miércoles, 6 de agosto de 2008

No puedo olvidar tu rostro...

Hoy he pasado por delante de aquella casa. Me ha sonreido desde la ventana del ático, su rostro marmóreo atisbando tras los mojados cristales.

Llueve.
Siempre llueve a esta hora de la tarde, cuando paseo por la calle desierta, flanqueada por los altos cedros que parecen fuera de lugar aquí.

Me ha mirado de nuevo, y sé que lo imagino. La casa está desierta, vacía, clausurada desde que ella se fue, hace tanto tiempo ya.

Mañana volveré. Y estara ahí de nuevo, como cada tarde a esta hora bajo la lluvia persistente. Mañana regresaré y entraré a buscarla como si estuviera aquí, como si sus ojos grises de veras me viesen.

Mañana retornaré... y me quedaré para siempre.

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