jueves, 30 de octubre de 2008

LAS ENTRAÑAS DE PARIS



Bajo el encanto bohemio de las calles de París y las numerosas obras de arte que albergan sus museos, se esconde otra ciudad. Una de muertos anónimos, olvidados, desterrados, empujados de un lugar a otro.
Son las catacumbas de Paris, un enorme osario organizado en una sección renovada de la red de subterráneos y cavernas de la ciudad que se convirtieron en atracción turística a partir del siglo XIX.

La mayoría de grandes iglesias parisinas tenían sus propios cementerios, pero el crecimiento de la ciudad y la cantidad ascendente de "habitantes perpétuos" les dejó sin espacio. El Cementerio de Les Innocents, el más grande de París, estaba tan saturado en el siglo XVII, que sus vecinos estaban contrayendo enfermedades debido a la contaminación causada por los cuerpos enterrados de mala manera, las tumbas comunes abiertas y tierra con materia orgánica en descomposición que se movía de un lado a otro. Así, se decidió crear tres cementerios suburbanos y declarar en ruinas los interurbanos, cuyos restos serían discretamente mudados a su nuevo hogar, las catacumbas creadas en unas antiguas minas es desuso.



Cuando estuvimos en París hace un par de años fuimos a visitarlas. Dios sabe que sufro de claustrofobia aunque soy capaz de controlarme. No tengo problemas en quedarme encerrada en un ascensor, sé que hay oxígeno entrando por las ranuras. Pero me invade un nerviosismo especial al hallarme en lugares donde no puedo ver una puerta o una ventana cercana. O lugares con los techos bajos. Cuevas cerradas. Entrar en las catacumbas fue un reto, y a pesar de no dejarme llevar por el histerismo y controlar mi respiración, me inunda una película de sudor pegajoso que resbala por mi espalda y una sensación de angustia que no se convierte en pánico mientras siga viendo las señales de salida. El cartel de la entrada decía que la porción abierta al público de este gigantesco osario se visitaba en un tiempo de 90 minutos. Nosotros lo recorrimos en media hora. Eso sí, el guiri se lo pasó pipa.



Las catacumbas de París se componen de muros alineados de huesos. Tibias, cráneos, peronés, fémures, se apilan ordenadamente contra las paredes, algunos de ellos hasta osadamente colocados formando perfecta líneas, círculos o cruces. Incluso me atraví a tocar el cráneo pelado y reluciente de una calavera sin mandíbula, tras lo cual sólo pude gritar en medio de la penumbra: "Ay, pol dió, que assssco".

En el interior de estos pasadizos, a menudo húmedos y con el suelo arenoso, resbaladizo en algunos tramos y cubierto de charcos, hay letreros con la procedencia original de los diferentes grupos de huesos, en algunos "patios" hay diminutos altares y placas con frases en latín, así como el nombre de las calles bajo las que te encuentras.



Impresiona ver tal cantidad ósea puesta a lo largo de las paredes de piedra. Millones. No en vano hay más de 300 kilómetros de túneles, aunque abierto al público, por su peligrosidad, sólo estén poco más de kilómetro y medio. Sería fácil perderse en estos intestinos laberínticos, y encontrarte, quizás, con los fantasmas que dicen deambular por el lugar, que originalmente fue excavado por los romanos, aunque no en tal extensión. Algunos dicen haber oído el rumor de voces, tal vez de aquellos a los que la muerte no dejó dormir en completa paz, huesos trashumantes expuestos en total desnudez al ojo morboso del visitante. En algún lugar del tiempo estos huesos que ahora se acumulan unos sobre otros formaban una persona, ahora diseminada sin ton ni son por los pasillos interminables de este Osario Municipal.

Tal vez, todo sean leyendas...



14 comentarios:

Elphaba dijo...

Te hubieran encantado mis prácticas de anatomía, pasándonos huesos unos a otros para mirarlos y toquetearlos bien. Al final todos llenos de polvillo de huesos :P
Media hora... habría que verte en plan Speedy Gonzales recorriendo los túneles a toda velocidad xDDD.

Candela dijo...

Pues ya ves. En algunos puntos de los tuneles, solo se cabia de uno en uno, y delante teniamos un grupo de cincuentones porculeros que se paraban a leer cada letrerito en la pared, que estaban en frances y ellos eran americanos y no se enteraban (tambien habia algun frnaces) y yo con "Alé, alé!!" pa que se dieran prisa. Que angustia, omaíta...

