En un post anterior me quejaba de la poca profesionalidad y el mal hacer de algunos periodistas en los medios estos días. sSin embargo, también podria nombrar una larga lista de otros que son profesionales como la copa de un pino. Desafortunadamente, siempre nos quejamos de las manzanas podridas y no alabamos el sabor de las dulces.
Me acabo de enterar, una semana después, del fallecimiento de Juan Antonio Cebrián, el que fuera presentador en Onda Cero, de La Rosa de los Vientos, programa que se emitía en la banda nocturna del fin de semana.
Ha muerto de un traicionero infarto a la tempranísima edad de 41 años, así, sin avisar, discretamente. El periodista y locutor de Albacete fué el fundador y director de la revista LRV y colaborador habitual de la revista dominical de El Mundo. Además de su trabajo periodístico, tiene en su haber varios libros y un sinfín de premios a su trabajo.
Lo que yo pueda decir aquí es sólo a titulo personal, pero creo que no hay mejor homenaje a este maestro, que la carta que le dirigió Fernando Onega, otro gran profesional, dentro del programa de Carlos Herrera el pasado lunes 22 de Octubre, y el sentido homenaje de otro compañero, Antonio García Barbeito. Ellos pueden expresar lo que yo sólo siento en el alma.
Esta desgarrada carta la escribió y leyó, el pasado lunes 22 de Octubre, el periodista gallego Fernando Ónega en el programa de Carlos Herrera.
Murió con el micrófono en la mano. Le reventó el corazón que usaba tanto.
Llegaba todos los días a la radio del brazo de Silvia, que era su mano, y era su alma, y eran sus ojos, y era su Rosa de los Vientos. Ayer, separada para siempre de él, por un cristal de Tanatorio, sólo podía decir: “¡Mira cómo se me ha quedado!”.
¡Y Mirad cómo se ha quedado la noche de la radio!: huérfana y vacía. Él, que la había llenado de Magia y de Cultura, de historias y Maestría, de humor y de sentimientos.
Lo derribó el golpe seco del poeta. Seco, sin oportunidad de reanimación.
No era sólo un locutor, era un Sabio. Yo nunca supe de dónde sacaba tanta Ciencia, si sus ojos no podían leer, pero sí supe que le llamaban de todas partes, y en todas partes había que habilitar la sala grande porque tenía un ejército de seguidores.
Fue un humanista que publicó 16 ó 17 libros, no lo sé muy bien, todos de éxito.
Fui su director y nunca pidió un aumento de sueldo. Y sólo pedía trabajar más, hasta que el trabajo, la tensión, el estrés de querer llegar y cumplir sus compromisos, le atacó en la parte débil, le taponó el corazón y lo fulminó.
Se ha muerto uno de los Grandes, señores, un hombre que iba por la vida modestamente, sin dar codazos, enseñando, Maestro de la Palabra, Maestro de la Historia, Maestro en Calidad humana, Maestro en Categoría.
Le estalló el corazón. Le tenía que estallar.
El 22 de Octubre en el programa de Carlos Herrera, el periodista Antonio García Barbeito escribió esta sentida carta a su compañero Juan Antonio Cebrián.
Porque soy animal de la noche, insomne lechuza de tertulias, que hace de la sombra una larga puntada entre dos luces.
Porque la nana para vivir despierto, que no para no dormir, siempre fue una radio que me hablaba desde la terraza de la mesilla.
Porque he hallado amigos y maestros en esa pajarera ciega de la radio.
Cuando su voz templada, sabia palabra de la noche, ocupaba los 32 rumbos de la noche brillando en la Rosa de los Vientos, me hice de los suyos, y lamentaba tenerme que bajar, disciplina del madrugón, de su vagón de aventura, de su globo de misterio, de la nada que pilotaba su talento.
Todo en él era noche. Cantaba la negra sosa que cuando muere el cantor, muere la vida. Cuando muere alguien que hace andar y hablar la noche, muere la noche.
Resucitará en otras voces, sí. Pero en el infinito, ya para siempre, veremos una negra y ciega Rosa de los Vientos en el ojal de la madrugada.
Descansa en paz Juan Antonio Cebrián, Hermano de la noche.
