lunes, 11 de agosto de 2008

EXPLOSION Y MIEDO EN LA NOCHE (El Rincón de Lar)





Mis abuelos vivieron la explosión del polvorín en Cádiz en Agosto del 47. Un año que jamás quedará en el olvido en la cultura local. Una noche inolvidable para aquellos que la vivieron. Llegando el verano, mi abuela me contaba la historia de aquella noche del 18 de Agosto, cuando el cielo se tiñó de un rojo sólo visto en las postales retocadas de atardeceres caribeños. O como si hubiera sido posible salpicar el mismo firmamento con sangre.

Como se ve en la tarjeta superior, Cádiz es una especie de puño al mar, y el antebrazo es la "parte nueva" de la ciudad, "Extramuros", que lo llamamos allí. Esta parte estrecha comienza a partir de las murallas que rodeaban todo el casco antiguo, murallas fruto de otras leyendas de las que hablaré otro día. El caso es que en esa franja de terreno alargada fuera del centro histórico, se encontraba el Depósito de Torpedos de la Base de Defensas Submarinas de San Severiano. A su alrededor, hogares de familias civiles. No demasiado lejos, la Casa Cuna, el orfanato municipal.

Cuenta mi abuela que eran sobre las diez de la noche. El suelo tembló en medio de un gran estruendo, sacudiéndolo todo con violencia. Los vecinos corrieron primero a la azotea, arrebujándose por los corredores como almas poseídas por algún espíritu endemoniado, entre gritos incomprensibles. El alma se les heló en la cálida noche de verano al contemplar aquel cielo de carmín. Muchos pensaron que la ciudad acababa de ser bombardeada nuclearmente, pero la realidad era que unas minas rusas confiscadas a los rojos durante la guerra habían explotado en San Severiano, dejando por delante una ola de destrucción, 2000 edificios dañados, de los cuales más de 500 totalemnte destruídos, alrededor de 5000 heridos y 152 muertos. Y podría haber sido peor, pero el casco antiguo, la zona de "Intramuros" había sido salvada de la onda expansiva gracias a las Murallas que rodeaban la ciudad, Puertas de Tierra, San Carlos. No obstante, las grandes puertas de la Catedral quedaron combadas y fueron arrancadas de sus goznes.






En medio del caos, los gritos de terror y el no saber qué estaba sucediendo, corrieron a la playa de La Caleta, atravesando calles en total oscuridad, sin electricidad, a ciegas, donde el caos era aún mayor. Tuvieron que pasar toda la noche allí, consolándose mutuamente, viendo heridos llegar en completo pánico, sin saber qué ocurría, sin saber si estaban siendo atacados, si sus vidas corrían peligro. Y sólo el amanecer trajo respuestas, dolor y más sangre.

La Casa Cuna se había hundido con todos los niños, las monjas y las sirvientas. Murieron 26 niños, 3 hermanas, la Superiora y 11 amas de cría. Dice mi abuela que hallaron a las monjas abrazadas a niños, protegiéndolos con sus cuerpos. Muchos niños sobrevivieron, afortunadamente. Familias enteras borradas de la faz de la tierra, otras menguadas. Veraneantes y locales unidos en la tragedia. Casi todo Extramuros destruído a consecuencia de la explosión de aquellas más de mil minas submarinas.



Naturalmente con los años han ido apareciendo muchas teorías de conspiración: golpe contra el franquismo, sabotaje, y una misteriosa lancha vista en medio de la noche abandonando la base de Puntales. Espías Rusos. Pero en aquellos años en que mi abuela me contaba la historia una y otra vez, sus angustiosas vivencias, en todo lo que yo podía pensar era en los pobres niños atrapados bajo un amasijo de escombros. Sobre la Casa Cuna se construyó mas tarde un Instituto, que hoy tampoco existe ya. Dicen que estaba embrujado por las almas de los perecidos en el hospicio, pero eso pertenece a otra historia.

Extramuros hubo de ser reconstruido prácticamente desde cero. En el lugar donde se hayaba el Deposito Torpedero se encuentra ahora el Instituto Hidrográfico y un monumento en una rotonda en honor a las victimas de aquella fatídica noche. Mi abuela dice que en el Cortijo de los Rosales, famoso lugar de actuaciones y bailes para los más acomodados, esa noche debía cantar Antonio Machín. La expectación era grande. Pero Machín nunca llegó a salir al escenario y las gardenias se marchitaron, sin duda, bajo el cielo abovedado por la gran seta de humo que dicen se pudo ver desde Ceuta y desde Sevilla, donde se sintió el temblor de la deflagración.

