lunes, 16 de julio de 2012

La casa bajo el campanario


Nadie podía entender qué vi en aquella casita debajo del viejo campanario. La casa que ocupara lo que otrora había sido un cementerio.
Pero nadie podía siquiera empezar a adivinar la razón...

Todo comenzó aquel día que te vi en la distancia. Una sombra en lo alto de la colina, mirando a la luna con ojos tristes. No podía ver tus ojos desde donde me encontraba, pero los intuía tristes. La segunda vez que te vi me mirabas sin pudor. Con expresión extraña, pero sin ocultar tu curiosidad. 
Vestías siempre la misma ropa. Anticuada para los años que corren. Me pareciste un bohemio excéntrico y no podía quitarte de mi mente. Y una tarde que pensaba en tí, mis pasos me encaminaron hacia la casa bajo el campanario, en aquella parte de la ciudad que no estaba en mis planes visitar.
De inmediato me invadió una sensación de paz indescriptible y caí enamorada de los ladrillos rojos, de la puerta de principios del siglo pasado y la chimenea que aun conservaba su repisa original. Esa chimenea que había sido testigo, probablemente, de tantas escenas de amor frente a su fuego.

No lo pensé dos veces. Mi cuenta bancaria estaría en números rojos hasta la eternidad pero debía vivir allí. La razón ya la sabes. Tú, de algún modo. Tú, mirándome desde el campanario, oteando el horizonte con tu descolorida camisa y el chaleco desabrochado. Tú, con tus afligidas pupilas grises y ese silencio ominoso que te rodeaba. O tal vez no ominoso. No para mí, no.
Comprendí perfectamente aquellas pequeñas pistas que ibas dejando mientras renovaba mi nueva morada. Una nota apergaminada y amarillenta cuando arranqué el anticuado papel del salón. Un viejo broche cuando reemplacé la carcomida madera de los paneles bajo las ventanas... El arcón lleno de ropajes con olor a naftalina en el ático...
Tu rostro en el espejo... 
Y al fin, la mañana de mi último día de reparaciones, apareciste tú. Allí, en aquella habitación secreta tras la pared de la cocina. Víctima de un amor maldito. Enterrado en tu propio mundo de melancolía y desesperación. Tus ojos cobraron brillo y me miraste.
Y yo me quedé a tu lado. En la casa bajo el torreón de la iglesia, mientras repicaban las campanadas de la medianoche.

9 comentarios:

chema dijo...

qué bonito relato. un encuentro entre dos personas que parece predestinado por un conjunto de hechos casuales.

Mercedes dijo...

Precioso, me ha encantado, escribes muy bien, enhorabuena.

reina.momo dijo...

Qué lindo relato, muy interesante :)

Mercedes dijo...

Por cierto, la foto me ha encantado, ¿es de algún edificio de Limerick?

Candela. dijo...

Sí, Merchi, tengo una que saqué con la camara, pero me gustó más este angulo que conseguí con el Google Earth. El Campanario es el de la iglesia de the Redentorists en Henry Street (bueno, South Circular Road), y las casitas son de un cul de sac justo junto a la iglesia

COILET dijo...

Me ha encantado este relato, de sombras y fantasmas, siniestro pero a la vez tierno... como siempre mezclas sensaciones y sentimientos de manera impecable

Mercedes dijo...

Precioso, me encantaría pasar unos días por allí.

Candela dijo...

Pues cuando quieras, ya sabes donde estoy!

BLAS dijo...

Al comienzo me parecía que no podías ser tú por lo edulcorado, pero por supuesto, me ha comenzado a salir la sonrisa en cuanto he visto el hilo... Mira que se te da bien el relato gótico!! Genial, niña!