miércoles, 18 de septiembre de 2013

El asesino de libros

                          Old Books 2
 
Al principio creyeron que se trataba de un asesino en serie. Actuaba esporádicamente, pero de manera fulminante. Sin embargo, cuando contrastaron evidencias y compararon cada caso, llegaron a la conclusión de que nada relacionaba una muerte con otra. 
Entonces barajaron la hipótesis de que se tratara de una epidemia. Algo difícil de detectar, que atacaba de manera fatídica a cualquier género. 

Nada más lejos de la realidad...

El primer cadáver apareció decúbito prono, la espina recta, gozando de su rigor mortis, casi como si alguien lo hubiera dejando reposando sobre aquella estantería de caoba, justo en la quinta balda, totalmente desierta. La causa del fallecimiento, tras una minuciosa autopsia, quedó reflejada como "muerte degenerativa por puro aburrimiento". Aquel libro de tapas antaño de cartoné, que aparecían arrugadas, tras caer en las manos de un lector tan insípido como lento. Sus letras comenzaban a evaporarse en la mente obtusa de su leedor, como el azúcar que se disuelve en un vaso de agua caliente, y entristecido por su incapacidad de alcanzar el alma vacía de aquel cerebro insensible, se dejó languidecer hasta que el tiempo amarilleó su lomo y sus páginas se descompusieron como un plátano dejado al aire.

El segundo cuerpo apareció tres baldas más abajo. El veredicto: muerte por inanición. Además, se descubrió que murió vírgen, sus páginas inmaculadas jamás toqueteadas por dedos ansiosos, sus palabras nunca leídas por labios expertos. Al igual que el cadáver de la quinta balda, se resignó a morir por propio acuerdo, y lo hizo estoicamente, de pie, emparedado entre un clásico de la literatura británica y un manual de reparaciones electrónicas del año 54.

Algunos más aparecerían después. Ajados, abandonados a media lectura, encontrados en cubos de basura de barrios de dudosa reputación o cubiertos en soez graffiti. La policía bibliotecaria parecía no llegar a una conclusión definitiva, y la presión de los medios estaba llegando a hacerse insoportable. 

Porque en el fondo, la policía bibliotecaria había dejado pasar como muerte accidental al que en verdad había sido el primer tomo en morir... 

Lo hallaron semiinconsciente, con aquella extraña sonrisa que iluminaba su portada bajo letras doradas descoloridas por el uso. Gozaba de buena salud, decían, a pesar de sus pasajes repasados una y otra vez, de las anotaciones en los márgenes y los párrafos subrayados con lápiz. Sus hojas yacían desperdigadas, como arrancadas de su interior, pero la masacre no había sido fruto de un psicópata en pleno apogeo, sino de su inusual caída desde el estante del segundo nivel, donde perdió pie entre sus congéneres y acabó precipitándose al vacío, vomitando cuartillas cuajadas de bellos vocablos y sonriendo ante la mirada atónita de aquellos compañeros de existencia que habían acompañado su vida durante años, como queriendo decir algo así como "he llegado al fin de mis días, y me retiro feliz". 

Después de todo, aquella era una muerte envidiada por todos, una muerte por causas naturales debido a su avanzada edad (era un libro de 1910) y no acabaría reciclado en una fría y aséptica planta, transformado en vete a saber qué.

Esa noche tuvo lugar, en la solemnidad del atrio principal de la antigua biblioteca, el funeral más sentido que recordarían aquellos volúmenes de todas las edades. Y aunque circulaba el rumor que aseguraba que en breve serían escaneados y reemplazados por ebooks, los más viejos del lugar prometían seguir autoinmolándose a tiempo antes que caer en manos equivocadas... o transformarse en tinta digital.

