domingo, 30 de septiembre de 2012

Traumas Gastronómicos

Hace poco os hablé de esos "traumas" que arrastro -algunos compartidos con mi hermana- desde la infancia/adolescencia.
Para mí, hablar de ello ha sido una terapia (totalmente gratuita) al comprobar vuestro apoyo y la cantidad de gente que "sufrió" episodios similares o no se lleva bien con sus biológicos. Soy consciente del sentimiento de sentirte mala hija, descastada, sin sentimientos o demasiado dura, cuando en realidad, simplemente hemos tenido la mala suerte de tener malos padres. 

Si hay cosas que compro a mansalva, llámense tampones o papel higiénico, también hay otras que me producen un sudor frío cuando las veo y que no he vuelto a probar. Son cosas que pasan, imagino.

A mí me encanta el queso. Lo adoro. En todas sus formas, de todos los países, de todos los sabores. Camembert, Emmental, Goulda, Stilton, con frutas, fresco, parmesano... sin embargo al Cigarral le tengo una manís insana. Si me lo ponen delante, me lo como sin rechistar y probablemente ni me daré cuenta de que es Cigarral. Pero a la que me lo digan, no pruebo ni un cachito. ¿La razón? Como he comentado con anterioridad en el otro post, había cosas que mi madre compraba al por mayor. Para ella más barato y para nosotras un suplicio. 


Mi madre hacía y sigue haciendo una compra mensual y luego cada martes hace la compra de productos más frescos como fruta, verdura, y cosas que se vayan acabando. Pero todo lo que es "de despensa", se compra al mes. En mi adolescencia, el embutido para las meriendas y desayunos se compraba para todo el mes, llámese un chorizo entero y medio queso cigarral. O uno entero. Ella no podía comprar una cuña, no. Y ojito, que hasta que no se acababa una cosa, no se podía abrir otra. Es decir, si empezabas el queso, no podías merendarte un bocata de chorizo hasta que éste no se acabase, porque mi madre vive con la teoría de que dos cosas abiertas a la vez se acaban antes o se estropean al mismo tiempo.
De modo que me he llevado semanas enteras comiendo queso para merendar. Y luego un chorizo (Revilla o similar), que ya era una porra de granito. Ademas mi madre, con dos cojones, cortaba unas rodajas de casi un centímetro de grosor. No me extrañaría que todos mis problemas dentales provinieran de comer chorizo de cantimpalo. De la parte dura del palo. 

Consecuencias: lo dicho anteriormente. No me menciones el cigarral, que no lo como. Tampoco he vuelto a comer chorizo comprado en barras y poco me falta para sacar el metro y comprobar el grosor de cada loncha. 



Una tarde que mis padres salieron, mi madre me dijo que había naranjas en la nevera, por si queríamos hacer zumo. Hacía poco que había comprado el primer exprimidor eléctrico que hubo en casa (y el último porque se ha usado más bien poco), y a mi hermana y a mí nos hacía ilusión hacer turnos para exprimir. Lo único que nos dijo mi madre es que las naranjas de zumo estaban en una fuente, que no cogieramos las naranjas de comer. 
Cuando abrimos la nevera, había dos fuentes idénticas llenas de lozanas naranjas, redondas y brillantes. Pero ni pajolera idea de cuál era la de zumo. Teniendo en cuenta que yo debía tener por entonces unos 12 años y mi hermana unos cinco menos, podéis imaginaros la escena. Bueno, qué coño: a día de hoy no distingo una naranja normal de una de zumo. Ni que me importe, porque soy incapaz de exprimir mis propios zumos, no sea que no esté licuando la fruta adecuada. 
Estudiamos las naranjas con cuidado. Las olimos, las tocamos, las medimos unas junto a las otras, razonando que las que parecían más jugosas debían ser la de zumo. Teníamos un 50% de posibilidades de elegir la opción equivocada y la ley de Murphy, como no, compinchada con mis padres, hizo que exprimiésemos las que no eran.
Bronca monumental al llegar a casa, que nunca comprendí tal drama. Conseguimos sacar un litro de jugo de un kilo de naranjas que no estaban destinadas a ello. Los gritos de "sois unas inútiles" y "se acabaron los zumos", seguidos de "inútiles, buenas para nada, vaya criz me tocó con estas dos imbéciles" aun resuenan en la cabeza  de mi hermana. En la mía solo hay una boca de culo de pollo abriéndose y cerrándose, hace tiempo que aprendí a silenciar a mi madre, al menos de memoria para dentro. Y no he vuelto jamás a comer naranjas. Mandarinas, y con cuenta gotas. Esas sé que no se exprimen.



A mí me encantaba la mermelada de ciruelas. Con moderación, pero como era previsible, mi madre no podía comprar para el mes un bote de fresas, otro de ciruelas y otro de cualquier otro sabor... No, ella todos del mismo, intercalando sabores cada mes. Y como uno llega a cansarse, sucede que el bote se ha abierto, se han comido dos cucharadas y no se ha vuelto a tocar durante las cuatro siguientes semanas. Y ahí tienes a tu madre como dependienta comprobado fechas de caducidad diciéndote que la mortadela no se abre hasta que se acabe la mermelada de ciruelas. Y tú que, por progresar, una tarde decides rebajar el contenido del bote comiéndotelo a cucharadas, y cuando te has dado cuenta, te has pimplao el bote entero. Y no pasa nada. ¿Había que acabarlo en menos de dos días, no?

Pues no. Porque cuando llegó mi madre (con su inseparable marido, mi padre), a casa, no me echó la bronca por ello como en parte esperaba mientras raspaba con la cuchara el culo del bote de cristal. No. Me empezó a preguntar si no me sentía enferma, porque de seguro habiéndome comido de una sentada un cuarto de mermelada, tendría que estar vomitando por las orejas. Hacía dos o tres horas que había concluido mi merienda y estaba perfectamente. Pero su insistencia y su preguntar cada quince minutos si no me dolía la tripa, si no tenía un ataque de diarrea o si no sentía ganas de vomitar acabaron poniéndome tan nerviosa que esa noche me fui a la cama sin cenar y con el corazón latiendo en la garganta. ¿Me moriría de indigestión en medio de la noche...? 

No recuerdo cuándo fue la última vez que comí mermelada de ciruelas, pero esta vez nada tiene que ver con cogerle asco o no. Es que simplemente aquí no la hay. Pero arrastro un sentimiento de culpabilidad tan grande que soy incapaz de traerme un bote cuando visito España.


Por otro lado, está el tema de La Casera. Aquí evidentemente no la hay, pero el día que puse un pie fuera de mi casa para iniciar mi propia aventura, fue el último día que vi una botella de casera. También las compraba mi madre cada semana, cuatro, cinco o seis botellas que debían durar toda la semana (cola, naranja y limón) La blanca solo se compraba para beber con tinto de higos a brevas. Un vaso para comer y otro para cenar. Durante el día, si tenías sed, a beber agua. Del grifo, claro. En casa de mis padres solo han entrado botellas de agua mineral en tiempos de sequía. 
Y el problema de la casera es que ni a mi hermana ni a mi nos hacía mucha gracia el sabor de limón, pero daba igual. Creo que en realidad nunca nos atrevimos a decirlo en alto: la bebíamos y punto. Nada de tener sabores predilectos, de hoy me apetece cola y ahora naranja... hasta que no se acababa una botella no se abría otra, así de simple. Que si usábamos dos botellas a la vez, "se le iba la fuerza a ambas". Oh, y cuando solo quedaba en la botella medio vaso... te lo rellenaban con la botella siguiente, aunque fuera de otro sabor. Mi madre era especialista en "rebujitos" de limón con cola, limón con naranja o cola con naranja. Una asquerosidad, pero la hemos tenido que beber.
A dia de hoy sigue sin gustarme la limonada, la fanta no es que me vuelva loca y la cola ha de ser Light y de la marca Coca Cola. Por ahí no paso.

No soporto los san jacobos, ni el lomo adobado, ni los filetes de pollo empanado. El huevo frito me da asco. Era lo único que nos ponía de noche, junto a salchichas frankfurt fritas. Yo le decía que me las pusiera crudas, que a mí me gustaban crudas, que no las quería fritas que tenían mucha grasa. No comprendo por qué no me las podía comer así. A día de hoy, las frankfurt las como crudas o hervidas, y si son de pollo, mejor que mejor. O de pavo. 

