miércoles, 13 de enero de 2010

Fionnuala y la leyenda de los Hijos de Lir (IV)

En la literatura Irlandesa encontramos bellas y simbólicas historias, algunas con final moral, otras puramente gratificantes y patrióticas. Irlanda está llena de cuentos y leyendas, no solo de gnomos y hadas, sino de princesas y héroes, gigantes y batallas, guerreros y tierras míticas.
Una de mis preferidas es la Leyenda de los Hijos de Lir, tal vez por su sencillez y por su parecido a los cuentos clásicos con los que hemos crecido.
Lir era un rey de un reino irlandés, que tenía cuatro hijos a los que amaba apasionadamente. Fionnuala era la mayor de los hermanos y cuidaba de los otros tres (Aed, Conn y Fiacra) en ausencia de su madre muerta. Todos vivían felizmente con su padre hasta que se casó con Aoife a la que hizo dueña y señora de su castillo.
Aoifa enseguida comenzó a sentir celos del tiempo y el amor que Lir dedicaba a sus hijos y los celos no tardaron en convertirse en odio, hasta el punto en que no soportaba verlos. Una mañana, engañándolos bajo el pretexto de que iban a visitar a su abuelo, el rey de Tuatha De Danaan, los llevó hasta el lugar en que se desharía de ellos para siempre. Fionnuala tenía el presentimiento de que Aoifa estaba planeando algo para hacerles daño, pero no supo cómo detenerla. En su camino hacia el castillo de su abuelo, pasaron junto al Lago Derravaragh y se detuvieron a descansar. Aoifa dijo a los niños que podían nadar un rato en el lago si así lo deseaban y los tres chicos saltaron alegremente al agua. Fionnuala quedó atrás pero Aoifa le ordenó que se reuniera con sus hermanos en el lago y esta obedeció.
Tan pronto como todos los hermanos estuvieron juntos, Aoife sacó la varita de un druida que había estado ocultando bajo su capa y apuntándoles con ella realizó un poderoso hechizo: "Hijos de Lir, vuestra buena fortuna se ha acabado. De ahora en adelante las aves acuáticas serán vuestra familia, y vuestros gritos se confundirán con el grito de los pájaros."
Al momento los cuatro hermanos se disolvieron en el aire y en su lugar aparecieron cuatro hermosos cisnes de brillante plumaje blanco.
Aoifa volvió la espalda e ignoró los lastimeros gritos de los cisnes. Fionnuala se deslizó hasta el borde del lago y rogó a su madrasta que no los condenase a ser cisnes para siempre. Rogó y suplicó, pidiendo que, al menos, si no les devolvía su forma humana, que pusiera algún límite a su encantamiento.
Incluso las villanas tienen un trocito de corazón y Aoifa se volvió hacia ellos, diciéndoles que serían cisnes durante 900 años, pasando 300 años en el lago Derravaragh, 300 años en el Mar de Moyle, y los últimos 300 años en el Oceano Atlántico. Les aseguró que cuando un rey del norte se casara con una reina del sur y oyesen el sonido de la campana anunciando una nueva fe, el final de su encantamiento, y de su exilio, estaría cerca. Hata entonces su apariencia sería la de cisnes y conservarían su raciocinio humano, sus corazones y sus voces, y su música sería tan bella y dulce que consolaría a todo aquel que la oyera. Y con esto les ordenó que se alejaran, pues el verles la atormentaba. Llena de remordimiento por lo que había hecho, Aoifa se alejó corriendo de la orilla y cabalgó hasta el castillo del abuelo.
El rey se entristeció al ver que los niños no estaban con su madrastra pero Aoifa ya tenía una historia preparada: le dijo que había ido sola para decirle que Lir estaba celoso de su cariño hacia sus hijos y que no la dejaba llevarlos a verle. Al principio el rey se enfadó al oir sus palabras, pero luego la sospecha le invadió y mandó un mensaje a Lir de que le visitara con los niños al día siguiente. Al recibirlo, Lir se alarmó y partió hacia el castillo.
Desde el lago Derravaragh los niños-cisnes vieron venir la comitiva y reconocieron a su padre. Volaron hacia la orilla y llamaron a Lir, que oía las voces de sus hijos pero no los veía por ninguna parte, hasta que de repente vio a los cisnes y comprendió. Corriendo hacia ellos, comenzó a llorar de impotencia, preguntando qué podía hacer para ayudarles...
Finnuala le dijo que no podía hacer nada y explicó a su padre las condiciones de su encantamiento. Viendo la angustia en el rostro de su padre, la niña-cisne comenzó a cantar y sus hermanos se le unieron. La desolación del rey pareció calmarse con el sonido de sus mágicas voces, y el cortejo que le acompañaba y el propio rey se durmieron plácidamente.
A la mañana siguiente Lir partió para contar al abuelo de los niños el terrible destino al que estos se enfrentaban. Cuando el rey supo de la traición de Aoifa, se volvió hacia ella furioso y con su vara de druida la convirtió en un demonio del aire. Una racha de viento la elevó como una hoja y se dice que en las noches de tormenta aún se la puede oir lamentándose en el viento.