Y esa noche, antes que ninguna, nació en realidad la leyenda del Asesino de Libros.


sábado, 14 de septiembre de 2013

Toallas inspiradas



Hace unos meses, allá por mi último cumpleaños, mi hermana me envió un paquete lleno de regalos, y entre éstos había dos bastante originales:



Así que si no sabéis que regalar y queréis ser originales, un par de toallitas e imaginación al poder!


martes, 10 de septiembre de 2013

Muñecas con... enjundia

Mirad esta muñeca:


Es una muñeca Raggedy Ann, que en principio fue un personaje ficticio creado en 1915 por el escritor americano Johnny Gruelle para una serie de libros infantiles. Raggedy Ann es una muñeca de trapo con pelo de lana rojo y una nariz triangular que la caracteriza de otras muñecas de trapo. La muñeca como tal, se comercializó a partir de 1918 aprovechando el éxito del primer libro, Las Historias de Raggedy Ann. 

La historia de la muñeca/personaje de cuento y su creación puede resultar hasta triste. El escritor tenía una hija, Marcella, que le llevó a su padre una vieja y desgastada muñeca de trapo en la que Gruelle pintó una nueva cara. Luego, cogió dos libros de poemas de sus estantería y combinó el nombre de dos poesías: The Raggedy Man y Litthe Orphan Annie (El Hombre Andrajoso y La Pequeña Huérfana Annie).
Por desgracia Marcella murió a los 13 años tras ser vacunada en el colegio contra la viruela sin el consentimiento de sus padres. Las autoridades lo achacaron a un defecto del corazón pero sus padres culparon a la vacuna. Gruelle se convirtió en un acérrimo opositor a las vacunas y la muñeca Raggedy Ann se convirtió en el símbolo del movimiento anti-vacunas.

Corramos un tupido velo sobre esta historia y saltemos algunos años... a los años setenta. Pero antes de esto, saltemos algo más, a Junio de este año 2013 y el estreno de la película The Conjuring.

Para quien no haya visto la película, no voy a destriparla, simplemente comentar que se trata de una de las muchas historias que los demonólogos Ed y su mujer Lorraine Warren vivieron en los añoos setenta. Los Warren ya habían lidiado con otras "casas" encantadas, poseídas y otros asuntos paranormales (normalmente de posesión) y también se dedicaban a dar conferencias. Además en su casa tenían una habitación (reconvertida en museo) donde guardaban "objetos poseídos" o que habían tenido algún tipo de papel principal en sus casos de posesión.
La película comienza con un tema no directamente relacionado con el caso que se cuenta en The Conjuring, pero sí es un caso que investigaron los Warren: el de una muñeca "poseída" que hizo la vida imposible a dos amigas enfermeras que compartían casa. La muñeca, en la película, era ésta:



Naturalmente, la muñeca ya de por sí da miedo y uno se pregunta por qué una enfermera veinteañera tendría semejante objeto en su casa (del tamaño, además, de una Rosaura). 
Pues simplemente porque la "embellecieron" para la película, para hacerla más terrorífica aunque con ello se perdiera la credibilidad (para mí al menos) de la historia. 
Porque la historia, al parecer, sucedió, pero con otra muñeca: una de aspecto tan inocente como la Raggedy Ann. Porque fue una Raggedy Ann y la muñeca sigue en una caja de cristal sellado en el museo de los Warren (Ed murió hace ya unos años pero su señora esposa sigue muy viva y participando en diferentes programas paranormales de la televisión americana).



La muñeca en cuestión se llamaba Annabelle. Donna era era una estudiante de enfermería que compartía piso con Angie y por su cumpleaños, su madre le regaló una Raggedy Ann que compró en una tienda de segunda mano.  Donna la colocó como adorno en su cama y todos felices.

O no. Porque al poco tiempo notaron que la muñeca parecía moverse a capricho. Al principio parecía irrelevante, como cuando uno coloca un peluche o una muñeca, no lo hace bien y cuando se da la vuelta se tuerce o se cae de lado. Hasta aquí todo bien, claro. Uno podría decir que las chicas eran un poco paranoicas, pero es que la muñeca empezó a aparecer con las piernas cruzadas, o los brazos, y al final Donna la dejaba en la cama y cuando volvía a casa se la encontraba en el sofá. Lo que se dice un culo inquieto de muñeca, vamos.

