No es que vaya a ser una posibilidada, pero nunca se sabe, y más vale prevenir que curar, de modo que me he ido a visitar la página web de su majestad Lizzy y mirar los protocolos a tener en cuenta en caso de conocerla cara a cara, porque cada Casa Real tiene su librito.
Por ejemplo, la Reina dice que a estas alturas ya no hace falta que nadie le haga una reverencia, y en esto el protocolo simplemente dice que las únicas que deben reverenciar (en caso de querer hacerlo) son las súbditas británicas, de modo que las irlandesas no han de hacer ningún tipo de inclinacion real.
Jamás te aproximes a la reina. En el poco probable caso de que ésta quiera saludarse, ya se acercará ella. Eso, eso. Yo ni caso, que venga ella a mí, hombre.
No le des la espalda, jamás, siempre de frente. Y si estás en una comida o cena donde la Reina esté de invitada, cuando ella deje de comer, allí no mueve más los carrillos ni Dios. En el momento que la monarca termina su plato, han de dejar de comer el resto de comensales, así que si estás invitado a una comida con la Reina, mejor asegurarse si es de buen comer o si picotea, por si acaso (y nada de llevarse el tupper pa los restos, eh?). Si por el contrario estás invitada a "trabajar" en la comida y has de servirle, jamás de los jamases se te ocurra mirarla mientras lo haces.
Otra falta de protocolo sería querer hacerte una foto con Queeny, que sí, que seguro que mola mucho en el Facebook y le pones los diestes largos a los amiguitos, pero solo se permiten foticos oficiales.
La primera vez que se conoce a la reina, hay que dirigirse a ella como "su majestad" y después se la puede tratar como "ma'am", un termino mu britishshshsh. Un simple "hola, su majestad" es suficiente, tampoco hay que pasarse y preguntarle cómo está el tiempo en Inglaterra. A l Príncipe Philip, su esposo, basta llamarle "Su alteza real", está por debajo de la reina.
Además, que ni se te ocurra despedir a la reina y decirle que lo sientes mucho, que no puedes más con tu cuerpo y que la hora del té hace ya dos horas que se terminó, porque la reina se irá cuando le de la real gana. Cuando quiera irse, la señal será que pondrá su bolsito en la mesa. Mientras esté cómoda, el bolso de marras permanecerá en el suelo (qué cochina, cogiendo gérmenes).
¡Huy! Y no se te ocurra decir que tienes que ir al lavabo aunque trates de usar términos tan finos como... "voy a la salita de señoras" o algo similar, así que a cruzar las piernas y aguantarse mientras se esté en su compañía, a menos que sea absolutamente necesario, que mejor una carrerita a tiempo que dejar un charquito... tampoco iba a ser muy protocolario. O algo peor...
Y si la reina quiere hablar contigo, ella será la que escoja el tema, y queda absoolutamente prohibido hacerle preguntas, mucho menos sobre su vida privada, de modo que nada de preguntarle si los gorritos de las nietas en la boda del siglo se debían a una apuesta o es que las niñas simplemente tienen mal gusto.
Hablando de mal gusto, para conocerla se han de llevar ropas conservadoras, ni grandes escote, ni bling bling ni medias floreadas ni cadenas de Mr. T, ni hotpats.
La reina ha de ser la última persona en llegar a un lugar y a menos que te ofrezca la mano, uno no ofrece la suya primero. Queda absolutamente prohibido tocarla, en lo que se conoce ya como "hacer un Paul Keating", que es lo que sucedió cuando la reina visitó Australia y el Primer Ministro, todo ufano él, le dio un abrazo y luego le presentó a los presentes con su mano en la espalda de la monarca. ¡Eso no se hace! (Michelle Obama lo hizo hace un par de años también, pero es que la reina ya la había abrazado primero, se cogieron confianzas, y cuando se devolvió la visita... pues pasa lo que pasa, que la confianza da asco). Pero el Paul australiano era la primera vez que la veia, vaya por Dios.
Tampoco se le pueden decir cosas como "Espero que se lo pase bien"; hay que ser correctos y decirle "espero que su majestad se lo pase bien". Y si te pones nervioso y se te cae algo al suelo, NI SE TE OCURRA RECOGERLO!!! (que pa eso ya están otros... mmm).
Ea, con eso ya podéis daros un paseíto por Buckinham Palace la próxima vez e intentar perderos para dar cara a cara con la señora de la casa sin meter la pata...
Por otra parte, para no intentar aburriros con un tercer post sobre la reina, aprovecho y os hablo de algunos hechos curiosos de cuando para la monarquía británica era tan frecuente venir aquí como el que va a la casa del pueblo los fines de semana:
En 1821 el Rey George IV desembarcó en Howth (un pueblecito costero pegado a Dublín), más borracho que un cosaco, y parte de us equipaje lo componían 800 galones de cerveza (3600 litros) para los ciudadanos locales. Con estos datos, no sé yo si se lo bebería todo el monarca durante la travesía...
En 1849 la Reina Victoria visitó Irlanda para marcar el término de la Hambruna, una decisión bastate valiente si tenemos en cuenta que la mayoría culpaba precisamente a lo británicos por semejante desastre. Llegó con sus cuatro retoños, incluyendo Bertie, que entonces tenía 8 años y que sería luego el Rey Eduardo VII. Ella y su marido firmaron el Libro de Kells que ayer la Reina visitó en el Trinity College.
