miércoles, 18 de septiembre de 2013

El asesino de libros

                          Old Books 2
 
Al principio creyeron que se trataba de un asesino en serie. Actuaba esporádicamente, pero de manera fulminante. Sin embargo, cuando contrastaron evidencias y compararon cada caso, llegaron a la conclusión de que nada relacionaba una muerte con otra. 
Entonces barajaron la hipótesis de que se tratara de una epidemia. Algo difícil de detectar, que atacaba de manera fatídica a cualquier género. 

Nada más lejos de la realidad...

El primer cadáver apareció decúbito prono, la espina recta, gozando de su rigor mortis, casi como si alguien lo hubiera dejando reposando sobre aquella estantería de caoba, justo en la quinta balda, totalmente desierta. La causa del fallecimiento, tras una minuciosa autopsia, quedó reflejada como "muerte degenerativa por puro aburrimiento". Aquel libro de tapas antaño de cartoné, que aparecían arrugadas, tras caer en las manos de un lector tan insípido como lento. Sus letras comenzaban a evaporarse en la mente obtusa de su leedor, como el azúcar que se disuelve en un vaso de agua caliente, y entristecido por su incapacidad de alcanzar el alma vacía de aquel cerebro insensible, se dejó languidecer hasta que el tiempo amarilleó su lomo y sus páginas se descompusieron como un plátano dejado al aire.

El segundo cuerpo apareció tres baldas más abajo. El veredicto: muerte por inanición. Además, se descubrió que murió vírgen, sus páginas inmaculadas jamás toqueteadas por dedos ansiosos, sus palabras nunca leídas por labios expertos. Al igual que el cadáver de la quinta balda, se resignó a morir por propio acuerdo, y lo hizo estoicamente, de pie, emparedado entre un clásico de la literatura británica y un manual de reparaciones electrónicas del año 54.

Algunos más aparecerían después. Ajados, abandonados a media lectura, encontrados en cubos de basura de barrios de dudosa reputación o cubiertos en soez graffiti. La policía bibliotecaria parecía no llegar a una conclusión definitiva, y la presión de los medios estaba llegando a hacerse insoportable. 

Porque en el fondo, la policía bibliotecaria había dejado pasar como muerte accidental al que en verdad había sido el primer tomo en morir... 

Lo hallaron semiinconsciente, con aquella extraña sonrisa que iluminaba su portada bajo letras doradas descoloridas por el uso. Gozaba de buena salud, decían, a pesar de sus pasajes repasados una y otra vez, de las anotaciones en los márgenes y los párrafos subrayados con lápiz. Sus hojas yacían desperdigadas, como arrancadas de su interior, pero la masacre no había sido fruto de un psicópata en pleno apogeo, sino de su inusual caída desde el estante del segundo nivel, donde perdió pie entre sus congéneres y acabó precipitándose al vacío, vomitando cuartillas cuajadas de bellos vocablos y sonriendo ante la mirada atónita de aquellos compañeros de existencia que habían acompañado su vida durante años, como queriendo decir algo así como "he llegado al fin de mis días, y me retiro feliz". 

Después de todo, aquella era una muerte envidiada por todos, una muerte por causas naturales debido a su avanzada edad (era un libro de 1910) y no acabaría reciclado en una fría y aséptica planta, transformado en vete a saber qué.

Esa noche tuvo lugar, en la solemnidad del atrio principal de la antigua biblioteca, el funeral más sentido que recordarían aquellos volúmenes de todas las edades. Y aunque circulaba el rumor que aseguraba que en breve serían escaneados y reemplazados por ebooks, los más viejos del lugar prometían seguir autoinmolándose a tiempo antes que caer en manos equivocadas... o transformarse en tinta digital.

Y esa noche, antes que ninguna, nació en realidad la leyenda del Asesino de Libros.


sábado, 14 de septiembre de 2013

Toallas inspiradas



Hace unos meses, allá por mi último cumpleaños, mi hermana me envió un paquete lleno de regalos, y entre éstos había dos bastante originales:



Así que si no sabéis que regalar y queréis ser originales, un par de toallitas e imaginación al poder!


martes, 10 de septiembre de 2013

Muñecas con... enjundia

Mirad esta muñeca:


Es una muñeca Raggedy Ann, que en principio fue un personaje ficticio creado en 1915 por el escritor americano Johnny Gruelle para una serie de libros infantiles. Raggedy Ann es una muñeca de trapo con pelo de lana rojo y una nariz triangular que la caracteriza de otras muñecas de trapo. La muñeca como tal, se comercializó a partir de 1918 aprovechando el éxito del primer libro, Las Historias de Raggedy Ann. 