R.M dijo...

A mi angustia no sé, pero repelussss. Jesus, ke de huesos!!

Anónimo dijo...

Ufff, no se si sería capaz de aguantar ahí abajo ni esa media hora ¡ainsss, que angustia! encerrada, con tanto hueso...

Inma dijo...

No me parece muy normal que sea una atracción turística ver los huesos de una pobre gente.
Espero q los responsables de la idea y sus hijos también los entierren allí para que la gente los pueda ver y tocar.

Mi hija me traía toda serie de huesos a casa. Le tenía prohibido q le dijera al pequeño q esa noche había un par de muertos en casa.

Bertha dijo...

Yo en entrado a cuevas, sotanos, de bajo de cataratas y pantanos, pero no se si yo entraria hay, que mal rollo.

Bulma Salgueiro dijo...

Yo visité las catacumbas en Roma. De esto hace más de diez años. No soy una persona que padezca claustrofobia (aunque un sitio muy pequeño en el que toque pared por todas partes si me muevo y sin aberturas me agobia un poco). Me encanta el olor a césped recién mojado. No temo a la oscuridad. Pero os juro que pasé un rato espantoso, bajo tierra, oliendo a tierra húmeda, con una iluminación deficiente, todo sin señalizar, sólo con unos hilitos por ahí y el guía (que se lo sabía de memoria y recitaba) diciendo "oye, no os separéis, que esto es enorme y si os perdéis, no os volvemos a encontrar en la vida". Vamos, menuda fiesta.

Todavía siento ese olor a tierra húmeda cuando lo recuerdo. Esos techos bajos... esa sensación de que si rozabas la pared te sepultaban viva... cada vez que el guía decía que podíamos seguir, es que lo arrollábamos. No sé si me atrevería a visitar las catacumbas de París... Igual hasta bato tu récord, candela ^^U

Sonia dijo...

¡¡Qué cosa más desagradable!! jajaja...yo no entro ahí ni loca,entre la claustrofobia que me da y la de huesos y cráneos que hay...me da algo...pero si me he puesto mala nada más de leer tu descripción del lugar y de lo claustrofóbico que es...¡¡qué horror!! no,decididamente yo no entraría ahí ni pagándome jajaja

Anónimo dijo...

Pues no os creais que estais solos en esto de pasar angustia.
yo la pasé en Palma de Mallorca en "las covas del Drac" que es un sitio que dicen que es "idilico", porque te vas BAJO TIERRA y allí hay un lago dentro como de unas cuevas llenas de estalactítas,,, y cuando se llega pasando un poco de vicisitudes,,, hay unos banquitos en donde la gente puede sentarse y si había poca luz, la apagan toda de repente, porque aparece por el fondo allá a lo lejos una barquita llena de músicos que van tocando melodias para enamorados.
Muy bonito, pero UNA ANGUSTIA!!!
Además. entre la humedad del agua y el techo casi tocandote humedo a más no poder es una sensación bien extraña.
Me uno a todos!!!

Marta.

Divagando dijo...

Creo que yo no hubiera hecho la visita, al menos en estos momentos. Abrazos!

Anónimo dijo...

Comparto tu mismo estilo de claustrofobia, es como si me faltara el aire. De hecho, me ocurre hasta en los aparcamientos subterráneos de los centros comerciales, en los que necesito estar viendo constantemente la señal de salida. No quiero ni imaginarme estar en sitios de éstos.... ¿durante cuanto tiempo estarían construyendo estas catacumbas?

Anónimo dijo...

En cuanto a las sepulturas no soy demasiado miedosa. De hecho he presenciado ya dos exhumaciones: una de mis antepasados (con 7 cadáveres, uno de ellos con el uniforme aún de la guerra, pues murió fusilado como soldado), y la segunda de mi propio padre; en este caso sí me conmovíó porque reconocí sus rasgos. Además, luego, con los certificados de sanidad correspondientes, yo misma lo llevé al cementerio nuevo de Chiclana en mi coche para su inhumación, pues se cerraba el de Cádiz. Pero la muerte es así....

chema dijo...

se pretendía que los restos de esas personas fueran enterrados dignamente. pero apilar sus calaveras y dejarlas expuestas al público, digno lo que se dice digno, no sé yo... :S

yo también soy un poco claustrofóbico, y si encima le añades la encantadora compañía... :P vamos, que yo tampoco habría entrado ahí ni loco, jajaja.

Susana Ce. dijo...

Ains que yuyu y que miedo.