lunes, 13 de julio de 2009

EL PRIMER ASESINO EN SERIE

Gilles de Rais fue un noble francés que probablemente puede ser considerado como el precursor del asesino en serie de hoy en día. Vivioó allá por los 1400s. Antes de comenzar su carrera de muertes violentas, fue capitán de la armada liderada por Juana de Arco, aunque probablemente ni se conocieron. Se le acusó y finalmente condenó por torturar, violar y matar a cientos de niños, principalmente varones.
Gracias a los testimonos de los familiares de víctimas y de sus propios sirvientes, se supo que atraía a los niños, principalmente jovencitos rubios y de ojos azules (él había sido así de niño), a su residencia, donde abusaba de ellos, los torturaba y mutilaba y cometía actos totalmente repugnantes. Luego, junto con sus cómplices, les cortaba la cabeza y las exponía unas junto a otras para decidir cuál era el más hermoso.

El número preciso de víctimas se desconoce, porque la mayoría de cuerpos eran quemados o enterrados, pero se cree que entre ochenta y doscientos, con edades que iban desde los seis a los dieciocho años e incluían ambos sexos. Aunque Rais prefería niños, a veces se conformaba con niñas si las circunstancias así lo disponían.

Gilles nació a finales de 1404 en el castillo de su familia cerca de Nantes. Fue un niño inteligente, que hablaba Latín con fluidez y que dividió su educación entre la disciplina militar y el desarrollo moral e intelectual. Tras la muerte de sus padres en 1475, queda, junto con su hermano pequeño bajo la tutela de su abuelo materno, todo un señor dedicado a las más variadas intrigas, y que intentó arreglar el matrimonio de un Gilles de 12 años con una de las más ricas herederas de Normandía, de 4 años. Cuando el plan falló, intentó sin éxito unirle a la sobrina del Duque de Britania. En 1420 el abuelo se salió con la suya al conseguir casarle e incrementar su fortuna al unirle a Catherine Thouars de Brittany, heredera de La Vendée y Poitou.

Su carrera militar le vería envuelto en la Guerra de los Cien Años, y en 1429 tuvo el honor de ser elegido para llevar la Ampulla, la vasija de oro en forma de águila donde se guarda el aceite para las coronaciones, desde la Abadía de Saint-Remy hasta Notre-Dame de Reims para la coronación de Charles VII de Francia. Ese día fue nombrado Marshal de Francia.
Tras el asedio de París, se le concedió el derecho de añadir la flor de Lys en un fondo azul a su propio escudo de armas.
En Mayo de 1432, Juana de Arco moría en la hoguera. Gilles no estaba presente, quizá ocupado en asaltos personales, secuestros de mercaderes locales o entreteniendo su lascivia. A partir de 1935 comienza a retirarse de la vida militar y pública para perseguir sus propios intereses. Era un amante del arte y practicamente dilapidó su fortuna construyendo su propia iglesia (La Capilla de los Santos Inocentes) donde él mismo oficiaba con ropas diseñadas por eé, y quedó arruinado del todo tras intentar producir un espectáculo teatral con más de 20,000 líneas en verso, 140 papeles hablados y 500 extras. Se vio obligado a vender una buena parte de sus propiedades. Su misma familia tuvo que apelar al Papa Eugenio IV en orden de cerrarle su iglesia (a lo que el Papa se negó), por lo que tuvieron que acudir al Rey, que despachó un edicto en el cual se denunciaba a Gilles por sus gastos y le prohibía vender más propiedades. Se conminó a cualquier súbdito de Charles VII a no realizar contratos con él y a los que estaban al mando de sus castillos se les prohibió deshacerse de ellos. Su crédito, pues, cayó inmediatamente y hubo de pagar sus deudas con sus obras de arte, libros y ropas.
Parece ser que es durante este período que comienza a experimentar con lo oculto bajo la dirección de un hombre, Francesco Prelati, que le prometió ayudarle a recuperar su fortuna si sacrificaba niños a un demonio llamado Barron. Pero esta historia podría haber estado fabricada en su juicio para tratar de encontrar una explicación a sus crímenes.

En 1440, de Rais secuestra a un clérigo durante una disputa en la Iglesia de Saint-Etienne-de-Mer-Morte, lo cual provocó una investigación por parte del Obispo de Nantes en la que se descubrieron los crímenes de de Reis. Su acusación sería conducida por cortes eclesiásticas y seculares, en cargos que incluirían asesinato, sodomía y herejía.
Tras la confesión de Gilles de Rais, la corte canceló el plan de torturarle para hacerle confesar. Campesinos de pueblecitos cercanos habían ofrecido sus testimonios después de que sus hijos desaparecieran tras entrar en el castillo de de Reis. Los documentos del juicio, que incluían las acusaciones de lo padres de niños y descripciones gráficas de los asesinatos dadas por los cómplices era tan desagradable que los jueces ordenaron remover las peores partes de los récords.
En Octubre de 1440 Gilles fue condenado a muerte, excomulgado, e inmediatamente readmitido a la iglesia para permitirle confesarse. La corte secular le condenó a ser colgado y quemado al día siguinte a las once en punto. Se le concedió su petición, sin embargo, de ser enterrado en la iglesia del monasterio de Notre-Dame des Carmes en Nantes. Sus secuaces fueron condenados tambié a su misma suerte.
El día de la ejecución, se prendió fuego a la plataforma y de Rais fue colgado. Su cuerpo se bajó antes de ser consumido por las llamas y reclamado por cuatro damas de alto rango para enterrarle. Sus dos compinches no tuvieron el mismo trato y tras colgarles se les dejó ser reducidos a cenizas por las llamas.

