Su desesperación llegó al límite. No lo soportaba más. No podría aguantar ver su rostro de nuevo, aquella sonrisa porcina y esos ojos inyectados en sangre, la piel rezumando alcohol por cada poro. Y no eran sólo las palizas constantes, o el abuso verbal al que había estado sometida en los últimos años... Simplemente no aguantaba su presencia. Había dejado de quererle y aunque muchos le decían que hiciera las maletas y se marchara lejos, lo cierto era que no tenía a dónde ir. Sin un trabajo, sin una preparación para hacer nada, ¿a dónde podría ir? ¿cómo sobreviviría?
No. esta era su única huída, su medio de escape a una vida (o lo que fuera), mejor.
Subió al desván y se aseguró de escoger la viga de aspecto más robusto. Echó la soga y la ató lo mejor que supo. Colocó la silla debajo, subió en ella y deslizó la áspera cuerda en su cuello. Cerró los ojos, anegados de lágrimas indecisas y rezó en silencio, moviendo los labios, la que sería su última plegaria. Abrió los ojos de nuevo, a punto de saltar y acabar su tortura y alzó la mirada al cielo...
Y entonces lo vio.
Allí, en la viga frente a ella, una bolsa de lona, desconocida, y a la vez tan familiar. Semioculta por las sombras, clandestina en aquel recoveco difícil de ver desde el suelo. Se quitó la soga del cuello y arrastró la silla hasta el lugar adecuado, desde donde pudo alcanzar de puntillas el objeto que había llamado su atención. La bolsa cayó al suelo con un "thud" seco. Estaba abierta. De su interior revolotearon traviesamente algunos billetes verdes que fueron a parar junto a sus pies descalzos.
Y lo supo con toda certeza. Era el dinero de Johnny, el hermano de su marido. Ese dinero sucio, conseguido con la venta ilegal de armas, drogas, y cualquier cosa que pudiera reportarle cualquier beneficio. Por eso la lona le había parecido tan familiar. Pertenecía al juego de maletas que tanto su esposo como su hermano compartían cuando se marchaban de fin de semana "a jugar al golf", aunque ella sabía muy bien que se iban de putas. Dos veces la había contagiado con alguna enfermedad sexual.
Sonrió, como no lo había podido hacer en años. Sus dientes imperfectos brillaron bajo la exigua luminosidad del tragaluz y su sonrisa se hizo risa, velada, tímida al principio, hasta eruptar en una sonora carcajada. Se bañó en una lluvia de dólares y presidentes olvidados, en un alud de esperanza.
Miró la cuerda que se balanceaba danzarina desde las alturas. Cogió su pasaporte para la libertad y salió sin cerrar la puerta, ni apagar el puchero que hervía en el fogón, ni desenchufar la plancha, lista para la montaña de camisas de Tom.
Solo dejó una nota pintarrajeada en el espejo del baño con carmín barato: "Cerrado por vacaciones".
Y nadie la volvió a ver jamás.
9 comentarios:
pues me parece genial lo que hizo esa mujer, ella emplearía ese dinero para sobrevivir. el maltratador, alcohólico, pervertido y traficante que era su marido, a saber en qué lo hubiera empleado.
En la vida real esta mujer hubiera acabado muy mal...por desgracia la historia no suele acabar bien como en este relato...porque... ¿esto no ha pasado nunca,verdad?
Si ha pasado, desde luego, no ha sido a nadie de mi entorno, jeje. Pura ficcion.
Me encantan estos relatos de mujeres decididas, rebeldes, que pueden liberarse de un infierno cotidiano... que tienen la suerte de tomar una decisión que puede cambiar su destino y hacerlas dueñas de su propia vida. Porque es triste pensar que muchas, en realidad, no tienen ánimo ni fuerzas para planteárselo...
Vaya desahogo candela, me ha gustado mucho la forma cómo relatas la historia, y de hecho, la historia en sí. Se nota que tienes buena imaginación.
Un saludo y abrazo :- )
Vaya, hoy he sabido que a la hija de mi antigua asistenta le ha dado una paliza su exnovio, delante además de un amigo, que no hizo nada por evitarlo, y a pesar de los gritos ningún vecino acudió. Espero que este sicópata y su amigo se pudran en la cárcel, y que la historia acabe bien.
Me gusta el final de esta historia, no es por nada pero últimamente te salían unas cosas muy tristonas... cuando he leído lo de la cuerda ya me estaba temiendo lo peor.
Ojalá muchas mujeres se decidieran a escapar para siempre, pero es necesario estar en su situación para comprender hasta qué punto es difícil.
Charo, lo que cuentas me parece tremendo. Desde luego, el ex es un capullo, pero el amigo que no lo evitó es todavía peor. De todas formas, por una parte entiendo que no interviniera. No sería la primera vez que el pacificador acaba cobrando por las dos partes. Todos hemos visto situaciones en las que de repente ella salta contra quien la defiende de su agresor. En fin. Qué vida más triste.
De dónde te sacas estas historias? Qué imaginación!!
Estoy de acuerdo con el resto, buen final. Me ha gustado mucho.
Quizás te parezca una locura, pero como guionista no tendrías precio...
Jajjajaaaaa
Si, me parece una locura!
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