La historia de la muñeca/personaje de cuento y su creación puede resultar hasta triste. El escritor tenía una hija, Marcella, que le llevó a su padre una vieja y desgastada muñeca de trapo en la que Gruelle pintó una nueva cara. Luego, cogió dos libros de poemas de sus estantería y combinó el nombre de dos poesías: The Raggedy Man y Litthe Orphan Annie (El Hombre Andrajoso y La Pequeña Huérfana Annie).
Por desgracia Marcella murió a los 13 años tras ser vacunada en el colegio contra la viruela sin el consentimiento de sus padres. Las autoridades lo achacaron a un defecto del corazón pero sus padres culparon a la vacuna. Gruelle se convirtió en un acérrimo opositor a las vacunas y la muñeca Raggedy Ann se convirtió en el símbolo del movimiento anti-vacunas.

Corramos un tupido velo sobre esta historia y saltemos algunos años... a los años setenta. Pero antes de esto, saltemos algo más, a Junio de este año 2013 y el estreno de la película The Conjuring.

Para quien no haya visto la película, no voy a destriparla, simplemente comentar que se trata de una de las muchas historias que los demonólogos Ed y su mujer Lorraine Warren vivieron en los añoos setenta. Los Warren ya habían lidiado con otras "casas" encantadas, poseídas y otros asuntos paranormales (normalmente de posesión) y también se dedicaban a dar conferencias. Además en su casa tenían una habitación (reconvertida en museo) donde guardaban "objetos poseídos" o que habían tenido algún tipo de papel principal en sus casos de posesión.
La película comienza con un tema no directamente relacionado con el caso que se cuenta en The Conjuring, pero sí es un caso que investigaron los Warren: el de una muñeca "poseída" que hizo la vida imposible a dos amigas enfermeras que compartían casa. La muñeca, en la película, era ésta:



Naturalmente, la muñeca ya de por sí da miedo y uno se pregunta por qué una enfermera veinteañera tendría semejante objeto en su casa (del tamaño, además, de una Rosaura). 
Pues simplemente porque la "embellecieron" para la película, para hacerla más terrorífica aunque con ello se perdiera la credibilidad (para mí al menos) de la historia. 
Porque la historia, al parecer, sucedió, pero con otra muñeca: una de aspecto tan inocente como la Raggedy Ann. Porque fue una Raggedy Ann y la muñeca sigue en una caja de cristal sellado en el museo de los Warren (Ed murió hace ya unos años pero su señora esposa sigue muy viva y participando en diferentes programas paranormales de la televisión americana).



La muñeca en cuestión se llamaba Annabelle. Donna era era una estudiante de enfermería que compartía piso con Angie y por su cumpleaños, su madre le regaló una Raggedy Ann que compró en una tienda de segunda mano.  Donna la colocó como adorno en su cama y todos felices.

O no. Porque al poco tiempo notaron que la muñeca parecía moverse a capricho. Al principio parecía irrelevante, como cuando uno coloca un peluche o una muñeca, no lo hace bien y cuando se da la vuelta se tuerce o se cae de lado. Hasta aquí todo bien, claro. Uno podría decir que las chicas eran un poco paranoicas, pero es que la muñeca empezó a aparecer con las piernas cruzadas, o los brazos, y al final Donna la dejaba en la cama y cuando volvía a casa se la encontraba en el sofá. Lo que se dice un culo inquieto de muñeca, vamos.

Además un amigo de las muchachas, Lou, odiaba a la muñeca desde el momento en que la vio, y así se lo dejó saber a ambas. Ni qué decir tiene que Lou comenzó a tener pesadillas en las que la muñeca le dejaba casi sin respiración y se despertaba bastante alterado. Otro paranoico.
Sin embargo, la cosa no quedó solo en una muñeca inquieta. También comenzaron a aparecer trozos de pergamino con mensajes escritos que decían "Ayudadnos" o "Ayudad a Lou". Lo mejor de todo es que nadie en la casa tenía papel de pergamino, así que no tenían ni idea de dónde salía.
Los acontecimientos se aceleraron cuando una noche Donna regresó a casa y se encontró a Annabelle en su cama con gotas de sangre en las manos y en la pechera del vestido, sangre que parecía manar de la propia muñeca, así que acojonada (no sé cómo tardaron tanto en acojonarse, pero bueno...), decidió recurrir a los servicios de una medium que en un seanse les contó que el bloque de apartamentos en el que vivían había sido construido sobre un terreno en el que una niña de siete años llamada Annabelle Higgins había sido encontrada muerta. Su espíritu había decidido quedarse y se encariñó con las chicas al ser enfermeras, por lo que cuando llegó la muñeca, decidió hacer uso de "su cuerpo". Y las dos pánfilas decidieron quedarse con la muñeca y "cuidarla".

