domingo, 13 de julio de 2008

LA MALDICION DE LAS HADAS



Cuando llegué a Irlanda, hace tanto tiempo ya, me encantó su diversa cultura mitológica. Sus leyendas, a cual más bella, te trasladan inmediatamente a un mundo de guerreros, gnomos, doncellas y hadas. Algunos de estos mitos, aunque arcaicos e infantiles a primera vista, siguen anclados en la vida diaria de un país verde y ciertamente legendario.

La creencia popular, por ejemplo, aún atribuye connotaciones mágicas a ciertos árboles, aquellos que sirven como residencia de las hadas (generalmente grupos de árboles que crecen en círculo) o los que tienen propiedas esotéricas. Qué los hace tan especiales y qué los distingue de uno ordinario no es tarea fácil, a juzgar por el amplio catálogo esgrimido por los expertos del tema. En primer lugar, hay que tener en cuenta que casi todos los árboles poseen alguna clase de asociación sagrada desde los tiempos más ancianos de la historia, pero algunos se consideran más sagrados que otros. Existe la trilogía mágica del roble, el fresno y el espino, los árboles frutales, el acebo, el sauce, el sauco…

Muchos de éstos son tratados en la Irlanda rural como si poseyeran personalidad propia, y otros son específicamente habitados por las hadas o los espíritus. El roble era venerado por los druídas y el espino se cree que es definitivamente frecuentados por esos personajillos alados, no en vano suelen encontrarse en parajes solitarios o cerca de las colinas de las hadas o en círculos perfectos de tres o más arbustos. La superstición común es que la flor blanca del espino trae la muerte a la casa, por lo que según la tradición, el 1 de Mayo se colocaba un ramillete en la puerta.

Un árbol erróneamente asociado a la mitología es el olmo, por su fortaleza aparente. Sin embargo, debido a la vulnerabilidad de éste frente a las enfermedades propias de los árboles, se pensaba que si se talaba un olmo, el más cercano languidecería hasta morir también. Los robles, por el contrario, se adhieren a su estátus mítico y se les atribuye sinienstras leyendas, lo mismo que el sauce, con su mala costumbre de desenterrar sus raíces en las noches oscuras y seguir a los viajeros solitarios murmurando a sus espaldas.

Tolkien o Wood-Martin los han utilizado en sus relatos y muchas son las historias que circulan en las frías noches de invierno en cualquier cabaña frente a la lumbre del hogar. Como la del fresno en Clenor, en el condado de Cork, cuyas ramas nunca fueron cortadas aún cuando la leña llegó a escasear para el fuego, y otro en Borrisokane, más conocido como el Arbol de la Campana, venerado en los rituales del Festival de Mayo, del que se cree que si cualquier persona quemaba incluso una astilla en su chimenea, su casa ardería hasta los cimientos. Cuentan los lugareños que un destino similar recayó sobre el habitante de una choza que intentó cortar una rama de un sauco sagrado que colgaba sobre un pozo. Tres veces lo intentó. Las dos primeras se detuvo porque su casa parecía estar en llamas, pero fue una falsa alarma. La tercera vez se llevó la rama a la choza y al llegar la encontró consumida por el fuego. Había tenido su aviso y lo había ignorado.

La creencia más extendida es la que asegura que ciertos árboles son lugar de encuentro de hadas y seres sobrenaturales. Se dice que si un fresno, un espino y un roble crecen juntos, tomando una ramita de cada uno de ellos y atándolos con un hilo rojo, se tendrá protección contra los espíritus nocturnos. El rojo siempre es un color vital. No en vano una acebo con bayas rojas era y sigue siendo un símbolo de buen augurio y alegría.

