domingo, 23 de noviembre de 2008

LAS CLASES DE PIANO (El rincón de LAR)


Cuando tenía 10-11 años, mamá decidió que sería una estupenda idea ampliar los horizontes culturales de mi educación y, haciendo caso al pastor de la iglesia a la que iba(mos) cada Domingo, se arregló que la arriba firmante debería estudiar piano y ser algun día la encargada, quizá, de hacer sonar el órgano de la iglesia, trabajo aque ahora hacía su esposa Conchita.
Y así, me vi yendo cada martes y jueves al Conservatorio Manuel de Falla, hoy reconvertido en Bellas Artes. El Conservatorio se encontraba justo detrás del Museo Arqueológico y no muy lejos de donde vivía mi abuela, por lo que tras acabar mis clases a las cinco, cogía el autobús, merendaba en su casa y luego iba a aquellas aburridas clases de Solfeo. Clases que, dicho sea de paso, me salté más de una vez por pura pereza, prefiriendo pasar la hora en la cercana Plaza de Mina, comiendo pipas y tomando algo con otros compañeros tan vagos como yo.
Aunque, todo sea dicho, otras veces las clases se cancelaban, y esto sucedía con suma frecuencia debido a que doña Carmen, la profesora, tenía cierta edad y más de una vez se ausentó por problemas de salud. En esas ocasiones, y para no perder el pecunio mensual de su remuneración, a los plantados alumnos se nos invitaba cordialmente a participar en alguna otra clase, que solía ser la de Primero de Piano, donde nos permitían, como a conejillos de indias, acariciar aquellas teclas de marfil que aún nos quedaban grandes.
Otras veces nos colábamos en las clases de Ballet y sin tutú y con vaqueros hacíamos nuestras piruetas (chicos y chicas por igual), tratando de contener nuestra risa.
Se rumoreaba por los pasillos neoclásicos del Conservatorio que el único mal padecido por doña Carmen era el que le producía la resaca de sherry dulce. Era una mujer alta y un tanto oronda, con voz de falsete y cabello tan blanco que algunos la apodaron "Miss Blanco España". Y olía siempre a bolitas de alcanfor, aroma que rezumaba su eterno abrigo de piel negro. Nos hacía recitar las notas a ritmos de tres por cuatro, de dos por dos y en claves de sol de fa y de re. Y nos dividía en dos grupos en clase: las chicas sentadas a la izquierda y los chicos a la derecha. Creo que de nuestra clase, sólo una chica se convirtió en pianista, pero a pesar de que años después coincidimos en el mismo instituto, al acabar jamás seguí en contacto con ella. De doña Carmen tampoco supe nada, pero debido a su edad, imagino que ahora estará criando malvas en el Mancomunado, en el mejor de los casos.
Nunca volví al siguiente curso, decidí cambiar un teclado por otro y sacarme el título de mecanografía que, auguraba, sería de mayor beneficio en el inminente futuro, y en dos añitos y tres métodos de Mecanografía al Tacto más tarde, lo conseguí. El solfeo lo dejé confinado a las clases obligatorias de EGB y BUP y hoy por hoy, el único instrumento que toco es la flauta, mal y desafinadamente.

15 comentarios:

Susana dijo...

Te libraste de una buena Ruth. Yo continué con aquellas clases de piano de las que no me pude deshacer hasta las 23 primaveras... para después tener el piano aqui a mi lado cogiendo polvo y quitando espacio... en fins, quizás algún día me "reenganche" con mis hijas aunque no las pienso obligar a hacer toda la carrera que es na cosa interminable....

Anónimo dijo...

jajajajaa...genial Ruth... como siempre...

Antoni dijo...

Bueno, el caso es que andaba yo buscando artículos en las hemerotecas de los diarios digitales sobre la muerte de franco, cuando sin darme y sin saber muy bien como, llegue hasta aquí.

La verdad es que he leído largo y tendido, empezando por tu “reflexión” de 30 de julio de 2007, hay empiezo a identificarme con lo dices puesto que a pesar de ser algo mayor que tu, siempre pensé que viví una adolescencia y juventud en la que nunca pasaba nada. Lejos quedaba ya el mayo del sesenta y ocho o era demasiado joven para las corridas en Barcelona delante de los grises. Viví la transición sin ningún espíritu político y con un recién nacido sentimiento catalanista, que no separatista, (supongo que mi corazón aun estaba dividido entre Cataluña y Andalucía) que luego, años más tarde acabe por reconciliar, supongo que por aquello de que las diferentes culturas enriquecen a las personas.
En fin, que me llamó la atención la ironía, la franqueza, y esa chispa que hace que alguna pena se pueda acabar percibiendo por el lector con simpatía y espontaneidad por la forma de tratarla.

Un saludo y disculpa la intromisión. Por cierto, soy Antoni, aunque creo que esto debería estar al principio.

A propósito, también di clases de solfeo, pero nunca llegue a tocar mas instrumento que el timbal en alguna cabalgata de reyes magos.

Candela dijo...

