Una de las cosas que más me llamó la atención, sobre todo en las calles más antiguas de la ciudad, fueron las pinturas -en mejores o peores condiciones- en las fachadas de algunso edificios, los increibles detalles y esculturas en los dinteles de cada portal, aunque esto tiene una sencilla explicación y es que las casas en Praga no tuvieron números hast 1770, sino que tenían algún tipo de adorno que las hacía particulares. Así está la casa o el palacio de tal o cual, como por ejemplo:
-Uno quiere enviar una carta a unos antiguos fabricantes de violines cuyo local está en la calle Nerudova. Pues nada más fácil que dirigirla a la casa de Los Tres Pequeños Violines, en la calle Nerudova num. 12 (hoy en día el edificio aloja un restaurante).
-O a la Casa de los Dos Soles (47 Nerudova Street), la casa de Jan Neruda, un poeta y periodista que escribió muchas historias cortas que sucedían en esta parte de la ciudad.
-El Cisne Blanco (Num. 43 de la misma calle):
-La Oveja Roja (vamos, digo yo):
-La Langosta Verde (núm. 43):
-O el León Rojo:
Además, muchos otros edificios están coronados con esculturas de variadaa temática, en fin, que daría para muchos posts diferentes, pero no era de esto de lo que quería hablar sino de una placa o memorial, situada frente al Museo Nacional, directamente detrás del Monumento de St. Wenceslas, en Wenceslas Square. La placa se encuentra en el suelo y muchos turistas desconocedores de su ubicación y con la mirada puesta en la fachada impresionante del museo o en alguno de los edificios al otro lado de la carretera, lo pisan sin saber que está ahí o lo miran con curiosidad sin saber qué significa o a quién está dirigido.
Estoy hablando del Memorial a Jan Palach:
Sin embargo, aunque para los turistas permanezca una marca desconocida y casi invisible, para los checos tiene un gran significado. Es un pequeño monumento conmemorativo a la memoria de dos jóvenes que murieron en protesta contra el gobierno Comunista y la ocupación soviética de la República Checa. Uno de ellos era un estudiante de la Charles University. La institución colocó una placa en su honor en uno de sus edificios, cerca del Charles Bridge (Puente de Charles):
Jan Palach y un grupo de estudiantes hicieron un pacto de suicidio como medio de protestas por la ocupación de su país por los rusos. La manera de inmolarse escogida fue harto dolorosa: se prendió fuego el 16 de Enero de 1969 en la rampa que sube hacia el Museo Nacional. Corrió hacia un supermercado cercano, pero cayó en la calle donde un trabajador del transporte le echó un abrigo por encima para sofocar las llamas.
El joven estudiante aun estaba consciente cuando le llevaron al hospital, con mas del 85% de su cuerpo quemado. De hecho sobrevivió durante tres días. Durante ese tiempo, en condición crítica pero consciente a ratos, pidió a sus amigos que no se suicidaran, que el dolor era intoolerable. La mayoría de compañeros que firmaron el pacto desistieron de su idea. En cambio, utilizaron su funeral como modo de protesta en masa por la ocupación de la República.
Un mes después, el 25 de Febrero del 69, el estudiante Jan Zajíc (que había firmado el pacto suicida) se quemó a lo bonzo en un callejón que lleva al número 39 de Wenceslas Square. No pudo correr y salir por la puerta, por lo que murió a la entrada. En Abril, también el 25, Even Plocek en Jihlava, una pequeña población minera al sudeste de Praga, hizo lo mismo.
Ante el temor de grandes concentraciones de protestas como las sucedidas durante el funeral de Jan Palach, la policía estatal prohibió que se enterrara el cuerpo de Zajic en Praga y así, su lugar final de descanso fue su ciudad de nacimiento, Vitkov.
La historia podía haber acabado ahí, o cuando el primer Jan fue enterrado el el Cementerio de Olsany de la capital checa, pero al convertirse su tumba en una especie de santuario nacional, la Policía Secreta checa exhumó su cuerpo el 25 de Octubre de 1973, lo cremaron y entregaron las cenizas a su madre a su pueblo natal de Vsetaty. En su tumba enterraron a una anciana anónima de una residencia cercana.
A la madre de Palach no se le permitió depositar la urna en ningún cementerio local hasta 1974. Y el 25 de Octubre de 1990 sus cenizas regresaron oficialmente a su lugar en el cementerio de Olsany en Praga.
En el 20 Aniversario de suy muerte, protestas en su memoria contra el régimen escalaron a lo que se llamó "La Semana Palach", con la policía golpeando a los manifestantes y utilizando cañones de agua. Esto fue el catalizador que precedió a la caída del Comunismo en Checoslovaquia once meses más tarde.
Fue tras la Velvet Revolution (La Revlución del Terciopelo) que se instaló esta cruz de bronce en el lugar exacto en el que Jan cayó al suelo frente al Museo Nacional, en su memoria y en la de Zajíc, además de tener una plaza en su honor y un asteroide descubierto el 22 de Agosto del 69 (1834 Palach).
8 comentarios:
Hola Candela, que interesante post, no he estado en Praga aunque Enrique si y siempre dice que le gustaria que fueramos,lo malo es la cantidad de turismo que hay concentrado en un espacio no muy extenso,en fin, es un sitio de esos que me digo "algun dia".
Que tragica la historia de los dos Jan, debe ser una muerte horrorosa morir asi, y que curioso que podamos pasar tan cerca de sitios con una historia tan potente y no darnos ni cuenta, gracias por contarla.
Muy interesante, gracias.
No me importaría irme ahora a pasar unos días por allí... precioso!
es una trágica historia. el deseo de luchar por la libertad perdida puede llevar a algunas personas a sacrificarse así...
me gustan mucho esas esculturas en las fachadas. sin duda son para fotografiarlas.
Praga es uno de los muchos viajes pendientes que tengo. No conocía la trágica historia de Palach; gracias por compartirla:)
Bss!
A mi me encantaría ir a Praga. Un año ya lo teníamos todo preparado y nos quitaron las vacaciones y tuvimos que anularlo y ya nunca más nos hemos puesto a ello.
Es un sitio precioso.
Es precioso, Lucía, pero no vayas en pleno invierno ni en pleno verano. Esta abarrotada de turistas y a veces se hace dificil hacer fotos de todo. Nosotros fuimos a finales de septiembre-principios de Octubre, cuando el tiempo era aun presentable -claro que nosotros estamos acostumbrados a otros frios- y habia menos turistas, y aun asi, habia manadas enteras -sobre todo jubilados españoles- que eran bastante molestos. Y Praga, desde luego, no se ve en un fin de semana, se necesitan al menos 7-10 dias, y eso que nosotros nos levantabamos a primera hora de la mañana y a gastar chancla hasta la hora de la cena, parando para comer y algun refrigerio, claro.
Ahora ya estoy contando las semanas para irnso a Cracovia.
Curiosa la manera de señalizar las casas y mucho más decorativo que los números XDD
Trágica historia la que nos cuentas.
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