La había imaginado dulce y conservadora. Vestida en uno de aquellos trajecitos floreados que tanto favorecían las mujeres de su edad. Porque su voz sonaba melosa, con un deje inglés y fino. Casi aristocrático. Incluso me imaginé sus cabellos, en cortas ondas teñidas de dorado alrededor de la cabeza, a lo Thatcher. O quizás con un moñito de pelo blanco. A lo abuelita inglesa con su andar cansado y su cesta con la calceta.
Había sonado el teléfono de casa, algo extraño, porque casi nadie conoce mi número. Sólo se lo di a los más allegados. Si han de contactarme, que lo hagan al móvil, es lo que siempre digo. Titubeante, descolgué el auricular.
-¿Margaret? -la voz casi estridente espetó desde el otro lado. Parecía la voz de Matt Lucas en el sketch de Little Britain llamando a la Margaret de trastienda.
-No, lo siento. Tiene el número equivocado.
-Ay, vaya por dios -suspiró con calma-, muchas gracias, lo siento.
-Nada. No hay de qué.
No acababa de volverme hacia la cocina cuando el aparato volvió a sonar.
-¿Sí?
-¿Margaret?
-Humm... No, ha llamado de nuevo al mismo número.
-Oh, querida, lo siento muchísimo...
-No tiene importancia.
Al día siguiente, sobre la misma hora, volvió a llamar.
-¿Margaret?
-No, no. Ha llamado usted al mismo teléfono de ayer.
-Oh. Querida. Vaya. Por Dios. ¿Es ése el 444...?
-No, es 414...
-Oh. Siento importunarla, querida.
Cinco minutos y el teléfono vuelve a sonar.
-¿Margaret?
-Amps... nop.
-Oh. Oh. No sé qué estoy haciendo mal. Vaya por Dios. A estas alturas ya casi siento que te conozco.
-No se preocupe.
Pasaron unos días y no volvió a llamar. La curiosidad me corroía. Me preguntaba si había contactado al fin con la mencionada Margaret, y las imaginaba quedando en un tea-room con un jardincito soleado, comiendo pastitas y sorbiendo té. Una semana después, su dulce voz me llenó el oído de nuevo.
-¿Margaret?
-Er... Sí -dije por ver si me enteraba de algo.
-¡Que te den por culo, hija de la gran puta! ¡Como coja a tu perro le retuerzo el jodido pescuezo, que llevo un mes sin dormir con sus ladridos! ¿Me oyes, hija de perra?
Colgué y desconecté el teléfono. Jamás lo he vuelto a conectar. Vivan las abuelitas indefensas...
15 comentarios:
jajaja creo que mi siniestra risa se ha oido en todas las paredes del castillo, muy bueno el post!:D
Pos es real como la vida misma...
Jajajajajaja, es que me lo imagino, ya desde que has puesto la comparación de Matt Lucas en Little Britain llamando a la siempre invisible Margaret de la trastienda, tan suavecito, inclinándose ligeramente hacia atrás... Pero vestida con moño, toquillita y taca-taca... Jajajajaja. Lo que yo digo, la realidad supera la ficción...
JAJAJ me ha recordado al famoso ´´encarnaaa...que tengo una empanailla haciendo la mili en mostoles...´´jajajaj de los queridos josema y millan jajaja mu bueno´´ margaret´´ jajaja
siempre me haces reir
gracias
conchi
Me ha hecho mucha gracia el final inesperado de la narración. Gracias y un cordial saludo, Candela
Ja, ja, ja. Qué buena la abuela. Menudo carácter. Un relato muy bueno.
Saludos desde La ventana de los sueños, blog literario.
vaya con la abuelita! parecía tan educadita, y vaya lengua que tenía! :D muy divertido el relato, ruth.
Dios mio... que mala pecora...
Fiate tú de las abuelitas desvalidas, jajaja
Esta seguro que es familia de la dueña de mi bazar, jajaja
Besinos guapa.
Jajajajaja, genial Candela jajajaja
Muy bueno.... y tu imaginandotela desvalida y achacosa,buscando desesperadamente a "margaret"....
vamos que si me pasa a mi me cambio de numero de telefono,de casa y hasta de ciudad y no te digo mas....
Claro, M. Jose, por eso me cambie de piso y he cancelado la linea, jajajajaja
Vaya relato, parece sacado de una novela de misterio, hasta el final pensaba, pobre mujer, que no encuentra a la tal Margaret, pero el final a sido, inesperado, que lengua tiene la abuelita, jaja.
Jajajjaja, caray con la "abuelita indefensa". Parecía que buscaba desesperadamente a una amistad y lo que buscaba era VENGANZA, jajajjaja
JAJAJAJAJJAJAJAJA eso la pasa ala otra por cotilla jajajajaja que bueno¡¡¡.
XDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDD
Casi me muero de la risa, simplemente ¡genial!
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