Antes de que las Oreo se hicieran famosas, en mi casa ya "entraban" galletas similares, los Bocaditos de Cuétara. Se compraba una caja de esas que tenía que durar todo el mes, y las normales de María, más un paquete de Príncipe y luego las galletas sacrosantas de coco de mi padre y Bocaditos de limón, que no se podían tocar. Ahora cuando veo anuncios de las oreo donde niñas de muy poquita edad "enseñan" a sus padres a comerse una oreo como debe ser, separando las galletas y chuperreteando la crema, me acuerdo de las collejas y los "guarra, come como una señorita" que nos ganábamos mi hermana y yo por hacer lo mismo, con estas y con las Príncipes. Y yo adoraba ese surtido Cuétara que a casa solo llegaba por navidad...

Como creo que ya os he dado la tabarra lo suficiente, lo dejo ahí... ¿Soy la única que ha aborrecido comidas por abusar de ellas en el pasado...?

jueves, 27 de septiembre de 2012

Munster Koach: ¡Terminado!

Ya está terminado. Como veis lleva muchos, demasiados detalles y muy pequeños en tamaño. Ha sido difícil para el guiri, por aquello que comenté en mi anterior post de que muchas piezas no encajaban y ha tenido que limar y buscar modo de adaptarlas, pero al fin lo ha logrado sin incidentes. Ahora ya está inmerso en el coche del abuelo... que parece mucho más sencillo y rápido que este.





miércoles, 26 de septiembre de 2012

Cómo meter la pata del todo reservando un viaje


Aunque siempre digo que soy muy despistada, en realidad no lo soy tanto. Simplemente soy miope y a veces pues... no reconozco a gente por la calle. También porque a veces voy pensando en mis cosas o, si me aburro mucho, creando historias en mi mente. Vale, sí. Soy un poco despistada. 

He tenido pocos "incidentes" viajando. Nunca he perdido un vuelo. Ni una conexión de autobus o un tren. 
Mi primer "despiste" fue hace unos años, cuando el guiri fue a un concierto de Iron Maiden que tenía lugar en Dublín el fin de semana. Me dio la fecha y la entrada para el concierto la hice yo por internet. Hasta aquí todo bien. Me iba con él, a pasar el fin de semana de compras, pero sin acudir al concierto de Iron Maiden. Así que procedí un par de días más tarde a cogerme el lunes libre en el trabajo (pasabamos en Dublin sábado y domingo y regresábamos el lunes). Finalmente me puse a la tarea de buscar un hotel bueno, bonito y relativamente barato, porque lo quería con Spa, gimnasio y piscina. Me decidí por el Clarion, con una habitación con vistas al río. Y aquí fue donde metí la pata del todo. Porque cogí la reserva para el fin de semana siguiente al de nuestra visita. Y además, la cogí en una página de reservas que no era la que habitualmente utilizo. La cara que se me quedó al llegar al hotel con el guiri y que me informaran que la reserva era para el sábado siguiente debió ser un poema. Y además, no tenían habitaciones libres para ese mismo día...
Así que nos tocó buscarnos otro hotel, que afortunadamente fue rápido y nada doloroso. Eso sí, sin Spa, gimnasio o piscina, así que mi maleta llena de pijadas no me sirvió más que para cargar con peso. El hotel fue más barato que el Clarion y por la reserva cancelada solo tuve que pagar la fee de la página, que si no recuerdo mal eran 12 euros.

Pero este año me llevo la palma. Y nunca me ha pasado algo así, por lo que ya no sé qué más esperar. Maldita Ley de Murphy.

A finales de Noviembre voy a Madrid para el Expocómic, como cada año. En Agosto una tarde que me aburría decidí echar un vistazo a la web de Iberia a ver si tenían billetes de precio razonable desde Dublin y así evitar viajar con todas las restricciones de Ryanair. O de Aer Lingus, que ahora opera con el mismo tipo de restricciones o peor (no te dejan bolso de mano, el equipaje de mano es solo 7 kgs y has de pagar por la maleta en bodega). Encontré un vuelo que se ajustaba a un precio relativamente barato y sin dudarlo lo compré (cosa de la que me alegro porque una semana después esos vuelos ya no estaban disponibles y ahora hay que hacer escala en Londres al módico precio de unos setecientos y pico de euros ida y vuelta).
La reserva se realizó sin problema. Luego convencí al guiri para que se viniera conmigo y le hice la reserva, al mismo precio. La reserva la realicé a través de Iberia.com y el vuelo está operado por Iberia Express (con lo que me gustaba Air Nostrum!).

Luego empecé a mirarme hotel, pero estaba en duda entre los dos Senators en Gran Vía. Me he alojado en ambos y no tengo quejas. Al contrario. Me encantaron. Hice la reserva finalmente en el Senator que está más cercano a la Plaza de España, más que nada porque tengo el metro a la salida y desde ahí con la línea azul solo son dos paradas hasta la sede del Expocomic en la Casa de Campo. Y es que el guiri odia el metro. Por lo general, cuando me alojo en el otro Senator, tomo la línea hasta Tribunal y ahí cambio a la otra, pero lo dicho: el guiri odia el metro y los cambios (y eso que la claustrofóbica soy yo).
Realicé la reserva en la página habitual. Me llegó el email de confirmación. Todo en orden. Pero al día siguiente me llega un email de cancelación explicándome que los datos de la tarjeta estaban mal. Intento volver a hacer la reserva y me rechaza la tarjeta. Compruebo online que no me han tangado los fondos y que hay dinero en mi cuenta (ya me pensaba lo peor), y me voy al banco. Resulta que me habían cancelado la tarjeta porque les salía en el ordenador que estaba denunciada como robada. Les pido que me la reactiven y me dicen que eso no es posible, ya que una nueva tarjeta ha sido procesada y viene de camino a casa. Mientras tanto, no puedo sacar dinero de mi cuenta a través de la ATM, solo en ventanilla. Cojonudo. 
La tarjeta me llega a los 7 días justos y entonces procedo a hacer de nuevo la reserva, pero me he fijado mientras tanto, en esos días en que no he podido hacer nada, en que es más barato reservar directamente en la web del hotel que en mi página habitual. Procedo... voy a la web, relleno los datos de las fechas de ocupación, el número de personas y de habitaciones a reservar. Pongo las fechas (29 nov-3 de diciembre), dos personas, 1 habitacion. Se me abre una nueva ventana con varios precios. Lero por encima, habitacion doble estandard, suite, ejecutiva... con desayuno o sin él... en fin, diversos precios. Cojo el primero. 
Y aquí empieza el error garrafal. Cuando me llega la confirmación de reserva (no refundable) me doy cuenta de que sí, las fechas están correctas, la habitación es doble, pero... he cogido una doble pero de uso individual. Y si cancelo, pierdo el 100% del coste aunque haga de inmediato otra reserva.
Medio en pánico, llamo directamente al hotel, donde el paciente y amabilísimo recepcionista "cree" que si cancelo solo pierdo 45€. O tengo la opción de -a mi llegada- pagar 20 euros por noche por la otra persona. Me acojo mejor a esta opción porque no era seguro que no me cobraran el precio de la habitación por la estancia completa si me atrevía a cancelar. Y es que la oferta era tan buena que no admitía cambios, ni cancelaciones, y te cobraban a las 72h. Le pedí que por favor en las notas de la reserva pusiera que ibamos a ser dos y le hice repetirme treinta y tres mil veces que sí, que no había problema y que pagando eso 80€ a la llegada ya no había problema. Aún así, la habitación me sigue saliendo más barata que en la página donde siempre hago las reservas.


Y esta mañana, al ir a mirar algo en mi reserva de vuelo, me he dado cuenta de que volando con Iberia Express has de facturar maleta en bodega pagando 15€ por viaje (menos mal que es poquito), o eso creo. Porque no me queda claro. Por más que he mirado, leído, remirado y tal, no me queda claro si he de pagar o no... y por qué cuando haces la reserva no te lo dice así y puedes entonces añadirla, pagar y tener todo ya listo y facturado. Creo que puedo hacerlo al hacer el check-in online. Porque si lo dejo hasta el aeropuerto, tengo que pagar 30 euros por viaje en lugar de 15€. 

