Si la hubieras amado con la misma pasión con que la odiaste...
Miraste tus manos manchadas de sangre, pero limpias de cualquier gota.
Esas gotas invisibles que sólo tú veías, porque la mataste sin saberlo. Se te deshizo en las manos como la nieve bajo el ardiente sol de un desierto tan despoblado como tu alma.
La amabas, decías. Y ella te creyó. Quiso creerte, tuvo que hacerlo. Mientras torturabas su mente embotada de palabras malsonantes, le decías que la amabas. Y se perdió. Ciega, sin percatarse. Sorda, inmune a tus palabras.
Canjeó su vida por una gota de afecto, exprimida hasta la saciedad, sabiendo que el pozo estaba seco. Seco como tus ojos mientras contemplas su cuerpo inerte.
La mataste, aún amandola, porque el odio te venció.
1 comentario:
Hay quien lo da todo, demasiado, por una sola gota de afecto, aunque tenga que esperar toda una vida.... qué lástima de perder el tiempo.
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