viernes, 10 de septiembre de 2021

Historias de la calle

 Durante años, mientras vivíamos en Mallow Street en Limerick, con mi mesa frente a la ventana he sido testigo -y contado por aquí- los sucesos frecuentes que sucedían más a menudo de lo que me gustaba: vehículos chocando en el cruce, un par de veces incluso invadiendo la acera y llevándose por delante las barandillas de hierro de los fosos de la casa georgiana de la esquina.

He visto a monjes rezando frente a la clínica de planificación familiar. He visto manifestaciones contra el aborto. A favor del aborto. Manifestaciones, procesiones, cabalgatas, grupos de música desfilando, veteranos de guerra, orgullo gay...

He visto a las prostitutas en la esquina de Catherine Street tiritar de frío. 

He presenciado incendios en el edificio colindante.


Y luego nos mudamos a Cork, a una callecita que bien podría ser un pueblo independiente,con sus bares, su farmacia, sus tiendas dealimentación y más o menos todo lo que puedas necesitar en el día a día a mano. Mi médico estaba a unos pasos, unas puertas calle abajo en la acera contraria; la oficina de correos, 10 casas más abajo solo. Me dije que aquí acababan las aventuras, especialmente porque esta vez la ventana frente a mi escritorio no daba a la calle sino al patio trasero y los jardines de las casas opuestas y las de los vecinos.

ERROR...

Estamos relativamente cerca de la Universidad de Cork. Calle arriba hya una residencia de estudiantes y muchas de las casas se han ido alquilando a estudiantes. Es una calle, en general, ruidosa por las noches con el ir y venir de juventud hormonada y alcoholizada, pero en general, carente de problemas.

Más o menos.

Nuestra puerta ha sido aporreada a altas horas de la madrugada por estudiantes ebrios con la dirección equivocada pidiendo entrar a la fiesta (la única fiesta a las 2am que iban a encontrar es la Pijama Party de Morfeo,y no,no estaban invitados). Hace meses pusimos un timbre con cámara y ahora tienen a bien darle al timbre en lugar de aporrear la puerta.Lo bueno de ello es que el timbre lo puedo desconectar por la noche (el sonido, al menos).

Antes del Covid hubo un asesinato calle abajo, de hecho, en la casa pegada a la oficina de correos. Un estudiante que ni isquiera vivía ne esa casa, que había acudido a una fiesta fue acuchillado en el cuello. Toda nuestra mandzana estuvo cerrada al tráfico y peatones durante una semana. Después hubo controles policiales durante un tiempo y el ruido y las fiestas se acabaron durante un tiempo.

Meses después (antes del lockdown) se encontrá a un señor asesinado también en su casa calle arriba. Detuvieron a la hermana poco después. 

Pero antes de estos hechos oscuros y letales,he visto la muerte pasearse enfrente de mi casa: justo la casita de enfrente, junto al pub, estaba habitada por un señor mayor que falleció de causas naturales y vi cómo lo sacaban en su bolsita negra una ambulancia. La casa la vendieron sus herederos y hoy es casa de estudiantes,después de que tirasen todo excepto la fachada para ampliar el aforo.

En la manzana calle arriba, una señora iba conduciendo cuando le dio un infarto y se estampó con un coche aparcado. Ella murió del infarto y afortunadamente en el coche aparcado no había nadie.

He visto funerales de oriundos del barrio, el coche fúnebre seguido de amigos y familiares; de vecinos célebres (el dueño de un bar en la calle de abajo); de un parroquiano del bar de enfrente,que fue recibido con aplausos del dueño/camarero/otros parroquianos cuando el cortejo pasó por delante camino de la iglesia.

Llegó el Covid y el silencio nos invadió como una ola pero no duró demasiado: fiestas clandestinas casi cada noche.

Antes del covid, también, he sido testigo de las marchas celebrando el Alzamiento de Pascua. Cada Lunes de Pascua. Pasan por delante de mi puerta. Ya se les echa hasta de menos.

He visto peleas de borrachos, de estudiantes, de novios. Partidos de futbol improvisados a las 3am. Carreras de monopatín. 

Y este lunes, a una señora con trastornos mentales desde las 9 hasta las 11 canturreando casi en trance una serie de frases: "los vecinos me han vendido el alma""Los medicos han vendido mi alma" e intercambio de palabras y adicion de otras en un galimatías que no tenía sentido. Empezó sobre las nueve de la noche delante de un edificio al otro lado de la calle pero com oabrimos la puerta para ver qué sucedía, nos debió ver y se colocó justo debajo de una de las ventanas de nuestro dormitorio. El tono repetitivo y a veces más alterado hacía imposible concentrarse en la lectura y no tenía visos de irse pronto.

A las 9:20 llamé a una ambulancia porque cada vez estaba más agitada y no quería salir a hablarcon ella y preguntarse si estaba bien por temor a que se volviese violenta (nunca se sabe). Me hicieron una serie de preguntas que casi me hacen perder la paciencia, tras explicar que llamaba porque había una mujer de edad indeterminda con signos evidentes de algún tipo de problema mental que parecía necesitar ayuda. ¿Las preguntas?: "¿Respira? ¿Está consciente? ¿Está armada?", entre otras.

A las 10 se movió un pr de puertas más abajo sin dejar su cantinela. Primero se sentó en el suelo y luego directamente se tumbó. Pasó un furgón de la Garda pero no debieron verla porque continuaron su camino. Detrás pasó un coche con un chico que se detuvo,bajó la ventanilla y le preguntó si se encontraba bien. Aparcó el coche y se quedó con ella y llamó a una ambulancia. Salí para decirle que hacia ya 45 minutos que habíamos llamado a una ambulancia y no venía nadie por lo que llamó a la policía también.

La ambulancia nunca se presentó. La Garda apareció a eso de las 10.30 después de que unos chicos que paseaban al perro y ivían cerca le trajeran una silla y estuviesen hablando con ella tratando de ver is había alguien a quien podían llamar, si se había tomado la medicación, si había algún médico a su argo a quien pudieran telefonear. Cuando llegó la Garda se quedaron con ella a la espera de la ambulancia, pero tras ver que no lelgaba, la subieron al furgon e, imagino, la llevaron ellos. Tiene 60 años y se llama Anne.

Y estas son las cosas que pasan en mi "tranquila" calle. Y como todo... no será lo último.