miércoles, 30 de mayo de 2012

Rompiendo promesas...

A veces, hay promesas que se deben romper. Por obligación, por emergencias. En mi caso, no es por principios. 
Estaba dispuesta a mantener mi promesa y no ir a casa este año. Por muchos motivos que me corroen el alma, por uno muy importante que se llama rencor. Con ello salpicaba con mi decisión a personas que no tienen nada que ver con el tema, y renunciaba a ver a mis amigas, que son muy importantes para mí, y a mi hermana, que también lo es, aunque más de una vez acabemos peleando como cuando eramos pequeñas, porque hay cosas que, sencillamente, nunca cambian.
No puedo olvidar, sin embargo, que mis padres no pudieran retrasar el funeral de mi abuela un día, diciéndome por teléfono que era imposible, cuando fui a la funeraria tras mi llegada para que me dijeran personalmente que sí podrían haber realizado el funeral el Domingo en lugar del Sábado. Pero a ellos no les dio la gana esperar porque "llevábamos toda la semana por turnos en el hospital y estábamos cansados". Que digo yo que habría sido mejor tomar ese día para ir a casa y dormir, y descansar y hacer lo que les saliera de las bolingas e ir al funeral relajados y calmados. Pero no, era más fácil "quitarnos de encima el asunto cuanto antes" y si mientras yo me encuentro sobrevolando el mapa, qué más da.
Mis perdones los regalo muy caros cuando sé que no hay arrepentimientos y que cada gesto es una farsa que he vivido desde que tengo razonamiento. Pero ese es otro tema.
La muerte de mi abuela supuso un cambio de era en mi vida, uno que me ha hecho tirar al suelo lazos que me ataban de una manera u otra ya no solo con miembros de mi familia, sino con mi propia ciudad. Estoy segura de no poder encarar ciertos lugares, porque todos y cada uno de los rincones del casco antiguo me traen perfumes y añoranzas de una infancia muy feliz. Para mí ir a pasar las vacaciones y los fines de semana a casa de mi abuela, a escasos metros de la Plaza de España era descubrir la vida, vivir una infancia que se me negaba viviendo con los beduinos. Yo era "tirilla" pura. Aunque luego no conozca la mitad de los nombres de esas calles que me vieron crecer.

Me prometí no ir a casa este año y en Septiembre voy, rompiendo mi promesa. No he cambiado de opinión respecto a mis razones por las que no quería ir, y muchas lágrimas me costaba pensar que no vería a mi amiga Cynthia, que espera gemelos y llevarle un regalo. O no ver a algunas de mis antiguas compañeras de EGB, con las que me reencontré de nuevo hace menos de un año. Darle un abrazo muy fuerte en especial a una de ellas, Cristina, que acaba de perder a su marido víctma de un cáncer que se lo ha llevado a edad tan prematura. Darle mi apoyo, mis ánimos y comérmela a besos, a ella y a esa niña que se ha quedado sin padre. 
Quiero meter los pies en la arena calentita de la Victoria, quejarme del calor insoportable (aunque voy en la segunda quincena de septiembre y espero no encontrarme el agobio pegajoso que padecí el verano pasado).
Voy porque tengo que hacerme una endodoncia en una muela y por lo que me cobran aquí (1500 euros) me voy unos días a casa. Aunque no quiera. 
Habré de tragarme el orgullo y ver, también, a personas que no quiero o no me apetece ver, enfrentarme a situaciones que me producirán daño y mantener esa cara de poker que he llegado a perfeccionar durante años, fingiendo que a mí, según creen, todo me importa una mierda. Porque al final del día "tú vives en el quinto coño y no sabes de la misa la mitad".

Globalización. Una palabra que no ha llegado a Cádiz.

De momento, para desestresarme de lo que me viene encima, me voy unos de días a Dublín y Belfast.


Aclaración: a los habitantes de Cádiz se les llama "gaditanos", pero luego, interiormente, tenemos otros términos con los que nos diferenciamos, según se pertenezca al Cádiz de intramuros o al de fuera de las Puertas de Tierra. A los de intramuros, se les conoce como "tirillas" y a los que viven desde las Puertas de tierra hasta la salida de la ciudad, se les denomina "beduinos".
Y luego está el "gadita", que es aquel que además de ser gaditano lo ejerce como tal y es un fiel amante de su tierra.


10 comentarios:

Geno dijo...

Creo que te pesan más las razones que tienes para ir (y no me refiero a la endodoncia) que las de no ir. Es una promesa bien rota

chema dijo...

opino como geno, no debes renunciar a ver a esas buenas amigas y a visitar esos lugares de cádiz queridos por ti. en cuanto a ver a personas que no te lo ha hecho pasar bien... trata de sobrellevarlo lo mejor posible. ojalá el balance del viaje sea positivo, seguro que sí.

Oltra Bitácora dijo...

Uf q chungo te lo veo. Yo tb soy rencrosa. Creo q t entiendo, yo tengo un resquemor parecido relacionado con la muerte d mi madre. No me llamaron en el ultimo momento, cuando todos, incluso la chica q trabaja en casa estaban alli....y eso no se perdona nunca!
Besos y abrazos fuertes! Creo q seriamos buenas amigas, algun dia a ver si tenemos la suerte de conocernos.
Mas besos!

Candela dijo...

A ver si es verdad, Dina!! Pero yo ya te considero una amiga, desde que me regalaste esos libros de Maria Pascual. Me devolviste un trocito de infancia!!

Lily dijo...

Muy, muy emotivo. Haces bien en ir, seguro que te llevas una alegría, mira antes todo lo bueno....

Ángeles dijo...

Te entiendo porque yo soy muy rencorosa y mayor para aguantar ciertas idioteces de personas que me han hecho daño. La vida a veces te pone en la tesitura de sopesar que merece mas la pena, si el rencor o lo que te apetece hacer.
En este caso creo que lo positivo te compensa con creces, un abrazo.

Candela. dijo...

A veces quisiera ir, coger un hotel y no decirle a nadie (de la familia) que voy. Es eso tan malo?

marisa desaztre dijo...

Creo que has tomado la decisión adecuada, de todos modos eso el tiempo lo dirá. Procura saborear los buenos momentos y pasa olímpicamente en la medida que puedas de los que te han hecho daño.Bezozzzzzzz.

Merengaza dijo...

No veo tan mala idea lo de no avisar a quien no quieras ver, pero Cadiz es una ciudad pequeña y seguro que te encuentras con alguien de la familia o que conoce a la familia, asi que tendrías que valorar los pros y los contras.

El rencor es algo muy personal. Hay gente que puede perdonar ciertas cosas y otras que no lo harían ni muertas, pero es decisión tuya. Todo pasa por algo, míralo de esa forma, aunque no pudiste despedirte como hubieras querido siempre, siempre te quedará el buen recuerdo de tu abuela.

Yo estube a punto de atender la llamada para avisar de la muerte de mi abuelo, tenía el telefono en la mano y me dirigía a avisar a mis padres, en ese momento ellos lo cogieron desde la habitación y a mí me invadió una paz inmensa y me acosté... sé que mi abuelo guió mis pasos hasta la cama y no dejó que Manzanita se despertara con el telefono, ambas dormimos como angelitos aquella noche.
Besitos cariñosos.

COILET dijo...

Te entiendo. Yo tb tuve mis momentos que preferia estar tranquila en casa de mi familia política a aguantar los prejuicios de la mía, sus constantes pullas, etc sobre mi vida, mi relación, etc. Son épocas, temporadas que pasas... Y es que la familia no se elige...