Me acabo de enterar, una semana después, del fallecimiento de Juan Antonio Cebrián, el que fuera presentador en Onda Cero, de La Rosa de los Vientos, programa que se emitía en la banda nocturna del fin de semana.
Ha muerto de un traicionero infarto a la tempranísima edad de 41 años, así, sin avisar, discretamente. El periodista y locutor de Albacete fué el fundador y director de la revista LRV y colaborador habitual de la revista dominical de El Mundo. Además de su trabajo periodístico, tiene en su haber varios libros y un sinfín de premios a su trabajo.
Lo que yo pueda decir aquí es sólo a titulo personal, pero creo que no hay mejor homenaje a este maestro, que la carta que le dirigió Fernando Onega, otro gran profesional, dentro del programa de Carlos Herrera el pasado lunes 22 de Octubre, y el sentido homenaje de otro compañero, Antonio García Barbeito. Ellos pueden expresar lo que yo sólo siento en el alma.
Esta desgarrada carta la escribió y leyó, el pasado lunes 22 de Octubre, el periodista gallego Fernando Ónega en el programa de Carlos Herrera.
Murió con el micrófono en la mano. Le reventó el corazón que usaba tanto.
Llegaba todos los días a la radio del brazo de Silvia, que era su mano, y era su alma, y eran sus ojos, y era su Rosa de los Vientos. Ayer, separada para siempre de él, por un cristal de Tanatorio, sólo podía decir: “¡Mira cómo se me ha quedado!”.
¡Y Mirad cómo se ha quedado la noche de la radio!: huérfana y vacía. Él, que la había llenado de Magia y de Cultura, de historias y Maestría, de humor y de sentimientos.
Lo derribó el golpe seco del poeta. Seco, sin oportunidad de reanimación.
No era sólo un locutor, era un Sabio. Yo nunca supe de dónde sacaba tanta Ciencia, si sus ojos no podían leer, pero sí supe que le llamaban de todas partes, y en todas partes había que habilitar la sala grande porque tenía un ejército de seguidores.
Fue un humanista que publicó 16 ó 17 libros, no lo sé muy bien, todos de éxito.
Fui su director y nunca pidió un aumento de sueldo. Y sólo pedía trabajar más, hasta que el trabajo, la tensión, el estrés de querer llegar y cumplir sus compromisos, le atacó en la parte débil, le taponó el corazón y lo fulminó.
Se ha muerto uno de los Grandes, señores, un hombre que iba por la vida modestamente, sin dar codazos, enseñando, Maestro de la Palabra, Maestro de la Historia, Maestro en Calidad humana, Maestro en Categoría.
Le estalló el corazón. Le tenía que estallar.
El 22 de Octubre en el programa de Carlos Herrera, el periodista Antonio García Barbeito escribió esta sentida carta a su compañero Juan Antonio Cebrián.
Porque soy animal de la noche, insomne lechuza de tertulias, que hace de la sombra una larga puntada entre dos luces.
Porque la nana para vivir despierto, que no para no dormir, siempre fue una radio que me hablaba desde la terraza de la mesilla.
Porque he hallado amigos y maestros en esa pajarera ciega de la radio.
Cuando su voz templada, sabia palabra de la noche, ocupaba los 32 rumbos de la noche brillando en la Rosa de los Vientos, me hice de los suyos, y lamentaba tenerme que bajar, disciplina del madrugón, de su vagón de aventura, de su globo de misterio, de la nada que pilotaba su talento.
Todo en él era noche. Cantaba la negra sosa que cuando muere el cantor, muere la vida. Cuando muere alguien que hace andar y hablar la noche, muere la noche.
Resucitará en otras voces, sí. Pero en el infinito, ya para siempre, veremos una negra y ciega Rosa de los Vientos en el ojal de la madrugada.
Descansa en paz Juan Antonio Cebrián, Hermano de la noche.
1 comentario:
En poco tiempo han muerto dos gran des de la radio Cebrian y Carlos Llamas. Al primero nunca lo escuché pero se de su sapiencia y profesionalidad y si además tu lo ratificas pues verdad total.
Del segundo me acuerdo de su locuacidad, izquierdismo, profesionalidad e intentar esplicar las cosas para que las entendieramos. Añoro sus tertulias nocturnas con "Mendo" y compañía
Besotesss Manuel
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