Hoy es jornada de reflexión para mí. Creo que últimamente le dedico más tiempo a pensar del que debería, y no precisamente porque me sobren las horas... que desde que he empezado a trabajar ando más bien escasita... Pero sí han sucedido cosas que me hacen reflexionar un poco sobre qué quiere la gente de la vida. O qué esperan en ciertas circunstancias.
Cada día estoy más contenta de haberme mudado. El trabajo es tema aparte, pero seguiré buscando. no porque no me gusten mis compañeros o el tipo de trabajo: son los horarios los que no me convencen y la apretada política de empresa que además me ha denegado la posibilidad de cogerme unos días para ir al Salón del Cómic de Barcelona, a pesar de que les dije que era para promocionar mi libro y firmar. No han sido capaces de darme los cuatro cochinos días que pedí.
Sin embargo, aunque me levanto bastante temprano para ir a trabajar, y camino casi 20 minutos hasta la parada del autobús, lo hago gustosa. Cruzo el río cada mañana, observando a las alborotadoras gaviotas, quietas o sobrevolando la cristalina superficie del Lee. ha hecho muy buen tiempo desde que nos mudamos y no ha llovido, por lo que suelen estar plácidas y relajadas.
Veo el despertar de la ciudad, la gente con párpados aún pegados esperando las diferentes líneas de autobús en sus paradas, lo comercios abriendo las barajas de seguridad, los camiones descargando su mercancía fresca a las puertas del English Market. Esta ciudad tiene una vida que, a las 7am nunca he visto en Limerick, donde lo único abierto era el Spar o el Centra para que los trabajadores puedan comprar su desayuno o la prensa.
El sábado pasado fuimos al cine a ver Mama. Es un placer volver a vivir en una ciudad con un cine en el centro y no tener que planificar el día entero para ir a ver una película y dejarte medio sueldo en taxis de ida y vuelta. Luego fuimos a tomar unas cervezas, porque desde que llegamos, hemos salido más que todo el año anterior en nuestra otra ciudad. Hemos ido al cine, a tomar unas cervezas solos o con mis compañeros de trabajo, hemos ido a cenar o a comer, nos hemos sentido parte de la muchedumbre los sábados de mañana de compras... cada vuelta de esquina es un descubrimiento, una aventura, una descarga de alegría. Cork tiene vida y... estamos aquí para disfrutarla.
Lo que me lleva a la otra reflexión. En Facebook estoy en un grupo de españoles en esta ciudad, pero se puede aplicar el tema a españoles en cualquier parte del país y a decir verdad, del mundo. Hay cosas que me son sencillamente imposibles de comprender, de digerir, de racionalizar con lógica, porque no me caben en la cabeza... yo no comprendo cómo alguien que decide irse a otro país -el que sea- por un tiempo limitado o un tiempo indefinido, se agarra a sus antiguas costumbres como si de ello le dependiera la vida y no intenta soltarse e integrarse. Porque eres tú quien ha de adaptarse al nuevo país y no viceversa.
Me explico: me ha llamado la atención en estos días el tema de dos chicas que solo van a venir a Cork para el fin de semana de Saint Patrick y querían sabar dónde encontrar música española o latina... y digo yo... si vienes a conocer un festival eminentemente tradicional irlandés, qué pinta ahí la música española? ¿no sería más lógico venir y disfrutar de algo diferente? ¿De verdad no pueden vivir sin una canción española por un fin de semana...? Y con esto no pretendo ofender a nadie: hace mucha ilusión y te da mucha alegría ir a otro país y oir algo del tuyo, pero no comprendo esa ansiedad por buscarlo como algo necesario.
Lo mismo sucede con la comida: llevo 16 años aquí y sí, puedes echar de menos o añorar alguna cosa, pero tampoco es para morirse. Se puede vivir perfectamente sin jamón serrano (aunque se muera más lentamente) y ciertamente hay muchos productos que se pueden encontrar desde hace ya décadas integrados en el supermercado, llámenlo globalización o aceptación de la multiculturalidad de la nación.