Mala idea. Maaaaala, mala idea. Unos días después Lou fue a visitar a sus amigas y oyeron un ruido en la habitación de Donna. Pensando que alguien había entrado en la casa, fueron a investigar y no encontraron a nadie, solo a Annabelle sentadita en una esquina del dormitorio. Lou se acercó a la muñeca y de pronto sintió un dolor agudo en el pecho, se miró la camisa y encontró marcas como de zarpas, tenía la piel llena de arañazos y rozaduras. 
Así que al final fueron a hablar con un sacerdote episcopalista que les puso en contacto con Ed y Lorraine Warren que en seguida llegaron a la conclusión de que había un demonio pegadito al culo de la muñeca de trapo, aunque insitieron en que la muñeca no estaba poseída porque nos demonios no poseen objetos, solo personas. Pero estaba pegado a la muñeca, manipulándola a su conveniencia para dar la impresión de que estaba embrujada, porque lo que en realidad quería era el alma de Donna.
Se llevó a cabo un exorcismo en el apartamento y los Warrens se llevaron la muñeca que pusieron en una bolsa en la parte trasera de su coche. Ed decidió conducir por carreteras poco transitadas en su camino a casa, porque intuía que el demonio podría intentar evitar que le llevaran allí a donde fuera que lo iban a llevar y provocara un accidente que pudiera poner en peligro las vidas de terceros. 
Y al apprecer Ed no llevaba poca razón, porque tuvieron problemas con el motor, los frenos y el volante hasta que Ed se cansó y abrió la bolsa, la roció con agua bendita y todo cesó... por el momento.
Ya en su casa, Ed dejó la muñeca sobre su escritorio, y Annabelle cogió por costumbre ponerse a levitar. Después volvió a hacer lo que mejor hacía: empezó a aparecer en diferentes habitaciones en casa de los Warren hasta que estos tuvieron bastante y llamaron a un sacerdote católico para exortizarla. El cura no se tomó el tema en serio y espetó a Annabelle algo así como: "no eres más que una muñeca, no puedes hacerle daño a nadie". Y claro, Annabelle se encabritó y de camino a casa, el cura se pegó un hostión con el coche, aunque vivió para contarlo.

                    

Y los Warren construyeron una urna de cristal donde Annabelle permanece hasta el día de hoy, aunque parece que sigue moviéndose y cambiando de postura de vez en cuando. A lo mejor esperando para escaparse. Y llegar a casa de otra persona a la que robar el alma.

Y ahora, ve corriendo a comprarte una "inocente" muñeca de trapo. O una Raggedy Ann vintage. 


viernes, 23 de agosto de 2013

La Casa número 7


La Casa número Siete existió. Existe aún, su dintel encalado una y otra vez atrayendo a los viandantes que osan desviar sus ojos al interior. La mayoría no ve nada. Yo no necesito hacerlo. He estado dentro, acariciado las maletas de helechos y el falso pozo, y revivir todo lo que aconteció durante aquellas tardes de invierno que pasamos en torno a una mesa en el salón aún me eriza el vello.

Nadie podría imaginar lo que sucedía tras las puertas cerradas de aquel piso de celosías enclaustradas que daban a un patio de suelo de mármol desgastado y desigual. Nadie podría haber imaginado jamás el temor que llevaba dentro aquella familia de aspecto normal y trabajadora, el terrible secreto que cada mañana don Manuel arrastraba consigo escalera abajo, cerrando el postigo a sus espaldas y rezando para que lo que había dentro... quedase dentro.

Durante años dudé de mí misma. De lo que vi. De lo que oí. De lo que mi cuerpo sintió. De las singulares corrientes eléctricas y las historias de telefilm de terror que me contaron. Por aquel tiempo era joven e impresionable, maleable y manipulable y con los años desterré los acontecimientos de la Casa número 7 al fondo de mi subconsciente, alimentando la esperanza de que todo hubiera sido un montaje tétrico que nos quisimos creer, a pesar de tener de primera mano los consejos y la sabiduría del Padre M., el único sacerdote que mereció mi respeto y uno de los pocos versados y autorizados para ejercer el exorcismo. Solo gracias a él supe que la Casa número 7 contenía más de una historia, y que todo lo que viví fue tan cierto y a la vez tan intangible como el aire que respiro.

