martes, 8 de mayo de 2007

Un pequeño paseo por Limerick

Limerick Riverfest 2007

Decepcionada en pasados años con el resultado de los "espectaculares" festivales celebrados en Limerick, hacía ya tiempo que no me acercaba por el Riverfest, no desde la primera vez que se celebró hace ya cuatro años. Hasta entonces, el primer fin de semana de Mayo veía las calles de la ciudad llenarse de tipos en altos zancos, mimos, comediantes de diversa índole y actuaciones de grupos musicales desconocidos. Una cabalgata más digna de un colegio infantil de primaria que de una organización como el Ayuntamiento recorría la Calle O'Connell, arteria principal de la ciudad. Tal vez debido a la crítica, se decidió prescindir de la cabalgata y organizar un evento completamente diferente. Así, Riverfest nació en el umbral de la reinserción de los nuevos países que componen la Unión Europea, y para ello se organizó una inmensa barbacoa con representación de todos los países que habitualmente tienen ciudadanos en Limerick. Varios miembros de la nueva Europa emplazaron stands a lo largo del Río Abbey, afluente del Río Shannon, nuevo enclave del festival. Se podía comprar desde embutido a pieles de genuina oveja en una atmósfera cargada del olor de los alimentos preparados al aire libre. Dos restaurantes proveen a los participantes los diferentes condimentos necesarios para crear dos platos típicos de su cultura. Tras el veredicto, el público podía degustar, hasta final de existencias, el rico ejemplo culinario ofrecido. Bandas de música amenizaban el día. Hubo carreras de canoas en el río, magos en las esquinas y un cierre de fuegos artificiales a las diez de la noche sobre el Shannon.
Sin embargo en los años consecutivos, el clima no acompañó la festividad, los fuegos artificiales han sido desde entonces suspendidos a causa del mal tiempo y el festival, en sí, decayó. El año pasado se intentó fustigar de nuevo el paso del Riverfest con la celebración de un mercado francés paralelo al río, un mercado de precios altos y productos europeos que tuvo gran éxito a pesar de cobrar 2.50 por una baguetina de pan con sabor a cebolla y 10 euros por medio kilo de aceitunas. Se empezaron a organizar nuevas actividades a lo largo del Abbey y del Shannon y el ambiente pareció volver momentáneamente a la ciudad. Este fin de semana se ha anunciado "un nuevo, resucitado festival", con actividades para todos, teatro en la calle, conciertos en la Universidad y dos barcos que visitar en los muelles, que no he ido a ver. Lo que sí fui a ver fue el mercado, donde era posible encontrar productos europeos a precios de escándalo. Este año no ha sido solo un mercado culinario, había stands de ropa de cama, jabones, jerseys de lana y gorros, perfumes y golosinas.


Los habituales puestos callejeros también volvieron a lugar, con sus aceitunas a €5,50 el cuarto de kilo, los quesos desde 3 euros el cuarto (¡y qué quesos!), y las confituras, vinos y productos que normalmente no se encuentran en las tiendas de Limerick.


Sin embargo, algunos de estos productos sí pueden encontrarse en la ciudad en tiendas en las que el ciudadano irlandés no entraría normalmente, por desconocer los productos en oferta. En los últimos diez años, Limerick ha visto crecer sus comercios con tiendas de productos autóctonos de de India, Pakistán, China, Rusia, Países Escandinavos, Africa y Polonia.

La ciudad a los pies del Shannon ha visto incluso su paisaje cambiar en los últimos cinco años, con edificios modernos en contraste con las casas georgianas de no más de tres plantas. Este cambio ha dado lugar al derribo de verdaderas monstruosidades arquitectónicas construídas entre la década de los 50' y los 60', y a la creación de nuevas calles peatonales, paseos a lo largo del río y nuevos hoteles como el Merrion, el Nuevo George Hotel y el Hilton, que tomaron ejemplo del primer macro-hotel construído en Limerick hace ya unos 6 años, el Clarion.