La versión oficial asegura que las minas almacenadas en el polvorín no estaban en buenas condiciones de conservación y que a consecuencia del calor, se produjo la primera explosión. También corrió el rumor de que fue un atentado contra el régimen, pero ni siquiera las investigaciones más recientes han podido clarificar las verdaderas causas, pero es un hecho que permanece muy latente aún hoy en el recuerdo de los gaditanos.

Información sobre aquel 18 de Agosto existe hasta la saciedad en Internet, pero yo me quedo con la recolección de primera mano de mis abuelos, con el terror que vivieron en medio de la noche, sintiendo el suelo temblar bajo sus pies y sintiendo la muerte de cerca.

8 comentarios:

Elphaba dijo...

En aquel suceso mis dos abuelas estaban embarazadas de mis padres, y mi madre cuenta que mi abuela corría llamando a gritos por la avenida buscando a mi tío de siete añitos que estaba con unos amigos en el cine. Por suerte tanto unos como otros, habitantes de extramuros, estaban demasiado lejos como para sufrir daño alguno.
Mira que habré escuchado y leido veces historias sobre la explosión, pero tu crónica me ha emocionado.

Candela dijo...

Es una historia que me fascina.

Anónimo dijo...

HOLA CANDELA!!
ME HA GUSTADO LA MENRA EN QUE HAS RELATADO AQUELLA TRAGEDIA. LO CIERTO ES QUE HABIA OIDO HABLAR DE ESTE SUCESO, PERO ASI COMO POR ENCIMA, SABES?. HASTA HOY NO ME HABIA HECHO A LA IDEA DEL GRAN HORROR QUE TUVIERON QUE SENTIR LOS GADITANOS ESE DIA. ME HE EMOCIONADO CON LA SIMPLE IDEA DE LO QUE DEBIÓ SUPONER PARA AQUELLAS MONJAS, EL VER QUE EL CIELO SE LES CAIA, Y QUE NO PODIAN HACER NADA PARA EVITARLO...
ÉNERI.

Anónimo dijo...

Enhorabuena por tu relato. La explosión del 47 siempre ha sido muy referida en mi familia. Y es que además yo nací un 18 de agosto, algunos años después, con lo que mi cumpleaños tenía un significado especial.
Mis padres me contaron muchas historias. La tía de Antonio, a la que conocí, fallecida hace tres años y que había nacido en 1916, recuerda haber visto el destello de la explosión desde HUELVA...
También, entre los años 75-78, conocí a un compañero de trabajo que, siendo niño de la Casa Cuna, pasó tres días y tres noches bajo los escombros hasta que lo rescataron.
Lo cierto es que nunca se contaron las causas, y el gobierno tardó en pasar por Cádiz.
Ah! y para dejar un recuerdo misterioso, el relato que publicó Diario de Cádiz hace unos cuatro años, sobre un enigmático personaje que se hizo pasar por un ausente en la guerra, que convivió mientras tanto suplantando al soldado en su casa de San Fernando,y que avisó un día antes a sus supuestos familiares de que no salieran el día 18 a la calle, pues habría algún que otro peligro....

Candela hija, perdona, pero ya sabes que a veces me enrollo...
(Lo próximo: la crónica del Pay-Pay...)
Pero indicarte que al Cortijo de los Rosales iban también a bailar los menos potentados, que mis padres lo frecuentaban, cuando tenían para la entrada, claro....

Candela dijo...

Como me ha gustado tu comentario, Charo... cuenta, cuenta, cuenta mas cosas...

Y lo de los Rosales, hombre, mis abuelos tambien iban a bailar a veces, pero eran esas "veladas populares", y como dices, cuando tenian dinero para ello, para lo cual habia que ahorrar un poquitin.
si tienes mas anecdotas de la explosion, cuenta por aquei, que yo esa historia que cuetnas no la conocia...

Anónimo dijo...

Creo que en Cádiz tenemos historias para "jartarnos". yo he sido siempre muy cotilla con mis mayores y tengo referencias de muchas cosas, ya iré soltando....

chema dijo...

qué barbaridad, es una tragedia que se ha silenciado, no se ha hablado mucho de ello... aunque no hubiera sido un atentado, a quién se le podía ocurrir tener unos explosivos expuestos al sol? eso costó la vida a muchas personas...

Candela dijo...

Chema, no estaban expuestos al sol, sino en unos corredores subterraneos sin ventilacion alguna.