sábado, 2 de agosto de 2008

UN SABADO CUALQUIERA EN LIMERICK...


Si hay cosas que me llaman la atención particularmente de Limerick, además de la gran cantidad de scumbags y knackers, es la increíble fauna que puede hallar uno en su camino cualquier sábado en horario comercial.
Un sábado cualquiera en Limerick, sus pocas calles centrales se llenan de compradores y de pedigüeños en su extensa variedad.

Y en mi calle, desde tiempos inmemorables, tienen lugar unas concentraciones de grupos de oración delante de la Clínica de Planificación Familiar. Confieso que cuando llegué aquí hace ya más de once años, me asustaba aquel grupo de fanáticos reunidos en oración en plena calle, formando círculo, con sus abrigos y paraguas, con sus biblias y sus rosarios, a pleno sol o bajo un diluvio de proporciones bíblicas. Entonces yo era Au Pair y tenía veintisiete años y una concepción de la vida bastante más adelantada de lo que me encontré al llegar a esta ciudad donde ningún edificio superaba las cuatro plantas hasta hace poco menos de cinco años, y no exagero. Y vivía en esta misma calle donde a día de hoy habito, en el edificio contiguo, convertido ahora en apartamentos.
La Clínica de Planificación Familiar está tres puertas calle abajo. En aquel tiempo media docena de personas, a eso de las once de la mañana se detenían a rezar en la acera de enfrente, supongo que por las pecadoras almas que trabajan en su interior. Nunca insultaron a nadie, nunca emitieron más palabra que el murmullo sediento de sus plegarias, pero a mí me daba yuyu ese grupo de "civiles" que a su manera protestaban por la existencia de un lugar donde no sólo reparten preservativos, aconsejan sobre metodos anticonceptivos y ayudan psicológicamente a jóvenes embarazadas o chicas con dudas sexuales, sino donde dan también información sobre enfermedades de transmisión sexual y, de manera gratuita, realizan mamografías, tactos y análisis cervicales.

A día de hoy, creía que habían desaparecido, pero hace unas semanas, en mi camino a realizar unas compras, me topé de lleno con tres monjes franciscanos del Convento de Moyross. Llegaron hace menos de año y medio al barrio conflictivo por autonomasia, para ayudar a la comunidad. Y los sábados, entre las 11.30 y la una de la tarde (ha sido a la hora que he vuelto hoy de mis compras y estaban recogiendo el chiringuito), rezan en silencio frente a la Clínica. Ya no hay gente en ropa de calle, quizás se cansaron, tal vez cambiaron de opinión o simplemente desistieron. Creo que un sábado de estos esperaré pacientemente junto a mi ventana hasta que concluyan su "trabajo" e iré a preguntarles con cortesía. Son muchos los curiosos que se detienen y miran con descaro durante bastante tiempo. Tampoco dicen nada. No es una clínica abortista, y por tanto, no entiendo esa empedernida oposición a su existencia.



Al margen de todo ello, salir por la mañana un sábado en Limerick es encontrar en cada esquina a un pedigüeño, desde la rumana perenne frente a la puerta de AnPost (la oficina de correos), y su marido haciendo lo mismo en O'Connell Street, a la altura del Supermercado Centra, hasta los típicos titiriteros, y el señor del acordeón, y los borrachos de la esquina, pasando por esa nueva fauna de "voluntarios" que más que pedir, te abordan y acosan directamente. He llegado a tener enfrentamientos con algunos de ellos por agarrarme del brazo para que me detenga unos momentos e intenten convencerme de darles el número de mi cuenta bancaria para cada mes apoyar a esta u otra asociación, sea la Cruz Roja o Barnardos o la madre que los parió. Se colocan en pleno centro, un chico o chica cada dos o tres metros, a las puertas de los comercios más populares, en la esquina de McDonalds, frente al Pennys, en las calles peatonales. Son peores que una plaga de piojos. Qué os voy a contar, el método es bien conocido. Y siempre están los jóvenes socialistas, que ni ellos mismos saben a ciencia cierta el significado de sus campañas, el caso es protestar contra algo y recoger firmas.


Un día, haciendo cuentas, calculé que si daba un euro a cada pedigüeño en mi camino un sábado cualquiera, para cuando llegara a la tienda, no me quedaba nada.

1 comentario:

chema dijo...

pues hoy precisamente he evitado a unos voluntarios de la cruz roja y me he sentido mal, pero es que ya doy un donativo anual a dos ong's, de las que por cierto me están dando ganas de borrarme, porque me huelen a chamusquina...

lo de los que se ponen a rezar delante de los centros de planificación familiar me ha sorprendido mucho. menos mal que por lo menos no se meten con nadie...