domingo, 16 de septiembre de 2007

LA DUDA (ALBANTA)

Desde hace un par de meses ya, estoy escribiendo un relato corto semanal para el club literario al que me he unido, llamado Albanta. He decidido colgar aqui dichos relatos, algunos son ficticios, otros basados en hechos reales. Otros, completamente reales. Asi que cada vez que encontreis un relato con la palabra Albanta entre parentesis en el titulo, sabreis ue se trata de mis escritos para dicho club. La dinamica del grupo es la siguiente: cada semana, el vencedor propone un tema del que debemos escribir un relato de un folio de extension. No hay compensacion economica ni mas premio que la propia satisfaccion de cada uno. Espero que disfruteis de mis relatos.


LA DUDA



Era un 1 de Septiembre como otro cualquiera en la playa de Los Caños. Había llegado apenas veinticuatro horas antes dispuesta a descansar de unos merecidos días de asueto bajo un sol casi indecente. Saboreé con placer el primer mordisco cremoso del helado y reí con mis amigos mirando al mar desde la toalla. Nada importaba en este mundo. Estaba de vacaciones. Por fin.
No sé ni cómo comenzó la debacle. El helado cayó de mi mano, enterrándose en la arena fina sin protestar. Dos inmigrantes chorreando agua corrían por la orilla. Más atrás, otros cuantos le seguían, asustados, indecisos, contrariados. Huian monte arriba, queriendo dejar tras de sí una vida que no deseaban ni a su peor enemigo. Muchos no lograron ni acercarse a la loma. Exhaustos, caían como fichas de dominó sobre la ardiente arena, mientras la Guardia Civil y Cruz Roja aparecían como salidos de la nada, batalla roja y verde sobre un campo sembrado de negro. A mi lado yacía una mujer de piel más negra que el carbón que utilizaríamos para la barbacoa más tarde. Junto a ella, un hombre sostenía precariamente un bebé de pulmones enfurecido que un alma caritativa se encargaría de amamantar mientras su marido la grababa para la posteridad. Héroe anónima, madre coraje. Quince minutos de fama en el Telediario, tal vez no pasará a la historia de los libros de texto, pero sí a la historia de mi vida, la que me quitó la duda de que en este mundo no hay esperanza.
Dudé sólo un segundo. Todo lo que se me ocurrió hacer fue coger mi botella de agua ya caliente y acercarla a esos labios resecos que la aceptaron como ambrosia caída del Cielo.
"Despacio, despacito", susurré mientras le sostenía la cabeza bajo la nuca, dudando que me entendiera. Aquel cuerpo alto y fornido no tenia fuerzas ni para alzar el rostro. Pero sus ojos oscuros lo decían todo. Aquellos ojos me dedicaron una ternura que no he conocido jamás. Una ternura que nunca seré capaz de transmitir a nadie. Su mano aferrando la mía me partió el corazón, dejando una brecha que jamás sera sellada. Queria decirle tantas cosas, pero el nudo de mi garganta no me dejó...
Aquel dia lloramos todos frente a la barbacoa que no nos atrevimos a hacer. Era casi un insulto. Mientras la veía marchar, escoltada por dos Guardias Civiles y un miembro de Cruz Roja que me aseguraban que estaría bien, me pregunté qué sería de ellos. De ella. Del bebé.
Cinco años han pasado y todavia de vez en cuando me asalta la duda de conocer qué fué de ella. Miro al mar cuando vuelvo de vacaciones y recuerdo el rostro sin nombre, un rostro de mirada cansada que no puedo olvidar. Me pregunto si estará aún en un centro de acogida con estatus de refugiada, criando a una hermosa niña de ensortijados cabellos negros mientras aprende algo de español. Si la habrán deportado. Si habrá intentado de nuevo embarcarse en una patera y habrá perecido en el intento esta vez.
La chica entregó el bebé con reticencia a un paramédico. Lágrimas saladas resbalaban pur sus mejillas. Me mira. Tratamos de sonreir entre el temblor de nuestras barbillas, conteniendo el llanto desesperado.

"¿Estaran bien?" -pregunta.
"No lo dudes."-miento.

No hay comentarios: