lunes, 31 de agosto de 2009

EL CLUB DE LOS 7 PELAGATOS (Relato)


El Club de los 7 Pelagatos estaba ubicado en el barrio más decadente y ladino de la ciudad. Siempre había sido así, popular y atestado de los admiradores de su astuto barman, que ayudado por sus secuaces, vivía de las rentas que le deparaban los relatos porno que escribía para una revistilla de mala muerte. Eso y los negocios sucios que compartía con sus compinches. El bar era puramente un hobby, un modo de pasar el tiempo.

El barman, cuyo nombre nadie conocía de cierto pero al que llamaban "El Llamas" desde su más tierna juventud, compartía cuartos sobre el bar con su gato Einstein que, cosas de la vida, había resultado ser un psicokiller de caniches sin dueño. Einstein solía regresar a casa oliendo a sangre, en sus bigotes los restos de pelusilla de sus inocentes víctimas. A veces, cuando el instinto apremiaba, también asesinaba ratas de cloaca o mordisqueaba tobillos de damas semielegantes.


El Club de los 7 Pelagatos congregaba a lo peorcito de la sociedad, que amparados por la oscuridad que se extendía hasta el alba (evidentemente), se atrevían a adentrarse en las calles malolientes del viejo barrio sorteando vómitos de borrachos, prostitutas de todos los colores y cucarachas sin pudor. Allí, entre el humo de tabaco y vasos de licor, elucubraban atracos emocionales, conspiraban en extorsiones varias y esperaban acontecimientos con un puro entre los labios y una sonrisa de satisfacción.

Desde el otro lado de la calle, en el balcón que daba a la entrada del Club, Pepona observaba el ir y venir de clientes y pelandruscas. Pepona había sido tiempos ha, conocida como Pepita, una chica espigada y mona que vendía bebidas (y su cuerpo) en lo que ahora era el Club, y amasó una fortuna ahorrando sus ganancias. Desafortunadamente Pepita, en un mal revés de la vida, lo había perdido todo. El novio cubano que había prometido sacarla de la calle la había abandonado y con el paso de los años la firmeza de sus pechos, su estrecha cinturita y la tersura de su piel también la habían dejado. Ahora era Pepona la Culona, más que entrada en carnes, abducida por ellas, reviviendo una y otra vez en su mente lo que una vez fue, lo que pudo haber sido con el cubanito y lo que ya nunca podría ser de nuevo. Y odiaba al Llamas. Con pasión.
La Pepona había aparecido una noche de lluvia en la puerta del bar, aterida de frío, un pequeño corte en la muñeca. Había querido ahogar las penas de su miserable existencia con una navaja oxidada, pero a última hora le faltó el valor y el dolor era insoportable. El Llamas le ofreció un trago y muchas horas de conversación. Le ofreció su ayuda y la posibilidad de convertirla en la madam del pequeño burdel que planeaba abrir en las viejas cocheras, a la espalda del local.
La Pepona aceptó encantada, augurando un futuro cómodo y el respeto de la clientela, pero su ambición y sus malas artes no tardaron en hacer su aparición por cada poro de su piel. Abusó de las muchachas, insultó a los clientes, y una noche de reyerta la madrugada concluyó teñida de carmín oscuro. El de la sangre. La sangre del Llamas a quien había apuñalado a traición y por la espalda por puros celos.
Algunos dicen que la Pepona se había enamorado del Llamas a pesar de la diferencia de edad. Otros, que quiso hacerse con el negocio. Detuvieron a la Pepona, pero el Llamas, indiferente, la perdonó. La puñalada trapera había sido profunda pero no había dañado órganos vitales. Sólo el orgullo del que sabe que tendió la mano y le traicionaron.
Y aunque el perfume concentrado de la Pepona aún vaga levemente entre la esencia de celtas y marlboros de contrabando, su estigma más profundo se lo llevó el mismo cubo de agua con lejía que barrió la sangre del suelo de cemento. La Pepona, de nuevo, quedó condenada al silencio del otro lado de la calle, observando y maquinando, mordiéndose los puños de la rabia en el congestionado cuartucho donde duerme y malvive. Y recuerda, en la moviola insana del tumor de su rencor, el momento efímero en que tuvo a su alcance la llave del poder y la dejó caer, arrebatada por los hados fatídicos del destino que hoy le vuelven de nuevo la espalda.
Pepona la Culona es sólo una mala pesadilla para el Llamas, que acariciando en las sombras el grisáceo cuerpo de Einstein, toma un trago tras las cortinas de la ventana y observa en silencio la figura rechoncha en el balcón contrario.

