Es un librito viejo, que huele a viejo. Huele como deben oler los libros, casi a árbol. Y a polvo, aunque esta perfectamente limpio. Este libro perteneció a la biblioteca de mis antepasados más recientes, y la última vez que paseé por el Mercat de Sant Antoni en Barcelona, me alegró encontrar otros ejemplares de la misma colección, aunque no pude adquirir ninguno. Me llevé una sorpresa, entre grata y agridulce, al ver que los precios de algunos ejemplares oscilaba entre los 275 y los 450 euros. Sorpresa grata al saber que tengo una joya en casa, y agridulce porque ante tal descubrimiento, no pude conseguir otro. Hay límites para todo y allí encontré el mío.
Prefiero, sin embargo, conservar mi libro de Leyendas de Oriente, sabiendo que estuvo siempre en la librería de mis abuelos, quizá incluso en la de mis bisabuelos, y que llegó a mis manos como debió ser. De esta manera es parte de mi vida, de mi historia, y de lo que soy.
Lo leí por primera vez sentada a la luz del corredor, en el escalón de losetas de piedra y carcomido marco de madera que daba al patio, en aquel lugar favorito, a pesar de las hormigas y las arañas, no en vano antes de sentarme prácticamente vaciaba medio bote de insecticida para asegurar mi "tranquilidad". Creo que en aquellos años contribuí en gran medida al agrandamiento de la capa de ozono, qué se le va a hacer.
Leía al solecito cálido gaditano, bajo la atenta y subrepticia mirada de La Bruja de traje de luto. La imaginaba acariciando a su gato negro Azrael, aquel que en realidad era una gata, mientras se preguntaba qué leía con tanto interés en aquel tomito de formato pequeño y aspecto antiguo.
Leyendas de Oriente pertenece a una colección de obras adaptadas para niños por María Luz Morales, con ilustraciones de René para la editorial Araluce, y las historias que la componen son: La bella Zita, Savitri la fiel, De zapatero a Rey y La Cacerola Mágica, y desconozco el año de publicación, no viene indicado en el interior y dudo que le falte página alguna, está en excelentes condiciones y recientemente lo forré para preservar su gastada portada. Posee, además, unas ilustraciones bellísimas, de las cuales os dejo un muestrario:
8 comentarios:
Esos libros heredados tienen un valor sentimental enorme. Y con qué cariño los conserva uno, ¿verdad? como si se tratase de un pequeño tesoro (en realidad lo es, independientemente de cuál sea su valor real).
Qué maravillaaaa!! Yo tengo varios libros de mi tatarabuelo y mi bisabuelo, y los considero auténticas joyas... Aparte, le tengo echado el ojo a varios tomos de impresión que están bajo llave en casa de mis padres, pero que algún día irán a parar a mis zarpas, jejeje... Para mi gusto, no hay olor más cálido que el emanado por libros antiguos. Lo has descrito perfectamente: A polvo sin tener polvo, y casi el aroma del árbol del que provienen sus páginas. Las ilustraciones además eran un auténtico lujo, puesto que o se trataba de auténticos grabados o estaban hechas a mano. Lo que decía al comienzo: Joyas. PAra mí sería imposible ponerles precio.
Pero qué cosicas más chulas nos enseñas!!!
Besotes!
!qué chulada!
Guardalo bien.
Lucía
¡Qué bonito, Candela!, la verdad es que me has dado envidia, te imagino leyendo al solecito del patio y nada menos que este libro! Uf... me apunto a la sesión de lectura ;D
Una sonrisa y buen inicio de semana.
Hay q ver como es la vida candela! sin conocernos y parece q vivas al lao.
Me recuerdas a mi cuando niña, tambien buscaba un rinconcito para leer,no sin antes asegurarme q no me molestarian. En mi caso era en la azotea, y aunque siempre me gusto la lectura y el poco dinerillo q conseguia me lo gastaba en cuentos y "juanolas"(era adicta)
un dia mi hermana me regalo, Heidy, en formato de libro.... oh!! eso fue el mejor regalo de mi vida. Lastima q yo no tenga reliquias familiares....
Guardalo comooro en paño.
Que chulada de libro, hace bien en conservarlo, yo haria lo mismo que tu pues tiene una pinta fantastica.
Tiene unas ilustracónes muy chulas.:-)
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