lunes, 16 de febrero de 2009

EIRE: VERDE Y LEGENDARIA (I)

EL LEPRECHAUN (I)
Durante siglos, la Isla Esmeralda ha sido habitada por diferentes criaturas que vivían en total y completa armonía entre sí y con los humanos. Leprechauns, gnomos, pukas, hadas, banshees, Merrows... La lista es larga. Probablemente, junto con las hadas comunes, el más conocido sea el Leprechaun (pronunciado leprecón). En la literatura escocesa se le conoce también como Brownie, y ambos tienen algo en común: su apariencia y sus costumbres. El Leprechaun puede ser descrito como un ser de escasa talla, de unos 30-70 centímetros de altura, algunos incluso llegan a medir sólo unas pulgadas, y pueden adoptar, gracias a su flexibilidad, forma animal. Visten con brillantes tonos verdes, marrones y usan algo de rojo. Su rostro es redondo, arrugado, con ojos profundos y resplandecientes y nariz bulbosa y rojiza, amantes de las buenas viandas y la bebida y guardianes celosos de grandes tesoros. Aunque la mayoría de los Leprechauns en las leyendas son de género masculino, la femina Leprechaun también existe, es coqueta y muy buena cocinera.
Hasta no hace mucho los irlandeses creían plenamente en la existencia de estos seres. Aún hoy en día, en varias poblaciones, se respetan ciertos lugares considerados "de reunión de las hadas". Estos lugares son fáciles de identificar, se trata de grupos de arboles formando círculos perfectos, y hasta hoy, siguen sin ser tocados por el ser humano. Hace tan sólo unos años, en la construcción de una nueva autovía, estorbaba la presencia de un árbol justo en medio de la carretera, pero el organismo encargado de aprobar el proyecto prohibió talarlo, por ser el árbol donde se decía que se reunieron las hadas en una de sus famosas guerras contra Connacht, la región enemiga. Y allí sigue erecto, en una pequeña rotonda construida al efecto, en medio de una concurrida autovía. Y no es exagerar al decir que la mayoría de granjeros, campesinos y gente mayor defienden con fervor su existencia. Hasta mis oídos han llegado historias de granjeros que, al encontrar por la mañana algunos de los huevos de las gallinas rotos, han hecho llamar al sacerdote local para bendecir la granja, creyendo que se trataba de una maldición de "la gente pequeña". Algunos poseen en sus tierras círculos de árboles a los que no se acercan y a los que dedican miradas de desconfianza.
Se dice que si quieres ver a las hadas, debes poner un pie dentro del círculo y mantener el otro fuera. De ese modo se hacen visibles al ojo humano. Sin embargo, si entras en el círculo con ambos pies, te harán prisionero y amanecerás en la mañana sin recordar lo ocurrido pero cubierto de hematomas y dolorido: es la lección de las hadas, que al igual que las brujas gallegas, haberlas, hailas. En tiempos pasados, nadie habría tachado a un juez, un médico o un rico hacendado de supersticioso o demente si aseguraba haber visto a uno de estos seres. Nadie ponía en duda su existencia, al contrario que hoy en día, donde somos más excépticos y cautos, cosa que por otra parte, no les viene nada mal a estas criaturas, pudiendo dedicarse a sus actividades con toda tranquilidad sin el temor constante de ser interrumpidos por la curiosidad del hombre. Pero hay maneras más seguras de poder ver a un Leprechaun. Una, es llevar un trébol de cuatro hojas contigo, una piedra que posea un agujero natural en el centro, o un trozo de madera con un nudo en el corazón. También se dice que los petirrojos son buenos amigos de los Leprechaunes y que, por tanto, nos guiarán hasta ellos. De hecho, el Leprechaun adopta con frecuencia su forma, por lo que trae muy mala suerte capturar o incluso matar a un petirrojo. Antiguamente se decía que el Leprechaun se mostraba en la forma del polvo en movimento, como una nubecilla de polvo que se eleva del suelo de repente como empujada por el viento. Los hombres solían levantarse levemente el sombrero y las mujeres hacían reverencias si veían alzarse el polvo a su paso. Se dice que si se arroja el zapato izquierdo a la nubecilla y realmente se trataba de un Leprechaun y no de la acción de la brisa, éste tenía que soltar lo que llevase en las manos, incluida cualquier saca de oro. Pero si no llevaba nada... podrías ganarte su maldición y su enemistad para siempre.