Además un amigo de las muchachas, Lou, odiaba a la muñeca desde el momento en que la vio, y así se lo dejó saber a ambas. Ni qué decir tiene que Lou comenzó a tener pesadillas en las que la muñeca le dejaba casi sin respiración y se despertaba bastante alterado. Otro paranoico.
Sin embargo, la cosa no quedó solo en una muñeca inquieta. También comenzaron a aparecer trozos de pergamino con mensajes escritos que decían "Ayudadnos" o "Ayudad a Lou". Lo mejor de todo es que nadie en la casa tenía papel de pergamino, así que no tenían ni idea de dónde salía.
Los acontecimientos se aceleraron cuando una noche Donna regresó a casa y se encontró a Annabelle en su cama con gotas de sangre en las manos y en la pechera del vestido, sangre que parecía manar de la propia muñeca, así que acojonada (no sé cómo tardaron tanto en acojonarse, pero bueno...), decidió recurrir a los servicios de una medium que en un seanse les contó que el bloque de apartamentos en el que vivían había sido construido sobre un terreno en el que una niña de siete años llamada Annabelle Higgins había sido encontrada muerta. Su espíritu había decidido quedarse y se encariñó con las chicas al ser enfermeras, por lo que cuando llegó la muñeca, decidió hacer uso de "su cuerpo". Y las dos pánfilas decidieron quedarse con la muñeca y "cuidarla".

Mala idea. Maaaaala, mala idea. Unos días después Lou fue a visitar a sus amigas y oyeron un ruido en la habitación de Donna. Pensando que alguien había entrado en la casa, fueron a investigar y no encontraron a nadie, solo a Annabelle sentadita en una esquina del dormitorio. Lou se acercó a la muñeca y de pronto sintió un dolor agudo en el pecho, se miró la camisa y encontró marcas como de zarpas, tenía la piel llena de arañazos y rozaduras. 
Así que al final fueron a hablar con un sacerdote episcopalista que les puso en contacto con Ed y Lorraine Warren que en seguida llegaron a la conclusión de que había un demonio pegadito al culo de la muñeca de trapo, aunque insitieron en que la muñeca no estaba poseída porque nos demonios no poseen objetos, solo personas. Pero estaba pegado a la muñeca, manipulándola a su conveniencia para dar la impresión de que estaba embrujada, porque lo que en realidad quería era el alma de Donna.
Se llevó a cabo un exorcismo en el apartamento y los Warrens se llevaron la muñeca que pusieron en una bolsa en la parte trasera de su coche. Ed decidió conducir por carreteras poco transitadas en su camino a casa, porque intuía que el demonio podría intentar evitar que le llevaran allí a donde fuera que lo iban a llevar y provocara un accidente que pudiera poner en peligro las vidas de terceros. 
Y al apprecer Ed no llevaba poca razón, porque tuvieron problemas con el motor, los frenos y el volante hasta que Ed se cansó y abrió la bolsa, la roció con agua bendita y todo cesó... por el momento.
Ya en su casa, Ed dejó la muñeca sobre su escritorio, y Annabelle cogió por costumbre ponerse a levitar. Después volvió a hacer lo que mejor hacía: empezó a aparecer en diferentes habitaciones en casa de los Warren hasta que estos tuvieron bastante y llamaron a un sacerdote católico para exortizarla. El cura no se tomó el tema en serio y espetó a Annabelle algo así como: "no eres más que una muñeca, no puedes hacerle daño a nadie". Y claro, Annabelle se encabritó y de camino a casa, el cura se pegó un hostión con el coche, aunque vivió para contarlo.

                    

Y los Warren construyeron una urna de cristal donde Annabelle permanece hasta el día de hoy, aunque parece que sigue moviéndose y cambiando de postura de vez en cuando. A lo mejor esperando para escaparse. Y llegar a casa de otra persona a la que robar el alma.

Y ahora, ve corriendo a comprarte una "inocente" muñeca de trapo. O una Raggedy Ann vintage.