Cayó al río ya muerto.
Su espina se había partido en dos, sin esperanza de supervivencia. Voló de mi mano con una violenta ráfaga de viento, llevándome casi a rastras como una Mary Poppins cualquiera, dejándome en la acera del puente sin protección alguna.
El paraguas se volteó como la falda de Marylin, tuve que dejarlo ir para no perecer con él. Cayó al río revuelto cargado de agua, su esqueleto deforme bailando entre la corriente. Su cadáver se alejó, sumado a otros muchos, polucionando el ya de por sí sucio Shannon, buscando la desembocadura del mar que no le devolverá la vida, pero quizá le lleve a orillas más lejanas.
No es el primero, ni será el último. He sido testigo de muchos otros asesinatos a manos del inclemente tiempo de Limerick, secuestrador incansable, psicópata, asesino en serie.
No era mi primer paraguas, sino el quinto de este año, con su color vino, su manilla de plástico barato negro.
¿Cuántos más tendrán que caer, oh, cuántos?
Sigue lloviendo en esta tarde gris...
4 comentarios:
chica! siempre me dejas alucinada! muy bueno, y la foto me parece preciosa, vamos, sin palabras me quedo...
Jo, tendrías que ver como acabó el paraguas de mi padre en París. Descuatizadito xDDD
Creo que de eso de perder paragüas de esa forma tan "despiadada" sabemos mucho en Cádiz, sobre todo cuando se juntan levante y lluvia...
Buen rapapolvo para el viento de Limerick!
Harta de comprar docenas de paraguas malos en los chinos cada invierno me decidí a comprarlos de calidad. Es mas barato, duran mas.
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