En 1853 Victoria regresó para darla publicidad a la
Gran Exposición Industrial en Dublín, la más extravagante y costosa (pública, además) de la Irlanda del siglo XIX. Era la primera feria industrial de carácter internacional que tenía lugar en todo el mundo después de la Exposición de Londres en el Palacio de Cristal y cientos de mile de irlandeses acudieron a verla. El evento arruinó financieramente a William Dargan, el más grande ingeniero ferroviario irlandés y promotor de la esposición, por eso también se la conoce como la Muestra Internacional Dargan, pero gracias a ella se construyó más tarde la Galería Nacional.
En 1851 se había hecho el Carruaje de Estado Irlandés, obra del Lord Major de Dublín. Hasta ahora, es usado por la Reina Elizabeth I en la apertura anual del Parlamento.
En 1861 la reina Victoria regresaba de visita una vez más. Bertie tenía ya 20 años y la actriz Nellie Clifden se encargó de "entretener" al joven príncipe en sus momentos de ... ejem... aburrimiento.
En esa ocasión se quedaron en Killarney, que por aquel entonces era un lugar para turistas refinados que la reina Victoria ayudó a popularizar. De hecho, monaña arriba hay un mirador natural con una vista espectacular donde los tres lagos se unen, conocido como "The ladies View" (La Vista de las Damas). Pero si esperáis visitar Killarney y encontrar real glamour, podéis ir olvidándolo: Killarney es apenas un pueblecito de cuatro calles convergentes y, eso sí, precios desorbitados. Sin embargo, aunque el pueblecito apenas sean cuatro calles malcontadas, su inmenso parque natural y los parajes que lo rodean lo convierten en un lugar único.
En 1868, cuando Victoria ya tenía 48 años, comenzó a cogerle tirria a los irlandeses. Al parecer no le hizo mucha gracia que la Corporación de Dublin se negara a poner una estatua del Príncipe Albert en St. Stephen's Green, o que se negaran también a rebautizar el bonito parque como Albert Green.
Así que a partir de entonce las visitas corrieron de la mano de Bertie y su joven esposa Alexandra, ahora ya Príncipes de Gales. Y el Alexandra College se nombró por ella.
En 1885 los ánimos no pintaban muy bien debido la
Liga de la Tierra y el Acta de Gobierno de Irlanda, por lo que aunque en Dublín se recibió a los Príncipes de Gales con aplausos y fanfarrias, en Mallow (Cork), casi se organiza un motín, con silbidos y banderas negras y 3000 manifestantes enseñando los puños y maldiciendo a los británicos. La prensa inglesa, por su parte, diría que los Príncipes recibieron "una entusiasta bienvenida".
Creo, por lo que he oido en estos días, que la Reina Victoria visitó Irlanda por última vez en 1900. Estaba ya la mujer muy mayor (81 añicos de los de aquella época), y al parecer se despertó por la mañana bastante desorientada y sin reconocer la habitación en la que estaba, por lo que preguntó a su dama de compañía, que prestamente le respondió: "Majestad, estamos en las Estancias Reales del Castillo de Dublín, en Irlanda", a lo que la temperamental reina replicó: "¿Y quién ha sido el jodido imbécil que me ha traido a Irlanda?".
Los ánimos por entonces ya eran bastante amargos, y mientras la Iglesia Católica se negaba incondicionalmente a la visita, el público estaba entusiasmado, porque poara ellos era un día de fiesta y no tenían que ir a trabajar.
En 1903 , dos años tras la muerte de la Reina Victoria, el nuevo rey, Bertie, es decir, Edward VII regresó con Alexandra. Sin embargo su visita se vio empañada por la rebelde Maud Gonne, que en lugar de colgar de su ventana la bandera británica, colgó sus enaguas negras. Un capítulo merecedor de un buen post.
En 1904 regresa Edward con su esposa en visita privada y se quedan en el Castillo de Kilkenny, donde el primer baño en suite se instaló precisamente para él.
1907 vería su última visita, cuando vino para inaugurar la Exposición Industrial de Dublín en Herbert Park. Sin embargo, el reciente -y a día de hoy sin resolver- robo de la Joyas de la Corona Irlandesa ensombreció las celebraciones. El suceso es todo un misterio de novela policíaca. Se dice que el monarca exclamó ante la nulidad de las investigaciones: "No quiero teorías, quiero mis joyas".
La última visita de un monarca hasta la fecha de ayer, tuvo lugar en 1911, con la llegada del Rey George V y su esposa la Reina Mary y dos de sus hijos, la Princesa Mary y el Príncipe Edward VIII que nunca llegaría a reinar porque abdicaría para casarse con Wallis Simpson. A Colin Firth, digo... al futuro Rey George VI lo habían dejado en casa.
Durante los siguientes 84 años, cualquier visita de miembros de la casa real a lo que se convirtió en la República de Irlanda, han sido de carácter privado. El Principe Charles visitó Dublin en 1995 para tratar de abrir puertas entre ambos países y fue recibido con huevos y patatas y violentas manifestaciones que le dejaron bastante acojonado.
Hoy se ha vuelto a hacer historia cuando la Reina ha visitado Croke park, escenario de una de las masacres más injustificadas de la historia sangrienta entre los dos paises cuando soldados británicos entraron en el estadio en medio de un partido y comenzaron a disparar indiscriminadamente contra el público y los jugadores: sucedió en 1920 y me parece que no me va a quedar más remedio que deciros que lo mireis en Wikipedia o escribir un tercer post.