¿Qué más me va a pasar???? ¿Me perderán las maletas? ¿me cancelarán el vuelo? ¿Me atracará el taxista que me lleva al hotel? ¿Perderé al guiri en el aeropuerto en Dublín...?


domingo, 23 de septiembre de 2012

Buscar empleo es un trabajo


Ayer estuve en Cork de nuevo. Estoy apuntada a varias webs de búsqueda de empleo y en algunas de traducción y lenguas, como es el caso de Bilingual People. Hace unas semanas me enviaron un email para anunciarme que ayer día 22 de septiembre tendría lugar en Cork una Language Fair, donde algunos recruiters y empresas, irían a recoger Curriculums y ofrecer puestos de trabajo. En el email se incluía una relación de las compañías presentes y otro email posterior ofrecía instrucciones para acudir al evento (principalmente inscribirte, para lo cual te enviaban un email con un ticket y un código de barras que debías llevar al Hotel Clarion, lugar donde tendría lugar la "feria".

Desconozco el número de trabajos ofertados en total allí. No puedo decir que había de todo (paso a explicar en breve), pero al mismo tiempo, en el Centro de Convenciones de Dublín también se celebraba otro evento similar: Career Zoo, que ofertaba la no poco estimable cifra de 4000 puestos de empleo.

Lo que sí sé es que solo en Cork, en el sector de IT, se necesitan desde hace años a 1700 profesionales y a fecha de hoy han sido incapaces de encontrar a personal adecuado.

En Irlanda hay trabajo. A patadas. Al querer mudarme a Cork, estoy apuntada a toda clase de agencias/webs/páginas de FB y otras fuentes de búsqueda de empleo a nivel local y a diario veo todo tipo de trabajo ofertado: dependient@s, barberos, peluquer@s, y un sin fin de trabajos de poca cualificación. Eso sí, como es lo más normal del mundo, se exige inglés fluido. Porque a nadie se le ocurriría en España contratar a un guiri para atender una barra de bar sin saber lo que le piden, ¿no?

Esta me parecía una oportunidad estupenda de explicarles que sí, estoy actualmente trabajando y muy contenta con mi trabajo pero busco desesperadamente abandonar Limerick y mudarme a Cork, que eso no es ningún problema y que la única razón por la que deseo dejar "my current employment" es porque adoro Cork, su vida cultural y la ciudad en sí. Y que estoy dispuesta a hacerlo en un plazo de dos semanas de notificación que he de dar a mi actual empresa.

Sin embargo, el sector más demandado es el relacionado con las tecnologías. Programadores, developers, ingenieros técnicos, analistas, especialistas en esta o aquella cosa de ordenadores (la mayoría es chino para mí). Y sobre todo, en el sector del Customer Service (con o sin soporte técnico), los idiomas más demandados son alemán, danés, finés, noruego, sueco, holandés, turco... poca salida para el español. Incluso el francés y el italiano están más demandados que el castellano.

Dicho esto, no sé si considerar mi visita a la Language Fair de ayer una pérdida de tiempo total o parcial. De las empresas que confirmaron su asistensia, alguna finalmente no estaba. 12 tenían stand en la sala del primer piso del Hotel Clarion (un hotel precioso, por cierto). 
Al principio me sentía como si sobrara allí. Del todo. Me sentí como s mi Curriculum fuese una mierda, a pesar de que me consta que no lo es. Había ofertas para el sector financiero pero sobre todo para puestos de ingeniería o analítica técnica. Iba de stand en stand como alma en pena preguntando qué ofertas tenían que pudieran ajustarse a mi perfil. Pocas cogían Cv (a pesar de que en el email que me envió Bilingual People decía que llevaras un buen número de Cvs) [yo llevé unos 30, sí, ya sé, para 12 potenciales propuestas, demasiados, pero cogí la carpeta donde los guardo sin mirar, yo solo sabía que debía haber unos veinte...]

No todo fue negativo. En la mayoría de sitios no cogían Curriculum en mano, sino que te daban un trozo de papel, un folio informativo con los idiomas más buscados en su empresa y los roles necesarios, y te aconsejaban aplicar por internet. 
Cpl, una agencia de reclutamiento (suena a ejército, sí), cuya asistencia no estaba annciada, se encontraba presente, y la chica fue de las más amables que encontré. No solo me cogió el Cv sino que lo miró delante mía y me comentó que era un resumé muy completo y que creía poder tener alguna oferta interesante que pudiera encajar en mi perfil. Cruzo los dedos.

Una de las "empresas" con stand, CultureTranslate, aun no sé qué hacía allí. No había nadie revoloteando frente a su parada. Todas las empresas tenían "cachivaches para repartir" (excepto esta) con el logo de las empresas (bolígrafos, llaveros, palotitas de goma antiestrés, puzzles, etiquetas para maletas... e incluso una de ellas regalaba camisetas). Me habría podido venir cargada de boligrafos, pero solo cogí uno del ultimo stand que visité, más que nada porque tenía la direccion de la web y aunque la chica me cogió el Cv, siemple aplico por internet "por si acaso". No me extrañaría nada que esas cajas que ya vi rebosantes de esperanzas acabaran al final del día en la basura.

Pero a lo que iba: CultureTranslate. Con ese nombre, y habiendo oido hablar de ellos (posiblemente porque viera alguna oferta en alguna web), pensé que se trataba de una agencia de Traducción o similar, y me acerqué a preguntarles si buscaban traductores o si podía dejarles el Cv. La respuesta, totalmente seca y como si la estuviera molestando (creía que estaba allí no para mirarse el email sino para atender a posibles candidatos), fue "No somos una empresa de traducción y no sé si sabes que no estamos afincados en Cork". Mi pregunta mental, que no llegué a formular fue "¿y para qué caraj... estáis aquí?" CultureTranslate , según su web, es una empresa dedicada a la traducción de videojuegos y creo que están basados en Frankfurt (que no venía mal simplemente aclararlo, y digo yo, ella qué sabía si yo estaba buscando relocalizarme allí???

En cualquier caso, me cogieron el Cv en Lilly, Cpl, en alguna otra que no recuerdo y en Starwood, una empresa hotelera y de resorts que a primera vista tiene buena pinta y te ofrecen el oro y el moro, no es necesaria experiencia y te dan el training adecuado. Parece ser que se trata de tramitar telefónicamente y a través de emails las preguntas, dudas y las reservas de los clientes, y creo que hay algo de ventas de por medio, pero sería interesante, y me han dicho que tienen un equipo con varios idiomas, así que podría ser el sitio. Anoche les volví a enviar el Cv por internet.

No estuve allí ni tres cuartos de hora. Tras esto, fui a reunirme con un grupo de Au Pairs de Limerick que iban a Cork a pasar el día. La hermana de una amiga mía con la que compartí piso aquí hace años, está en un pueblecito cercano como Au Pair para mejorar su inglés y le comenté que ese día iba a Cork, por si quería venir. Ella se lo comentó a otra Au Pair y al final el grupo se expandió. Pero, como suele suceder cuando se reunen muchas personas para visitar un lugar, cada uno quería hacer algo distinto: unas querían ir a mirar tiendas, otras coger un bus a un pueblecito pintoresco cercano, y otras visitar la ciudad. En este último grupo se encontraba mi amiga, otras dos Au Pairs españolas y una alemana. 
Una, que no olvida los tacones ni para ir a la playa, llevaba un par de zapatitos rojos, que no sé para qué me arreglé tanto si luego la mayoría de buscadores de empleos y cazatalentos iban de todo menos bien arreglados (la única que iba de traje de chaqueta era la de Cpl, el resto en vaqueros y camisetas con logos de las empresas o directamente vaqueros y polos informales o camisetas). Y yo allí con mi vestidito de oficinista gris, con zapatos y cinturón rojos... así que el resto del día, según avanzaban las horas, se convirtó en una tortura para mis delicados pinreles.



La compañía fue totalmente grata. La edad: desde los 18 a los 32 años, pero en lugar de sentirme viejuna, me sentí rejuvenecida, positiva que es una. No deseé volver a esos años, cuando había que ir mirando cada céntimo que se gastaba y dónde y en qué. Tras un paseíto por el Corn Market, las llevé a ver la torre de Shandon, y mientras ellas subieron a la cúspide, yo me quedé descansando en el lobby, que arriba ya he subido un par de veces. Interesante esta bonita torre, aunque os hablaré de ella próximamente... Es una amenaza.