Al dia siguiente Lir y el abuelo de los niños cabalgaron hasta el Lago Derravaragh y se quedaron allí durante años. Los años se convirtieron en décadas, y las décadas en siglos. Y por fin llegó el día en que Fionnuala supo que era hora de marchar. Cuando cayó la noche los cisnes cantaron y Lir y sus amigos se echaron a dormir por última vez. Al amanecer los cuatro cisnes se elevaron en el aire, volaron en círculos sobre aquellos a los que iban a dejar atrás, y emprendieron la marcha hasta las frías aguas del Mar de Moyle, un mar tormentoso y salvaje entre Irlanda y Escocia, helado en invierno y con fuertes vientos en primavera. En este lugar tan desolado sufrieron tanto con el frío que las plumas se les volviá tan frágiles como el delgado cristal, y los vientos de la primavera les hacía chocar contra las rocas que emergían del mar.
Una noche de violenta tormenta, con ensordecedores truenos y rayos cayendo por doquier, el agua entorpeciendo su vuelo, los cuatro cisnes se separaron en la lluviosa oscuridad. Cuando llegó el alba, Finnuala apenas podía volar, pero con gran esfuerzo logró llegar a la Roca de la Foca, Carraignarone, pero no podía ver a sus hermanos a pesar de que la tormenta había amainado y el sol brillaba suavemente sobre un mar tranquilo y desierto.
Conn apareció de repente, exhausto, y aterrizó junto a ella. Momentos más tarde Ficra llegó a duras penas. Por fin llegó Aed, totalmente abatido y cansado. Abrazados unos a otros, permanecieron allí hasta que recobraron su fuerza.
Los trescientos años pasaban lentamente en aquel tormentoso mar pero al fin llegó la hora de marchar.
De camino hacia su nuevo y último destino, debían sobrevolar las tierras de su padre. Ansiosos de ver su hogar y su familia, iban volando sobre el maravilloso paisaje que disfrutaran en su niñez, buscando ansiosamente el castillo de Lir. Al fin divisaron la familiar colina, pero no había rastro alguno de la casa de su padre. Todo lo que quedaba era un montículo cubierto de hierba, matorrales y restos rocosos. Los hjos de Lir descendieron entre la mala hierba y las ruinas y recordaron su casa como la habían dejado aquella fatal mañana en compañía de Aoifa. Llorando de pena se elevaron de nuevo en el aire y se dirigieron al oeste para pasar sus últimos 300 años de exilio.
En la costa oeste de Irlanda hay un pequeño islote llamado Inish Glora y allí se refugiaron los cisnes. Permanecieron en aquel lugar y los pájaros acudían de otras islas de esa parte de la costa para disfrutar de su inigualable canto.
Una nueva era había comenzado en Irlanda y los Tuatha De Danaan habían sido reemplazados por otra raza. Los viejos dioses se habían retirado al otro mundo y la gente ahora adoraba al dios cristiano. Los hijos de Lir se habían convertido en leyenda, su historia pasando de boca en boca y de generación en generación.
Un ermitaño llamado Mochaomhog conocía la leyenda. Sintiendo que la hora de que los niños-cisnes terminaran su hechizo se acercaba, se fue a Inish Glora y construyó una iglesia en la isla. Cada mañana al comenzar a rezar, tocaba una campana de bronce. Un día el sonido de la campana cruzó el lago hasta la isla donde estaban los cisnes y los despertó. Fionnuala se llenó de alegría, porque sabía que la campana anunciaba su libertad y comenzó a cantar.
Al oir la canción, el ermitaño se apresuró hacia el lago y en la pálida luz de la mañana vio a los cuatro cisnes. Los llamó sobre el agua, instándoles a no tener miedo y acercarse, ofreciéndoles su ayuda.
Los hijos de Lir confiaron en el ermitaño y llegaron a la orilla. Mochaomhog colocó una cadena de plata sobre sus cuellos para que no se separasen jamás y vivieron en su cabaña, felices y en paz al fin.
Mientras tanto Lairgren, un rey del norte, se casaba con una reina del sur, y a través de este matrimonio, la última parte del encantamiento de Aoifa se rompió. La nueva reina pidió los cisnes como regalo de bodas, así que el rey viajó hasta Inish Glora para buscarlos. Cuando Mochaomhog rehusó su requerimiento, el iracundo rey alzó la cadena que unía a los asustados cisnes y los sacó a rastras. Se resistieron con fuerza por un momento, pero de repente Lairgren y el ermitaño vieron con horror cómo las plumas de los cisnes caían y en el suelo, casi muertos, yacían cuatro arrugados y frágiles ancianos. Mochaomhog se apresuró a su lado e intentó consolarles, pero Fionnuala le dijo que sabía que estaban muriendo y le pidió que los enterrara en un lugar donde encontrasen paz.
Poco después los hijos de Lir murieron tranquilamente, y Mochaomhog los enterró como
Fionnuala había pedido e hizo colocar una losa sobre su tumba.