Pero, lo que más me ha llamado siempre la atención desde que vivo en este país tan densamente habitado por seres de leyenda, es el hecho de que hoy en día, en pleno siglo XXI aún se sigan respetando estos árboles hasta el punto de influir en la vida cotidiana. Hace menos de diez años se tuvo que construir una autopista alrededor de un árbol que se cree habitado por las hadas, porque ninguno de los peones se atrevía a talarlo. Una terrible maldición podría caer sobre ellos de hacerlo así, razón por la cual se lleva haciendo campaña desde hace casi un lustro para evitar que una autovía pase muy cerca de la Colina de Tara, la que una vez fuera la tierra que acogió el trono de Brian Boru, rey supremo de la Irlanda Celta. Un eminente folclorista local ha advertido en numerosas ocsiones a los dirigentes políticos y los responsables de las obas de que la temida maldición podría caer sobre ellos. Eddie Lenihan, académico y experto en folclore irlandés, asegura que las obras en torno a la colina están provocando la ira de las hadas, y que una antigua maldición traerá el desastre a aquellos que interfieran con tan arcaico lugar, urgiendo al Gobierno a dar marcha atrás en su decisión de construir la M3 allí antes de que sea demasiado tarde. Eddie dice: “Si los fuertes de las hadas se destruyen, el Gobierno y todos los relacionados con la destrucción de tan antiguo lugar se enfrentarán a horrendas consecuencias.”

Al parecer esto se debe al hecho de que las hadas y su magia han sido asociados con la Colina de Tara y sitios semejantes desde hace siglos, e interferir con los emplazamientos de los fuertes significa que ocurrirán terribles sucesos, seguidos de una racha de muy mala suerte. Se habla de misteriosos accidentes, enfermedades, gente padeciendo serios problemas financieros, cosechas fallidas y un sinfín dedesgracias más.

Eddie dice que la maldición ya ha alcanzado al antiguo Ministro de Medioambiente, Dick Roche, quien firmara la órden para proceder con la autovía. Roche perdió su trabajo en la remodelación del Gabinete tras las elecciones. Y Trevor Sargent, que falló en llevar a cabo su promesa de proteger Tara, resignó como líder de los Verdes.

En recientes años, muchos de los llamados “habitáculos” de las hadas han sido destruidos para poder construir carreteras, y la mala suerte siempre apareció. Un ejemplo claro sucedió en 1999, cuando las obras del desvío en Shannon, en el condado de Clare, pasaron a través de uno de estos llamados “fuertes”. Un arqueólogo y algunos trabajadores murieron. Este mismo año, Eddie, autor de 14 libros de folclore y uno de los principales cuentacuentos del país, apareció en la prensa mundial cuando ayudó a detener el desvío en Newmarket on Fergus, en Clare, que habría llevado a la tala de un árbol espinoso blanco. Los trabajadores, temerosos de molestar a las hadas, se declararon en huelga y rehusaron continuar con las excavaciones. El Ayuntamiento de Clare se echó atrás y redirigió la carretera alrededor de dicho árbol.

Se da la circunstandis de que en Finlandia y en Islandia el gobierno toma estas materias muy seriamente y no está permitido construir sobre el camino de las hadas.

El Gobierno actual irlandés, no obstante, parece no estar preocupado. El portavoz del Ministerio de Transporte declaró: “Estás de broma. No nos preocupan las hadas. No somos supersticiosos.”

Sin embargo, han tenido lugar algunas "bajas" políticas desde entonces, como la dimisión de Bertie Ahern, Primer Ministro, y algunos miembros de su gabinete...

4 comentarios:

Teresa Guzmán dijo...

Sólo puedo decir que me encantan las hadas, y tengo algunos libros q hablan sobre este fabuloso universo. De hecho, tengo uno q supongo sonará: HADAS, descrita e ilustradas por Brian Froud y Alan Lee; con dibujos de de David Lackin; ed.: Montena. M ENCANTA, y las ilustraciones son INIMAGINABLES!!!

Candela dijo...

Si, claro que lo conozco. Esta tarde pondre unas fotos de mis cuentos de hadas y mitologia/leyenda y folclore irlandes. Me apetecia hacerlo desde hace tiempo. Este post de La Maldicion de las Hadas es una mezcla de dos diferentes uqe hice para el otro blog de Irlanda, que ahora tengo abandonado y que los estoy pasando aqui, y al juntarlos los dos, lo presente a un concurso de posts, que luego fue un lio.

Anónimo dijo...

Hombre, sabía de la afición por la magia en Irlanda, pero no podía suponer que afectara incluso a las obras públicas. Gracias por tu relato, me ha encantado.

Candela dijo...

uy, no lo sabes bien, Charo. Aqui son muy supersticiosos cunado se trata de "la gente pequeña" (y no me refiero a mi).