Y no solo abrió las puertas para una más amplia oferta hotelera, si no que se convirtió en el primer "rascacielos" del panorama de la ciudad, despojado de su corona por el todavía en construccion Riverview Building, un compendio de apartamentos, oficinas, tiendas y un pub/restaurante, Harry's. El precio de los apartamentos empieza desde los 300.000 euros por un pisito de dos habitaciones. Eso sí, tiene fantásticas vistas al río (de ahí su nombre).
La ciudad ha cambiado en muchos aspectos desde que llegué aquí hace diez años, convirtiéndose poco a poco en una ciudad moderna. Culturalmente tiene algunas buenas atracciones que ofrecer y se encuentra muy bien situada geográficamente para visitar otras, de las que os hablaré más tarde. Localmente, se puede visitar el Castillo del Rey John (King John's Castle), de arquitectura normalda del siglo XII, aunque la ciudad data de alrededor del 812 y es de origen Vikingo.
Al otro lado del puente, justo frente al castillo, se encuentra la piedra sobre la que, cuenta la historia, se firmó el tratado de paz en 1691 que dio fin a la guerra entre los Ingleses y los Irlandeses en la guerra Williamita a la vista de ambos ejercitos, aunque históricamente es más apropiado decir que dicho tratado se firmó en una tienda a algunos metros de allí, y que la piedra marca el lugar donde se negoció el cese al fuego entre los Jacobinos y los partidarios de William de Orange. Como dato curioso, decir que aquel pedazo macizo de roca era utilizado originariamente como apoyo para subir a caballo por los ciudadanos que abandonaban la ciudad.
Si cruzamos de nuevo el puente Thomond, dejamos atrás el Castillo del Rey John y bajamos un par de calles más, llegaremos al edificio más viejo e histórico de la ciudad. Construído en 1168 y de estilo eminentemente normando, la Catedral de St. Mary fue levantada primero como catedral católica y luego pasó a manos protestantes. Es por ello que en el cementerio que le rodea se encuentran tumbas de ambos credos. Es singular destacar que este cementerio tiene algunos de los más bellos ejemplos de cruces celtas y que en su puerta del frente aún se pueden apreciar las marcas dejadas por los ejercitos al afilar sus lanzas y bayonetas en la piedra durante el sitio de Limerick.

Dejando atrás la catedral y acercándonos al centro de Limerick, se halla el Museo Hunt, que aunque arquitectónicamente no es nada llamativo, sí tiene una de las más extensas colecciones de arte, destacando un sketch de Picasso y un pequeño caballo de bronce de Leonardo da Vinci que formaba parte de un monumento mayor. Hace unos años, el museo fue acusado por el Centro Simon Wiesenthal de haber adquirido muchas de sus piezas de manos nazis, pero la familia Hunt demostró legalmente lo falso de la acusación.

Y hasta aquí este breve paseo por la parte nordeste de Limerick, brevemente os llevaré a recorrer el Tour de las Cenizas de Angela y os mostraré más fotos de la ciudad.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Tu cronica me ha echo viajar por el mundo de las cenizas de Angela.
Novela que me encantó, y como el autor dijo, y tú me has demostrado, es autobiográfica.
Cuesta creer que te tengas que poner en fila, para que una monja te dé el pan. O que precisamente el barrio bajo de Limerick, ahora sea unos grandes almacenes, o centro Comercial).
Las que leemos esto, tenemos ordenador, y si tenemos ordenador, tenemos casa, televisión, coche, ect.....Y nos cuesta imaginar vivir como vivian en Limerick.
Yo me quedé muy marcada con la cena de nochebuena, (una cabeza de cochinillo para todos). Cuando en nuestras nochebuenas sobra marisco, cochinillo, cordero, ect.....
Los pelos de punta se me han puesto, leyendo esta guia. Viendo que era normal que los hombres bebieran, aunque sus hijos no tuvieran que comer, y como se aplaudia el que miraba por la familia.
Leyendo tu paseo por las cenizas, me ha echo pensar, que soy una afortunada, por no haber vivido allí en esos momentos.
Y ahora crítica seria.......fotos buenas, gran trabajo, y gran escritora.
Maricarmen.