENTE...



Ha dado frutos cinematográficos variados y de más o menos calidad. Y libros. Muchos libros basados de algún modo u otro en su personaje, en sus posibles identidades y motivos. Ahora vuelve a ser noticia. Casi 120 años de misterio y oscuridad envuelven el rostro de Jack El Destripador...

The Irish Independent (Andy McSmith).

Después de años de especulaciones, secretismo y leyendas urbanas, parece ser que la identidad de Jack El Destripador podría al fin ser revelada. O al menos tiene un nuevo candidato a ocupar la lista de sospechosos principales. Las autoridades de Broadmoor han hecho públicos los archivos médicos de un demente de la época Victoriana que pudiera ser el asesino en serie más conocido como "Jack El Destripador".
Thomas Hayne era un joven raro, violento y perturbado al que se le diagnosticó demencia en 1891 y que permaneció en Broadmoor hasta su muerte en 1903. Durante el periodo de tiempo en el que El Destripador andaba suelto en Whitechapel, al Este de Londres, Cutbush vagaba por las calles de esta área londinense. Y quien quiera que fuera el asesino, no volvió a asesinar después de que Cutbush fuese internado.

Los visitantes de las Oficinas de Archivos de Berkshire en Reading pueden inspeccionar a sus anchas los 26 documentos que conforman los records que Broadmoor guardó sobre Cutbush y también cartas de los investigadores de El Destripador rogando tener acceso a los mismos.

Por desgracia, los documentos no prueban que Cutbush y Jack fuesen la misma persona. No hay evidencia incluso de que los encargados de Broadmoor o el personal médico creyera que era un asesino. Pero sí hay las suficientes como para mantenerle en la lista de sospechosos.


Estaba -parafreseando una entrada en su expediente médico- "muy loco", era un peligro para el personal, para otros pacientes e incluso para su devota madre. Estaba convencido de que los demás tramaban un complot para dañarle y fantaseaba en alto sobre coger un cuchillo con el cual poder "despedazar" al personal y a los pacientes.

Cutbush vivió toda su vida en Kennington, al sur de Londres, hasta que fue arrestado y diagnosticado. Kennington se encuentra a poca distancia a pie de la zona donde atacaba El Destripador. Nació un 29 de Junio de 1864, lo que significa que tenía 24 años cuando Jack comenzó sus asesinatos. Su padre murió cuando era joven y fue criado por su madre, Kate, y su hermana, que evidentemente le adoraba.
Trabajó de oficinista pero en 1888, casi al mismo tiempo que comenzaron los asesinatos, se volvió loco. Se cree que contrajo sífilis. Su certificado de defunción dice que murió de "una enfermedad crónica del riñón", aunque el documento atribuye su demencia a "causas hereditarias y por estudiar demasiado".

Es cierto que hubo casos de demencia en su familia. Su tío, un Superintendente de la Policía Metropolitana, se pegó un tiro en 1896 en frente de su hija. La referencia "estudiar demasiado" se refiere a las tardes que el joven Thomas ocupó con la nariz pegada a libros de medicina al regresar a casa del trabajo, hasta que la locura se apoderó de su mente. Se dedicó, entonces, a recorrer las calles por la noche, regresando a veces cubierto de barro o -de acuerdo con un documento- de sangre.

También estaba convencido de que su médico, el Dr. Brookes estaba intentando envenenarle. Escribió a Lord Grimthorpe, uno de los principales abogados de Londres, demandando acción, pero entonces llegó a la conclusión de que Grimthorpe tenía que ver con la conspiración. Le llevaron a la clínica Lambeth pero escapó. Mientras estuvo fugado, una chica fue apuñalada en las cercanías, y otra escapó por poco.
Una nota en sus apuntes médicos dice: "Por culpa del poco cuidado del guardia, escapó. Se untó la cara con barro para evitar ser reconocido y llegó a casa a medianoche. Un hombre en Cottons Wharf dice que estaba allí cuando dicho asalto tuvo lugar."


Cutbush nunca fue declarado culpable de crimen alguno porque el jurado en su juicio en Abril de 1891 concluyó que estaba loco. Su madre protestó que no había hecho nada. Pero las notas médicas que acompañan su llegada a Broadmoor sugieren que era peligroso: "Está aturdido y a veces es incoherente, extraño y aparentemente furtivo. Tiene ideas persecutivas, especialmente contra Lord Grimthorpe."
"Su tía, Clara Hayne, dice que a veces ha sido violento y destructivo, rompiendo vasos y lámparas. A veces ha dicho que le han envenenado y se niega a comer cualquier comida que no haya sido preparada por ella."

En Mayo de 1891, un encargado escribió: "A las 8.20, estaba yo hablando con Gilbert Cooper en la galería. Cutbush se acercó y sin mediar palabra golpeó a Cooper violentamente en la cara." En otro informe avisa: "Thomas Cutbush dijo al asistente Slater a la hora de la cena dos veces que clavaría un cuchillo a cualquiera de nosotros si tuviera uno".

Unos cuantos días después, Mr. Bailey, el encargado nocturno, informó: "Cutbush estaba utilizando un lenguaje asqueroso y amenazador: dijo que si tuviera un cuchillo apropiado para el trabajo destriparía a todos los encargados o a cualquiera que le molestase con sólo mirarlo."

También amenazó a su madre, que le visitó en Abril de 1903, dos meses antes de su muerte. Cuando se iba, "La Sra. Cutbush trató de besar a su hijo. El intentó morderle la cara y entonces comenzó a insultarla."
El dedo de la sospecha le apuntó por primera vez en 1894, cuando un tabloide, The Sun, que no tenía nada que ver con su homónimo actual, aseguró en un reportaje que a pesar de la suposición popular de que El Destripador estaba muerto, éste estaba vivito y coleando y era un paciente mental. La descripción detallada del periódico se ajustaba claramente a la de Cutbush. Se sospechaba que la Policía Metropolitana había tapado su culpabilidad para evitar la embarazosa protesta que habría seguido a la revelación de que el asesino en serie más temido en todo el país era el sobrino del Superintendente Henry Cutbush.

En un libro se nombra a Cutbush como el sospechoso número 1 de ser El Destripador, pero otros han echado jarrones de agua fría sobre esta teoría. Su principal debilidad radica en que la última víctima conocida de el Destripador murió en Noviembre de 1888, al final de un hilera de muertes que duró 11 semanas. Si Cutbush hubiera sido el asesino, parece raro que hubiera cometido cinco asesinatos en tan corto periodo de tiempo y entonces parase durante más de dos años antes de cometer un nuevo asalto, cuya víctima sobrevivió. Pero casi no hay esperanzas de que el caso se resuelva alguna vez, y así, cuanto más tiempo persista el mito, que tiene ya 120 años, Thomas Hayne Cutbush permanecerá en la lista de sospechosos.

jueves, 20 de noviembre de 2008

HAKA


No me gusta el rugby. Ni el fútbol americano. Mal sitio escogí, pues para vivir, siendo Limerick la "capital" de este deporte, del equipo de Munster, auténtica meca del rugby. Pero me encanta cuando el equipo neozelandés hace la Haka, eso no me lo pierdo jamás.
El martes hubo un partido entre Munster y New Zealand que se celebró en el recientemente renovado Estadio Thomond (Thomond Park), y como en el equipo de Munster hay cuatro Kiwis, salieron a realizar, entre ovaciones, su Haka como homenaje al equipo de su tierra al que se enfrentaban. A continuación, los All Blacks dieron su propio espectáculo, en completo silencio.