El Llamas perdona, pero no olvida.

28 comentarios:

BLAS dijo...

Jajajajajjajajajajajjaaaajajajajajajajaja!! No puede ser más bueno, coñ... !! XDDDDDDDDDDDDDDD No le sobra ni una coma, Candela!

marian dijo...

ES GENIAL
AHORA YO PONGO LA MUSICA

PEDRO NAVAJA (RUBEN BLADES)

Por la esquina del viejo barrio lo vi pasar
con el tumbao' que tienen los guapos al caminar,
las manos siempre en los bolsillos de su gabán
pa' que no sepan en cuál de ellas lleva el puñal.

Usa un sombrero de ala ancha de medio lao'
y zapatillas por si hay problemas salir volao',
lentes oscuros pa' que no sepan qué está mirando
y un diente de oro que cuando rie se ve brillando.

Como a tres cuadras de aquella esquina una mujer
va recorriendo la acera entera por quinta vez,
y en un zaguán entra y se da un trago para olvidar
que el día está flojo y no hay clientes pa' trabajar.

Un carro pasa muy despacito por la avenida
no tiene marcas pero toos' saben ques' policia uhm.
Pedro Navaja las manos siempre dentro 'el gabán,
mira y sonríe y el diente de oro vuelve a brillar.

Mientras camina pasa la vista de esquina a esquina,
no se ve un alma está desierta toa' la avenida,
cuando de pronto esa mujer sale del zaguán,
y Pedro Navaja apreta un puño dentro 'el gabán.

Mira pa' un lado mira pal' otro y no ve a nadie,
y a la carrera pero sin ruido cruza la calle,
y mientras tanto en la otra acera va esa mujer,
refunfuñando pues no hizo pesos con qué comer.

Mientras camina del viejo abrigo saca un revolver, esa mujer,
iba a guardarlo en su cartera pa' que no estorbe,
un trenta y ocho esmithanhueson del especial
que carga encima pa' que la libre de todo mal.

Y Pedro Navaja puñal en mano le fue pa' encima,
el diente de oro iba alumbrando toa' la avenida, ¡se le hizofacil!,
mientras reia el puñal le hundía sin compasión,
cuando de pronto sonó un disparo como un cañon,
y Pedro Navaja cayó en la acera mientras veía, a esa mujer,
que revolver en mano y de muerte herida ahí le decía:
"Yo que pensaba 'hoy no es mi día estoy salá',
pero Pedro Navaja tu estas peor, no estas en na' "

Y creanme gente que aunque hubo ruido nadien salió,
no hubo curiosos, no hubo preguntas nadie lloró,
Sólo un borracho con los dos cuerpos se tropezo,
Cojio el revolver, el puñal, los pesos y se marchó,
Y tropezando se fue cantando desafinao'
El coro que aqui les traje y da el mensaje de mi cancion.

"La vida te da sorpresas, sorpresas te da la vida" ay Dios...
pedró navajas matón de esquina
quien a hierro mata, a hierro termina

La vida te da sorpresas, sorpresas te da la vida ay Dios...
Valiente pescador, al anzuelo que tiraste,
en vez de una sardina, un tiburón enganchaste.

La vida te da sorpresas, sorpresas te da la vida, ay Dios
Como decía mi abuelita, el que último rie, se rie mejor...

Inma dijo...

Si lo lee Almodovar te hace una peli. Ya me imagino el casting para los protas.

Bulma Salgueiro dijo...

¡Me ha encantado! XDDDDDDDD

Por cierto, cómo acongoja Einstein...

Gerardo Macías dijo...

Vete a mi blog y coge el premio que nos ha dejao la Berta, que me da yuyu que venga a visitarme la meiga del dibujo. Por cierto si te visita/escribe/llama cierta meiga que lleva cinco años mareandome la existencia no lr hsgsd mucho caso que es una persona lianta

Cloti Montes dijo...

Te ha quedado lolailo-cañí-motero total. La segunda foto ¡acojonante!
Bsssssssssss
Cloti

Candela dijo...

No te preocupes, Gerardo, que ya estoy acostumbrada a harpias, brujas, trasgos y fantasmas... Tengo un buen curriculum, jajjaja. Gracias porel premio, lo meto directamente en mi vitrina en al columna de la derecha!

internet dijo...

Candela! estás que te sales! me ha encantado, no le falta detalle y tal como lo leía me lo iba imaginando...

Muy bueno!

