lunes, 15 de abril de 2013

El timbre




Uno puede sentirse avergonzado del lugar donde vive. De ese apartamento oscuro, pequeño y lleno de humedades o de muebles de película de Almodóvar.

No es mi caso. Mi casita en Cork es pequeña pero luminosa, y el dormitorio es amplísimo. Lo sabré yo, que me he llevado una semana postrada en cama sin otra ventana al mundo que la de mi portátil y esas cuatro paredes por compañía.

Pero a los pocos días de llegar, nos avergonzamos de algo: del timbre.

El timbre de esta casa no era un timbre normal. Lo descubrimos al día siguiente de mudarnos, mientras yo abría cajas arriba en una de las habitaciones y el guiri hacía... lo que fuera que estuviera haciendo en la salita, el baño o la cocina. De pronto oí una tonadilla como salida de una caja de música de pesadilla, una melodía machacona que no acababa nunca. Creo que bajé las escaleras con cara de susto... ¿Habría encontrado el guiri algún tipo de caja musical de esas que dan miedo...?

Ni por asomo. Le encontré en el hall descojonado de la risa. Le había dado por "probar" el timbre de nuestra puerta. Por desgracia esos días recibimos algunas visitas... el cartero... el señor que vino dos veces a cambiarnos la cerradura... un niño de una casa vecina que había "embarcado" su freesbe en nuestro patio. Y para nuestro creciente embarazo, comprobamos que la melodía del patético timbre cambiaba cada vez que se presionaba el botoncito otrora blanco. Igual te tocaba el Cumpleaños Feliz que el Jingle Bells o una sonata de Bach o algo parecido a Paquito el Chocolatero.

-El timbre se ha de ir -dije con voz firme-. Es él o mi dignidad. ¡Que llamen a la puerta!

Y después de comprobar que no podíamos acceder al cajetín de las pilas... después de trastear durante media hora sin saber cómo detener aquel infernal hilo musical...

... Decidimos cortar el cable. Vivan la paz y la tranquilidad. Y el poder abrir la puerta sin los carrillos entintandos en el más puro carmesí...

10 comentarios:

Merengaza dijo...

Jajajajajaja que fuerteeeee, y yo que me lamentaba porque los anteriores dueños de piso-parchís se habían llevado hasta el pulsador del timbre... ahora tengo timbre y pulsador nuevos y me asusto cada vez que llaman... y son pocas.

Que viva el silencio y la tranquilidad.. jejeje. besos.

chema dijo...

a mí lo que no me gustan son los timbres muy estridentes, que cuando alguien llama te pegan un susto.
espero que ya estés recuperada del todo, por cierto.

marisa desaztre dijo...

jajajajja, con lo guay que debía sonar, jajjajajaja. Bezozzzzzzz.

Geno dijo...

Jajajaja ¡que horror! Donde esté el ding-dong de toda la vida...

anele dijo...

Ja, ja, menuda sorpresa os deparaba vuestra casa. Me imagino la cara del quiri en la escena que comentas XDD

Oltra Bitácora dijo...

Ostras q bueno! Me parece de lo más friki, yo conociéndome, creo q lo hubiera dejado para descojone general!

Red.Simplex dijo...

Puro y simples, amiga! vivimos en un pais de locos.
Bienvenida a Cork!ahahaha

Lucía dijo...

!Vaya Ruth! menuda pesadilla, menos mal que lo habéis solucionado.. El de mi casa es el estandar, de lo más normal vaya. No me gustan los timbres exagerados.

Darthpitufina dijo...

Jaajjajaja, el otro día en Leroy Merlin estuvimos probando timbres también para poner en nuestra puerta y nos quedamos espantados escuchando uno que debía ser como el tuyo, 30 segundos de melodía clásica horrorosa! No me extraña que hayáis cortado el cable.

Besines!

Bertha dijo...

jajaja Me habria encantado verte la cara al sonar al timbre, jajaja.