La Princesa de Eboli se sienta en mi biblioteca privada desde tiempos inmemoriales, y aún no lo he leído. Bueno, no tan inmemoriales. Era 1979 y en casa acababan de descubrir que era miope, aunque yo no veía bien desde hacía tiempo pero no había querido o sabido reconocerlo. Mi madre me pilló encogiendo los ojos como un ratón ciego y al día siguiente ya me tenía en el oculista después de pasearme por media ciudad preguntando "¿qué pone allí?" mientras señalaba el nombre de una tienda, una pintada en la pared o la publicidad de una valla.
Yo no quería gafas. Si no tenía bastante con ser "diferente" en el colegio gracias a la religión escogida por mis padres, o a ser bajita y menudita, ahora iban a cantarme a diario aquello de "Gafitas, cuatro ojos, capitan de los piojos". Claro que para cuando fui a clase con mi nuevo armazón de pasta ocre, mi madre me había cantado todo para que estuviera preparada. Y yo estaba acojonada, simplemente.
Después no fue tan mal, las típicas preguntas y curiosidades del principio y el sentirte más fea de lo habitual. Llevar gafas en el cole parecía una minusvalía grave, pero entoces no había los diseños tan modernos y bonitos de ahora, ni la variedad, y lo funcional, a veces, era primordiall. Mi madre había elegido mis gafas en función a que eran de pasta moldeable, irromplibles, prácticamente podías hacer un nudo en la montura sin que se rompiera, pensando que en clase, practicando deportes y jugando, podría romper fácilmente otras de tipo diferente. Para mí supuso todo un trauma.
Y entonces llegó mi abuelo con la solución: una copia de La Princesa de Eboli. Me regaló este libro porque, me dijo, "había cosas peores que llevar gafas". Cuando me percaté de que la Princesa de Eboli era la biografía de una princesa tuerta, lo primero que pensé fue que ese iba a ser mi designio... que iba a perder la vista de un ojo (por entonces tenía -1.5 dioptrías en un ojo y -0.5 en el otro), o peor aún, ciega, y que mi abuelo sólo trataba de suavizar la noticia.
Como digo, nunca lo leí, porque era una biografía muy densa para una niña de nueve años a quienes las intrigas de la corte, las correrías y casamientos de la época de Felipe II le sonaban a libro de Historia de clase. Ahora lo he puesto en la pila de libros por leer, porque la historia y las biografías me apasionan, y no sé cómo lo he tenido olvidado ahí, cogiendo polvo en la estantería.
Es la historia de Ana de Mendoza, una de las mujeres más particulares de la corte de Felipe II, de cuya vida se conoce bien poco en realidad. Se dice de ella que fue " la única capaz de entretejer alrededor del cuello de todo un rey una soga hecha con pasiones que estuvo a punto de acabar con un gran imperio". Tan secreta es su vida privada, que la razón por la que perdió el ojo se ha convertido en toda una leyenda. Algunos dicen que fue debido a una caída, otros a un accidente mientras practicaba esgrima. En todo caso, se dice que a pesar del parche, era una mujer extremadamente hermosa.
Me gusta el tacto del libro, una edición de Ferni del 74 con tapas duras y de aspecto antiguo, sin título en la portada, lo que me da a pensar que debía tener alguna solapa que se perdió en algún mercadillo, lugar de procedencia, seguramente, de esta copia. Cómo mi abuelo llegó a pensar que este libro era apropiado para una niña de esa edad permanecerá un misterio, tal vez sólo se explica en mis inquietudes y mi interés por la lectura, devorando practicamente todo lo que caía en mis manos.
Y nunca es tarde si la dicha es buena. Tal vez ahora lo disfrute más de lo que lo habría hecho hace unas décadas.
5 comentarios:
Yo tb tengo el libro de la princesa de Éboli. Supongo que no sea del mismo autor ya que dices que el tuyo llegó a tu casa por 1979. El que yo tengo lo escribió Almudena de Arteaga, descendiente de la mismisima princesa.
Lo tengo, junto con el resto de mis libros, en una de las cajas del desván. Eso si, me lo devoré en un pis pas.
Por Dios, que ganas de hacer obra para tener una biblioteca, aunque sea pequeña, para poner todos los libros!!!
Ah, por cierto, hoy estoy serena del todo! jajaaj
Uy, se me olvido citar al autor, es Gaspar Muro.
Un personaje interesante sin duda el de la princesa de Éboli, que siempre me atrajo, aunque no me gustan los personajes conspiradores, pero el que fuera una mujer y en aquel tiempo, tiene su morbo.
Hola...
Recién incorporada de mis vacaciones... Me ha encantado encontrarme con montonazo de cosas que leer en tu blog y otro montón de "mi rinconcito".... Como siempre un verdadero placer... y ya he leido que vienes a los Madriles a ver si en esta ocasión nos conocemos...
Besotes
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