Riesgho dijo...

Hija, presentalo el proximo año al concurso de relatos de la semana negra, te llevas algo fijo. El titulo me suena un poco :P

Shirat dijo...

Qué mal cuerpo, hija.
¿Habrá segunda parte?

Marcelo dijo...

Brillante. Y discrepo amablemente con Marian. Para mi esta es una historia de tango, peligrosa y sórdida como un arrabal.
Genial!

chema dijo...

está claro que quien ha salido perdiendo ha sido la pepona, porque el llamas sigue en su bar cutre, con los siete pelagatos y con einstein. ;)

Geno dijo...

Esta Pepona, mordiendo la mano que le dió de comer. Miedo me da lo de que El Llamas perdona pero no olvida...

nada dijo...

jajaja que bueno, por quien seraaa?? ay cuanto pelagatos hay en el mundoo!!

Candela dijo...

Candela, me has dejado sin palabras.

Es magnífico.

Muchas gracias.

Un gran beso.

(soy la otra candela)

KIRA dijo...

Jajajaja muy buen relato, profundo y verdadero como la vida misma, y por lo que veo o creo no acabara aqui verdad?? al menos eso espero, porque es bueno muy bueno, y la foto de Einstein como pa encontrarselo una noche sin luna... brrrrr que "yuyu"

anele dijo...

Hija, tu imaginación no tiene límites. No sé de dónde te sacas estos relatos pero cada día me sorprendes más.
Muy bueno.

Candela dijo...

La vida, que me inspira.

Fauve, la petite sauvage dijo...

AY, ¡LO ENCONTRÉ!

Me ha encantado, pero reconozco que la segunda parte le supera, o quizás debí leerlos por su orden cronológico, ¡o quizás no! Porque ahora sí que quiero más; ya lo quería antes pero lo daba por bueno terminado; ahora comprendo que la cosa sigue...

Creo que esto no deberían ser entradas sino un libro que sería best seller y literatura a la vez, algo que tan pocos consiguen, ¡y sin pasión de fan! ;-)

Y me ha encantado el "más que entrada en carnes, abducida por ellas" XDDDDD.

Si es que hay tantos gatos que tienen vidas perras, ay, al final te terminarán gustando y algún día podré ir a Limerick y regalarte uno... ¡o dos! Como yo ahora, ¿viste a mi Soon? No veas qué guapa es y qué bien se lleva con Max, estamos felices los tres.

Ay, que esto era un comentario, no un correíto, me callo ya, me callo...

¡Besitos!

Fauve, la petite sauvage dijo...

Y le va muy bien el Pedro Navajas XDDD

Fauve, la petite sauvage dijo...

Ahora que leo a Marcelo, estoy de acuerdo con él (por algo nos vamos a casar, jejeje) y es tango total la historia, sí señor.

Fauve, la petite sauvage dijo...

Candela dijo...
La vida, que me inspira.

2 de septiembre de 2009 22:23

XDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDD


(ya paro, ya paro). Excelente Candela: más besitos.

Candela dijo...

Pues si, fauviña, le estoy cogiendo el gusto al mundo gatuno, pero definitivamente el unico gato que me gusta es el sphynx. No quiero otro!!

Fauve, la petite sauvage dijo...

Espera a que abandonen uno (la gente se cansa tan rápido de las modas y es tan cruel con los animales) y lo adoptas de una protectora o si te lo ofrecen. Que los animales no se compran ni se venden.
Y si consigo yo uno, me voy para Limerick ;-)

Moira dijo...

Me ha gustado mucho el relato, y las fotos, son geniales.

Un beso.
Moira.

Pd.Llegué hasta aquí a través del blog de la otra Candela.

Candela dijo...

Muchas gracias, Moira, y bienvenida!!

Ana Márquez dijo...

Muy buen texto :-)

Llego a tu blog tras el rastro de Esther... ¿Tienes idea de cuándo saldrán los próximos tomos de Jana? No os enfadéis conmigo, pero es que me gusta casi más que Esther, y lo curioso es que la he descubierto ahora, de mayor, a mis cuarenta :-) De chica sólo leía las aventuras de la pecosa de ojos azules. Pero Jana me parece más adulta (lo es, claro), más interesante, y me encantaría tener la colección completa. Pero está estancada desde hace meses :'-( ¿Tú sabes algo? Si es así, porfa, cuéntame. Gracias, me quedo un ratito dando una vuelta por tu "casita", rindiendo tributo a la nostalgia. Besitos!

Candela dijo...
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