Simplemente me encanta...

Para quien no sepa lo que es la Haka, hay un artículo más que interesante en el Wikipedia. Sólo decir que los All Blacks realizan su Haka previamente a todos sus partidos internacionales, y también es interpretada por otros equipos de la tierra como los Kiwis (de la liga de Rugby) y los Tall Blacks (baloncesto).

Normalmente la Haka que hacen es la "Ka Mate", cuyo origen data a 1810 cuando una tribu estaba siendo perseguida por los enemigos. Como estratagema para huir de estos, el jefe del clan se escondió en una alacena, bajo la falda de un mujer, lo cual era impensable para un jefe de tribu. Cuando se decició a salir, se encontró al jefe de otra tribu amigable allí, sobre él. En las palabras de la Haka se conmemora su escape de la muerte. Dice textualmente:

Am i going to die? Am i going to die? Or will i live? or will i live? this hairy man standing above me, will they help me see the light of day once more? Step, step, step, step [out of the hole the chief was hiding in] I have seen the sun again.

(¿Voy a morir? ¿Voy a morir? ¿O viviré? ¿O viviré? Este hombre peludo de pie sobre mí, me ayudarán a ver la luz del día una vez más? Paso, paso, paso, paso [fuera del agujero en el que el jefe se escondía] He visto el sol de nuevo.)

Pero desde 2005 a veces hacen otra Haka conocida como "Kapa o Pango", que viene a decir algo asi como convertirse en uno con la tierra, hacerla temblar, que ha llegado su momento, su victoria, lo que define a los All Blacks...

miércoles, 19 de noviembre de 2008

martes, 18 de noviembre de 2008

ADRIAN (El rincón de LAR)

La de la foto de arriba soy yo, en una tarde de invierno sentada en la murallita de la Playita de las Mujeres. Tendría 16-17 años y comenzaba mi periplo de adolescente enamorada del amor. Por aquel entonces había dejado voluntariamente el instituto de monjas del Amor de Dios y hacía nocturno en el Columela para poder compaginar los estudios de BUP con mi "trabajo" en la radio y unos cursillos de locución y el logopedia para aprender a pronunciar correctamente.

Y también comenzaban mis primeros escarceos amorosos... o sus intentos. A esas alturas ya había tenido un par de "novietes", nada que tuviera visos de durar. Pero como toda criatura enamoradiza, uno lo sigue intentando. En el Columela hice un nutrido grupo de amigos: Silvia, Angel, Raúl... Fue en el cumpleaños de este último que Silvia se reencontró con el hermano de Raúl, una antigua llama aún sin apagar del todo. Y al mejor amigo de este, Adrián, un Adonis bajo mis ojos miopes, un cielo de hombre hecho realidad en carne y hueso. Adrián podría haber sido modelo, pero no lo era. Se pasó la noche flirteando con Silvia, pero esta no tenía más que ojitos para su antiguo amor.

Por una cosa u otra, un fin de semana conseguí una cita con Adrián. Estaba que no cabía en mí de pura alegría. ¡Una cita con el chico más guapo de Cádiz! ¿Yo? No, no lo podía creer. Me pasé la tarde agonizando con qué me pondría... perfumándome todo el cuerpo en un largo baño, en esos días en los que no había sequía y el gel de baño se compraba a granel. Me cepillé el pelo durante horas.

Quedamos en la esquina de Ingeniero la Cierva, delante de una antigua cervecería cuyo lugar usurpa ahora un McDonalds. Llegó puntual, con su vaquerito de marca y su camisa abierta al aire, con una camiseta ceñida que hacía juego con sus ojos verdes. Fuimos a tomar unas cervezas a unos garajes convertidos en locales de moda y me invitó a una cerveza. No recuerdo de lo que hablamos, pero hablamos. Conversación normal, un poco de esto y de aquello... acabamos la ceveza y Adrián se ofreció a ir a buscar otra a la empetada barra. Debían ser las nueve de la noche, y el solar exterior de los garajes estaba llenito de gente.

Adrián nunca volvió. Y yo me quedé allí como una tonta, esperando y esperando, pensando que igual se había encontrado a algún amigo y estaban hablando de fútbol o cualquier otra imbecilidad de la que hablan los chicos. Media hora transcurrió hasta que fui a buscarle. Sin éxito, claro. Se acercaba la hora de volver a casa, a las 10 era mi toque de queda con 17 años. Hoy en día no habría esperado más de los diez minutos preceptivos, pero era más tonta que un perro verde.

Regresé llorando en silencio, ocultando mis lágrimas de los transeúntes que salían a tomar unas copas cuando yo ya regresaba. Humillada como nunca me habían humillado, Adrián había hecho mutis por el foro de la manera más deleznable, dejándome sola en un patio lleno de gente, esperando por una cerveza que de veras necesitaba en esos momentos. No sabia qué hacer, qué pensar... el móvil aún no se había inventado (por suerte, o Dios sabe las imbecilidades que le habría dicho en aquel estado), y habría sido inútil llamarle a casa a esas horas. Sabía que él no estaría. De seguro estaba en cualquiera de la veintena de locales a lo largo de la playa, en buena compañía o solo, pero de seguro riéndose de la pobre idiota de la que se había librado.

Esa noche no pude dormir, repasando mentalmente nuestra conversación. ¿Había estado demasiado agresiva? ¿Desesperada? ¿Necesitada? ¿Le había visto bostezar? No, seguro que no. Había sido una primera cita de lo más normal, habíamos hablado de música, de cine, de la tabla periódica y de la radio. Quizá de Silvia y su intento por reanimar las llamas de esa pasión perdida con el hermano de Raúl.

Nunca más le vi, sólo de lejos, en la calle.

Para cuando me llamó, dos días después, dispuesto a disculparse, mi reacción al teléfono fue totalmente genuina.

-Hola, soy Adrián. Perdón por lo de la otra noche, pero...

-¿Perdón?¿Adrián quién?

lunes, 17 de noviembre de 2008

YA ES NAVIDÁ EN LIMERICK

Hoy se han encendido las luces navideñas de la ciudad, después de que las guirnaldas y bombillas de colores lleven ya colgadas más de dos semanas en el centro. Si la novedad del pasado año fue un enorme árbol hecho de latas recicladas, la de este es que el árbol no será colocado delante de la tienda de Pennys, donde antes se colocaba un gigantesco abeto cuajado de adornos que iban desapareciendo a velocidad vertiginosa. El de este año se ha puesto en medio del río y es eco-friendly. Esta mañana de camino a mi lugar de trabajo saqué esta foto desde el puente, donde se pude ver el armatoste anclado aún en la orilla.

