Mi calle, a pesar de estar en el centro de Limerick per se, se considera alejada "del centro" neurálgico que conforman las intersecciones de William Street, Thomas Street y O'Connell. Pero mi calle tiene vida propia.
En mi calle se dan cita los acontecimientos más variopintos, casi alejados de los ojos curiosos de la ciudadanía más céntrica. Los sábados, los monjes franciscanos rezan en la acera contraria al Centro de Planificación Familiar. El Jueves hubo una manifestación pro-vida frente a las escalinatas de acceso. He visto colas para la Tienda de Magia cuando llega Halloween, cientos de niños y sus madres esperando pacientemente para conseguir los props necesarios para cualquier buena fiesta que se precie. He visto pasar la cabalgata gay, la manifestación contra el crimen organizado con los padres de Roy, a los beatus del Cropus Christi rezando con sus rosarios y pancartitas. He sido testigo de numerosos accidentess de coche en el cruce con Catherine Street.
Desde mi ventana he sido portera silenciosa de golpecitos sin importancia, de escenas histéricas -el seguro no estaba en regla y quién me arregla ahora el bultito-, de choques más serios que requirieron que una madre fuera llevada en ambulancia mientras sacaban con cuidado al bebeé-ajeno a todo el problema- de la sillita del asiento trasero. Nunca he tenido que presenciar un accidente más grave, a Dios gracias.
Mi calle es entretenida. Menos tranquila de lo que solía ser. Los domingos me despierto con el bullicio de los niños de la iglesia metodista en la acera de enfrente, mientras los papás alzan cánticos al cielo.
Hace poco, una pareja de borrachos se mudaron al tecer piso del número diez, junto a la iglesia metodista. Es frecuente oir sus gritos en medio de la calle, tras dejarse los cuartos en algún bareto oscuro. A él le faltan unos cuantos dientes, a ella se le melló la dignidad hace tanto que no duda, pese a que supera la cincuentena, en llevar minifaldas de escaso ajuste. Su vocabulario haría sonrojar al más atrevido. Su acento es de los más barriobajeros.
En mi calle se dan cita los acontecimientos más variopintos, casi alejados de los ojos curiosos de la ciudadanía más céntrica. Los sábados, los monjes franciscanos rezan en la acera contraria al Centro de Planificación Familiar. El Jueves hubo una manifestación pro-vida frente a las escalinatas de acceso. He visto colas para la Tienda de Magia cuando llega Halloween, cientos de niños y sus madres esperando pacientemente para conseguir los props necesarios para cualquier buena fiesta que se precie. He visto pasar la cabalgata gay, la manifestación contra el crimen organizado con los padres de Roy, a los beatus del Cropus Christi rezando con sus rosarios y pancartitas. He sido testigo de numerosos accidentess de coche en el cruce con Catherine Street.
Desde mi ventana he sido portera silenciosa de golpecitos sin importancia, de escenas histéricas -el seguro no estaba en regla y quién me arregla ahora el bultito-, de choques más serios que requirieron que una madre fuera llevada en ambulancia mientras sacaban con cuidado al bebeé-ajeno a todo el problema- de la sillita del asiento trasero. Nunca he tenido que presenciar un accidente más grave, a Dios gracias.
Mi calle es entretenida. Menos tranquila de lo que solía ser. Los domingos me despierto con el bullicio de los niños de la iglesia metodista en la acera de enfrente, mientras los papás alzan cánticos al cielo.
Hace poco, una pareja de borrachos se mudaron al tecer piso del número diez, junto a la iglesia metodista. Es frecuente oir sus gritos en medio de la calle, tras dejarse los cuartos en algún bareto oscuro. A él le faltan unos cuantos dientes, a ella se le melló la dignidad hace tanto que no duda, pese a que supera la cincuentena, en llevar minifaldas de escaso ajuste. Su vocabulario haría sonrojar al más atrevido. Su acento es de los más barriobajeros.
La última casa de la esquina, justo la que esta frente a mí, se halla en obras desde hace un par de meses, cubierta de andamios y protecciones. Los horarios son un tanto caóticos. A veces ves obreros sobre las seis de la tarde, pero casi siempre trabajan el fin de semana. No sé hasta qué punto la obra es legal, puesto que les he visto cortar la acera con simples cuerdas atadas a sillas mientras cascotes caían a la misma. Conspicuos no son, tampoco. Y ello nos ha llevado a la conclusión de que quien quiera que haya comprado la finca debe ser constructor y emplea a su cuadrilla en los ratos libres para llevar a cabo el trabajo. Es un edificio georgiano y por lo tanto está listado, y con la señal de demolición que cuelga de su maciza puerta, todo hace pensar que están reconstruyendo todo el interior y que no pueden tocar la fachada.
