Todo lo que yo sabía de Andrés Rabadán eran los precarios recuerdos que en mi memoria quedaron de los sucesos y el asesinato de su padre, allá a principios de los noventa. De hecho, ni siquiera recordaba su nombre, sino el apelativo por el cual la prensa le haría famoso: "El Asesino de la Ballesta". Andrés, empujado por las voces que anidaban en su cabeza, había matado a su padre de un flechazo, rematándolo posteriormente con un par más "para que dejara de sufrir, porque le quería mucho".
Días antes, tambien había hecho descarrilar tres trenes. Se entrega a la policía y en el juicio es declarado inocente, al diasnosticársele una esquizofrenia delirante paranoide, y es internado en un pabellón psiquiátrico penitenciario. Allí lleva veinte años.
Y que se pudra el resto de su vida, diría el sentido común. Por parricida. Por todas las víctimas que podría haber causado al descarrilar los trenes. Por estar loco.
Pero es que Andrés, si acaso recuperado, es una persona con una enfermedad. Tampoco trato de buscar excusas. Pero esta novela gráfica de su puño y letra, te hace plantearte muchos de los enjuiciamientos a los que se llega muy fácilmente sin conocimiento de causa. Quizás veinte años han sido suficientes para pagar su deuda con la sociedad, de eso a casi nadie le cabe duda. Terapias, cursos, medicación... ¿Está Andrés curado ¿Puede recaer? ¿Matar de nuevo? La novela gráfica ni siquiera trata de hacer ver eso, ni de justificar lo que le llevó a su encierro. Es consciente en todo momento de lo que hizo, de las consecuencias que le produjo y del entorno que le rodea, las percepciones de los demás hacia su persona y lo poco que él mismo ha llegado a pensar de su estabilidad mental. Tiene una conciencia que le atormenta, de ello dan fe las pesadilas horribles que le persiguen en la noche...
Todo comienza, en realidad, cuando en el año 2000 Ventura Durall entra en un restaurante de las Ramblas Barcelonesas y queda enamorado de unos cuadros en las paredes. Al preguntar quién es su autor, se pregunta cómo alguien con semejante capacidad de creación también es capaz de tanta destrucción. Con la idea de realizar un documental, se pone en contacto con el interno y de ahí nace una sincera amistad y más de 300 cartas.
Desde la cárcel, Andrés ha escrito dos novelas sobre su experiencia entre rejas, los abusos de los funcionarios y su mundo interior. También ha dibujado y escrito la novela que nos ocupa y ha colaborado estrechamente en el guión de la película del mismo título, Las dos Vidas de Andres Rabadán, la ópera prima de Ventura Durall.
Es una novela dura. Con muchos interrogantes. Y bellamente dibujada, con un bolígrafo normal de tinta negra -y uno rojo con el que dibuja a su padre, la unica pincelada de color en todo el libro.
En realidad Andrés debía dibujar el storyboard para la película que sobre su historia iba a realizar el cineasta, pero el tipo de dibujo se consideró demasiado elaborado a nivel pictórico, con demasiado detalle. Con la ayuda de su agente literaria, Anna Soler, decidieron enviar el material a Norma Editorial, que lo estimó publicable.
Esta no es la historia completa del Asesino de la Ballesta, solo una pequeña parte comprendida en las 136 hojas en blanco Din-A3 que la componen, no porque ése sea el volumen de lo dibujado... sino porque Andres no tenía más hojas en las que dibujar.
Esta no es una historia de lo que bulle en la cabeza de un preso con esquizofrenia paranoica. No es una historia morbosa con detalles gore ni una patética manera de enseñar al mundo que es una persona con sentimientos. Es la historia de una desesperanza, de un sistema con más trampas que ayudas, de rivalidades profesionales, de envidias y celos. Es una historia de un amor que parecía imposible y ha perdurado.
Es la historia, inacabada, de una de las vidas de Andrés Rabadán. Un excelente regalo que me hizo Elphaba el pasado mes y que me ha cautivado.
10 comentarios:
Tiene muy buena pinta, Candela. Me la apunto porque parece interesante y desde luego diferente a todo lo que he visto últimamente en las secciones de cómics.
Gracias por la recomendación.
desde luego, tiene que ser muy interesante para las personas a las que les atraiga el estudio de la mente humana. los locos, independientemente de que su locura pueda tomar formas más o menos violentas, pueden ser muy inteligentes...
Son unos dibujos muy buenos. También parece interesante la historia que hay detrás de ellos.
Pues cierto que es que por su nonmbre nunca hubiera sabido quien es
Debe de estar muy bien, han hecho una peli ¿ no? este es el que se enamora de la enfermera, creo.
Es una historia inquietante y para pensar
beso
Yo tampoco lo hubiera reconocido, ¿dice el dicho "por sus obras los conoceréis"? Si es así, es una forma estupenda de que se le conozca a partir de ahora por otra razón.
Bsssss
Cloti
Elphaba tiene mucho gusto para los regalos. Tengo uno pendiente con una pinta que no veas.
Quería contar que mi hija está haciendo prácticas de psiquiatría, y me espero que llegue para comer con ella y que me cuente que tal la terapia de la mañana. Al final me he aprendido los nombres de los pacientes y realmente me interesa su desarrollo, si ese día se han querido tomar la medicación, que tal han pasado la noche etc.. Es un mundo apasionante, del que conocemos muy poco aunque todos pensamos que sabemos algo.
Me alegro mucho de haber acertado. Desde luego por lo que cuentas coincide con la impresión que me dió en la tienda: que era un cómic diferente, y oscurísimo.
La psiquiatría es desde luego toda una experiencia, aterradora (por lo que pensamos que podríamos tener) e interesantísima a la vez. Sin duda pasar por unas prácticas de psiquiatría te hace conocer una parte oculta e importantísima del mundo.
Es evidente que tiene un don con el dibujo. Y me parece una forma excelente de exteriorizar sus sentimientos.
No obstante me dan mucho respeto las personas con algún problema psiquiátrico que dan muestras de violencia. Aún siendo tratados, el miedo de que abandonen la medicación voluntariamente y recaigan siempre está presente.
Es un tema muy complejo.
Sip, porque son enfermedades que se pueden controlar, pero no curar...
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