La ocupación por la que son famosos es la de zapatero remendón, a menudo se les ve trabajando afanosamente en un zapato, pero también son excelentes reparadores de calderos y poseen habilidades mecánicas. Se les suele encontrar en solitario, adoran su propia compañía y sin embargo, aman la vida familiar y la lealtad a su clan. Son personajes dóciles, nada dados a la violencia, y al igual que los Brownies escoceses y los Kobolds alemanes, "adoptan" familias, o lo que es lo mismo, se trasladan a vivir al hogar de alguna familia humana, "adoptándolos" como su propia familia, hasta el punto de que algunos se encariñan con los humanos e incluso los siguen si estos se mudan de casa, pero por lo general poseen un carácter independiente y son más sabios que otros tipos de hadas. Algunos son taciturnos, otros temperamentales, pero suelen ser muy alegres. La primera señal de que un Leprechaun se ha mudado a un hogar, será que ciertos objetos empezarán a desaparecer o aparecerán en lugares diferentes a donde se les colocó originalmente. Parecerá que la leche y el whiskey se acaba antes de lo que solía... O se habrá rellenado con agua para disimular lo consumido. De ocurrir esto, la familia debe comenzar a dejar pequeños regalos como comida y bebida, pastelillos y dulces. Si no es así, los Leprechaunes continuarán haciendo de las suyas como niños traviesos. En cambio, si satisfechos con sus "sobornos", comenzarán a hacer "peque­ños trabajillos" alrededor de la casa, como reparar aparatos defectuosos y acabar labores dejadas sin terminar por falta de tiempo, todo ello sin ser vistos por la familia. En cualquier caso, si uno no está seguro de si tiene un Leprechaun viviendo en casa o simplemente se ha vuelto despistado de la noche a la mañana, lo mejor es dejar un vaso de leche o agua fresca antes de irse a la cama e intentar congraciarse con ellos, porque aunque suelen ser amables e inofensivos, también pueden ser ariscos, rencorosos y vengativos.
Además de ser solitarios por naturaleza, los Leprechaunes pueden ser considerados como unos "pequeños" machistas, en cuanto a la división de las labores se refiere. La fémina leprechaun trabaja habitualmente cocinando delciosos manjares, para lo cual posee una habilidad especial, y haciendo vestidos para otras hadas y para ellas mismas, pero no parece importarles el chovinismo de su raza en lo más mínimo.
Sus gustos alimenticios son más exquisitos que los del hombre. Los guisos suelen estar condimentados con más especias que los de los humanos, y son amantes de las raíces de una especie de mala hierba, considerado todo un delicatessen. También se alimentan de varias clases de champiñones y hongos, muchos de los cuales son venenosos para el hombre. Hacen cerveza de la flor del brezo y mascan sus tallos y raíces a modo de regaliz.
Su pasatiempo no sWlo consiste en arreglar o hacer zapatos, ollas y reparar aparatos domésticos. El amor de su vida es el oro y les encanta ir en busca de tesoros, solo o en compañía. El Leprechaun no guarda su oro y joyas con intención de acumular riqueza como el hombre lo entendería; es más, a veces, tras encontrar el lugar donde se oculta el tesoro, ni siquiera lo desentierra, porque debería molestarse entonces en esconderlo en un nuevo lugar, simplemente le basta con saber dónde se encuentra. Es como un coleccionista que es faliz sabiendo las piezas que tiene y su valor, pero no tiene intención de venderlas para hacerse rico. De hecho, sólo desentierran un tesoro si hay peligro de que alguien lo descubra. No es frecuente que el leprechaun regale sus tesoros con generosidad ni mucho menos. Tampoco les gusta darlos bajo coacción.
Es bien sabido que para conseguir su tesoro hay que atraparle y convencerle de que te lo regale a cambio de la libertad, y el Leprechaun tratará por todos medios de hacerte caer en alguna trampa que resulte en su evasión. Ante todo, hay que acercarse a ellos sigilosamente mientras trabajan ajenos al mundo que los rodea, y actuar con rapidez. No hay que apartar los ojos de ellos hasta que nos lo muestren o nos digan dónde se encuentra, o desaparecerán en un parpadeo. Una vez conseguido el tesoro es importante no decírselo a nadie o desaparecería lo mismo, y algunas fuentes aseguran que nunca jamás se debería decir de dónde proviene la nueva riqueza o esta se convertiría en polvo.
La creencia popular asegura que el Leprechaun habita en el interior de ciertos hongos o setas si no desean vivir en un hogar humano. Una colmena vacía, un tronco hueco o el abrigo de alguna cueva son opciones fecuentes, porque lo que odia un Leprechaun es construir su propia casa, en parte porque de este modo se confunden con el paisaje y son mas difíciles de encontrar. Sólo los de menor tamaño se alojan en setas, de todos modos, y en lugares apartados y tranquilos, alejados de núcleos poblados. Por lo normal estas setas suelen durar más de lo normal y como los animales presienten la presencia de estas criaturas, no se acercan a molestarles.