A las cinco de la tarde se procedió al encendido oficial del mismo, colocado ya en medio del Shannon (esperemos que no lo tumbe ninguna tormenta violenta), y de las luces de la ciudad, las mismas que fueron recicladas de las calles de Cork hace ya cuatro años y de las cuales hay cada vez menos funcionando...

LO MEJORCITO DE LIMERICK


Estos tres joyitas de la foto de arriba son tres de los máximos dirigentes de la banda de los McCarthy-Dundon: Chistopher McCarthy, Garret Collins y el padre de este último, James Collins. Tres asquerosos mercenarios despiadados que ayer concedieron una entrevista a alguna agencia periodística, a juzgar por la presencia del mismo artículo en varios medios. Esta que os resumo aquí es un extracto de la entrevista que apareció en la edición de ayer del Times Online, redactada por David Sharrock. (No os perdáis las declaraciones de James Collins, no tenen desperdicio). Ahora ya e por qué se canceló la marcha del sábado. Era de esperar.
Jimmy Collis revive su último roce con la muerte, inspeccionando los agujeros de bala de cuando su casa fue acribillada a tiros. "Eran las tres de la tarde y estaba de pie en la puerta cuando me rociaron con una metralleta Scorpion. Lo que salvó mi vida fue que el jodido idiota no sabía cómo usarla".
"Era sólo un jovenzuelo, no podía haber tenido más de 15 años. Lo atiborraron de heroína y lo enviaron aquí a hacer el trabajo de un hombre."
"Me telefonearon una hora más tarde, cuando estaba en el hospital, para decirme que había estado de suerte, 'Te pillaremos tarde o temprano'. Es la guerra y las calles van a ver la sangre correr."
Habla con el candor de un hombre que no tiene nada que perder, en el centro del escenario de lo que parece un eterno feudo entre dos clanes criminales. Está rodeado de su familia, incluyendo su hijo Garret, vestido con un "sombrero de mono" y una capucha popularizada por el cantante de rap 50 Cent, y su yerno, Christopher, que lleva un chaleco antibalas.
Un helicóptero de vigilancia de la policía planea por encima de la zona. Su esposa, Alice, bromea que allí en Ballinacurra Weston no se está a más de veinte pies de un arma. El día anterior su casa fue registrada por la policía a las 5 de la madrugada. "Las manos del policía estaban temblando mientras me apuntaba con su arma y le dije que se fuera a tomar por el culo cuando me dijo que me pusiera las manos en la cabeza", se ríe Alice.
Este es el lado de la vida de Limerick que es raramente visto tras las fronteras de estos barrios hundidos, pero que han salido a la luz con el asesinato de Shane Geoghegan, el joven de 28 años capitán de rugby de uno de los clubs más grandes de la ciudad, Garryowen.
Su muerte fue un golpe profesional: le dispararon con una pistola Glock de 9mm semiautomática. Un tiro le alcanzó en la cabeza y dos en el torso cuando regresaba a su casa.
[...]
El asesinato de Geoghegan llevó a una lluvia de dolor, desesperación e ira a través de Irlanda que no se veía desde la muerte en 1996 de la periodista Veronica Guerin, asesinada por los gangsters de los que escribía.
Ha habido llamamientos para internamientos (que no es lo mismo que encarcelamientos. El internamento supondría encierros sin comodidades), y una nueva legislación que permita el uso de vigilancia y de equipamiento de espionaje como arma en los juicios de bandas criminales se está pasando ahora mismo por el Parlamento.
Aunque Jimmy Collins está aliado al clan de los Dundon/McCarthy -el sindicato criminal dominante en Limerick y posiblemente en toda Irlanda-, y la banda que es principal sospechosa en el asesinato de Shane, Jimmy está muy enfadado por la reacción al asesinato del jugador de rugby. Insiste en llevarnos al Cementerio de Mount St. Oliver a ver las tumbas de aquellos muertos en el feudo con el clan de los Keane/Collopy. Dependiendo de a quién se crea en relación a cuándo comenzó todo, ha habido al menos 14 víctimas en años recientes.
"Estuvo mal, lo siento por su muerte. Estaba en el lugar equivocado a la hora equivocada. Pero yo no le maté y ahora mi casa está siendo atacada y mi familia acosada por ello. Sólo porque un jugador de rugby es asesinado se monta toda esta guerra santa. Nunca hubo ninguno de estos numeritos cuando mis amigos estaban siendo asesinados, y algunos eran también tan inocentes como él".
[...]
En una visita de The Times la semana pasada, horas después de que la casa de Collins fuera registrada en busca del arma que mató a Shane, [...] un oficial dijo: "Si encontramos algo no lo tocamos hasta que llamamos a refuerzo armado. De lo contrario, si intentamos llevarnos pruebas , simplemente nos las quitan". Esto lo dijo refiriéndose a Jimmy y sus amigos que, armados con palos de hockey y miradas ceñudas, vigilan a una docena de yardas de distancia.
Christopher McCarthy señala un graffiti de crudas figuras de hombres enmascarados disparando armas y elogiando a los "Ladrones de Weston". "Ese es el nombre de mi banda. Bueno, no es una banda -somos familia. Los dibujos están hechos por niños, ven armas todo el rato". Su hermano, Anthony, está en prisión sirviendo una condena a cadena perpetua por matar a un miembro de la banda rival. No mantiene esperanzas de un futuro brillante.
"El cementerio o la cárcel", se encoge de hombros, antes de presentarnos a Mark Cronin, de 13 años, cuyo primo James fue obligado a cavar su propia tumba antes de ser despachado al otro barrio, bajo la excusa de que se iba a convertir en testigo del estado después de participar en otro asesinato relacionado con las bandas. Los amigos de James le habían dicho que iban a enterrar las armas.
A pesar de ser apenas un adolescente, Mark adopta la misma mirada desafiante y hombros encorvados de los adultos cuando dice que no le tiene miedo a nadie. "Un día me uniré al ejército", dice.
[...]
Mientras, Collins da una vison diferente del tema: "Esto no está pasando por las drogas. Es sólo que nos odiamos los unos a los otros con saña. Ellos no nos respetan así que nosotros no vamos a respetarlos a ellos."
"Todo esto comenzó hace más de 20 años, escaló a apuñalamientos y se transformó en ejecuciones, gente que era sesinada no porque hubieran hecho algo, sino simplemente para vengarse de sus familias. No creo que vaya a terminar nunca. Sólo hace unas semanas participé en unas charlas para llegar a un acuerdo de paz, estreché las manos de los que intentaron matarme. Pero eso se acabó. Sólo las funerarias se van a beneficiar de esto en los próximos años."
Limerick en números

90,757 habitantes
7 Asesinatos y homicidios
30 Casos de posesión de armas por 100,000 personas
101 armas dadas de alta
171 casos de tráfico de drogas
220 Asaltos causando daños
322 Oficiales de policía, todos los números por cada 100,000 personas.