De noche, la calle se transforma. Se ha convertido en lugar de paso para estudiantes ebrios. Los fines de semana no merece la pena irse a dormir antes de las tres, no se puede. He presenciado oculta tras las cortinas risas satisfechas tras una noche fuera con los amigos, peleas entre amantes, actos vandálicos contra los contenedores de basura y makis en busca de problemas caminando en medio de la carretera mientras gritan al escaso tráfico que circula a esas horas.
Así es mi calle. En lo bueno, y en lo malo. Muy alejada del extraño confort y la calma del cul de sac donde solía vivir antes, hace años.
De noche, la calle se transforma. Se ha convertido en lugar de paso para estudiantes ebrios. Los fines de semana no merece la pena irse a dormir antes de las tres, no se puede. He presenciado oculta tras las cortinas risas satisfechas tras una noche fuera con los amigos, peleas entre amantes, actos vandálicos contra los contenedores de basura y makis en busca de problemas caminando en medio de la carretera mientras gritan al escaso tráfico que circula a esas horas.
Así es mi calle. En lo bueno, y en lo malo. Muy alejada del extraño confort y la calma del cul de sac donde solía vivir antes, hace años.
19 comentarios:
Vamos, pa tener una ventana cómoda a la que asomarse...
Se me ocurre –por tu descripción- como un muestrario, un calidoscopio que muestra la diversidad social. Quizás no un a quiet place, pero te deja mucha anécdota para compartir ahora y en el futuro.
Besitos Candela!
Aburrir, no te aburres XDDDDDDDD
También recuerdo cuando nos explicaste que si oyes algún ruído, te acercas a la ventana sin encender la luz para no ser un blanco fácil. Qué duro es tener que decir esto... y sobre todo llevarlo a la normalidad.
Seguro que es bulliciosa y no apta para el placentero descanso, pero entretenida tiene que ser un rato.
Que es eso de uan tienda de magia??? cuenta cuenta. Es de magia tipo ocultismo o de magia de chistera y varita????
Bueno, se llama The Magic Shop, vende articulos de broma, cosas para disfraces de halloween, pelucas de colores y esas cosas...
Lo peor es no poder dormir hasta las tantas y que te despierten a la mañana con cancioncitas. Yo eso lo llevaría fatal, pero desde luego parece un sitio entretenido.
Ah! era curiosidad, es que mi hija Alicia es amante de los magos y de los trucos de magia. Le encantan y está todo el día haciendo truquillos. Por eso la pregunta, jejeje
Me gusta cuando se que llueve por el sopnido que hacen los coches en el asfalto mojado. No es un splasshhh como si hubiera un charco, sino el sonido de friccion de la rueda contra el tarmac humedo.
Lo que no me gusta tanto es el ruido de los camiones, que parece que debido a obras varias en al ciudad, han desviado todo eltrafico heavy a esta calle...
pues entretenida si pero yo no se si lo aguantaría, claro que la excesiva tranquilidad de la mía también hay gente que no podría con ella
A todo se acostumbra uno... A mi ya te digo que lo que mas me jode son los camiones de mañana temprano. Los fines de semana estamos iendo opelis hasta las tantas, y por la mañana entre todo el cansancio mas el alcohol consumido y la coyunda... pos como que no me despiertan ni los metodistas...
Pues me parece mucho más entretenido asomarse a tu ventana con un buen paquete de pipas, que ponerse a ver la tele, la verdad. Además con horario continuado, 24 h... ¿En qué canal dices que sale tu calle...? xDDDD
Esa es como la ventana indiscreta, desde tu ventana se ve la vida, los hechos que ocurren día a día. Y si te aburres alguna vez de ver la tele ya sabes lo que tienes que hacer, una miradita y ya tienes diversión.
Saludos desde La ventana de los sueños.
Jesús!! qué barullo.
Me encanta ver pasar a la gente, es entretenido, pero cuándo y dánde yo quiera; desde luego mi casa quiero que sea tranquila. Supongo que uno se acaba acostumbrando. Como cuando estuve en Florencia; vivía a 300 metros de la estación de tren. Los primeros días no pegué ojo pero enseguida pude dormir a pierna suelta, incluso sin tapones.
Bendito sueño profundo que Dios os ha dado.
Y la conocen por algún otro nombre?
Me encantan tus relatos y aunque deje escasos comentarios, hago los deberes todos los días, lo sepas.
Besos
Pues ahora ya se donde me voy a ir de vacaciones... A TU CASA!!!!
Con lo que has contado en tu calle no hay quien se aburra... jejeje
Pero la parte que mas me ha gustado es la de la lluvia, oir el sonido de los coche al pasar por la calzada mojada... eso debe ser relajante no????
BSTS
lo de las manifestaciones y desfiles es quizá lo más entretenido, pero como tengas que bajar al supermercado, lo tienes difícil para atravesar la marabunta de gente. :D
jajaj, no, Marcelo, a esta se la conoce solo como Mallow Street, jajaja
Muy interesante Candela. Creo que merece la pena observar el barrio de uno. Tu calle es para no aburrirse, igual que hace años....
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