Pues bienvenido seas, Antoni y espero contar contigo por aqui siempre que lo desees. Un abrazo (yo vivi en Cataluña 6 años).

nnnn dijo...

Hola guapa he estado viendo tu blog y me encanta ,lo bien que escribes,como sabes expresar todo lo que piensas,ojala sabria yo hacerlo,no cambies ,un beso.

Anónimo dijo...

Aghhhhhh, o sea que viviste en Cataluña 6 años, pues yo llevo 7 ya aquí en tarragona y cada vez echo mas a faltar mi tierra, pero me callo porque alli las cosas están muy chungas con lo de ETA, así que añoro, pero me aguanto.Pues mira yo no he dado nunca clases de música, jo y ahora ya ni ganas,me la bajo de internet y listo.Oye Ruth, que me lo has puesto a "guevo" con lo de que ahora sólo tocas la flauta y mal o algo así, suena como muy verde no?,ja,ja,ja,pero que ocurrencia..je je....Koldo65

Candela dijo...

Jajajajaj, Koldooooo, por favor, que me sacas los colores.... la flauta dulce y la flauta irlandesa o tambien llamada whistle, que es un tubito estrechito de metal con solo 6 agujeros. Ya pondre fotos, empece una coleccion de flautas, pero como no encontre mas, la deje ahi, solo tengo 6, jajjaa. La flauta musical, no... la otra. Esa creo que a estas alturas ya aprendi a tocarla bien...

Geno dijo...

A mi no me hubiera importado aprender a tocar el piano. Siempre me llamó la atención. Lo que no me la llamaba tanto era tener que aprender solfeo y todo eso así que ni lo uno ni lo otro, jejejejjee

Shirat dijo...

Ay, pues yo sí que terminé la carrera y fui muy feliz.

Mi recuerdo del Conservatorio de Vitoria es muy bueno, disfruté mucho y guardo muy buenos recuerdos de todos mis profesores, hasta de los que no eran estupendos. Cierto que es una carrera larguísima y que de todos los niños que empezamos primero de solfeo muy poquitos llegamos hasta el final, pero yo me alegro de haberlo hecho.

De todas formas te entiendo, Candela. No se puede obligar a nadie a estudiar música, porque es mucho más duro de lo que los padres creen, y si no se estudia es imposible conseguir resultados. Mucha gente se matricula pensando que en un par de años estarán tocando valses de Chopin, pero las cosas no son así. Es una carrera de fondo, larga y ancha, y te tiene que gustar y enganchar mucho para no abandonar en el camino.

Ay Susana, no digas que Ruth se libró de una buena. Seguro que tú también guardas buenos recuerdos. Y que no me entere yo de que el piano está cogiendo polvo... que tienes tres niñas preciosas a las que deleitar tocando para ellas.

chema dijo...

las actividades de tipo artístico tienen que ser vocacionales, a los niños no se les puede obligar, porque para lo único que servirá es para que le cojan manía, y cuando sean adultos no tengan ninguna gana de aprender por su cuenta la disciplina en cuestión, solfeo en este caso.

Karmeta dijo...

jajaja ¿qué flauta? jejeje.. fuera bromas vulgar-vulgaris, te diré que mi casa es una orquesta, tengo a 20 metros de casa el Conservatorio y mis hijos tocan piano y Saxofón, conseguí un piano Gaudiano divino, en nogal y esas teclas de marfil que mencionas, ando enamorada de "ese mueble" (para mí que soy profana en la materia), mi marido también toca la guitarra eléctrica y todo lo que se le ponga delante.. jejeje yo hice como tú, me apunté a mecanografía y mis deditos de 8 años se quedaban doblados y atraapdos en aquéllas teclas gigantes de hierro negro.. besos

Ana I. dijo...

A mi tambien me gustaba el piano, pero como a Geno el solfeo me echaba para atrás, asique decidí no ir al conservatorio a pesar de la insisténcia de la monja que me daba quinto de Egb que presionó a mis padres todo lo que pudo. Pero en este caso mis padres respetaron mi decisión, cosa que está muy bien, pero que hoy en día me da mucha rabia. Creo que si me hubieran obligado a hacer un añito me hubiera enganchado y hoy en día estaría feliz tocando mi piano. Nunca es tarde, quizá algún día.

Candela dijo...

Yo hice un año de solfeo en el conservatorio (si con tanta pausa se le puede llamar un año0 y cinco entre cole/instituto, a dia de hoy se leer una partitura, pero no tengo oido, que es lo principal.

Anónimo dijo...

pues a mi me hubiera gustado aprender a tocar el piano. Pero sólo era capaz de aporrear un pequeño órgano de mi hermana.
Y trabajo tuve en Magisterio para aprobar la música, que dura soy de oido! Cuando practicaba en casa mi madre me cerraba la puerta y preguntaba insistentemente: ¿nena todavía no estás?

Urko dijo...

Yo no sé si hubiera valido para esto de la música. De hecho no sé ni siquiera solfeo... di poca música en la escuela. En cambio las clases de mecanografía... eso sí. No sé que puede ser más beneficioso de todos modos.