Cuando los grandes lores y ladys tenían vastas propiedades en Irlanda, los Leprechaunes más felices eran los que habitaban sus bodegas, donde disfrutaban de las barricas de vino y las mejores botellas. Eso sí, odian la miseria avariciosa del que no comparte y si se les trataba de negar acceso a lo que querían, podían hacerle la vida imposible a los dueños de la casa, convirtiendo el vino en agua salada o avinagrándolo. Por el contrario, a cambio de hospitalidad, el Leprechaun encantaba los barriles y daba buena suerte al hogar en general. Por último, y para finalizar este primer capítulo en la vida de estos pequeños seres, explicar un poco el origen de tan singular nombre, que se cree venga del gaélico leith broghan (el zapatero), o de la palabra luchorpan, o tipo de pequeño tamaño. Otros creen que viene de luacharman (pigmeo) o posiblemente de luachair (ir con prisas).
Por lo que respecta a los nombres personales de cada Leprechaun, se comportan un poco como el personaje de Rumpelstiltskin, retando al humano a adivinarlo en la creencia de que, de averiguar su nombre de pila, el humano se hace inmune a sus poderes. y averiguarlo, con nombres tan poco frecuentes como el de la historia para niños, es tarea harto complicada!
Los Leprechauns son sólo uno de los cientos de diferentes clases de criaturas en Irlanda y que una vez se consideraron los principales habitantes de la isla, entre ellos las Hadas, las Sirenas o gente del Mar, el Fir Dearg (hombre de rojo), el Phouka, y sus primos Redcap, Brownie, Bwca y Piskie, los Spriggans y Knockers, Hobgloblins, Robin Goodfellows, Kobolds, Grogoch, The Grey Man (el Hombre Gris), Sheeries, Changelings, Banshees, el Dullahan y otros seres. No todos son inofensivos o mágicos. algunos representan la muerte. Otros, la anuncian.
Y todos, de una manera u otra, dicen existir entre nosotros...

Ilustraciones: Wayne Anderson

8 comentarios:

Laphney dijo...

Esas ilustraciones me recuerdan a lo mejor de los cuentos infantiles, más en concreto a El Tomtem (que no tótem), de Astrid Lindgren, ¿lo conoces? Creo que te resultarían familiar sus dibujos.

Charo Barrios dijo...

Caramba! ¡cuantas fantasías tienen los irlandeses!
Me parece estar leyendo un cuento de mi infancia.

Bulma Salgueiro dijo...

Mil gracias, Ruth, por este maravilloso post!

Los leprechauns son uno de mis seres mitológicos favoritos. He de reconocer, que a pesar de ser irlandeses, yo los buscaba cuando iba a pasear por el campo adelante (nunca he visto ninguno). Y tengo uno que me regaló una amiga, pintado por su madre, en mi habitación ^O^

Inma dijo...

A mí, lo que mas me ha gustado de tu entrada es el respeto que se les demuestra a los árboles, aunque sea para que las hadas se puedan seguir reuniendo bajo ellos.
Los árboles me parecen una maravilla de la naturaleza y aunque no soy de esas que los abrazan, ganas no me faltan...

Valentín VN dijo...

Las ilustraciones maravillosas y el artículo bien documentado. Los leprechaum son muy divertidos. Como pueden transformarse en cualquier cosa la lían parda siempre que pueden.

Susana Peiró dijo...

Estoy fascinada con tu entrada!

Fue como un cuento...porque definitivamente estos personajes pertenecen a Irlanda, pero los maravillosos escritores y los irlandeses han regado por todo el mundo estas exquisitas historias y sus protagonistas.

Muchas Gracias Cande!

chema dijo...

son unos seres muy peculiares, darían para escribir una saga entera de novelas fantásticas, jejeje. a mí también me gustan las ilustraciones.

BLAS dijo...

Yo tengo la representación de un Brownie que me pillé en Escocia. Muy regordete él... Me encantó su historia, muy parecida a la que cuentas tú (por no decir que la misma). En aquella zona, al igual que en Irlanda, al parecer, hay muchísimas leyendas y tradiciones basadas en ellas realmente fascinantes. Las ilustraciones que has puesto son bellísimas.