La pegatina está ya comida por el sol. Lleva bastante tiempo al capricho de los elementos en la puerta metálica de un sótano de un edificio abandonado, donde hasta hace poco iban apareciendo pegatinas en forma de fantasmas, de gatitos, de ositos tiroleses y cualquier otra cosa salida de la imaginación estudiantil. Al menso son mejores que esos absurdos graffitis que nunca entenderé, nunca apreciaré y nunca consentiré.
Dalí, convertido en una especia de Shiva con multiples pies en lugar de brazos y calzado fashion. Quién te ha visto y quién te ve.
3 comentarios:
da un poco de yu-yu por los ojos, pero me gusta !
No está mal, como dices no dañan tanto a la vista como los grafitis, que a mí tampoco me gustan demasiado. Además la pegatina ha captado esa imagen un poco desquiciada que le gustaba enseñar a Dalí, ¿no? jajajaja
¡¡Pobre Dalí!! jejeje Recuerdo los fantasmitas esos de los que hablas jejeje
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