Se liberó la cometa de las manos de su celador. Voló a la merced del viento, se elevó, descendió, planeó, disfrutando de la brisa fresca que hacía aletear los lazos de su cola de plástico. Ascendió hacia el cielo, feliz, libre, sobrevoló las nubes y vio el cielo alejarse, más... y más... Y entonces se dejó caer, con la misma soltura con la que había subido tan alto que ya no podía divisar el suelo, ni las copas de los árboles, ni el verde del césped del parque.
Se enredaron los hilos en torno a su cuerpo romboide, agonizó en el aire estrangulado por sus lazos de colores.
Su cuerpo inerte yació en el suelo durante horas. Llego la noche, cayó el silencio, amaneció de nuevo.
Lo encontro allí una niña, encogido sobre la hierba como un pajarillo de alas rotas, y con paciencia, retiró el cordel, alisó sus alas, limpió sus heridas.
Hoy vuela feliz sobre el cielo azul, asido con fuerza al hilo de su vida.
5 comentarios:
lo de la cometa no sé si es una metáfora de algo, pero en cualquier caso es un bonito relato. me ha gustado mucho.
Lo mismo digo. No es fácil decir mucho con tan poco, y a tí se te dan muy bien los relatos cortos.
Breve pero intenso.
Me ha gustado mucho, Ruth.
Me uno a lo que diche Chema, no sé si será metáfora, pero bien podría serlo. Es bonito tener a alguien que te "rescate".
Me ha gustado mucho. Siempre tengo la teoría de que todo puede revivir si ha merecido la pena.
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