martes, 19 de abril de 2016

Yo, la rara

Siempre me sentí diferente a los demás, desde muy niña. Las cosas más sencillas de la vida me ignoraban. Otras, sin embargo, eran mi fuerte sin ser, necesariamente, de lo más corriente.

Yo nunca fumé. Vi a mi padre fumar durante años, sus celtas cortos, creando una mancha amarillenta sobre el rincón de la pared bajo el que se sentaba en el sofá. El olor era insufrible, pero cuando has vivido con ello desde que naces, ya ni lo notas. Pero nunca me atrajo el tabaco. Mi exmarido fumaba. Ducados. Un asco.

Y en la víspera de mi mudanza a Irlanda, en Noviembre de 1997 me dio por fumarme un par de cigarrillos para calmar los nervios. Le seguirían unos cuantos años más y muchos paquetes después. Cuando la ley antitabaco se impuso en todo el país, comenzando en Marzo de 2004. Yo dejé de fumar la noche del 31 de Diciembre de 2003. Así sin más. Porque no iba a ser yo la tonta que estuviera en la puerta del pub bajo frío y lluvia mientras alguien me quitaba mi asiento en la barra... Y no lo eché de menos. No he vuelto a fumar desde entonces y detesto el olor del tabaco.

El café nunca me ha gustado para beber. Me encanta su aroma, ese olor penetrante y atrayente. ¿Pero beberme uno? Lo he intentado de diversas maneras y nada. Eso sí, me encantaban los caramelos de café, la mousse de café, el tiramisú fuerte de café, las galletas sabor café... Hasta ahora. Estaba decidida a volver a intentarlo, cosa que ya hice unos años atrás cuando era manager de un pub. Teníamos una bonita y completa máquina de café y descubrí que el que más me gustaba era el Baileys coffee... con mucho Baileys...

Hace casi un mes fui a mi supermercado habitual y compré una caja de sobrecitos instantáneos de capuccino de Nescafé. Me preparé uno. Añadí un par de cucharadas de edulcorante en polvo. Mmmmm... rico, rico. El siguiente paso ha sido comprar la Dolce Gusto. La tengo en mi oficina, para tomarme mi cafecito mientras trabajo. No lo tomo cada día, y además me he aficionado al Latte también -aunque en sabor no le veo demasiada diferencia con el capuccino. Por fin soy una persona "normal" que puede quedar con genta a tomar un café y pedir un café. Ahora puedo decir que a los 46 años me tomé mi primer café...

Tengo mis "rituales" cuando viajo, y no por superstición ni nada de eso, simplemente soy maniática con ciertas cosas, pero eso da para otro post.

Colecciono muñecas, aunque debido a constricciones de espacio voy a deshacerme de la mitad de mi colección. No tengo sitio y, siendo sincera, creo que me horrorizaría tener una habitación solo de estanterías de IKEA para poner muñecos. Así que la mitad ha de irse. Mis mudanzas también lo agradecerán, sin duda. Soy rarita, lo sé.

Soy del sur de España, de Cádiz. Y no soporto el calor. Pensar ahora que viví unos 20-22 años soportando temperaturas veraniegas de entre 30 y 32 grados o más me parece impensable. Incluso los casi 6 años que pasé en la costa de Girona me parecen imposibles. Ahora empiezo a sudar cuando el termómetro pasa los 13º por lo menos, cuando tenemos 20 mejor no salgo...

Detesto el campo más que para pasear (y rapidito) si hay un paisaje interesante. La idea de irme de camping o incluso de picnic es algo que me da urticaria. No puedo evitarlo. Me gusta el verde, lo que no me gusta s lo que ese verde implica: hormigas, abejas, moscas y toda clase de bichitos. Creo que es un trauma de las excursiones del colegio a las Canteras y otros lugares campestres a pasar el día. Lo mío es la playa. Una vez tuve que ir al campo a pasar el día obligada. Me llevé una silla de donde prácticamente no me moví en todo el día, sin tocar el suelo con los pies y me llevé un bote de insecticida. Sí, hice el ridículo. Sí, me miraron raro y me pusieron verde. Pero no tuve que volver nunca más por obligación. Ni queriendo!

Tengo muchas más rarezas pero estaría todo el día escribiendo. Algunas están fuera de mi control y me fueron impuestas, otras son frikadas. 

Es malo ser diferente?




4 comentarios:

chema dijo...

no es malo ser diferente, al contrario, denota tener personalidad e ideas claras.
hiciste bien en dejar de fumar, un problema menos. a mí me gusta el baileys para las sobremesas de fiesta, jeje.
el campo me puede gustar en pequeñas dosis. una excursión de ir y volver el mismo día, pues vale, pero más no.

Geno dijo...

No creo que ser diferente sea raro sino todo lo contrario, si fuesemos todos iguales ¡menudo aburrimiento!

Gen dijo...

Como dice mi tocaya, si todos fuéramos iguales sería muy aburrido y yo añadiría muy pero que muy inquietante.
Mira, yo también soy rarita; a pesar de haber nacido y haber pasado casi toda mi vida en Barcelona, no me gusta la playa ni sé qué es mojarse el culo en la Barceloneta. La sola idea de estar allí tirada en la arena rodeada de desconocidos sudorosos medio desnudos me horroriza. Voy muy poco a la playa. Sólo voy a la Costa Brava en primavera y otoño y a horas y rincones en los que apenas haya nadie. Si no hace mucho calor mucho mejor. Tampoco soporto las altas temperaturas. A mi me gusta el frío. ¿Termómetro a 0 grados? ¡Genial! Me pongo mi abrigo de peluche, un gorro y aquí no pasa nada.
El campo si, me gusta pero sólo para ir a pasar unas horas. Unas vacaciones rurales como que no... Lo mío son las grandes ciudades. Mi hábitat natural es el hormigón y el asfalto y si me sacan de él por un tiempo prolongado me deprimo mucho.

Geno dijo...

Jajaja para lo de las playas soy igual y eso que tengo 3 en mi propia ciudad pero ni recuerdo la última vez que pisé alguna en plan PLAYA, quiero decir, para pasear sí, pero para tomar el sol y tal ¡ufff AÑOS! Creo que la última vez que hice "vida playera" fue en mis vacaciones en Cádiz precisamente, allá por el ¿2011?