De allí nos fuimos a comer algo (a la callecita donde está el Cementerio de los Hugonotes) y de ahí ellas iban a la Catedral de St. Finbarr, yo de vuelta a casa porque mis pies no podían más. Los zapatos rojos son in-co-mo-di-si-mos para pasar todo el dia. Aún a día de hoy, me duelen los pies y me he lastimado el dedito chiquitín derecho...

lunes, 17 de septiembre de 2012

Mein Liebster mich...


Gen desde su blog me ha lanzado el reto bajo este premio, de contar un poquito más sobre mí. Aunque cualquiera que lea este blog sabrá, que poco me queda por contar de mí. Soy una mezcla de libro abierto e indiscreta total. Y lo que me importa!
De modo que, siendo el condicionante del Liebster rellenar un cuestionario, procedo sin más dilación, y copiando descaradamente a Gen, subo foto de una Candela más jovencita (pero poco más):


Aquí van 11 cosas sobre mí:

  1. Soy muy miope. Y despistada. Compenso el despiste con una memoria bastante buena.
  2. No soy persona si no me levanto por la mañana y, tras mirar los emails, el foro de Esther y Facebook, leer la prensa diaria (Diario de Cádiz, El País y The Irish Independent) online mientras desayuno un yogurt natural desnatado con sabor añadido y avena (lo que aquí viene siendo un porridge con yogurt en vez de leche) de medio litro.
  3. Me encantan las pipas. Estaba tan enganchada a ellas (como si fueran tabaco) que he tenido que tomar un año de descanso porque me veía ya con deliriums tremens cuando llegaba a mi último paquete (me apasionan las Kelya). A día de hoy creo que me he desintoxicado casi totalmente y solo me permito una indulgencia al mes...
  4. No concibo la vida sin libros. Me da igual que me digan que el ebook ocupa menos, que no coge tanto polvo o que no pesa nada en el bolso. Como bien dijo Blas, soy amante de la LECTURA y de los LIBROS, que son dos cosas diferentes pero perfectamente compatibles. 
  5. Me encanta aprender nuevos idiomas. En cuanto me mude a Cork -porque aquí en Limerick no encuentro unas clases que por horarios, duración y días se ajuste a mis necesidades, quiero retomar las clases de alemán (no por esa moda que ha empezado en España porque todo el mundo se quiere ir a trabajar allí). Ya estudié alemán dos años y no pude continuar por razones que no vienen al caso (llámense, no había más clases). Y quiero estudiar Noruego. Porque sí. Porque me gusta. Y Japonés, que ya hice un curso hace un par de años pero solo había un nivel: el básico. Forever.
  6. No sé decir qué color es mi favorito. De pequeña/adolescente, decía que el rojo. Claro que en ello me influía el que Tino de Parchís fuera de rojo y estuviera como un queso. Luego me olvidé del rojo porque, seamos honestos, el rojo engorda. No físicamente, pero sí al ojo. Diría que el azul, pero también el verde. Y el rojo. Hale, los tres, ¿por qué leches hay que decidirse por uno...?
  7. Soy una persona bastante creativa, aunque creo que esto no le cogerá de sorpresa a nadie.
  8. Detesto los chicles. Detesto hablar con gente que está comiendo chicle (es que me revuelve el estómago, no es por snobismo). Por el mismo rasero están los caramelos de menta. En este caso no me revuelve el estómago pero el olor amentolado me recuerda a estar en cama malísima con gripe y por lo tanto no es un olor agradable.
  9. Odio el olor del Red Bull. Me desagrada y también me revuelve el estómago, pero esto se debe a que me encontraba un día bastante mal (del estómago), había pasado una mala noche y había ido directa a trabajar (de dependienta en una tienda) y me recomendaron deayunar con Red Bull. La vomitera fue la peor de mi vida. Gracias a Dios fue un viernes y tuve el fin de semana para recuperarme.
  10. Me gusta el invierno. Me gusta la ropa calentita cuando tengo frío y comprar bufandas y guantes cada invierno como si no tuviera nada.
  11. Me he Irlandesado. He adoptado costumbres que antes habría cuestionado. Esto, a veces, me hace parecer más fría con los recién llegados o incluso apática, pero... a todo acaba uno acostumbrándose... hasta a salir en manga corta bajo el abrigo a -12º!
Y ahora, las preguntas del cuestionario pertinente, que también son 11:

  1. Si no te llamases como te llamas, ¿cómo te gustaría llamarte?
De pequeña odiaba mi nombre. En el colegio, se cuestionaba la procedencia del mismo (he tenido que soportar burlas incontables llamándome Rufina o Rutina o Ruperta). De adolescente tampoco tocaba las palmas, especialmente porque con el apellido que tengo, me pasaba el día deletreando y corrigiendo a la gente en su pronunciación. Ahora he hecho las paces tanto con el apellido como por el nombre, ya que Ruth es fácil de pronunciar en guirilandia (siempre advirtiendo que la th se pronuncie como una T sola). Pero de tener que escoger otro nombre para mí, sería Esther. 

      2. ¿Qué película te gustaría haber protagonizado? 

Una de aventuras. O un thriller. Pero ningún título en particular, o ningún personaje que tenga en mente.

      3.¿Dónde te gustaría estar dentro de diez años?

Espero que aún en Irlanda pero en Cork. Y trabajando en algo que me haga tan feliz como la mayoría de trabajos -en su medida- que he realizado hasta ahora.

      4. ¿Cuál es el mejor consejo que te han dado?

Sal de España. Aquí no hay nada que te haga feliz.

      5. ¿Cuál es para ti la mayor historia de amor retratada en un libro?

Hummm... creo que en esta voy a coincidir con Gen y decir que la historia entre Heathcliff y Catherine en Cumbres Borrascosas. O la de Wallis Simpson y el Principe Edward, aunque esta no es literaria y sí real.
     
      6. Tu frase célebre favorita es... 

No dejes para mañana lo que puedas hacer hoy. Intento cumplirla lo mejor que puedo.

      7. ¿Cuál es tu posesión más preciada?

Tengo tantas cosas que me sería imposible decidirme a coger una. Pero lo primero que se me ha venido a la mente son las cenizas de mi abuela. Aunque no sé si entrarían en la categoría de "posesión". Jajajaa, posesión y cenizas de un muerto, jajaja.

      8. ¿Cuál es el libro de tu vida? 

Difícil. Estoy entre El Conde de Monte Cristo y el Principito, pero creo que si me lo he de llevar a una isla desierta, acabaría del segundo hasta la rabadilla.


      9. El ídolo de juventud del que más te averguenzas es...

Creo que de ninguno. Hay un tiempo para cada ídolo. Creo que la mayoría me sigue gustando a día de hoy, y los que no me gustaron entonces, siguen sin gustarme ahora...

     10. Cuéntame cuál ha sido tu disfraz más original. 

Con 13 o 14 años me disfracé de Boy George. Mi abuela, con mucha paciencia, se pasó toda la sobremesa del sábado haciéndome trencitas en el pelo y colocando bolitas al final y gomas de colores para que no se me soltaran. Luego, con spray me lo teñí de rojo. Cogí una gabardina gris de los años sesenta de mi padre, una amiga me prestó unos pantalones y me compré un gorro igual al que llevaba George en la época del Karma Chameleon. Todo el mundo se me quedaba mirando con admiración por la calle y fue el disfraz del año entre mis amigos.

     11. ¿Con qué personaje de la historia te gustaría tomar café?

Con muchos. Pero de todos todos, me quedo con Ana Frank. Me habría gustado saber qué sería de ella ahora si hubiera sobrevivido. Si su diario se habría publicado finalmente o habría decidido no hacerlo y convertirse en una anónima superviviente más.


     Ahora, en teoría, debería escoger a otros 11 blogs, pero invito a todo aquel que desee completar este cuestionario a que lo haga.


sábado, 15 de septiembre de 2012

Originales de Edmond

Se me van acumulando temas y a veces no me queda tiempo (o ganas) para escribir, con tanto proyecto entre manos. Pero no quiero dejarlo para más adelante. Quería enseñaros los dos fantásticos originales que me ha obsequiado Edmond. 
Hace unas semanas le ayudé a crear un blog y como agradecimiento, me dejó estto en mi muro de Facebook:


Pero siendo una persona tan generosa, no quiso detenerse ahí y hace un par de semanas me llegó a casa el dibujo de arriba más este precioso desnudo que va a ocupar un sitio destacado en mi salón:


Así que tengo que darle unas gracias muy muy grandes, porque ya es un lujo contar entre tus amistades con el autor de tantas historietas que leí de niña, incluidas Jan Europa, que a mí me parecía el colmo de ser sexy, qué cuerpo, qué rostro tan cincelado, qué... qué... ¡todo!, y encima ser obsequiada con algo tan preciado como una obra suya.

