Pasamos por la misma calle cada día camino del trabajo, mi amiga María y yo. Y allí está él, en su rincón que huele a orín y suciedad, sentado en cuclillas, descalzo, con la barba grasienta y la mirada perdida. Hacemos como que no le vemos, como siempre. Porque no le queremos ver. Pero arrugamos la nariz como snobs, molestas por el mero hecho de su existencia, y seguimos nuestras vidas sin un ápice de remordimiento.
Hoy, sin embargo, ha sido diferente. El mendigo no estaba allí, y si María ha pensado en él, yo no lo sé, como ella no sabe si yo lo estaba haciendo a mi vez, porque nunca hablamos de "él". Dos metros más adelante, al volver la esquina, le hemos visto. Le atacaban dos adolescentes de malas pintas, de esos que visten de chandal claroscuro y van a la misma peluquería a por su corte de pelo estilo bacinilla. Le golpeaban con los puños y pies, tratando de quitarle una pequeña caja de cartón, tan sucia como él, a la que se aferraba como si fuera la vida misma.
María y yo, dos cobardes envalentonadas por la injusticia de la escena, hemos salido en su defensa, y al hacerlo, se nos han unido anónimos ciudadanos igualmente enojados por la escena, viandantes que, como María y yo, recorren la misma calle sin verle a diario. Algunos, si acaso, le habrán arrojado una moneda pequeña para aliviar sus conciencias. Los asaltadores han huido entre muecas de desprecio e insultos. Son más cobardes que María y yo.
Mientras María le ofrecía su botella de agua, yo le he ayudado a poner en pie. Me ha mirado con sus ojos vidriosos, legañosos, y me ha regalado una sonrisa sin dientes que de inmediato se ha truncado en un gesto de dolor. La caja ha caído al suelo, y al recogerla, he notado que no pesaba nada. No había nada dentro.
Mientras María le ofrecía su botella de agua, yo le he ayudado a poner en pie. Me ha mirado con sus ojos vidriosos, legañosos, y me ha regalado una sonrisa sin dientes que de inmediato se ha truncado en un gesto de dolor. La caja ha caído al suelo, y al recogerla, he notado que no pesaba nada. No había nada dentro.
-No hay nada -he murmurado, confusa- ¿Iba a dejarse matar por una caja vacía...?
-No está vacía -ha respondido con voz grave- Está llena de mis sueños. Y eso es todo lo que tengo.
No está vacía.
La caja no está vacía.
No, no lo está.
No está vacía.
La caja no está vacía.
No, no lo está.
12 comentarios:
¡Muy bueno! Te quitan el dinero y sobrevives pero cuando te arrebatan los sueños no te queda nada...
qué terrible... hace poco vi en el telediario una noticia sobre un indigente que fue atacado por unos jóvenes. no era la primera vez que escuchaba algo así.
en el libro de miguel fuster, contaba que alguien le dijo algo así como que "cuando el cordero se separa del rebaño, los lobos van a por él". a miguel, de hecho, le atacaron, aquellos adolescentes que le lanzaron un adoquín.
pero para eso hay que estar hecho de una pasta muy diferente y mucho peor de la que podamos hechos tú y yo. a mí, desde luego, no me entra en la cabeza. las personas comunes podemos ser cobardes, pero nunca entraremos en la categoría de los que tratan de arrebatar sus sueños a quienes tan sólo eso les queda...
!qué historia más triste!
Desde luego estar en la calle tiene que ser durísimo. Indefenso, solo, ..
Y cada vez hay más,..
Que yuyu, tengo los pelos de punta!!bien por ti y por María, os habeis ganado mil años de buen karma!!
Me han dado ganas de llorar. Estoy muy sentimental últimamente. Me has emocionado.
Es verdad que cuando te quitan los sueños, ya no te queda nada de nada.
No está vacía la caja. Ciertamente. Vacíos estamos todos los que hemos permitido -yo me pongo el primero- que el ser humano llegue a esas circunstancias.
Muy bien hecho!!!
Sin sueños no somos nadie...
¿y qué sueños tendría en la caja?
Voy a resistir la tentación de referirme a la caja de los sueños, metáfora tan hermosa como real. Simplemente diré que si las ovejas se quejan todas juntas, el lobo se marcha. Ni siquiera hace falta que sea toda la manada, con que algunas empiecen, otras las seguirán. Pero para ello hay que ser muy valiente, sobre todo al principio, cuando nadie garantiza que te sigan. No fue este el caso y lo celebro.
Eso somos como sociedad, un rebaño que ignora el poder que puede tener si se atreve.
Maravilloso
Jo Candela! q historia....ademas de triste, a mas de un@, nos ha removido la conciencia. Porque se nos esta atrofiando los sentimientos, no vemos lo q molesta a nuestras tranquilas vidas, y asi nos creemos mejores, porque ojos q no ven....
Pero por otro lado.. q podemos hacer? darle unas monedas?eso nos hace mejores? llamar a asuntos sociales para q lo lleven a algun centro, y asi de paso nos quitamos de la vista algo molesto, auque lo unico q esa persona quiere es q lo dejen vivir a su manera?
De todas formas... felicidades por el par...q le echasteis, q eso si q tiene merito.
La verdad q
No, Angela, esto no sucedió en realidad... es un relato! Pero podria uceder en cualquier momento, claro.
Bueno pues he caido como una pardilla!!
Y todo el merito es tuyo candela... q realismo!!y q bien contado, vamos q me lo he tragao! y como por desgracia, no es raro q pasen estas cosas....en fin, me ha encantao.
Angela
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