sábado, 22 de septiembre de 2007

PAPELITO MARRONCITO

Me parece que nunca mejor dicho aquí lo de una imagen vale más que mil palabras. Me presupongo que todo el mundo reconoce el papel de lija que era El Elefante, con su envoltorio de celofán con el que recuerdo que pretendíamos hacernos gafas tridimensionales, o en su defecto, cuando se nos habían roto los plásticos de colores que traían nuestras gafas de sol infantiles, intentábamos recortar un aro de este celofán para restituir el afectado.
Y qué decir de los multiples usos del papel en sí! Recuerdo haberlo utlizado para manualidades en el colegio, para escribir notas y poco más. Ir al baño era un suplicio. Cóomo sobrevivimos esos años sin tener escozores en la piel, alergias o granos en el culo, nunca mejor dicho, es un misterio que permanecerá sin resolver.
El envoltorio decia que el rollo traía cuatrocientas hojas pero, ay, yo no recuerdo ni que tuviera una separación troquelada entre hoja y hoja. No era más que un rollo de papel marrón, como el de embalar, de principio a fín, o acaso me engañaron?
La España de nuestras entretelas pasó de utilizar hojas de periódicos cortadas en dos, colgando casi con chulería desde un cáncamo en la pared, junto a la taza del water, a utilizar este duro y abrasivo papel que vio la parte oculta de nuestro body allá por 1969 por obra y gracia de Papelera Española S. A., que quebró hace más años de los que quiero recordar.
Ni qué decir tiene que la llegada del papel tissue, suavito, esponjosito, a veces hasta perfumado, nos salvó a todos, y especialmente a la nueva generación, de padecer un trauma de por vida.

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