domingo, 12 de enero de 2014

A un maestro

El 5 de Enero moría Manuel Bernet. A la mayoría de mis lectores no les sonará absolutamente de nada, pero en Cádiz Bernet era leyenda. Leyenda del periodismo gráfico como hoy en día ya no existe. De esos fotógrafos que no tenían que usar el soporte de photoshop para conseguir una imagen memorable. hoy, cualquiera se denomina a sí mismo fotógrafo, aunque nunca haya pasado ni de puntillas por un laboratorio.

Bernet es responsable de que me aficionara a la fotografía, junto a Kiki, otro gran maestro fotógrafo de mi ciudad natal. Los conocí cuando yo apenas hacía mis pinitos en la radio, al término de mi adolescencia, y no los volví a ver hasta mi regreso de tierras catalanas, seis años después. Para acortar una larga historia, me reencontré con Bernet en una rueda de prensa, cuando Esther Arroyo fue pregonera del Carnaval de Cádiz. Allí comenzaron planes y discusiones y él y Kiki se convirtieron en mis profesores particulares de fotografía, regalándome horas de su tiempo privado, en los laboratorios que ambos tenían en su propia casa.




Bernet, como digo, es toda una leyenda. Sus historias nunca terminaban y espero que den para un libro que alguien se moleste en escribir y que también se publique un libro con su memoria gráfica, que es abundante. Bernet dormía conectado a la radio de la policía y era el primero en acudir a la escena de cualquier accidente, suceso, asesinato o reyerta para asegurarse la exclusividad de sus imagenes. El Diario de Cádiz, donde trabajó durante décadas, le rinde hoy un pequeño homenaje con un artículo dedicado a su vida que recomiendo leer, es divertidísimo: http://www.diariodecadiz.es/article/cadiz/1684312/hombre/vivio/dos/veces.html

Un fotógrafo de los de verdad, de los que se comían la calle, de los que amaban el oficio sobre todas las cosas y que no las tenía todas consigo cuando llegó tímidamente la fotografía digital. Con estos profesionales aprendí a vivir bajo la luz roja, a llegar a casa con la piel impregnada del olor del laboratorio, de los líquidos de revelado, aprendí a abrir carcasas y secar negativos, a procesar la magia que es ver aparecer poco a poco la imagen en el papel. Esa, es la verdadera fotografía.
Me ayudó a comprar mis primeros objetivos (de hecho, si no recuerdo mal, mi primer 70-300 se lo compré de segunda mano a él por muy poquito, para la Canon de carrete que tenía en aquel tiempo). Me explicó las ventajas y calidad de todos los líquidos a usar, las temperaturas ideales, el plasmado de color. 
Con Kiki pasé horas en su estudio también, muchas más que con Bernet, revelando y experimentando en blanco y negro, con diversos carretes y diferentes técnicas.

Su muerte me ha apenado muchísimo, porque aunque hacía ya muchísimos años que solo nos veíamos ocasionalmente y de casualidad por la calle cuando yo iba de visita, Bernet siempre fue un personaje carismático y cercano, una persona con quien nunca, nunca, te aburrías. Y un profesional como la copa de un pino que seguro que, esté donde esté, verá todo desde el prisma único de una lente de las de antes.


4 comentarios:

LUIS CASAS dijo...

Me acuerdo de Bernet de toda la vida con sus cámaras colgadas al cuello en cualquier acontecimiento gaditano. Un besote.

Mercedes dijo...

Muy bonito, Ruth, siempre es una pena cuando sabes que nunca más vas a poder ver a alguien que te influyó tanto en la vida. Por cierto, el artículo del Diario es genial, imagino que lo define a la perfección aunque no lo conocí. Besitos.

chema dijo...

qué bonitas tus fotos con él. también me ha gustado el artículo. antes el periodismo era otra cosa más seria que ahora, que se busca siempre el sensacionalismo y el morbo...

Esperanza Cabello Izquierdo dijo...

Una lástima! Se van perdiendo los auténticos profesionales :(
Menos mal que, a veces, dejan buenos discípulos.
Besos