Creo que mis padres habrían preferido un chico. Me consta que mi padre se desilusionó un tanto al ver mi falta de "atributos" ahí abajo. Lo sugieren el hecho de que mis primeros juguetes, que sin duda habían sido comprados antes de mi nacimiento, fueran un tambor, un tren eléctrico, un barquito para la bañera, una cometa y una bici que apenas pude usar. No estoy diciendo que estos juguetes no sean adecuados para una niña, de hecho me encantaría poder comprarme algun día un tren eléctrico de los de antaño, con sus vagones en miniatura y sus vías interminables. Pero en la sociedad sexista de los setenta, no eran artículos que se adquiriesen normalmente para una niña. No es de extrañar que posteriormente creciera negándome a usar faldas y sujetadores, aunque esta etapa no duró demasiado.
El tambor apenas lo recuerdo. Creo que me fue arrebatado antes de que pudiera hacer mayor estropicio a los tímpanos del vecino. O de todo el barrio, porque en aquellos años aún teníamos la terraza abierta y estoy segura de que un décimo piso habría sido el escenario perfecto para disfrutar de una magnífica acústica junto al mar.
El tren me dio muchas horas de juego. Al final acabé cansándome de los vagones y su recorrido ovalado y monotono. Pero las vías, adecuadamente encajadas en un cucurucho hecho de papel de periódico, sirvieron de "churros" o "porras" durante años.
Mi cometa era preciosa, de un plástico duro y papel de colores, representando un loro multicolor. Creo que me la había comprado mi padre en sus tiempos marineros en Canadá. Como no se me permitía bajar a la calle sola y mi madre no estaba demasiado por la labor, tenía que esperar las raras ocasiones en que mi padre se dignaba a llevarme al paseo de la bahía, aún con su tierra amarillenta de albero, y volaba la cometa por mí. Pronto mi fascinación con la cometa llegó a su fin, al no poder manejarla de primera mano. Quizá mi padre actuó un poco egoístamente y se la había comprado para sí mismo.
En cuanto a la bici, me la regalaron con cuatro años y fue mi primera y la última durante muchos años. De hecho, no volvería a tener una bicicleta en condiciones hasta que tuve 22-23 años, y ya fue una "sofisticada" Mountain-bike. Mi primera era roja (como la segunda), muy parecida a la de la foto superior, según recuerdo, creo que era una BH, de cuatro ruedas, claro. Como no se me permitía bajar a la calle a ejercitar mis dotes a lo Perico Delgado o Indurain, me tenía que conformar con el pasillo de casa. Mi circuito comenzaba al fondo del pasillo. Bajaba corredor abajo (este tendría unos 3,5 ó 4 metros de largo), salía al salón, donde justo frente a la puerta del pasillo estaba la alargada mesa que sólo utilizábamos en Navidad, cumpleaños y ocasiones especiales, la rodeaba y volvía pasillo arriba. Y vuelta a empezar mi pequeño tour.
Cuando aprendí a manejarla con soltura, papá me quitó una rueda. Con mi triciclo seguí practicando mi recorrido, cada vez más rápida, excepto las irregulares veces que mamá bajaba conmigo a la bahía y podía pedalear todo recto hasta cansarme. Al principio en casa, para compensar la rueda perdida, volcaba todo mi peso en el lado que todavía tenía rueda. Poco a poco recuperé el correcto balance y a las dos semanas pedí que me quitaran la que quedaba, pero no habría de ser. En uno de mis virajes calculé mal la distancia, rayé la pata de una silla, la de la mesa y empotré el eje de la rueda en la pared empapelada, haciendo un boquete de unos dos centímetros de profundidad y unos cuatro de diámetro. Fue el fin de la bicicleta.
Nunca aprendí a pedalear con dos ruedas hasta que años después mi ex me regaló la Mountain Bike y me costó unas cuantas caídas que me hicieron sentir y parecer bastante ridícula. Pedalear no era problema, una vez que me ponía en marcha no había quien me parase. Ese era precisamente el problema. Que no sabía como parar y bajarme, hasta que aprendí a base de apretar los frenos, saltar o simplemente dejarme las rodillas que no me dejé de pequeña.