De aquello, nunca más hablamos. A la familia, no la volvimos a ver...

No, eso no es cierto. Veíamos a don Manuel en su esquina cerca del Mercado, vendiendo sus cupones de la O.N.C.E, y a sabiendas de su visión cada vez más apagada, tratábamos de cruzar la calle por el otro extremo, fingiendo no conocerle por temor a escuchar lo que no deseábamos oir, por temor a revivir historias en las que nunca debimos involucrarnos. 

¿Seguía el vaso invertido en aquella fuente rebosante de agua bendita? ¿Volvieron las risas tras las celosías siempre cerradas? ¿Cesó aquella molestia invisible...? No, en el fondo no deseábamos conocer las respuestas. 

Evitábamos, también, recorrer aquella calle donde se asienta la Casa número 7, que en realidad no coge de paso a ningún lugar. Y a la vez, nos sentíamos atraídos por el resplandor del sol en sus balcones y la oscuridad del soportal. Y así, siempre que recorro aquella parte de la ciudad, una de las más antiguas, sobre suelo trimilenario, no importa el destino, mis pasos me llevan a aquella calle sin rumbo a ninguna parte y se detienen ante la puerta invitadora con su lustroso zócalo con un oscuro número siete en relieve. Y aunque no me atrevo a volver a cruzar el umbral, no puedo evitar oir los susurros que se mezclan con la brisa que acaricia las hojas verdes de los helechos...

-Ven... -sisean- Entra... Eres bienvenida... Ven...

Sé que mienten, de modo que me coloco los auriculares, subo el volúmen de mi Mp3 y me pierdo entre el laberinto de callejuelas de suelo de adoquines con Iron Maiden gritándome al oido sin pudor...

666 the number of the beast 
Hell and fire were spawned to be released 

domingo, 11 de agosto de 2013

Cartas

               

Ayer encontré sus cartas. Aquellas cartas de amor y odio escondidas por el tiempo en el fondo de un cajón. Las sostuve en mis manos durante largos minutos, sin abrirlas, rememorando palabras que no quería volver a leer.
Sus ecos laceraban mi alma como afiladas cuchillas invisibles. La caligrafía impoluta y el tono azulado de la tinta traían a mí el aroma de su piel, el sonido de su voz y el brillo de sus ojos.

Diez años habían pasado desde que aquellas cartas llegaron, una a una a mis manos. Diez agonizantes años de rencores desmedidos y susurros en la noche. Nunca supe por qué dejaron de llegar. Tal vez se olvidó de mí. Tal vez encontró un nuevo recipiente para sus epístolas.

O tal vez, mientras yo me negaba a abrir aquellos sobres amarillentos, esas cartas se perdían en los recónditos confines de un buzón inexistente.

Habrían de pasar aún otros cinco años para que me atreviera a abrir sus misivas, esas en las que me contaba sus secretos más profundos, en las que desgranaba sus miedos, sus congojas, sus alegrías y sus pesares. Descubrí, en cada frase, a un ser extraordinario y nuevo, a una persona de sensibilidad y alma algo compleja. 

Y a pesar de todo, siguió siendo un desconocido...


                                                                                                                Relatos Inacabados

miércoles, 7 de agosto de 2013

A cascarla, oiga...

Viernes por la tarde. A unos veinte minutos de acabar la jornada laboral. Suena el puto teléfono en mi oido...
-Buenas tardes... blablabla... dígame...?

(Señor con acento afrancesado):

-Tengo un montón de puntos y quiero ver dónde puedo hacer una reserva y pagar con puntos...

-Pues puede utilizar sus puntos en cualquier Hostal Marrieta, por supuesto, siempre y cuando haya disponibilidad.

-Pues mírame a ver dónde hay disponibilidad.

-¿Para qué fecha? ¿Y dónde exactamente? ¿Algún hotel en mente?

-A partir del 26 de Octubre, y me da igual dónde, en cualquier parte.

-Sí, pero es que tenemos más de 3500 propiedades alrededor del mundo...

-Me da igual. Iba a cogerme un hotel en Portugal, pero es que he visto por Internet que en Octubre hace unos 20-25 grados como mucho y yo quiero de 30º para arriba, así que en un sitio que vaya a hacer 30º.