Info: Oficina Central de Estatisticas

domingo, 16 de noviembre de 2008

COMO COMER EN TIEMPOS DE GUERRA (Confesiones de un minero)

Era el 17 de Junio de 1936 cuando supimos que Queipo de Llano se había sublevado contra el gobierno en el protectorado de Africa. Así comenzaron los primeros alzamientos en Oviedo, en León, en Galicia y en otras comunidades del centro, y con ello llegó la temida Guerra, una palabra tan conocida y tan poco deseada por los que la conocen. Una Guerra Civil, padres contra hijos, hermanos frente a frente disparándose con saña sólo porque uno quedó en zona Republicana y el otro en la Revolucionaria, porque uno juró una bandera de un color diferente al suyo.

En los frentes asturianos, se decía que a los soldados les daban una botella de una coñac hecho en Gijón y conocido como "Saltaparapetos", porque quien lo bebía se volvía casi loco y saltaba desde las trincheras a cuerpo descubierto. Con los ojos inyectados en sangre y casi ciegos por la bebida, o los mataban o conseguían llegar hasta la posición enemiga y tomarla.

Un día nos llegó la fatídica carta que reclamaba la presencia de mi hermano en el frente, como todo joven patriota. Le destinaron al batallón de Alvarez del Vayo pero tuvo suerte. Por aquella época aún trabajaba con Jesús Polo en el taller de mecánico dentista, por lo que fueron los dos en calidad de practicantes, y mi hermano fue destinado a la Segunda Compañía.

Mientas tanto, en casa los alimentos escaseaban, y las cartillas de racionamiento eran poca ayuda. Un mes recibimos 22 pesetas de racionamiento, sólo para pan, aceite y legumbres. Sólo el litro de aceite ya costaba 1.80 ptas., pero por la escasez no nos lo daban.

En una de las cartas de mi hermano, me decía que fuera hasta Águera de Grado para verle. Yo tenía entonces 13 años y para llegar a Águera debía coger un tren en Moreda, apearme en Trubia y desde allí buscar algún camión que fuese hasta el frente en Águera.

En el camión, según oí a unos ancianos que en él viajaban, transportaban también cajas de municiones. Les pregunté si sabía cuánto nos cobrarían por el viaje y rieron. Uno de ellos, señalando unos cajones apilados al fondo, dijo que deberían pagarnos, porque era gracias a nosotros que pasaban las cajas.

No tardamos en pasar junto al Monde de los Pinos. Podíamos ver las trincheras al otro lado del valle. Decían que allí estaban "los Nacionales" y que en el Monte de los Pinos se ocultaban "los moros". Creo que el color huyó de mi rostro al oir la palabra "moros", porque uno de los viajeros sonrió apesadumbradamente y me dijo:
-"No temas, chico. A esta camioneta no dispararán porque sólo vamos mujeres, viejos y niños. Aunque nosotros no veamos a nadie, ellos hace tiempo que nos han visto, y nos vigilan."

Sus palabras me tranquilizaron de algún modo. Llegamos a Águera sin contratiempos y me dirigí hacia el batallón de mi hermano. Subí por unos pinares y llegué a la cocina de la Compañía. Allí unos milicianos muy amables me acosaron a preguntas sobre sus familiares. Querían saber de los suyos. A algunos los conocía, a otros no. Les ofrecí toda la información de la que disponía, sintiéndome importante en medio de aquel lugar cuajado de miradas ansiosas y sonrisas de esperanza. Aquellos cuya familia no conocía se deshacían en explicaciones sobre dónde vivían y quiénes eran sus padres, hermanos y tíos.

Y yo no podía pensar más que en el contenido de las grandes perolas que hervían al fuego esparciendo sabrosos aromas en el aire, aromas que habrían resucitado a un muerto. Uno de los cocineros debió percatarse de mis miradas furtivas o de mi expresión hambrienta, porque me preguntó si ya había comido, y antes de que pudiera repetir la pregunta respondí que no recordaba cuándo había comido por última vez. Todos se echaron a reír.

-"Los garbanzos todavía están duros -dijo el cocinero-. ¿Tienes buena dentadura?"

Por toda respuesta, le enseñé mis dientes. El cogió un plato miliciano, que son enormes, y con un cazo sacó de la olla una porción generosa de garbanzos que vertió en el plato. Resonaron como si fueran perdigones, y me ofreció una cuchara. Y allí, de pie, ante la atenta mirada de todos los presentes, di buena cuenta de lo que me pareció el más sabroso manjar, mientras contestaba el interrogatorio voraz. Dos minutos después, habiendo finalizado mi plato, y con mucha pena lo devolví y di las gracas. El cocinero me preguntó si quería más. Me encogí de hombros y me premió con otro cazo de perdigones. Estaban tan ricos que desaparecieron aún más rápido que los primeros. La cuestión volvió a formularse y asentí una vez más.
Tras acabar el tercer plato, el cocinero me dijo que no me daría más, tenía miedo de que me hicieran daño.

Mientras tanto, alguien se había encargado de avisar a mi hermano y tras unos abrazos y ponernos al día, bajamos al pueblo, donde me presentó a los médicos con los que trabajaba y nuevamente fui sometido a un interrogatorio sobre sus familiares y conocidos. Llegada la hora de comer, mi hermano me preguntó si había almorzado.

-"Pues... Sólo unos garbanzos en la cocina, que todavía estaban duros"
-"Ah, no -dijo uno de los médicos-. El tiempo que tu hermano esté aquí, comerá con nosotros."

A la una y media fuimos a almorzar. Me dieron un plato de patatas cocidas con carne. De segundo, un buen filete. Jamás había comido cn tanta abundancia.

-"¿Comiste bien? -quiso saber mi hermano. Mi respuesta fue un "Sí" contundente-. Bien, pues ahora vayamos a ver dónde puedes dormir esta noche.

Fuimos a una casa de labranza. Ricardo tenía amistad con los dueños y éstos, al verme, debieron pensar que hacía años que no comía, porque me ofrecieron leche y boroña, un pan de maiz que hacen muy bien en la zona de Grado y que estaba buenísimo. En tan singular ocasión era mejor que un pastel. La leche pasaría del litro, porque la jarra donde me la sirvieron estaba llena hasta el mismo borde y era voluminosa. El trozo de boroña llegaría al kilo. Y esa noche iría a cenar con los doctores y de vuelta adormir al hórreo, en una colchoneta de hojas de mazorca.

Estando en la cama, me vino el aroma delicioso de avellanas y nueces, y en medio de las tinieblas fui buscando a tientas hasta dar con un saco lleno de avellanas. Tirando de los hilos del tejido hacia los lados, saqué algunos frutos y los comí con la misma avidez del que no ha comido en días. Las cáscaras las guardaba en los bolsillos, hasta que estuvieron llenos, y entonces los eché dentro de la camiseta, aunque pinchaban. Pasé toda la noche allí, sentado en la oscuridad, comiendo sin parar. Por la mañana me fui a una acequia cercana al hórreo y allí me deshice de las pruebas. Desayuné y luego cogí una saco de mazorcas que mi hermano, arriesgando la vida, había recogido entre los dos frentes para proveer alimento para su familia, porque los agricultores no habían recolectado la cosecha con el comienzo de la Guerra.

