miércoles, 19 de octubre de 2016

Neues Museum (Berlin III)

Ir a ver el Neues Museum es meterte de lleno en la cultura egipcia. Y ver de cerca el busto de Negertiti (que no se puede fotografiar).

El museo es una maravilla para el amante del arte y de civilizaciones pasadas.





Este pobre tenía frío y se cierra la rebequita:


Y estos dos juegan al peekaboo:


Un busto sin finalizar de Nefertiti al que parece que le han pintado bigote con un rotulador:


domingo, 9 de octubre de 2016

Esa sonrisa (Berlin II)

Casi todo el turismo en Berlín (y seguramente otras ciudades alemanas) está basado en la II Guerra Mundial (o el nazismo, sin querer pronunciar la "ofensiva" palabra). Algunas "amenidades" son gratuitas, otras de pago, como las visitas a los bunkers o refugios de bombardeos que por logística debido a sus horarios y ubicación geográfica, decidomos finalmente no hacer.
Para entendernos, se puede visitar de manera gratuita el Memorial a los Judíos Asesinados en Europa, pero debajo hay una eshibición que sí es de pago.



Visitar los restos del muro alrededor de la ciudad, en aquellos puntos en los que aún hay secciones en pie, también es gratuito. En Bernauer Strasse hay un parque conmemorativo con paneles con historias muy interesantes e incluso estaciones de sonido donde te explican la historia del mismo (esto da para otro post diferente).




En Berlín todo lo "turístico" está desperdigado por la ciudad, mezclado con edificios modernos. Por ello decidimos coger uno de esos buses hop on, hop off y descansar los pies un par de horas. Así vimos el Checkpoint Charlie, por ejemplo.


Pero, lo que más me impoctá fue The Topography of Terror, una exhibición fotográfica en el lugar que fuera el sede central de las SS. 
Entre 1933 y 1945 los centros del terror nacional-socialista (la Gestapo con su propia prisión, la sede de las SS y la Oficina principal de la Seguridad Estatal) se encontraban en este lugar.
La Topografía del Terror es una serie de documentos y fotografías que narran na historia que no necesita palabras, pero son fotos -algunas- muy gráficas y otras terriblemente horribles.

Fuera, aún existe parte del muro. También pueden verse restos de los sótanos.

Yo, que hago fotos de todo sin inmutarme y sin pudor alguno (deformación profesional), no tuve valor para fotografiar nada, mientras leía y miraba esas inmortalizaciones de actos innombrables rodeadas de grupos de estudiantes con caras de aburrimiento y poco interés en el tema y japoneses que hacían foto a todo.

Hubo fotografías que me impactaron como (aviso, son muy fuertes) ésta, ésta y ésta también. Y que no reproduzco en el blog en abierto por razones obvias. Me impactó ver esas mujeres desnudas de sus ropas y su dignidad, momentos antes de ser masacradas como bestias, con bebés en brazos o incluso embarazadas, eliminadas sin piedad. O la fotografía siguiente, esos soldados que, de acuerdo al texto que acompañaba la foto, incluso cuando sus superiores les había dado la orden de no eliminar a gente "porque sí", continuaban haciéndolo porque matar se había convertido en su adición, en su razón de ser, se habían transformado rápidamente de ser soldados siguiendo órdenes a puros psicópatas.

Pero si hay una foto que fue definitivamente la que me hizo salir del lugar, fue ésta:


Porque lleva una violencia subliminal. Cortando las barbas a un judío públicamente como forma de humillación, y de testigo ESA sonrisa. Ese gesto del oficial que le acompaña, esa mueca y esos ojos, regodeándose del acto en sí.
Y esos ojos, los de la persona vejada, resignada, mirando hacia abajo sin ver.

No pude continuar con la exposición. Una señora de algún lugar de Asia me miró extrañada al avistar mis ojos empañados en lágrimas y mis labios retorcidos.

A veces, muy poco es demasiado.










viernes, 7 de octubre de 2016

Berlin (I)

He estado bastante tiempo desaparecida del blog. No por falta de material sino por falta de tiempo. Trabajo, pintar la casa -seguimos en ello y lo que nos queda-, avanzar el libro sobre cómic femenino y otras actividades me han mantenido ocupada. 
Ahora, a la vuelta de unas breves vacaciones en Berlin, regreso por unos días para dejar unos post preparados recontando la experiencia.

Llegamos el Domingo tras más de 24h sin dormir. Habíamos cogido un tour del dome del Reichstag a las 2 y un tour a las 4 de dos horas de duración a pie, al que renunciamos finalmente porque estábamos exhaustos.

Berlín estaba en fiestas, el Lunes 3 era el día nacional y a lo largo de Tiergarten puestos de comida y atracciones de feria entre fuertes medidas de seguridad nos recibían una cálida mañana, y tras buscar un restaurante abierto para comer sobre las 12.30 del mediodía -todo parece abrir muy tarde en Berlín- subimos a la cúpula panorámica.


Sí, los berlineses parecen empezar el día bastante tarde. El lunes, considerando que era festivo, mientras caminábamso camino del Pergamon Museum -en obras, toda la isla de los museos está cubierta en grúas, camiones, vallas y andamios-, no había nada abierto a las 9 de la mañana. Pero es que el martes, no encontramos ninguna cafetería que no abriese antes de las 9.30...

No, Berlín no está pensada para la comodidad del turista. El turismo les importa poco y no hacen tampoco ningún esfuerzo para hablar en inglés. 

El la visita a la cúpula nos sentimos ninguneados, tratados como ganado y empujados dentro de un gran ascensor como latas en sardinas. Mi espacio vital se vio invadido por otros humanos y de haberme desmayado, habría quedado tal cual en el sitio sin caer al suelo, sostenida por los otros cuerpos. 

Ir al baño arriba tampoco fue una experiencia sin anécdota. Una señora en delantal te ordenaba entrar al bañ cuando la fémina anterior salía y, si el servicio de caballeros se encontraba vacío, señalaba a la proxima víctima usuaria, limpiaba el WC utilizado por el previo varón and off you go!

Eso sí, las vistas merecieron la pena.





Naturalmente, las vistas son mucho más espectaulares desde la Tower TV, lugar que visitaríamos al día siguiente, pero la cúpula en sí es bastante curiosa.





El Reichstag se construyó para alojar al Parlamento alemán como símbolo de unidad nacional entre 1884 y 1894, con dinero pagado por los franceses como indemnización de guerra.


La proclamación de la República Weimar se hizo desde este edificio en 1918 y ya en 1933 el hall fue pasto de las llamadas -se culpa a los comunistas- con la consiguiente caza de brujas  que aceleró la llegada al poder de los nazis.

Con la llegada de la II Guerra Mundial, no se molestaron en restaurar el edificio y es icónica la foto de la bandera soviética ondeando desde aquí como símbolo de la derrota alemana en mayo de 1945.

El edificio tras ello ha sido utilizado de diversas maneras (como fondo para conciertos, lugar de reuniones y como cámara del Parlamento), hasta que se restauró completamente desde 1995 a 1999 por Sir Norman Foster, añadiendo la vistosa cúpula.

Tras visitar el Reichstag nos fuimos directos al hotel -con parada en un bar para tomar un par de cervezas porque nos pilló la luvia en una calle en la que no había absolutamente nada. Nos metimos en la cama a eso de las 18.30 con intención de levantarnos a las 21.00 e ir a cenar pero el agotamiento pudo más y al sonar la alarma la apagamos. No abriríamos los ojos hasta pasadas las 8 de la mañana del día siguiente...