Pero si queréis ver más de su obra, nada mejor que visitar su blog: www.edmondripoll.blogspot.com.

(Por cierto, que si no sabéis que regalar "a esa persona que lo tiene todo" estas Navidades, o en un cumpleaños... Edmond hace retratos a precios populares. O tal vez queréis regalarle una tira de cómic o uno de los originales de sus cómics...)


jueves, 13 de septiembre de 2012

PIPPI y la CHILABA


A esta foto le tengo mucho cariño, y a la vez me da urticaria mirar esa chilaba de lana gorrrrrda que me tejió mi madre (moda terror, lo llamo yo, la tortura a la que me vi sometida esos años, estas cosas sí que dejan traumas profundos). En la foto yo tenía unos cinco años y me la hizo la monja que teníamos en párvulos, Sor Javier.
Sor Javier siempre ue buena y cariñosa conmigo. Me tenía un singular apego y yo también tengo gratos recuerdos de mi tiempo bajo su tutela en clase. Tiempo después abandonaría el centro, destinada a otra parte de la geografía española y jamás volví a saber nada más de ella. Imagino que a estas alturas, estará criando malvas apaciblemente. 
La foto me la hizo con su cámara como sorpresa para mi madre, y sostengo en mis manos un libro de Pippi Calzaslargas que me encantaba tanto la serie como el disco (que tengo aún) y si no recuerdo mal, el libro pertenecía al colegio, y a mí me encantaba. Lo he buscado incansablemente por ebay y en la única ocasión que lo encontré me pedían media hipoteca por él y otra media por enviármelo por correos a estas tierras tan inhóspitas donde los españoles somos tontos y no sabemos que un libro de ese tamaño y peso, por muy certificado que esté, no va a costar más de 10 euros. Y estoy hablando de hace ya unos cinco años...

Sor Javier me separó del resto de niñas durante la hora del recreo, y me llevó a la parte posterior de la escuela, donde un pequeño patio con jardines y una fuente baja (que cariñósamente llamábamso unas cuantas "la piscina" por su forma alargada), hacían de la entrada trasera un bonito escenario (que no se parecia para nada en la foto, como es natural). Me hizo prometer que no se lo diría a mi madre, para sorprenderla con la foto, pero al regresar con mis amigas al patio y estas interrogarme sobre mi desaparición con la monja, tuve que contarles todo. 

A la salida del colegio, una de ellas, hija de la amiga de mi madre, con quien hacíamos a diario el camino de regreso a casa, no tardó ni un minuto en cantar como la Caballé:

-"Sor Javier le ha hecho una foto a Ruth con el libro de Pippi y es una sorpresa"

Ya no, bonita. La anécdota aún se recuerda por casa, como se recuerda a sor Javier, quien por cierto, en mi mente, es clavadita a una de las monjas de Canción de Juventud. Y probablemente no se parezcan en nada.
Si alguien rconoce el libro de Pippi, lo sigo queriendo. Aunque sea prestado.


viernes, 7 de septiembre de 2012

APÁTRIDA

Hace unos años (2008) escribí un post sobre mi culo de mal asiento. O más bien sobre el no pertenecer o no saber adonde se pertenece.
No puedo decir que "cada vez que voy a España la siento diferente" porque hay cosas que no cambian. Yo sí he cambiado, y mucho, desde ese 2008. Casi más de lo que he cambiado desde que este culito prieto pero inquieto empezó a moverse por un mapa. Y no puedo decir que la siento diferente (a España) porque ese sentmiento no lo tengo cuando voy a Madrid o Barcelona, por ejemplo. A mí me encanta el ritmo trepidente de las grandes ciudades. Cuando voy a Madrid, me encandila pasear por la Gran Vía y confundirme entre la gente. 
Pero cuando voy a Cádiz, que por ende es la ciudad donde nací, la cosa cambia. Vuelvo a casa de los nervios, y este año creo que aún más.
Antes de que alguien me salte a la yugular y me acuse de ver los toros desde la barrera y criticar "a los españolitos" (porque sí, porque amigos míos me han acusado de pensar que el campo es más verde aquí), diré que si critico lo que veo es, precisamente, bajo esa licencia que me concede el ser gaditana y, por lo tanto, tener todo el derecho de criticar mi tierra. Mi ciudad. Mi barrio y a sus madres si es preciso. Pueden criticarme los de Barcelona, Madrid, Sevilla o Sebastopol si abro la boca para hablar de algo que seguramente desconozca, pero de mi Cai... ¡de mi Cai hablo como me da la gana!

Partiendo de la premisa (como me gustaba esta frase en los exámenes del instituto, cuando no tenía ni idea del tema y me enrollaba en una introducción que luego dejaba inclompleta como si no me hubiera dado tiempo de elaborar...); pues eso, partiendo de la premisa de que fui a Cadiz sin ganas, por motivos que ya he expuesto en el anterior post y que se repiten en cada visita... partiendo de la base de que este año no pensaba ir a casa, pero una muela más porculera que su dueña decidió que hacía un año que esta boquita no veía un dentista y después de dejarme una pasta gansa en el dentista de mi calle, donde pagué 3 veces lo que me habría costado en casa, decidí armarme de valor, llenar la maleta de bikinis y... al toro.
Según pasaba los días, no obstante, comencé a ilusionarme más: justo el día de mi llegada había un concierto ambulante gratuito de Carlinhos Brown, que yo no tenía ni pajolera idea de quién era, pero para eso están el Santo Google y el no menos beato Youtube y en dos días ya iba yo cantando no sé qué de María y un tétété o un pépépé, que aun no tengo claro porque aquí la gente interpreta las canciones como le da la gana.
Luego, supe que durante mi estancia tendría lugar la Gran Regata, con lo que me gusta a mí un barquito de esos tan chicos. Y además, como este año se celebra el bicentenario de la Constitucion, de la Pepa, Cádiz era un rebujito de exposiciones y acontecimientos y si me combinaba bien los horarios con la playa, eso que le daba a mi cuerpo. Y todo gratis, ojito. Menos las cervezas.

Yo toda contenta, toda ilusionada con una ciudad llenita a rebosar de actividades, que aquí en Limerick excepto deportes no hay ná. Que el museo de Frank McCourt es mu bonico y mu bien montao pero ya lo he visto tres veces. Que aquí la "noche blanca" o "noche cultural" o "noche de los museos" es el 21 de Septiembre pero en Limerick no se celebra... (en otras 34 ciudades de la isla sí, hasta en paupérrimos pueblines); que mientras todo el mundo celebra el Día del Orgullo Gay en Junio aquí se hace en Septiembre, con una cabalgata de gays portando bandera y cuatro Drag Queens despelucás en ese autobus del Tour que siempre va vacío por las calles de Limerick, un pueblo con rango de ciudad porque yo lo valgo...

