Nuestras manos se encontraron accidentalmente cuando ambos escogimos la misma figurita en aquella tienda del corazón de Chinatown. Comenzamos una conversación trivial y nuestro acento nos delató: ambos éramos españoles de vacaciones en Nueva York.
Decidimos ir a tomar un café en la frontera con Little Italy. Era mediados de Diciembre y arreciaba el frío, pero su compañía era cálida y amena. El café se convirtió en copa, la copa en cena y después, más copas.
-¿Tu hotel o el mío? -preguntó al final de la velada.
-Depende -repliqué con una sonrisa a medias- del número de estrellas de tu hotel.
Acabamos en el suyo, dando rienda a la lujuria en el metro cuadrado escaso del ascensor. Su habitación tenía vistas a Central Park y una cama enorme, donde desfogamos esa pasión que nos había atacado en algún momento de la noche. Confieso que sus manos derretían mi piel, que su lengua me hizo experimentar sentimientos olvidados durante décadas...
Temía despertar abrumada por los efectos de alguna droga delirante y encontrar a algún callo junto a mí en la cama, pero la mañana sólo trajo la confirmación de que el hombre que dormía a mi lado era una visión casi pecaminosa. Y pecar, pecamos, de todas las maneras posibles: mañana, tarde y noche, descansando sólo para comer y dormitar unas horas.
Permanecimos en aquella suite el resto de nuestra estancia. El último día no hubo lágrimas ni despedidas dramáticas, y me dijo que volvía a NY cada Diciembre.
Nunca le pregunté su nombre.
Regresé a la Gran Manzana muchos Diciembres tras aquél, recorrí sus calles con la esperanza de volver a verle una vez más. Pero jamás lo hice. Y su rostro con el tiempo se hizo tan borroso que ahora no podría reconocerle...
15 comentarios:
genial
¿Ummm adónde miraría esa chica...? No, en serio. Está muy bien, pero lo que más me ha gustado es lo de pecar mañana, tarde y noche...
Por cierto, ya cumplí con el reto de Silverio Sepúlveda en la entrada de ayer.
Gracias Anabel, vi hoy que habias abierto un blog nuevo de nlibros, no se lo que le pasa al estupido del ordenador este (ganas tengo que llegue naviad yu tener el nuevo), que no me deja poner mensajes en algunos y tengo que estar intentandolo una y otra vez, y a veces me desespero y lo dejo ya por imposible... A ver si me paso.
Me ha encantado...
!Ah! ¿Por qué no me pasarán a mí estas cosas?
Besos. Esperanza
Guauuuu!! mi niña que calor!!!
Que buen relato, eso de pecar a todas horas... y con quien que aguante tanto???
En serio me ha encantado!!
Besos preciosa
¡Anda la paya! ¿Y todavía esperaba encontrar ar gachó otra vé? Lo dejaría pa´l arrastre al probe. Seguro que andaba por ahí dándole ehquinaso.
chulísimo!! con lo grande que es nueva york, era difícil encontrarse de nuevo.
lo del ascensor me ha hecho acordarme de la canción 'love in an elevator' de aerosmith. ;)
Lo has bordado, amiga. Me ha gustado un montón. Si alguna vez te lo vuelves a encontrar, por favor, dale mi número ¿Vale? jajaja
Yo es que veo la palabra callo y lo que único que se me ocurre son garbanzos. Menkanta tu originalidad.
Bsss
Cloti
muy sugerente el relato...
Hombre, Cloti, no iba a cponerlos a comer Callos en un hotel en Nueva York, mujer!! Lo que se puede liar bajo las sabanas es chica!!
¡Genial! Me largo a puntuarte rapidamente
Que buena escritora eres, me ha encantado! las palabras las eliges tu al azar?
No, Oli, las palabras las da cada semana el ganador del certamen anterior.
Me ha encantado. Y no deja de sorprenderme la imaginación que tienes.
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