En Trubia intentaron quitarme la saca. Con mis lamentos y lloros y mi aspecto enclenque conseguí que me la dejaran. Todo era intervenido y la palabra "requisar" estaba a la orden del día. Aunque era sinónimo de robar, la Guerra daba a muchos el derecho de "requisar" todo aquello que se le antojase.
El hambre y la necesidad hacen mucho. Se rumoreaba que en el Matadero de Moreda se mataban vacas requisadas que decían era la carne que proveía al frente, pero que en verdad se la quedaban los que "manejaban el asunto" en Moreda.
La sangre del vacuno sacrificado la daban gratuitamente, medio litro por persona. Tantos fueron a por ella que llegó un momento en el que para poder recoger la sangre a las once de la mañana, teníamos que guardar cola desde las cinco de la tarde de la jornada anterior, pero no estábamos toda la noche expuestos a la intemperie en la cola. Dejábamos los cacharros en nuestro lugar y hacíamos una hoguera para no pasar frío. El hambre no te deja dormir y unos cuantos decididos pensamos en ir a robar panolles. La primera noche todo fue estupendamente en la Vega de Gueria. Creíamos que nadie se daba cuenta de las panochas que desaparecían en medio de la oscuridad, pero una madrugada nos esperaron con un par de tiros de escopeta. Nos quedamos sin panolles y algunos se quedaron sin un lugar junto al fuego, porque por una mazorca sin maiz y ensalivada, nos dejaban una piedra donde sentarnos en la primera fila.

Decidimos dar tregua a las mazorcas y dejar correr tres o cuatro noches sin asaltar el maizal, pero con hambre en el estómago la noche se hace eterna e ideamos una nueva táctica: iríamos en dos grupos. Uno, desde la distancia, tiraría piedras para hacer ruido, y los otros irían por el lado opuesto a coger las panolles que luego repartiríamos entre todos. La estratagema dio buen resultado durante algún tiempo, hasta que una noche cuando hicimos ruido dispararon desde ocho o diez lugares diferentes. Fue la retirada definitiva de una guerra sin cuartel en la que teníamos todas las de perder.
Hacíamos de todo por un poco de comida que llevar a la mesa. Además de la sangre de vaca, iba con otros al Valle Negro a por leche. Recorríamos varios pueblos buscándola. La leche escaseaba y no era fácil encontrarla, y por otra parte, nadie aceptaba los "Belarmines", el dinero que hacían en Gijón, firmados por Belarmino Tomás. Querían sólo el dinero anterior a la guerra y aquello era como pedir peras a un olmo, sólo los muy adinerados lo tenían. Comprar leche se estaba conviertiendo en una aventura. Lo peor era que la leche también estaba intervenida y a veces cuando bajábamos, nos esperaban los policías de turno para quitárnosla. Decían que era para los heridos en el frente, pero luego la vendían en el mercado negro o se la guardaban para sí mismos, sus familiares o amigos.

Un día en que otro muchacho y yo bajábamos transportando dos litros, uno de leche fría desnatada, que parecía yogur y otro litro caliente recién orde­ñado, salió a nuestro paso la policía cuando menos lo esperábamos. Nos la quitaron toda.

-"¿Es toda recién ordeñada?" -preguntó uno con desconfianza.
-"Si, señor" -asentí sin mirarle a los ojos.
Vertieron ambos litros en un mismo bidón y se marcharon. Regresé a casa con las manos vacías, pero imaginaba cómo serían sus expresiones al encontrar toda la leche cuajada. Era un desperdicio, pero al fin y al cabo, en casa nos acostábamos la mayor parte del tiempo con el estómago vacío.

Llegué a casa llorando y le conté el incidente a mis padres. Pero no contento con hacerles la faena de estropearles la leche, fui a buscar al chico que venía conmigo y planeamos nuestra venganza. Nos dirigimos al cuartelillo cercano a la Estación del Vasco. Delante de la misma tenían un coche y nuestra intención era pincharle las ruedas. En el patio tenían sólo dos neumáticos, los únicos que poseían porque también escaseaban.

Como dos protagonistas de una película de espionaje, nos arrastramos por el suelo a través de la puerta de entrada para que no nos vieran desde el cristal de vigilancia, cogimos las ruedas y las arrojamos al río. Tras ello, nos escondimos bajo el coche para pinchar los neumáticos. Tardamos bastante, nuestra única arma era un punzón que no lograba atravesar la goma. El vehículo era un Ford con carrocería cuadrada y lo pasamos muy mal para salir. Al deshinchar los neumáticos, el coche bajó unos centímetros, y nos vimos atrapados como ratones. Pero al escasear nuestro volumen corporal, pudimos salir, con algunos arañazos y asustados de nuestra osadía, y regresamos a casa satisfechos de nuestra azaña.

Si nos hubieran cogido, no quiero pensar lo que nos habrían hecho. Probablemente lo habrían pagado nuestos padres, sobre todo el mío que estaba fichado por el simple hecho de acudir a misa, pero la obnubilación que produce el deseo de venganza nos hizo olvidarnos de las consecuencias que podría haber acabado incluso con la vida de nuestros padres. Por menos, mucho menos, metían a gente en la Iglesia, ahora convertida en cárcel, gente que desaparecía de la noche a la mañana.

A partir de aquel día, cuando íbamos a recoger leche dábamos un rodeo de dos o tres kilómetros para no ser requisados o cruzábamos el río cuando traía poca agua.

El hambre, siempre, te da un ingenio mayor que el dolor de los espasmos de un estómago vacío.

viernes, 14 de noviembre de 2008

DEMASIADO BONITO PARA SER VERDAD

Nada. No me hagáis caso. Como siempre, esto es Limerick. La marcha para mañana ha sido cancelada. Dicen que por razones "imprevistas". Otros dicen que porque la familia prefiere que Shane sea recordado por cada uno en su casa. Me cuesta trabajo creerlo. ¿A qué familia le molestaría que la gente se manifieste respetuosamente y en silencio para condenar el asesinato despiadado de su hijo? Ni siquiera tienen que atender el evento. Otras fuentes hablan de amenazas... estas historias me las creo más.
Como siempre en Limerick... por la boca murió el pez. Mucho lirili y poco lerele. La marcha ha sido cancelada, no hay nueva fecha para su convocatoria y no se tiene planes de hacer nada más. Panda de cobardes.
A ver quién es el siguiente.