Y con todo mi entusiasmo llego a Cádiz y todo son quejas: las maris se quejan de que no hay brasileiras, que se esperaban una cabalgata de luces y plumas y allí el único que llevaba pluma era el Carlinhos. Se quejan los hombres (de todas las edades) de la falta de mulatas y culos sin celulitis. Pero eso sí, tooooodo Cádiz ocupando la Avenida por la que transcurre el camión que está pagado por sponsors. Carlinhos ha decidido actuar sin cobrar un duro al Ayuntamiento, "porque la mejor lucha para la crisis es la felicidad". Y cojones que no estaba la gente feliz... todos con el cubatita en la mano y según mi amiga Charo Barrios, ya cerca de las Puertas de Tierra olía a maría de la buena, no la del teteté o el pepépé.
En los días siguientes, el Diario de Cádiz habla de lo contento que están los hosteleros por la caja que hicieron esa tarde/noche (el concierto empezó a las 8 y acabó sobre las 2am). Pero las marujas en la playa, esas que solucionan los problemas del mundo con la panza al aire entre las tumbonas y los mojitos del chiringuito, decían que el concierto había sido una mierda, las canciones una mierda, y con su santa inocencia (perdón, puta ignorancia), se quejaban de lo que debía haber costado aquella maldad al Ayuntamiento y, por ende, a sus bolsillos. Todo esto mientras se zampaban con premecitación y alevosía más de dos kilos de gambas.
Llega la regata. Gran concierto ORGANIZADO por Canal Sur Fiesta donde sale lo mejor y lo peor de Operaciones triunfos y similares. Esta que aquí escribe, que tuvo credencial de prensa, no conocía a la mitad de saltimbanquis que pasaban por su lado y aceptaba nombre como el que acepta pulpo como animal de compañía. Que conozco a Pastora Soler porque fue a Eurovisión, pero no tenía ni idea de quién era antes de pasar por... donde fuese que se celebró el último festival. El muelle lleno hasta la bandera. La gente bebiendo, comiendo (bocatas traidos de casa o no, se tuvieron que comprar el fiambre y el pan en algún lado, no?). Ah, pero la gente se quejó. No he visto autobuses más empetaos (como cochinos íbamos y ningún taxi a la vista) desde las noches de Carnaval, cuando es imposible bajar al centro en transporte público a no ser que vivas entre las primeras paradas... Esa noche, se hizo caja. 
Pero en aquel rincón de cáscaras de gambas, mojitos y ballenatos teñidos, todo era malo. La juventud, mu mala. La música, mu mala. Canal Sur, una mierda. El muelle, huele a mar. Aaaahh, es que las marus no pudieron acercarse a más de 100 metros del escenario, claro. Porque ellas no iban a hacer cola como toda esa juventud asquerosa desde horas antes para coger los mejores sitios, vamos faltaría más, total, para ver a cuatro mierdas en un escenario de mierda. Eso sí, estuvimos de principio a fin. Solo para cerciorarnos de que todo-todito-todo era una mierda.

Es el derrotismo en estado puro. "¿Y pa qué trae la alcaldesa tanto barco, tanto barco, tanta feria?, a saber cuánto se ha gastao el Ayuntamiento, ese dinero que podía ir pa la gente que no tiene ni trabajo ni pa comé". 
Mientras, los hosteleros de la zona, al finalizar la regata, aseguraban que en la escasa semana que había durado la Regata, habían hecho la misma caja que durante dos meses. Pero dos meses de los de antes de la crisis. Se ve que la gente que trabaja no necesita comé (según la filosofía de esas marus).
Y el Ayuntamiento habrá puesto dinero e infraestructura, sí. Como lo ha hecho la autoridad portuaria, pero también ha recogido en las arcas de las licencias de montar chiringuitos, puestos de ferias y además... ¿tan poca idea de finanzas tiene la gente que no comprende que para ganar, primero hay que invertir? ¿Es ese el conocido "efecto gamba"?

No comprendo ese derrotismo, ese llorar por las esquinas y criticar TODO. Absolutamente todo. Si el Ayuntamiento pone macetas por todo Cadiz, nos quejamos. Si las quitan "Ay, con lo bonito que estaba Cádiz con las macetas, qué canallas, qué sinvergüenzas..."; que no se celebra ni regata, ni Carnaval Ibeoramericano, ni conciertos gratuitos "que mierda, aquí en Cádiz nunca hay nada, solo carnaval, qué pechá de carnaval, carnaval en enero con los ensayos, la ostioná, la erizá, carnaval to febrero, carnaval de los capillitas (Semana Santa), carnaval de verano... na, que aquí no hay na, que esto es una mierda".

Luego una va por la calle y oye a dos señoras hablando de la exposición del "Señor del Sin Pan" y yo me pienso que debe ser en la Panadería la Gloria o incluso en el Don Pan, alguna variedad de la Cenicienta hecho con cuscurros o vete tú a saber, pero no: ellas venían de ver la exposición "El Señor de Sipan". Vulgo vulgaris. Desconozco si también les pareció una mierda. Al menos estas no iban comiendo gambas aunque sí camarones de esos que aún saltan en el cucurucho.

Y yo, viendo esto, y viendo los bares y restaurantes durante la semana a rebosar, el chiringuito de la playa junto al cual alquilo mi tumbona con gente esperando mesa para comer, me pregunto de qué se quejan los que no tienen de qué quejarse y de donde viene este derrotismo que no va a sacar a nadie de una crisis. 

¿Por qué nos quejamos de todo? ¿Por qué convertimos lo bueno en malo o intentamos darle otra vuelta de tuerca y despreciar lo que tenemos? ¿Por qué no podemos divertirnos como si no hubiera mañana, que esta vida son dos días y uno ya pasó? No lo comprendo. Yo vivo la vida con toda mi energía. No lloro por la leche derramada y he aprendido que de todo agujero se sale. Y si es con una cerveza bien fresquita en la mano y una sonrisa, mejor que mejor. Pero fuera coñas... no podemos vivir criticando todo y buscando la parte negativa de todo.

Especialemente, no desde el desconocimiento más total y absoluto. Y ya no me quejo más de esas señoras bamboleantes tipo mesa camilla que no te dejan andar por la cera... que cuando tratas de adelantarlas por la derecha, ella se bambolean hacia la derecha, cuando tratas de rodearlas por la izquierda, dito... O esas familias unidas todas andandito al lado unos de otros, sin dejar pasar a nadie... ni a esas señoras que se encuentran por un casual en medio de la calle y se plantan en cualquier lugar a hablar, parando en seco y tú te comes su espalda porque el freno no te ha funcionado a tiempo...

En fin...  Cai is difffffffffffferent. Y dentro de poco... Carnaval.

miércoles, 5 de septiembre de 2012

Rencores, traumas y manías

Reconozco que hay frases, dichos y diretes que no llegan a mi entendimiento. Yo no comprendo frases como "perdono, pero no olvido", porque perdonar para mí supone olvidar lo sucedido como si nunca hubiese pasado. Ergo, me considero una persona muy rencorosa. 
Si perdono, perdono con el alma. Pero si no olvido algo, es que no lo he perdonado, y nunca lo haré si ese suceso sigue molestándome aunque haya jurado haber perdonado. Yo lo siento en el alma pero hay cosas que ni olvido, ni perdono.

Cada año, ir a casa para mí supone un suplicio mayor del que nadie pueda imaginar. Los que me conocen desde hace tiempo, saben de mis desavenencias familiares, desde mi infancia y juventud ultradisciplinada hasta mi escapada de casa para poder estar con el que posteriormente fuera mi marido, hoy alguien a quien no he perdonado pero sí olvidado, hasta tal punto que a veces estoy convencida de que solo fue un figmento de mi imaginación y que lo inventé todo. O lo soñé. O mejor dicho, sufrí una pesadilla de las que no me gustan, porque por lo general, me divierto mucho con mis pesadillas, son como mirar una película. En 3D.
El caso es que a veces, toca enfrentarse con fantasmas a los que no tienes ganas de ver la sábana. O volver a oir. Pero mi hermana, que siempre fue un poco débil en todo, se encarga cada año de repetir la misma cantinela siempre que tiene ocasión, como una abuela pesada en su mecedora mientras teje una bufanda que nadie se va a poner en la vida. Estas conversaciones recurrentes siempre acaban en lágrimas para ella y en rabia para mí.
Mi hermana y yo somos polos opuestos. Otra frase que no comprendo es esa de "los polos opuestos siempre se atraen". En la física, sí señor. Pero en la realidad para nada es así. Yo quiero muchísimo a mi hermana, pero a veces la molería a collejas. Mi hermana nació para ser mártir. Yo para meter el dedo en la llaga y además, reirme. 
Mi hermana siempre ha sido muy sensiblera. A mí, sin embargo, me educaron con el "si lloras por algo que no te afecta personalmente, te voy a dar yo mil razones para llorar". Ergo, he visto reportajes en telediarios (como el de la niña Omayra que murió ahogada en un agujero de agua cuando se le quedó la pierna atrapada bajo una viga tras la erupción de un volcán en México), sin que se me permitiera llorar. Nunca he derramado una lágrima por una película de las de mucha pena. No en público, desde luego. Me enseñaron a no hacerlo, y el interior de mis labios tiene cicatrices suficientes para probar que fui buena alumna. 
Mi hermana lloraba con la canción de "La Gata Bajo la Lluvia" de Rocío Durcal y el "Cocoguagua" de Enrique y Ana. Y yo, contrapunto de su dolor, me descojonaba viva. Qué queréis que os diga. Puedo comprender que mi hermana con cuatro años llorase escuchando como un pobre pollito buscaba a su mamá que sin duda había acabado en el puchero del granjero, pero lo de La Gata Bajo la Lluvia no me llega al seso. 
Mi hermana siempre ve el telediario y llora. Y no por los recortes. Mi hermana me llamó llorando hace un año o más cuando oyó en el telediario la noticia de aquel submarino o barco ruso al que no enviaron o no quisieron enviar ayuda a tiempo y cuya tripulación al completo pereció asfixiada. Que sí, es una noticia muy trágica y ciertamente triste, pero no comprendo por qué tenía que llamarme a moco tendido a las diez de la noche cuando nunca hemos tenido ni un amigo medio ruso. Que no significa que la historia no me parezca tremenda, repito, pero no comprendo ese martirismo y ese santiteresismo que hace que incluso cuando ve una rata espachurrada por un coche al lado de la carretera se le salten las lágrimas como si fuera  Lassie. Que a mí también se me saltan las lágrimas, pero tratando de evitar las arcadas.
En ese otro sentido, mi hermana es más fuerte que yo. no en vano es enfermera dental e higienista y se ha chupado muchas asquerosidades con las que mi estómago no puede. Yo veo una aguja y entro en coma. Si la sangre no es la de mi propia regla puedo acabar inconsciente en cero coma uno. Sin embargo, he estado presente en dos autopsias sin que me temblara una pestaña (vip vaporub bajo la nariz incluido). He tocado manos de momias y he visto muertos (no como el niño de la película, yo los he visto en su caja en los velatorios de aquí), y tampoco me tiemblan las pantorrillas ya. A todo se acostumbra uno. Pero no me enseñes una aguja que me sigo cayendo redonda. 