-Mire usted, yo no soy la mujer del tiempo... la temperatura no se la puedo garantizar y tampoco puedo poner en el sistema que utilizo "cualquier hotel alrededor del mundo, con disponibilidad para pagar con puntos a partir de l 26 de Octubre (días sin concretar) y que haga 30º de mínima...

-Pues si usted no me puede ayudar, páseme con alguien... ¿de verdad no sabe de algún lugar con más de 30º?

-¿Ha pensado usted en irse al Caribe?

-Ah, pues míreme el Carib...

Y esta servidora colgó. Claro, iba a ponerme a mirarle hoteles y comprobar temperaturas...

lunes, 5 de agosto de 2013

Flores en la chimenea


Silencioso, sin cadencia, despacito... Es el pasar inexorable del tiempo. Dos años se cumplen hoy desde tu marcha y no ha pasado un solo día sin pensar en ti.

Te compro flores cada semana, por ver si sus pétalos multicolores iluminan esos ojos tristes que siempre vistieron tu rostro. Te las compro porque el día que reconocí tu mensaje esparcido aquí y allá, de esa manera que solo las neuróticas como nosotras podríamos reconocer, una gran losa se alzó de mi alma, como un pisapapeles de mármol que hubiera impedido dejar volar mis sentimientos para aposentarse de una vez por todas en el lugar debido.

En días como hoy, cuando más pienso en tí, cuando te siento tan dentro, tan cerca, tan mía sola, solo mía, preferiría acurrucarme en un rincón y abrazar esa cajita que ahora eres tú. La abro de vez en cuando, miro esa mezcla blanquecina como arena, ceniza dorada, y pongo en la balanza el peso de una existencia.


Mi abuela "vive" en mi chimenea. Y es el "objeto" más preciado de mi vida. Pero sobre todo, vive en mi recuerdo y en los cientos de fotos, y en todo aquello que me regaló y que puedo enumerar con los ojos cerrados.
Y yo, cada semana, le compro flores. 

jueves, 1 de agosto de 2013

Una mujer con cojones


Nació en el corazón de Cork, y fue bautizada como Mary Harris Jones en la Catedral de St. Mary and St. Anne, en 1837, y siendo tan solo una adolescente, emigró con su familia a Canadá durante unos años, y de allí se trasladaron a Chicago y finalmente a Memphis, donde con el tiempo, Mary Harris contrajo matrimonio con George E. Jones, un miembro y organizador de la Union Nacional de Moldeadores de Hierro. Poco después, Mary abrió una tienda de ropa en la misma ciudad, en vísperas de la Guerra Civil.   En su vida hubo dos momentos importantísimos. El primero es de corte trágico: perdió a su marido y a sus cuatro hijos (todos menores de cinco años durante una epidemia de fiebre amarilla. 
Es entonces cuando decide regresar a Chicago y abrir un negocio como costurera. Cuatro años más tarde, perdió la casa que con tanto esfuerzo había pagado, su tienda y sus posesiones en el Gran Fuego de Chicago y esta pérdida la llevó a una enorme transformaciómn: como hiciera su marido en el pasado, Mary se volcó al movimiento obrero convirtiéndose en "Mother Jones" (Madre Jones) por su trabajo. Ideologicamente, estaba lejos de otras mujeres activistas, era totalmente opuesta al aborto y al sufragio femenino, siendo una de sus frases de guerra "¡No necesitas el voto para armarla gorda!" Y era de esas señoras que creían que la mujer debía estar en casa criando hijos mientras el marido traía las habichuelas. También creía que la principal causa de delincuencia juvenil era la negligencia maternal.
Y en lugar de querer aparentar o mentir en su edad y decir que era más joven de lo que era, Mother Jones se había hecho totalmente a su papel de activista y decía ser mayor de lo que era, vistiendo ropas oscuras y antiguas y refiriéndose a los trabajadores a los que apoya ba como "sus chicos".