LA PRIMA ANITA (El Rincón de Lar)



Mi abuela tenía una prima llamada Anita, que vivía en una bocacalle cercana a la Plaza de San Antonio, una de las que van a dar a la Alameda. Yo la llamaba la primaanita, todo junto, aunque fuera la prima de mi abuela, porque era más un mote que una distinción de parentesco para mí. Una palabra estaba eternamente ligada a la otra. De hecho a ella la saludaba así cuando abría la puerta.
Nunca me gustó ir de visita. ¿A qué niña le gusta ir a visitar a una señora mayor con su abuela? Pero la primaanita era diferente. Y tenía una nieta, Nieves creo que se llamaba, o quizá Alicia, de pelo negro rizado a lo afro y pequitas, con la que me llevaba muy bien, las pocas veces que nos vimos.
Me encantaba ir a su casa. En las tardes soporíferas de verano que pasaba en Argantonio, mi abuela se esmeraba en cepillarme el pelo, ponerme un vestido bonito y, paseando, llegábamos tranquilamente hasta su calle, donde había una pastelería que aún hoy existe y cuyo escaparate ya te hacía babear. Allí nos pertrechábamos de una buena caja de dulces para la merienda: sultanas, petisús, bollitos de crema y merengues, que yo odiaba a muerte. Luego subíamos a la casa de gran patio y portal de madera vieja, recia, con su llamador dorado. La primaanita nos recibía con besos y la promesa de un colacao o un refresco y se empeñaba cada semana en tratar de averiguar si tenía ya novio o no (pibe, le llamaba ella), y en asegurarme que, de tenerlo, "debía guardar muy bien el tesorito". Yo no sabía a que se refería con el "tesorito" y me aferraba a mi cadena de plata con una Heidi sentada en un columpio (que aún conservo), y ella reía y me decía que las niñas buenas no dan "el tesorito" a cualquiera.

La primaanita tenía el cabello corto y ensortijado, blanco brillante, pero ella decía que era rubio. Y era delgada, estilizada, aunque no muy alta (algo muy común en mi familia). No tenía marido. Supongo que era viuda. O madre soltera, porque en aquellos tiempos no se hablaba de esas cosas. Pero la primaanita a mí me parecía una aventurera recién salida del Amazonas, siempre vestida con pantalones de algún tono de kaki o marrón y camisa, tan moderna para su edad. En los setenta aún no se veían muchas señoras mayores con pantalones, al menos no en las calles de Cádiz. Nunca vi a mi abuela con pantalones más que en fotos en blanco y negro de su juventud.

Me gustaba su casa. A veces, mientras ellas hablaban de sus cosas, y si Nieves, o Alicia, no estaba en esa ocasión, me dejaba sentarme a solas en una salita con televisión, a ver programas, o me dejaba cuentos o juguetes. Su casa era, para mí, un palacio, con sus pasillos en torno al patio, como un claustro con barandillas cerradas con ventanas de madera y cortinas de flores. Era una casa tan luminosa, con tantas habitaciones, que una se sentía pequeña allí.

Crecí y nunca más la visité, me olvidé de la Prima Anita y de dónde vivía. Me olvidé del nombre de la niña que compartía mis juegos y del sabor de los petisús. Supongo que PrimaAnita lleva ya muchos años criando malvas. De repente me he acordado de ella, así, sin más. Y de las tardes de verano, colacao, dulces... y un misterioso "tesorito" cuyo significado tardé aún unos años en descifrar...

jueves, 13 de noviembre de 2008

LIMERICK: ¡BASTA YA!

Ojalá nunca más tenga que escribir un post como este. Ojalá ninguna vida inocente sea tomada de nuevo, en la flor de la vida.
Llevo en Limerick doce años. Doce largos años. Recuerdo que cuando llegué aquí, como Aupair, sin intenciones de quedarme más que unos pocos meses, pensé que esta era la ciudad más insulsa que había conocido. Tres periódicos locales me parecían ridículamente ambiciosos para una ciudad -casi un pueblo- que de seguro no podría producir noticias suficientes.
En criminalidad era totalmente ignorante. Pero en eventos culturales, Limerick era, y sigue siendo una mierda. Parece ser que ahora con la renovación de Thomon Park, el campo de rugby, esto va a cambiar. Elton John dará un concierto allí en Junio. Pero ese es el mismo campo donde Shane había jugado en alguna ocasión. O soñaba con jugar. O simplemente... no, no creo que fuera fan de Elton. Pero a lo mejor había comprado tickets para su novia. Se espera que miles de personas atiendan ese concierto. ¡El más grande en la historia de Limerick!
Tan grande como las personas que asistieron a su funeral. Dos mil personas se presentaron en las inmediaciones de la Iglesia de Saint Joseph para mostrar sus respetos a la familia. Dos mis almas cargadas de pena y llenas de una solidaridad sin precedentes.
Parece ser que hemos tocado fondo. En los últimos diez años, Limerick ha dejado de ser esa ciudad insulsa y aburrida, lacónicamente tranquila y sumida en su pasado. Limerick se ha convertido en el culo de la mafia, en las mismas posaderas defecantes que se han reído de todos y cada uno de los ciudadanos. Hemos agachado la cabeza y hemos vuelto la mirada. Desde el sábado pasado, miro a todos a los ojos, especialmente a esos engendros en chándal, y esas chonis patéticas que sólo me producen asco, esas que deberían aprender que el pijama sólo está bien para irse a la cama y el chándal para el gimnasio. Esos animales aprendices de makis cuyo final, dicen, se acerca.
Murió Shane y renació la esperanza de ver nuestras calles vacías de esta escoria humana. Ayer tarde, el cabecilla de los Dundon, responsable del asesinato, se entregó. Más por estar protegido de la gente, tras las barras de acero de su celda, que por remordimientos. Gente así no tiene conciencia. Despues de todo, sólo va a hacer 10 meses en prisión. Tenía pendiente una condena por la que estaba en busca y captura. Una condena por ofensas de tráfico. El de la carretera, no el de drogas o armas, que son los verdaderos chanchullos que se traen entre manos. Al final, como con Al Capone, acabarán tras las rejas por delitos fiscales o menores, pero no por sus crímenes sangrientos, que son muchos. Se habla de cambiar la ley. Parece que cualquier persona relacionada con bandas criminales acabará con sus huesos en la cárcel. Eso dicen.
Ayer también, mientras se celebraba el funeral, tenía lugar un acto de protesta en la Universidad. Dos minutos de silencio, al son de las Elan Pipes, las gaitas irlandesas con su lamento estremecedor, pancartas al aire con un BASTA que resonaba más que una concentración de tambores de Calanda. Parece ser que los ciudadanos de Limerick despiertan de su estupor y se sacuden un poco el miedo. Sólo un poco. Hay mucho camino que recorrer.
Un paso, pequeño, es el que tendrá lugar el próximo sábado, a las dos de la tarde. Una marcha silenciosa y pacífica que se concentrará en Tait's Clock para marchar por Hyde Road y Carey's Road bajando más tarde por Mallow Street. Sí, Hyde Rode, donde se encuentra la casa, los cuarteles generales de los mismos que pusieron un bala en la cabeza de Shane. Pueden esconderse tras las puertas de su mansión fortalecida por muros y sistemas de alarma. Esta mañana más de veinte casas fueron registradas por la Policía. Todavía están buscando el arma o cualquier cosa que apunte un dedo acusador hacia la identidad de los asesinos materiales. Aunque todos sabemos quiénes son los culpables.
Sois algunos los que me leéis desde Limerick y os pido que vayáis a la manifestación. No sera más de media hora, una a lo sumo. Vicky, Javi, Juan, Pucca, Silvia, Mabel...
¿Por qué? Porque mañana pudes ser tú, o alguien cercano, o yo. Porque Limerick somos todos y este es el lugar que hemos elegido para vivir, para bien o para mal.
No voy a manifestaciones anti guerra, anti uso militar del aeropuerto o anti salvemos el puto planeta. No creo que podamos cambiar la política o el mundo. Pero podemos cambiar el crimen en estas calles que son, hoy por hoy, las nuestras. Y porque la familia de Shane así lo ha pedido y se merecen todo el respeto de una vida rota injustamente.
Basta ya, joder.
Limerick somos todos los que la hacemos.

