lunes, 28 de abril de 2008

De aquellos poemas eternos...

La poesía actual no me gusta. Ni los blogs de poemas. Añoro los clásicos, los poemas de siempre, aquellos que aprendimos en los tiempos de estudiantes. Pessoa, Quevedo, Lope de Vega, Becquer, Rosalía de Castro, Antonio Machado, García Lorca...

Me pregunto si aún siguen en el curriculum escolar. Mi asignatura favorita siempre fue Literatura, mi compañero inseparable, incitador a la lectura, el Senda, siempre con sus tapas color marrón. Uno de mis poemas favoritos, es este de Quevedo, precursor casi inapreciado del Calambur, juego de palabras basado en la homonimia, la paronimia o la polisemia. Aquel poema que nos hizo los ojos acuosos (Entre el clavel blanco y la rosa roja, su majestad escoja...).

Pero uno de mis favoritos de este gran poeta, siempre, por su rivalidad con otro de mis favoritos, Góngora, es el siguiente:

Érase un hombre a una nariz pegado,
Érase una nariz superlativa,
Érase una alquitara medio viva,
Érase un pez espada mal barbado;
Era un reloj de sol mal encarado.
Érase un elefante boca arriba,
Érase una nariz sayón y escriba,
Un Ovidio Nasón mal narigado.
Érase el espolón de una galera,
Érase una pirámide de Egito,
Los doce tribus de narices era;
Érase un naricísimo infinito,
Frisón archinariz, caratulera,
Sabañón garrafal morado y frito.

Duelo de sonetos consonantes, perfectos.
He rescatado mi viejo libro de poemas (no míos, de los clasicos), y volver a releerlos me ha transportado a la adolescencia, cuando los leíamos con cansina rebeldía bajo las sombras de las palmeras. Y cómo suspirabamos...

Volveran las oscuras golondrinas...

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Saludos literata Candela.
Pero lo has dejado incompleto:

"Muchísima nariz, nariz tan fiera
que en la cara de Anás fuera delito

Del maestro Quevedo lo que más adoro, que me puso en serio riesgo de asfixia, por la risa, es la descripción del licenciado Cabra en "El Buscón":

"El gaznate largo como de avestruz, con una nuez tan salida que parecía que se iba a buscar de comer, forzada por la necesidad".

Por no hablar del rosario en el puchero:

"Garbanzos negros, sin duda son de Etiopía.
Garbanzos de luto, ¿quien se les habrá muerto?"

O lo de la broma en la residencia de estudiantes y la maroma con hijos.

Y su ataque a Góngora:

"Poeta de oh qué lindico,
verdugo de los vocablos,
que a fuerza de vueltas de cuerda, les haces que digan algo".

Un abrazo.

Candela dijo...

Los ataques a Gongora son los que me hacen reir mas, porque ademas es que Gongora me encanta!!

Pero verdugos de vocablos, por desgracia, hay a pares...

Gracias por los versos incompletos, en cuanto tenga tiempo lo reedito, ahora mismo estoy en el trabajo... Debe ser que al darle al copia y pega no lo copio todo...