Pronto fue conocida como "La mujer más peligrosa de América", término acuñado por un fiscal de distrito durante su juicio por ignorar una orden prohibiendo reuniones de mineros en huelga: "Ahí se sienta la mujer más peligrosa de America (...) Dobla su dedo... y veinte mil hombres contenciosos se rinden."
Para acortar una larga historia que puede leerse -si se tiene interés- en Wikipedia o cualquier otra página web, decir que luchó contra el trabajo de los niños en las minas y la explotación laboral infantil.
Y todo esto viene porque, estos días ha tenido lugar aquí un festival dedicado a la memoria del espíritu de Mary-Mother Jones, cuya fecha de nacimiento es un tanto incierta (su bautismo fue el 1 de Agosto de 1837, por lo que se presupone, teniendo en cuenta las costumbres de entonces, que habría nacido en julio, pero ella misma decía haber nacido el 1 de Mayo de 1830, día que posteriormente sería convertido en el Día del Trabajo).

El año pasado, Cork le dedicó una placa cerca de Shandon, esa torre de cuatro caras con reloj que es la imagen de la ciudad. Y como de cierto solo se sabe la fecha de su bautizo, pues es alrededor de esas fecha (hoy) que se celebra el festival.


A pesar de la torrencial lluvia que hoy cae sobre Cork, me he acercado a ver una exposición de fotografías pero ha sido un tanto decepcionante, más que nada porque no era una exposición de fotos en sí, eran más bien unos paneles con recortes y un collage de diversas fotos. Eso sí, he descubierto que esta foto que yo creía era un mock-up del cuadro de James Abbot Whistler, "Retrato de la madre del artista", pero gracias a la exhibición, he aprendido que la foto es obra de

                  

Elmer Holloway y se llama "Groucho Marx as Mother Jones". Whatever. Y como muestra, la foto que tomé del panel (está borrosa porque la hice con el móvil, chorreando que iba):


                               

Y poco más, el festival en su honor se compone también de conciertos y charlas, y acaba esta noche, y espero que por ser el primero no sea el último y el próximo año consigan hacer algo con más actividades y mejores horarios y tenga un poco de mejor organización y exhibiciones más interesantes. 

                                        

                   



domingo, 28 de julio de 2013

Festival de Ciclismo de Cork



La pasada semana se llevó a cabo el festival anual de ciclismo de Cork. Yo como no tengo bici y además trabajo, pues me he quedado sin poder unirme a las rutas que hacían a partir de las diez de la mañana. Sin embargo, sí me interesé en ir a ver una supuesta exposición de tema "bicicletero" que me sorprendió por varias razones.

La primera porque dicha exposición se celebraba en la Iglesia Unitaria, de la que no había oido hablar en la vida, en una calle por la que transito casi a diario. despertada mi curiosidad, una mañana a las 6am de camino al trabajo decidí pasar por esa calle en lugar de otra para comprobar si era allí. Y lo era. Una iglesia casi escondida en una calle junto a la entrada trasera del English Market...


El edificio fue construido entre 1710-1717 y el área en aquellos tiempos era un valle pantanoso donde el río Lee se separa para formar la isla de marisma que hoy en día es el corazón del centro de Cork, no en vano la palabra "Cork" procede del gaélico "Corcaigh" que significa "pantano" (y no corcho, como muchos dicen!!!!). Naturalmente construir en una zona pantanosa no es sencillo, por lo que se trajeron barcos cargados de piedras para construir los cimientos y esto llevó unos cinco años (desde 1710 a 1715) y posteriormente la construcción del edificio en sí llevó otros dos añitos.

Historia aparte, aunque la iglesia parece que aún sirve a su congregación como tal (no llegué a entrar en ella), sí que ceden su hall (una habitación a la entrada luminosa y espaciosa) para exhibiciones varias.
En este caso, había una exposición de fotos de gente en bicis en varias ciudades europeas y lo que prometía ser, según el folleto, "una ecléctica selección de arte basado en bibicletas, incluyendo una bicicleta Praxinoscópica, una bici cucaracha..."

Y esto fue lo que encontré (las fotos bonitas, sí, pero pequeñas y no merecía la pena hacer foto de una foto. Disculpen la calidad de las imágenes, fueron tomadas con el iphone de mala manera... 



Sí, el cuerpo de la "bici" es... un "cuerpo"



 Chimpún

viernes, 26 de julio de 2013

Yo también me muero...

Me muero despacito... Aunque no lo sepas.

Me muero deprisa, a veces... Aunque no te des cuenta.

Aunque no me dé cuenta yo, me muero infinitas veces...

Me muero cuando miras.

Me muero cuando no miras.

Me muero cada segundo que me ves con inocentes ojos.

A veces, me muero porque sí. Otras, porque no me da la gana de vivir.

Me muero, sin más, cuando crees que no estoy.

Y si quiero vivir... sólo tengo que abrir los ojos... y existir.

Porque sí.