martes, 21 de abril de 2009

Antoñita Mariiiiiiiiiii.... ¡A comé!




Ni al guiri ni a mí nos quita el hambre unos pocos virus, de modo que a la salida del Trinity College fuimos en busca de un lugar para comer que no estuviera basado en pan procesado, carne de canguro triturada, pescado rancio ni fritangas grasientas.
Y de pura casualidad nos vimos sentados en el pijo interior del restaurante que Marco Pierre White tiene en Dublín. Sí, este señor con pinta de charcutero vicioso de película de terror más propio del Castillo del Sr. King, es un cocinero de prestigio. Inglés, para más señas, y el enemigo acérrimo de Gordon Ramsey, otro Chef al que le gusta más salir en la tele -sin camisa, si puede ser- que estar en la cocina.
Marco lleva retirado de los fogones desde 1999, y desde entonces ha publicado varios libros de recetas -como no podía ser de otro modo-, y es el chef tirano de "Hell's Kitchen" (no tan tirano como lo fue Gordon, que insultaba a gritos a todos sus "aprendices"). Y tiene una vida privada no menos "fogosa".
Y digo que por casualidad nos vimos en el restaurante, porque después de pasear nuestros vacíos estómagos por callejuelas varias en busca de un lugar que ofreciera comida decente, caliente y que no supusiera tener que ir a pedir un préstamo al banco en pleno Domingo, nos encontramos mirando un menú apetecible y no demasiado insultante para el bolsillo, y sólo fue una vez dentro, cuando nos dieron la carte con la foto de Marco, que supimos dónde estábamos. Naturalmente sólo es uno de los muchos locales que posee a su nombre, un reclamo para vender comida que, debo decir, estaba deliciosa. De lo mejor que he comido en Dublin en mucho tiempo. Ambos pedimos el Sunday Roast, o lo que es lo mismo, el asado del día (que era Domingo), y resultó ser dos tiernos filetes de roast beef en un lecho de coles con patatas asadas, zanahorias horneadas ligeramente y un English Pudding crujiente y nada aceitoso. Un plato enooorme por 12.95 (vale que este mismo plato con patatas fritas y sin el pudding cuesta en cualquier sitio la mitad, pero no me quejo). Desde luego, la próxima vez que vaya a Dublin, repetiré visita. Los camareros/as parecían salidos de un catálogo de exmodelos anoréxicos pasados de fecha, pero totalmente eficientes, serviciales y, lo que es más importante, con una sonrisa en la cara, algo tan poco común estos días, sobre todo por estas orillas.
El guiri y yo estábamos sentados en la mesita junto a la pared que puede verse entre la mesa de la pareja mayor (con el señor con el jersey a rayas) y la de la mesa de cuatro comensales, justo bajo la foto de sharon Stone.

10 comentarios:

Juan Duque Oliva dijo...

Graciaaasssss, que detallazo.

Te echamos de menos, me acabo de dar cuenta wue llevo unos post de retraso perdona tu porque estoy con la bombona de oxígeno intentando recuperarme, en ese restaurante seguro que lo conseguiría

Besos

Anabel Botella dijo...

Qué buena pinta. Espero que al menos la cena fuera pa chuparse los deos (como dicen en Murcia).
Saludos desde La ventana de los sueños, blog literario.

anele dijo...

Pues viendo la foto, de verdad que no apetece demasiado entrar... parece el hermano de la Sra. Lovett (riiiicos pasteles de carne). Uf, que yuyu.

chema dijo...

qué rico tenía que estar el roast beef con verduras... eso es lo bueno, la cocina clásica... bien hecha y bien presentada, pero clásica.

Cloti Montes dijo...

ñamñamñamñam
Bsssss
Cloti

Unknown dijo...

habrá que ir a probar!!!

Unknown dijo...

habrá que ir a probar!!!

Anónimo dijo...

Ruth, cielo, aprovecho mi periplo por los blogs, ya que he podido sacar un poquico de tiempo y os quiero saludar a las mas amigas del confe, por tanto, espero que la comida del buen chef os aprovechase al guiri y a tí, y que me sigas visitando como una campeona limerickana.....Koldo.

Charo Barrios dijo...

Ya veo que os estáis volviendo más selectivos con la comida...eso es bueno, ¡viva la calidad en el comer!

Geno dijo...

Cierto que el tio tiene pinta de prita de peli de terror, jajajaj, pero el sitio no tiene mala pinta y si además se come bien pues ¡ole!