Después de este rollo para poneros en contexto de lo que sigue, solo puedo advertiros de que os estoy abriendo una compuerta muy grande a lo más oscuro de mi alma. E indirectamente, a la de mi hermana, debido a la infancia y pre-adolescencia que hemos "sufrido" en manos de mis padres. Más de mi madre que de mi padre, que a fuerza de años de mi hermana de ver cosas de las que yo ya no he tenido que ser testigo, ha llegado a la conclusión de que -como en casi todo hogar-, la que lleva los pantalones es mi madre, pero que mi padre, a veces, no ha sido más que un pelele manipulado por su mala leche. Y de ello, son fe los numerosos cardenales y castigos que ambas hemos sufrido, yo más que ella, porque mi hermana es mártir pero no tonta, y siempre fue un corderito mientras yo me parecía más a un vampiro de True Blood, enseñando los dientes si me mostraban la mano que había de besar. Y así me las dieron todas sin paños calientes.
Mi hermana asegura andar por la vida con varios traumas a cuestas con los que ha lidiado de la única manera que ha podido: haciendo lo contrario de lo que se nos intentó enseñar. Yo también lo he hecho así pero yo nunca lo vi como un trauma. Y ahora es cuando estáis todos a cuadros pensando de qué carancho estoy hablando. Pues os lo voy a explicar.
Mis padres siempre han sido muy estrictos con todo. Y además, tacaños al máximo. Tacaños con nosotras, porque manda cojones que tu madre te diga que no se puede gastar las 12,000 pesetas que cuestan tus lentillas, aunque el oftalmólogo le haya dicho que mi miopía ya se ha estabilizado y que es mejor usar lentillas en lugar de gafas, porque mi visión se centrará más. Pero claro, mi madre dice que no se gasta ese dinero porque soy una irresponsable que seguro que pierde la lentilla a la primera de cambio y no va a estar comprándome nuevos pares cada mes. Luego, cuando oyes que la cocina que van a instalar la próxima semana les ha costado 200,000 pesetas de los años ochenta, ya te queda claro por qué no podían comprarme algo que a larga iba a ayudarme con mi visión. 
A los 17 años tuve mi primer trabajo remunerado, y con mi primer sueldo me compré un par de lentillas. Me duraron casi cuatro años y nunca, jamás, hicieron amago de perderse ni de caerse de mis ojos. Solo una vez he perdido una lentilla desde entonces, y como ahora las uso desechables, pues tampoco fue mayor problema. 
¿Mi trauma? Creo que el día que tenga mi propia casa y tenga que comprar una cocina entera lo voy a tener difícil, porque siempre recordaré los grios, los llantos y las broncas por no poder tener lentillas y seguir con aquellas gafas de pasta horribles, que se podían doblar y hacer un burullo y no se rompían, hasta que cobré mi primer sueldo.
Segundo caso, que es común a mi hermana y a mí y con iguales consecuencias: mi madre se quejaba siempre de la cantidad de papel higiénico que usábamos a juzgar por lo poco que duraba el rollo de papel. Que nunca hemos tenido pruebas de que no lo gastase todo ella, ojito. El problema de ser hijas es que te crees todo lo que te dice tu madre. Así que el papel, racionado. Consecuencias a día de hoy: mi hermana y yo compramos papel higiénico en cantidades industriales, y lo usamos sin miramiento. Aquí no se ahorra.
Con las compresas/tampones, también tenemos trauma. Mi madre solía comprar, naturalmente, las compresas más cutres y baratas del super; a veces, sí, en cantidades industriales. Durante cierta temporada, tuvimos compresas de algodón a mogollón provenientes del hospital. Mi hermana y yo las odiábamos, y yo estaba extasiada con esos anuncios del o.b donde podías ir a la playa sin pantalón corto para que no se te notase el "bulto" (que ahora veo fotos mías en la playa de la época y sé cuándo tenía la regla, en todas en las que llevaba las calzonas rojas!), esos anuncios donde te podías meter en el agua porque no pasaba nada, nada, NADA! Mi madre ni quería oir hablar de ello.
Consecuencias: mi hermana se compra las compresas más caras del supermercado. Yo nunca he sido capaz de volver a usar una desde el día en que ¡por fin! pude comprarme mis propios tampones. Veo una compresa y me producen un asco inmenso.
Cuando tenía 14 años, quedé un sábado por la mañana con una amiga para ir las dos tranquilamente a visitar el Museo Arqueológico. Lo habíamos visitado con anterioridad con la clase, pero queríamos verlo sin prisa, para pasar la mañana del sábado. Con esta amiga, casi siempre quedaba el fin de semana,  mañana o tarde para ir a su casa a jugar, a la playa o de compras. Y nunca me habían dicho en casa que no. Fue decirles que iba al museo, y mis padres me montaron el mayor pollo de la historia. ¿Qué era eso de dos chicas solas en un museo? ¡Podían atacarnos dentro! ¡Meternos en alguna habitación y hacernos algo! Yo lloré, grité en arameo y les llamé cada nombre de la Biblia. No salí ese sábado ni los tres siguientes. Oh, al museo fuimos, claro que sí, mintiendo y diciendo que íbamos a dar un paseo, al mercado a comprar o qué se yo. Mi amiga nunca comprendió por qué no me dejaban ir a un inocente museo. Yo, a día de hoy, tampoco.
Consecuencias: creo que mi hermana, testigo mudo y aterrorizado del numerito circense que se montó en mi casa, jamás ha visitado el Museo Arqueológico, y estoy segura de que si ve abrirse o cerrarse alguna puerta pensará que va a salir el monstruo desconocido a violarla y convertirla en estatua de sal o algo. En cuanto a mí, conocía el museo como la palma de mi mano. Hasta que lo renovaron.

Podría contaros muchas más cosas, pero creo que acabaría aburriéndoos y alguna me la reservo porque merece post aparte. Solo puedo añadir como final que, a dia de hoy, soy incapaz de entrar en el dormitorio de mis padres. A veces, cuando he ido de visita, mi madre me ha dicho, "ven al dormitorio que te quiero enseñar algo", y yo he permanecido bajo el quicio de la puerta. No es hasta que me mira extrañada y me dice "pero entraaaaa", que no me atrevo a dar un paso dentro de la habitación. Hay cosas que se aprenden a golpes y están ahí para quedarse.