Hay un matrimonio que está pensando en abrir una tienda de productos españoles (ya que aquí hay tiendas árabes, portuguesa, frencesa, alemana, polaca, lituana...) y pidieron sugerencias de qué productos se añoran más o no pueden encontrarse aquí. Leer a la gente pidiendo café porque no les gusta el de aquí me parece ridículo: especialmente cuando puedes encontrar no solo las mismas marcas principales de España -recuerden, señores, el café viene de Colombia, como la coca-, y además en la ciudad hay un par de tiendas SOLO de café.
Lo mismo cuando he visto pedir pan rallado o pimentón. No solo se pueden encontrar en cualquier supermercado, sino que además son productos baratos. Esto me da que pensar de si la gente que pide a boca llena por productos innecesarios se ha paseado alguna vez en la vida por alguna de las cadenas de supermercados que hay en la city o en los centros comerciales...
Quejarse de la calidad de la carne irlandesa -sin hablar de los caballos- es no haber probado jamás su carne, porque la industria cárnica y lechera en Irlanda son de lo mejorcito -aunque ahora haya dudas-. Un filete de ternera -o de caballo, que está sabrosísimo-, no encoge como pasa en España hasta con la carne menos barata. Si un filete aquí mide diez centímetros, medirá quizá 9 tras cocinarlo, pero no se quedará en un remedo de la mitad de tamaño. ¿Y la leche? Esa leche densa, que sabe a leche, que mancha el vaso, que huele a leche y es fresca-fresca.
Cuando yo viajo a otro país, aunque sea en vacaciones, cortas o largas, procuro probar todo lo posible de la gastronomía local. Cierto es que Irlanda no puede presumir de platos buenos o de renombre o de tener una cultura gourmet, pero señores, el comer bien empieza en casa y saber comprar es esencial... y si yo me las he apañado perfectamente todos estos años en Limerick, no comprendo como alguien que lleve dos semanas o un mes en el país ya se está quejando de que no puede encontrar esto o aquello porque ni siquiera ha mirado o porque no sabe dónde encontrarlo.
Yo misma, acostumbrada a comprar ciertos productos en los supermercados de Limerick, llegué aquí a mi nuevo supermercado (de la misma marca) sintiéndome despistada porque no sabía dónde estaban las cosas... no pude encontrar mis salchichas de pavo que me hacen la vida tan fácil cuando no sé qué comer... y hoy ha sido tan sencillo como ir a un super -de la misma cadena- un poco mayor. Y no he saltado de alegría en medio del pasillo porque una tiene ya una edad...
Por eso no puedo comprender que se pidan cosas como pan rallado, café o pimentón en un listado de cosas "que no se pueden encontrar" en Irlanda. Es como una vez, hace ya unos años, que una chica en Limerick (española) me dijo que le era imposible encontrar Tampax con aplicador, que solo los encontraba sin y le parecían una guarrada y que se los mandaba su madre por correo desde casa... La cogí del brazo y la llevé ya no a un supermercado, ni siquiera una farmacia, sino a un spar (o quizá un centra) donde le enseñé la caja de tampax normales de toda la vida, en tamaño regular. Ya es todo un orgasmo ir a un supermercado grande y encontrar un par de marcas más y en tamaños super y mini... Así que no, milongas las necesarias porque no me cabe en la cabeza cómo después de un año aquí me salió con esas. ¿Dónde buscaba los tampax?
A lo largo de los años me ha tocado morderme la lengua y no soltar una carcajada cuando gente nueva me ha preguntado dónde comprar libros en español o incluso si podían comprar el Pronto en cualquier tienda. Prensa española sí, a diario y en sitios grandes, pero... ¿el Pronto? ¿De verdad? El tema de los libros puedo comprenderlo hasta cierto punto... pero si quieres leer libros en castellano, pídele a tu familia o amigos que te manden libros, porque aquí puedes encontrar alguno, sí... para la gente que estudia español, pero la selección es muy limitada y cuando yo llegué, al menos, se limitaba a los clásicos y libros que ya tenía: Calderón, Valle-Inclán y llegué a encontrar algo de Reverte.
Por eso, quizá, he estado ejercitando el perolo más de la cuenta últimamente...