Con 10-12 años pedí por Reyes unos patines, aquellos horribles Sanchetskys con un taco de goma dura en el frente, que se ataba al pie con correas y tenia una lengüeta deslizante en el centro para amoldar a diferentes tamaños de peana. Por entonces se me permitió bajar a practicar alrededor del bloque, donde junto a otras niñas con similares patines, recorría todo el perímetro alrededor del edificio, sorteando a veces peligrosamente las columnas. Nunca le cogí el truco a quello del patinaje y más de una vez acabé por el suelo debido al brusco frenazo que producía el taco de la puntera. Los patines acabaron en el fondo del armario y mi anatomía segura. Cuando mi madre se los quiso regalar a mi primo muchos años después, este casi se muere de la risa al ver aquel armatoste plateado y obsoleto, sustituído por los patines de bota.
Mi hermana tuvo una bicicleta amarilla y plegable. Tanto, que sólo abandonó el mueble donde guardábamos los juguetes un par de veces. La única bicicleta que mi hermana utiliza estos dias, es la estática.
Definitivamente estamos peleadas con las ruedas...
5 comentarios:
yo creo que tampoco me esperaban, más que nada porque los nombres elegidos fueron Carlos o Fernando, y digo yo, que o esperaban que me hiciera travesti (al revés), o a un chico. Me inclino a pensar en lo segundo. Ains...
Uf.. la mia también fue una BH, doradita, en 2º de E.G.B. Estuvo un año guardada porque no me enseñaban a usarla, hasta que un enérgico ultimátum salió de mi madre: O le enseñáis a la niña a montar en bici, o no la volvéis a coger -les dijo muy seria a mis hermanos-. Aprendí en una tarde... si es que cuando hay intereses por medio.. jajaja. Besitos guapa, ahora parece que tengo más tiempo para visitaros. Muacks.
Dios mio, una bicicross de Bh!!!
Gracias a una bici exactita a esa y de ese mismo color, tengo tres puntos en la barbilla y un paleto enfundado. Por un despiste bajé en ella como 35 escalones y no me pasó nada... hasta que llegué al final.Aquel día (día de Las nieves) estrenaba vestidito de tela india blanco y, bueno, ni contaros que pasó del blanco al rojo en un santiamén. Todavía recuerdo al practicante dándome los puntos a "cara de perro" en el sofá de casa.
Por supuesto que la bici era de mi hermano el 4º (yo soy la última de 5 hermanos) pero como a mi no me compraban la Bh normal, la de toda la vida, pos me tuve que conformar con usar esa.
He de decir que no es que no me compraran una bici,es que a mi nunca me compraban nada, era la quinta, asique heredaba todo. Y es que el dueño de esa bicicross era el favorito, no se podía negar.
Ains, que tiempos aquellos!
Que bueno... aprender a monatar en bici fue toda una odisea... Hace un par de años me compré una bici de paseo, granate, preciosa con su cestita y todo... pero apenas la uso y cuando lo hago lo paso fatal, después de una hora pedaleando, con el sillín, y es oque me he comprado una fundita de silicona pero ni por esas... Debe ser la falta de costumbre... En fin, c'est la vie...
Lar
Que gracia, mi cuñado tiene una bici exacta a la de tu foto en la finca. Un día alguien se deshizo de ella y mi cuñao no pudo resistir la tentación de salvarla de la basura. Habia tenido una igual supongo. imagino que mi sobri aprendera a andar en ella, aunque primero tiene que pasar por la bici pequeña de 4 ruedas. Y es que ahora los niños no tienen que esperar a ser "mayores" para andar en bici, las hay de todos los tamaños, uno para cada etapa de sus pequeñas vidas.
A mi me enseño a andar en bici me enseño Remi. En una BH blanca clásica de niña, que habia heredado de ella. No recuedo los años que tenia, pero si el miedo que sentia de sufrir una caída. Aprendí en verano en el camping, en medio de la carretera que moria en la playa. Allí estaba yo siendo empujada por mi hermana cuando de repente la senti lejos, y sorpresa!!! ya iba yo sola. Al darme cuenta me puse nerviosa y me estrellé contra una de las vallas del camping, o mejor dicho se estrello la bici sola, porque a mí me dio tiempo a saltar, jajaja.
¡Que tiempos aquellos!
Besinos
Lo de mi aprendizaje a montar en bici fue todo un drama: fue a los 41 años, en una BH, que tendría la misma edad que yo. En cádiz tengo una nueva que me regalaron, pero la verdad es que monto fatal, pues no me siento segura. Mi Antonio tiene razón, las cosas hay que aprenderlas de pequeños.
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