En su confesión, Gilles mantuvo que sus primeros asaltos a niños tuvieron lugar entre la primavera de 1432 y la primavera del año siguiente en Champtocé, pero no se pudieron hallar pruebas. Luego se mudó a Machecoul donde mató o bien ordenó matar un gran número de pequeños tras cometer sodomía. Cuarenta cuerpos fueron hallados en Machecoul en 1437.

Gilles atraía a los menores vistiéndoles con las mejores ropas que jamás habían visto. La velada comenzaba con una suculenta comida y bastante bebida, sobre todo de Hipocrás, que actuaba como estimulante. Entonces el chico era llevado a una habitación en la que sólo Gilles y su más cercano círculo eran admitidos. Allí se veían ante la verdadera situación. El miedo en el rostro de los niños era la inicial fuente de placer para Gilles.

Su sirviente y compinche testificó que Rais colgaba a sus víctimas con cuerdas de un gancho para prevenir que llorasen y cometía "actos impuros". Luego bajaba a los niños del gancho y los consolaba, asegurándoles que sólo quería jugar con ellos. Entonces los mataba él mismo o hacía que su primo o los otros sirvientes compinchados lo hicera.n Las víctimas eran frecuentemente decapitadas, o se les cortaba la garganta, se les desmembraba o se les rompía el cuello con un palo. Este mismo sirviente declaró que de Reis daba rienda suelta a sus vicios tanto si la víctima estaba viva o muerta.
El mismo Gilles dijo que "cuando los niños estaban muertos los besaba y aquellos que tenían los cuerpos o rostros más hermosos, los guardaba para admirarlos, y sus cuerpos eran abiertos de manera cruenta porque le daba placer observar el interior de sus órganos; y que muy frecuentemente cuando se estaban muriendo se sentaba sobre sus estómagos y le producía un inmenso placer verlos morir y reía..."

Algunos creen que Gilles de Rais fue incriminado por asesinato y herejía por elementos dentro de la Iglesia como parte de un complot eclesiástico para expropiar sus tierras. Esta teoría es dudosa de acuerdo a la mayoría de historiadores porque la Iglesia tenía pocas posibilidades de quedarse con sus propiedades, que fueron transferidas al Duque de Brittany que las dividió entre sus nobles.



7 comentarios:

BLAS dijo...

Hasta sin saliva me he quedado. Qué horror! Asco de tio, lo peor es que sigue habiendo gentuza igual o peor, los tiempos no cambian para la basura. Y éste, porque fué conocido, que seguro que los hubo peores o iguales, antes y despues... Y siempre los más inocentes las víctimas. La horca me parece poco castigo, yo le hubiera castigado como lo hicieron con Eduardo II de Inglaterra, eso hubiese estado más acorde con el "delito".

Elphaba dijo...

Vaya, Candela, conocía la historia de Gilles de Rais desde hace varios años, y es incluso más horripilante de lo que la has descrito. La primera vez que la escuché en la radio me costó dormir. Las crónicas de lo sucedido que se narraron en los juicios fueron algo inimaginable, y está claro que no se pudo hallar prueba alguna de muchos más crímenes que se le atribuyeron.
Hay una declaración documentada del propio De Rais confesando sus crímenes: http://es.wikipedia.org/wiki/Gilles_de_rais#Fragmentos_de_la_declaraci.C3.B3n_de_Gilles_de_Rais_en_el_juicio

marian dijo...

ufffffffffffffffffffff

Joan dijo...

No, si lo que está claro es lo que dice Blas, Basura la ha habido siempre y la sigue habiendo, lo que antes no trascendía quizá tanto, pero gente despreciable, covarde y repugnante la ha habido siempre... y lo peor es que siempre como víctimas, están los más débiles.
no me leo las declaraciones de la wikipedia porque es que me da miedo, sinceramente, el tío ese era un bestia, y sí, la horca es poco castigo. Ese tío merecía vivir, pero... vivir torturado y martirizado el resto de su vida.

anele dijo...

Simplemente repugnante.

La Gata Coqueta dijo...

ESPECIMENES DE ESTE TALANTE NUNCA DEBIAN DE HABER NACIDO, NI AHORA TAN SIQUIERA, PERDER EL TIEMPO LEYENDO SUS MISIREAS, PUESTO QUE POCO SE PUEDE APRENDER, POR NO DECIR NADA A MI ME CREA INCOMODIDAD CUANDO TENDRIA QUE SER SERENIDAD, ESA ES LA PURA VERDAD.

UN ABRAZO Y FELIZ SEMANA!!

Bulma Salgueiro dijo...

He tenido que esperar a llegar a casa para comentarlo porque la cara que se me ha quedado mientras lo leía en el trabajo os la podéis imaginar.

Como dicen Blas y Joan, esto no es que sea de ahora, gentuza así la ha habido siempre. Y si aún encima tenían la suerte de poder acceder a sus víctimas (¿quién era el guapo que le decía que no a su señor terrateniente?) ya ni os cuento.

Sinceramente, no sé qué castigo puede corresponder a semejante alimaña. Porque sus víctimas no es que sufrieran (que debieron de sufrir lo inimaginable porque las torturas eran finas) sino todo el pánico que padecieron.

No sigo que me enciendo...