Ilustraciones: P.J. Lynch

10 comentarios:

Anónimo dijo...

ES UNA DE LAS LEYENDAS MAS HERMOSAS Y TIENE UNA ADAPTACION EN LOS CUENTOS DE HANS CRISTIAN ANDERSEN, GRACIAS POR SUBIRLO A LA RED, A MI ME GUSTA TODO LO CELTA, TAL VEZ POR QUE LLEVO SANGRE CELTA, POR PARTE DE MI BISABUELO, OJALA PUEDA TENER CONTACTO CONTIGO E INTERCAMBIAR COMENTARIOS Y TEXTOS REFERENTES A LOS CELTAS, TE DEJO MI CORREO ELECTRONICO CON LA ESPERANZA DE QUE ME PERMITAS CONTACTARTE, ES cyrano7474@hotmail.com, ME LLAMO JORGE, CIAO Y SIGUE CON ESTO.

Darthpitufina dijo...

Es bonita pero muy triste...

Candela dijo...

Si, casi todas estas leyendas son unos dramones supertragicos. Siempre muere hasta el apuntador... XDDDDD

BLAS dijo...

Me encanta. Y adoro las historias y leyendas en las que la liña hasta el apuntador. Son las románticas de verdad. Al fin y al cabo, si se casan, comen perdices y tienen hijos, luego vienen las crisis de pareja, los problemas y los divorcios, de modo que fin del amor y del romanticismo... Si la palman jóvenes y enamorados, es como su amor y su belleza duraron eternamente... He ahí la cuestión.
Esta leyenda irlandesa, tiene muchos cuentos derivados. Sin ir más lejos, "El Lago de los Cisnes" es una variación del mismo. "La princesa Cisne" y bastantes más...
La muñe es divina, por cierto.

Javier Cislaghi dijo...

Preciosa Leyenda!!!! Eres fantástica mi amor!!! no pares nunca!!!

marian dijo...

Bueno pues si se muere hasta el apuntador ahogamos las penas en alcohol y ya está.

marian dijo...

Bueno pues si se muere hasta el apuntador ahogamos las penas en alcohol y ya está.

Geno dijo...

Que bonita historia con todos los ingredientes de un clásico cuento de hadas aunque sin final feliz

chema dijo...

vaya hechizo, casi un milenio convertidos en cisnes... con razón las madrastras tienen tan mala prensa. pero es una bonita historia y la has contado muy bien.

Inma dijo...

Mi preferida, sin dudarlo.