miércoles, 12 de noviembre de 2008

...Y EN TODAS PARTES CUECEN HABAS



Si en la foto del post anterior parecíamos los culpables de El Crimen de los Galindo, los protagonistas de la foto superior, en palabras de una de sus "integrantes", son la mismísima Camorra. Y es que en todas partes cuecen habas...
Susana me envió esta instantánea ayer al ver la mía, por lo que os animo bien a enviarme fotos similares o a ponerlas en vuestros blogs (quien lo tenga). Susana es la nena de impolutos calcetines blancos y vestido "que ya desearía tener ahora para hacerle trajecitos a las Nancys", confiesa.
Dice que tenían que obligarla a ponerse el vestido de marras y que el día de autos no quería salir en la foto, motivo por el cual posó con tanta gracia. Desconozco el motivo que tuvo el resto de la familia para posar con el mismo garbo, de veras. A lo mejor se habían peleado con El Padrino...
Parece ser, también, que no es sólo en mi familia donde se aprovechan los errores colofales de moda para vestir en Carnaval. El traje de pana marrón que luce el novio (sí, mira por dónde, también es la foto de una boda), ha dado juego posteriormente a varios disfraces. Con un bigote y un sombrero, Susanita se convertía en Juan Valdés sin el burro... Colombianos e Italianos... primos hermanos...

martes, 11 de noviembre de 2008

La Foto (El Rincón de Lar)



CRIMEN: Dícese del cometido por mis progenitores el día que aceptaron que el fotógrafo hiciera esta foto. Tal vez le debían dinero. Tal vez nos odiaba con saña.

El día de los hechos, no salíamos de ningún juicio tras ser acusados de algo malo (tal vez del peor crímen contra la moda, pero de momento no lleva sanción penitenciaria. Una lástima). Era el día en que mi Tata, la segunda de la foto, que aunque parezca que acababa de salir de un funeral, acababa de contraer primeras nupcias con Luís, el señor de gafas y rictus aún más serio, ex legionario y mejor amigo de mi abuelo que fue padrino del enlace. Se iban a vivir a... esa casa al lado del cementerio...

Aunque parezca lo contrario, el señor del extremo es mi padre y no ningún extra de El Lute. La sarracena es mi madre. El modelito todavía anda por su casa (dice mi madre que le costó un potosí, yo creo que lo compró en el zoco en Granada, intentando a lo mejor encontrarse en secreto con El Califa [léase Julio Anguita]). Ahora se utiliza como disfraz socorrido en Carnavales cuando a uno no le ha dado tiempo a preparar algo más original. Le acompaña un turbante blanco que la susodicha solía usar allá por los años sesenta.

Las dos pringadas con cara de pena del medio somos mi hermana y yo. La del abriguito de zorrón de la estepa soy yo. No sé si hacía tanto frío en Cádiz para llevar semejante modelito, pero la cara de disgusto lo dice todo. Aunque pudiera bien ser por el fru-frú del gorro, tejido por las manos hábiles de mi madre (ya se lo podría haber puesto ella), cual nenitas de la casa de la pradera con frío siberiano.

La fotografía ha estado desde hace tiempo en el fondo de algún cajón, después de décadas en un marco bien grande en casa de mi abuela, justito sobre la pared del sofá, para gusto y regodeo de visitantes con mala leche y lengua sutíl.

Conste que si la saco ahora es para descargar mi conciencia. Jamás perdonaré a mis padres. Jamás. Y el que no tenga una foto en casa que preferiría mil veces que se comieran los perros, ¡que tire la primera piedra!

NUEVA VICTIMA EN LIMERICK


El chico de la foto de la izquierda se llamaba Shane. Shane Geoghegan. Era un amante del rugby. Tanto que pertenecía a un club por el que habría dado todo. Tenía veintiocho años y sin embargo se dejó la vida en la hierba húmeda de la madrugada por un asunto que nada tenía que ver con él.
Shane es la última víctima del Limerick más villano, ese de barones de la droga, bandas feudales y hitmans acechando en la oscuridad. Sucedió puerta con puerta con la casa de mi amiga Vicky, una casita preciosa y familiar, en una buena zona, no crean que estamos hablando aquí de los barrios bajos ni de los dominios del hampa.
Kilteragh es un área rsidencial de muy reciente construcción, en una zona considerada tranquila y familiar. Una tranquilidad que se ha convertido en miedo desde que la vida de un inocente que nada tiene que ver con bandas armadas, drogas o hampones se ha perdido, sólo porque en la oscuridad, se parecía demasiado a uno de estos criminales, uno cuya contra vida se ha atentado tres veces y que ha salido siempre ileso.
Era la madrugada del Domingo, sobre la una y media de la mañana, y Shane regresaba tranquilamente caminando a su casa, a pocos metros de donde cayó muerto con una bala en la cabeza, esa casa a la que se había mudado hace sólo un par de meses con su prometida y que estaba sin duda más llena de ilusiones que de muebles. Acababa de ver un partido en casa de un amigo, el Irlanda-Canadá.
Dicen que una sombra salió de la oscuridad blandiendo una pistola y que persiguió a Shane hasta matarle. Quince disparos dicen que se oyeron en la zona. Y sus gritos. Según los noticieros, este asesinato es el final de los seis meses de paz que reinaba en Limerick entre las dos bandas de gangsters rivales, en ese feudo que ha visto reinar el terror en la ciudad.
Un asesino de la banda McCarthy-Dundon le confundió con un miembro de la banda contraria (los Collopy), que al parecer vive en la misma urbanización y sobre el que pesa "una pena de muerte" particular. El susodicho objetivo había sobrevivido previamente dos intentos de asesinato fallidos. La primera vez, en Agosto del 2006 cuando al aparcar su coche cerca de su casa, le dispararon veinte veces, sin que ninguna bala llegara a herirle siquiera.
Una semana después de este ataque, le dispararon a su primo mientras caminaba por el barrio. Pero esta no había sido la primera vez que este miembro de los Collopy escapaba la muerte, como dije anteriormente. Ya había escapado a la furia de los McCarthy-Dundon cuando le dispararon en Southill poco antes. En esa ocasión recibió heridas en la cara y perdió un ojo. Fue detenido por la policía en la Operación Anvil en 2006 en conexión con una captura bastante considerable de armas y heroína.
El criminal, treintañero, que se ha mudado hace poco a Kilteragh, vive allí con su pareja y sus dos hijos pequeños.
Y sin embargo, quien pierde la vida es un chico joven y sano de 28 años que jugó su último partido el mismo sábado por la tarde. Su asesino dejó la escena, al parecer, en compañía de un cómplice que le esperaba en un Renault-Espace oscuro que fue encontrado quemado en las cercanías de la ciudad ayer por la mañana. Mientras, el objetivo real regresaba a su casa después del tiroteo y allí permanecia, en la seguridad de su hogar y un barrio atestado de policías para la investigación, con la zona totalmente acordonada para reunir pruebas.
Se cree que al menos tres personas están relacionadas con el trágico suceso, y conocidos criminales a lo largo de Limerick están siendo cuestionados sobre su paradero durante la noche de los hechos, en una operación con más de 50 agentes involucrados.
Vicky, mantente alejada del tuerto.

domingo, 9 de noviembre de 2008

EL DESENGAÑO (El Rincón de LAR)

Juré que le querría para siempre. Para siempre. Cada noche, en casa de la abuela, tras despedirnos después de haber jugado juntos todo el día, me iba a la cama pensando en él. Mi último pensamiento de la jornada era para él. En mis sueños estaba él. En mis fantasías estaba él.