Y no, no le perdono nada.


domingo, 2 de septiembre de 2012

El vecinito de arriba (segunda parte)

Corría el verano del 2009 cuando escribí este post sobre el "vecino de arriba". Como decía en él, yo estaba segura de que quien se había mudado era un Bisbal cincuentón, el dueño de la furgoneta azul. Pero a quien veíamos entrar y salir, era a un joven más cercano a la treintena que la veintena, moreno y delgado. 

Tras escribir aquel post, y un par de meses después, el misterio del inquilino del segundo piso quedó resuelto: quien había alquilado el piso era el Bisbal de pelo gris, pero se ve que hasta que no acabara de mudarse, un amigo, un conocido o su hijo (a estas alturas no lo tenemos aun claro), se había alojado en el apartamento en su ausencia.

Desde entonce,s nuestra convivencia con Bisbla (perdón, Norman), ha tenido altibajos. Por una parte, es un ben vecino que casi no da guerra. Pero cuando la da, la da. De día no hay ruidos 9no por lo general), pero de noche corre la maratón sobre mi dormitorio. He llegado a imaginar que tiene la cama justo en el centro de la habitación y que "entrena" entre alas 9.30 y 11 de la noche corriendo a su alrededor, porque de otro modo, no me explico esas pisadas fuertes, ese constante deambular como en círculso por la estancia. Además, es un hombre enjuto, bajito, con más rizos que sustancia corporal. Y como sospeché desde el principio, ha de ser decorador de interiores o trabajar en algo similar. Estuve una vez en su piso arriba, para avisarle de que las cataratas del Niágara nacían desde su cuarto de baño. De la pared del salón no pude ver mucho: estaba cubierta con enormes cuadros de marcos dorados -algunos de inconfundible estilo rococó- y en una esquina tenía una armadura medieval. En la otra, un buda. 

También suele ser muy ruidoso cuando llega del bar a eso de las 2-2:30 con alguna copita de mas, porque siempre me despierta cuando se quita las botas con alza y las arroja al otro lado de la habitación.

En contrapartida, tenemos grandes épocas de gran tranquilidad porque debido a su trabajo, viaja con asiduidad. El año pasado estuvo seis meses trabajando en Francia. Cuando volvió, lo hizo con novia (la spitting image de Doreen Snyder, mismo corte de pelo, mismas gafas, mismo kilillos de mas). Una novia irlandesa, no francesa, de nombre Celeste. Creo que ella no trabaja, porque sí oigo siempre andares por el piso, aunque apenas hace ruido, al menos no sobre la habitación que tengo habilitada como mi estudio, porque ella tiene el portátil en el salon, y al igual que yo, debe pasar la mayor parte del tiempo ante la pantalla -iguual también trabaja desde casa-, porque en el salón si he estado cocinando sí he oido arrastrar las sillas (puta manía de no levantar la silla sino dejar que se arrastre). 
Norman, a veces, tiene un morro que se lo pisa. Cuando recibo correo y él lo ve antes que yo, me lo sube y me lo desliza por debajo de la puerta. Nada raro aquí, diréis, el hombre es un primor. Mi piso le coge, obviamente, de camino al suyo. Lo del morro viene porque un día que me lo encontré en las escaleras me "sugirió" que ya que él me recoge el correo, haga yo lo propio y si veo carta para él, se la suba. Que a mi no me coge de paso, obviamente. Pero lo hice, un poco por vergüenza ajena. 
Cuando el año pasado se marchó seis meses, le dejó las llaves a la italiana del sótano, que es amiga suya, y entre las dos le recogíamos el correo y ella subía a ver que todo estuviera en orden. Esto es hasta que Norman regresó, ni se molestó en darle las gracias y se disgustaron (bueno, se disgustó ella, que es muy buena chica y una persona encantadora). 
Norman, ademas, te avisa sin miramientos de cuándo se va a ir. Primero te llama a la puerta y te dice: "Mira, que me voy a ir esta madrugada durante unos meses/semanas, guárdame el correo, ya me escucharás". Esto último no lo entendí hasta que a las cuatro de la mañana (gracias a Dios no tenía que trabajar al día siguiente o lo mato), me desperté con voces altas, como si fueran las cuatro de la tarde mismamente, que lo mismo procedían de arriba, de delante de mi puerta principal o de la calle bajo mi ventana, ruido de maletas (o baúles más bien, por el ruido) y pisadas maratonianas alrededor de esa cama redonda imaginaria en el centro de la habitación, portazos y demás. Porque Norman, no tiene miramientos. Sean las dos de la tarde o las dos de la madrugada, él hace ruido. Y te avisa, ojo.

Esta vez, antes de irse, además, me regaló kilo y medio de cebollas. Se olvidó comentarme que alguien iba a mudarse en su ausencia, eso sí, y fue solo por la italiana que me enteré de que esta vez se va durante nueve meses. 
Desconozco si le está haciendo un favor a un amigo o si le ha realquilado el piso para ahorrar pagar dos alquileres, porque imagino que en Frencia o a donde quiera que sea que ha ido a trabajar durante ese tiempo, tendrá que alquilar vivienda, máxime cuando se ha llevado a Doreen -perdón, Celeste-. 
El caso es que el nuevo inquilino se mudó con muy poco equipaje (tres o cuatro bolsas grandes de deporte, algunas cajas, un banco de abdominales y este monstruo que ha montado en el descansillo:


El nuevo inquilino es el mismo que ya ocupara el piso antes de la llegada dde Norman, aquel a quien vino a buscar la Gardai en un par de ocasiones. Es calladito, no hace ruido. Excepto los últimos fines de semana que ha tenido a sus hijos (un niño pelirrojo precioso y una niña para comérsela), pero mas ruidos los hijos de piiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii que un tren. Corren por el piso como si esto fuera el parque, pero nuevamente, como a mí no me molestan demasiado porque no parecen entrar en la habitación sobre mi estudio, me refugio ahí. Son auténticos elefantes subiendo y bajando las escaleras del inmueble, que son de maderas y me retumban hasta las pestañas, pero de momento, solo los he sufrido algunos fines de semana, y ahora ya con la vuelta al cole (que aquí comenzó el pasado jueves), este fin de semana, no han venido.

En cuanto al mini gimnasio en el zaguán (sanjuán que diría una amiga mía bastante bruta), apenas hace uso de él. Al principio, al tener solo las piezas en el descansillo, temí que lo fuera a montar dentro del apartamento y tener que soportar los golpes de las pesas sobre mi cabeza, pero el pollo no parece demasiado interesado en pumping iron y le oigo un máximo de dos minutos por la tarde, clan, clan y se acabó. 
Otras veces lo he visto equipado con pantalón corto y camiseta, botella de agua en mano, preparadísimo para pegarse una carrerita (esta vez en la calle, no alrededor de la cama), y ha regresado a los cinco minutos. Creo que es de esos a los que le gusta el deporte, pero poquito. Que cansa.

Lo que no me explico de este chico es... si cuando Norman se mudó aquí él vino a vivir mientras el otro no ultimaba su mudanza... si ahora se ha venido para estos nueve meses... habiendo como hay dos pisos vacíos en el edificio, aun por alquilar... ¿no le sería más cómodo alquilar uno de ellos que vivir como un nómada? el chico es rarito de cojones, pero al menos, no molesta.

Mientras yo, que también me gusta el deporte pero poquito, me he apuntado a clases de Zumba en el nuevo gimnasio que han abierto en el estadio de Thomond Park. Está a tomar por culo, pero la primera en apuntarse fue mi supervisora, que está enganchada al Living Social (como el Groupon, vamos), y cogió una oferta muy buena de 5 clases por nueve euros (normalmente puedes pagar según vayas, a 6€ la hora). Cuando yo fui a mirar, la oferta ya había vencido, pero a los pocos días volvieron a sacarla y la cogí para mí y para nuestra otra compi de trabajo, que la pobre siendo madre soltera, pagando hipoteca y con la vuelta al cole y el impuesto del coche vencido, no se podía permitir ni esos nueve euros... y luego convencí a una amiga española para que se apuntara también. Así que en Octubre comenzamos (más que nada porque mi supervisora se va de vacaciones y la esperamos), y luego si les gusta, iremos a otro sitio más cercano (en el centro). Yo ya tengo experiencia y el zumba, pero para ellas es la primera vez.

Otro día os cuento las vicisitudes del vecino del tercero, porque ese merece capítulo propio. Un chico de casi 30 años que piensa que aun tiene dieciséis!