Habíamos crecido como hermanos, allí, tirados en el suelo de piedra rancia de los corredores, tumbados en el patinillo mirando las estrellas en las noches cálidas e insoportables de verano. Compartimos más de una vez un polo de Drácula, o un Frigo pié. Eramos como hermanos, pero no era mi hermano. Ni quería que lo fuera.

Bebía los vientos por él. Le esperaba ansiosa a la puerta de su apartamento, sentada en sus escalones forrados de sintasol barato asemejando madera clara tras la hora de comer. Tenía celos hasta de los niños del barrio si venían a buscarle para jugar al fútbol.

J lo era todo para mí, desde que tenía memoria. A los nueve años ya era una experta en los dolores del malquerer. Me había humillado un par de veces, cuando jugábamos al escondite y mientras yo contaba con la cara apoyada en el brazo sobre la pared encalada, él llegaba de puntillas y trataba de bajarme las calzonas, dejando al aire mi escuchimizado y blanco trasero de niña playera (el tanga aún no hacía furor en las playas).

Mis momentos más felices eran cuando elogiaba lo que llamaba "mis dos limones". A los ocho tenía dos garbancitos punzantes. A los 9 eran limones. A los 11 tenía ya un buen par de melones que atraía las miradas equivocadas. Pero J ya no estuvo allí a los 11.

Tras haber compartido años y años juntos, se trasladaron a vivir a un piso de verdad en San Fernando, ciudad dormitorio, un piso sin corredores de piedra ni partiditos reconvertidos en cocinas o dormitorios o habitaciones cambiantes. San Fernando, a media hora de Cádiz. El fin del mundo. La hecatombe. ¡Se marchaba al otro confín de la Tierra! Prometimos mantenernos en contacto. Nuestros padres lo hacían. Por teléfono. No volví a verle hasta el verano del 84. Teníamos 14 años.

En verano solíamos ir a la playa después de comer, con la sombrilla, la silla de mamá y las toallas y los bocatas. Llegábamos sobre las 3 de la tarde y no regresábamos a casa hasta al menos las nueve de la noche. Nos reuníamos con mi amiga Adelita y su madre y Cármen y su madre. Y ese verano se nos unió la madre de J y sus retoños, entre los que se encontraba, como no, el propio J.

Durante unas semanas fui la chica más felíz del mundo. Le pedía que me ayudara con la loción de zanahoria, un mejunje pringoso y maloliente que se había puesto de moda gracias a una campaña publicitaria con frase pegadiza (zanahorias, ¡que bronceado!). Organizábamos peleas de wrestling en la orilla, intentábamos meternos arena húmeda en la boca, en las orejas, en el ombligo y lo más importante... en el bañador. J trataba de quitarme la parte superior del biquini en el agua, yo me resistía (no mucho), pero al mismo tiempo deseaba sentir sus manos en mi piel. A cambio, yo tiraba juguetonamente de su bañador, sin éxito.

Y un día, mientras tenía la regla y me veía obligada a guardar toalla mientras todos se divertían en el mar (el támpax todavía no había llegado a mi vida), el corazón se me detuvo. ¿Había visto lo que creía que había visto?

Allá, en la distancia marcada por la marea baja, me parecía que Cármen estaba demasiado cerca de J. No, no podía ser. Qué tontería. ¿Cómo iba a fijarse J en ella, con ese cuerpo que comenzaba a pasos agigantados a parecerse a esa mole a la que llamaba madre? Cármen tenía un rostro bonito, ojos azules y pelo rubio natural. Rubio dorado. Cortado a lo garçon en aquella época. Pero de ella podrían sacarse 3 Js.

Salieron del agua con aire culpable. Al menos ella, que sabía que mi corazón jamás había dejado de latir por él. Seguro que mi amiga, mi propia prima, por muy lejana que fuese, no iba a hacerme esto a mí. ¡A mí! A mí que conocía a J desde que ambos usábamos pañales. Que habíamos comido del mismo plato, bebido del mismo vaso y chupado los mismos chupachups de Kojac de chocolate. El era mío. Sólo mío. Sólo podría ser mío.

Si se dignaba a mirarme alguna vez como lo que era, claro: una mujer con un par de tetas bien puestas y un culo redondito, y no la niña en calzonas rojas que gritaba "A por ellos" y "maricón el último" y que jugaba al fútbol como un niño (mucho mejor que un niño, dónde vamos a parar) y corría por las calles en bambas y camisetas de mi tío tres tallas más grandes.

Las miradas de complicidad lo decían todo y al fin tuve que preguntarle. Cármen me dijo que llevaban saliendo unos días. ¡Saliendo! Bueno, viéndose en secreto y a la vez públicamente allí en la playa, desapareciendo a intervalos para darse un besito a escondidas tras el chiringuito o retozar a solas en el agua.

No le hablé durante dos semanas, el mismo tiempo que duró su frugal romance de verano. Pero ya nada sería lo mismo. Me había dado cuenta de que para J, siempre sería "su hermanita pequeña", a pesar de que yo le sacaba nueve meses.

El final del verano llegó, y el comienzo de las clases, como la marea que barre la arena, se llevó mi mal de amores. A J no le volví a ver hasta tres años más tarde, cuando comenzaba a hacer mis pinitos en la radio. No recuerdo cómo nos reencontramos, pero con motivo de una maratón anual nocturna que organizábamos cada verano en las ondas, le invité a pasar la noche con mis compañeros de radio y conmigo en el estudio. Solíamos llevarnos comida, cerveza y postres, y a las cinco de la mañana alguien iba a por churros y chocolate.

Esa noche J intentó besarme. Así, sin más. Sin palabras bonitas y sin previo aviso. El momento que había deseado desde que era una criaja con pintas de machorra. Tras tres o cuatro horas de conversación aburrida y futil. Poco a poco me di cuenta de que tenía a un ídolo con pies de barro sobre un pedestal, y que, desafortunadamente, la caída iba a ser inminente.

Le rechacé de plano y aprendí que nada es lo que parece y que idealizamos las cosas por cómo las queremos ver y no por lo que son.

J no era la herramienta más brillante de la caja, precisamente. Y la vida siguió, con herramientas más modernas, mejor equipadas y en cajas más... coloridas.