miércoles, 26 de diciembre de 2012

La triste historia de B.

Conocí a B. mientras trabajaba en mi primer empleo tras llegar a Limerick. Mi primer trabajo tras ser Au Pair fue en la tienda-supermercado de una gasolinera junto al Hospital Regional, y B. era farmacéutica al otro lado de la carretera y solía venir a diario, incluso dos veces al día, pues además de ir a comprar algo para el almuerzo suyo y de las compañeras, o el desayuno, algunos días al terminar su jornada hacía alguna que otra compra para llevar a casa.

Un par de años después decidí dejar mi trabajo en la tienda y aprovechando que una de las dependientas de la farmacia se había ido, solicité su puesto y me cogieron para el trabajo. Estuve allí nueve meses y fue el peor tiempo de mi vida, tanto que incluso tuve que tomar valium un par de veces para ir a trabajar, porque la jefa, la dueña de la farmacia, era una amargada estrábica, nada agraciada físicamente y con un padre político que llegó a senador y cuyas ínfulas le servían para hacer mobbing a según quién, incluyéndome a mí y a otra chica que hacía prácticas en la botica y era bastante jóven. A ella llegó a hacerla llorar más de una vez. Yo le entregué mi renuncia y me busqué otro curro.
Sin embargo, no todo fue malo. Allí B. se convirtió en una aliada y una amiga que no dudó en defenderme delante de mi jefa -que también era la suya-, advirtiédole que si no dejaba de tratarme del modo en que lo hacía iba a perder a una excelente trabajadora.
B. era una persona optimista y vital, de esas con la sonrisa siempre en los labios y una risa cristalina y contagiosa que hacía que te cayera bien desde el primer día. B., además, era vecina del guiri, la casa de sus padres colinda con la de mis suegros, y aunque durante años perdimos el contacto, hace unos años en Navidad la oí salir y fui a saludarla. No había cambiado un ápice, estaba feliz y preciosa, porque B, además, es una persona de belleza extraordinaria no solo por dentro. Es guapísima.

Unos años antes B. pasó por un cáncer que venció con un pañuelo en la cabeza, mucha positividad y un "fuck off big C" que mandó a esas células muertas al otro barrio en lugar de a ella. Para entonces ya estaba casada con el amor de su vida, tenía dos hijos, una casa, un cochecito nuevo y seguía trabajando en la farmacia y conmutando desde aquel pueblo en la provincia de Cork, a unos tres cuartos de hora de Limerick. Su vida era absolutamente perfecta.

Si tenemos en cuenta que uno de sus hermanos se suicidó colgándose en la casa que acababa de comprar con su novia porque descubrió que esta le era infiel. Pero fue un bache que logró superar porque la vida sigue y estas cosas jamás se olvidan pero se alivian con el paso del tiempo.

Y entonces, este verano, sucedió la tragedia que cambiaría su vida para siempre. El negocio donde su marido trabajaba había sido afectado por la crisis, pero nada que no pudieran superar. El día en el que el tiempo se detuvo y comenzó la pesadilla, su marido iba camino a Dublín para tomar un avión a EEUU donde le había salido un contrato por unos meses.
Nunca llegó al aeropuerto.
Encontraron su cuerpo colgando de una viga en una caseta de aperos junto a la carretera, provocando el shock de su vida a su dueño, que no le conocía para nada y se levantó una mañana para encontrarse un cuerpo sin vida pendiendo de una cuerda en su almacén de herramientas en el jardín.
Y su muerte puso en marcha una espiral de acontecimientos que a día de hoy todavía no tiene fin. Para B., aquel día supuso descubrir que el amor de su vida, el hombre con el que había compartido casa, cama y con quien tenía dos hijos era en realidad un total desconocido.
Yo solo he oido la historia la víspera de navidad, entre cervezas y confidencias con mi suegra y mi cuñada que son los mejores amigos de los padres de B. y que en los mentideros del pueblo se habla entre susurros y desconfianza. 
Parece ser que el marido de B. y el hermano de este solían dedicarse a cuidar a los niños de vecinos, amigos y conocidos cuando eran jóvenes. Y parece ser que aprovechando semejante puesto de responsabilidad, atiborraban de alcohol a los niños a su cargo y abusaban de ellos. Lo que nadie comprende es cómo ningún padre se dio cuenta de ello, cómo si los niños no recordaban nada por haber estado totalmente K.O. por el bebercio, no tenían síntomas de resaca o se sentían enfermos después. O tal vez simplemente, en una comunidad pequeña y en los tiempos que eran, no se atrevieron a hacer nada o no se les ocurrió que aquellos dos imberbes con caras inocentes estaban haciendo tanto daño a sus pequeños.
Pero la verdad siempre sale a la luz y parece ser que pocos días antes de que el marido de B. decidiera colgarse en una viga en medio del campo, había habido una denuncia y se estaban investigando los hechos, que acabarían pronto con, si no un arresto inmediato, al menos un interrogatorio por parte de la policía. Y aquello no podría mantenerse en secreto por más tiempo.

Y así el marido de B. decidió dejar a la familia con la vergüenza y la duda y quitarse de en medio. Su hermano, sin embargo, se encuentra en paradero desconocido. Se dice que en Canadá. Y que si alguna vez regresa al pueblo, lo va a tener muy difícil para que no le linchen, como en una película del oeste o una imagen de hace unos cuantos siglos.

Tras el suicidio del marido de B. la policía registró su casa y se llevó su ordenador (el de su marido) donde encontraron un buen número de archivos con pornografía infantil. Y B., desde que saliera todo a la luz, ha dejado de ser esa mujer de voz cantarina y sonrisa eterna, ha dejado de reir y ha envejecido veinte años de golpe. Sus bonitos ojos azules han perdido la luz con la que se iluminaba cualquier estancia cuando entraba, y ahora, meses después, se sigue preguntando quién era en realidad aquel monstruo de cabellos oscuros que pretendía ser otra persona.

Su vida, su perfecta vida, no ha sido más que un engaño y ni siquiera tiene a quién reclamar. Pero sí dos hijos a los que dar explicaciones, dos hijos que ella espera no hayan sufrido en manos de su padre y su tío lo que sufrieron tantos otros niños del vecindario, niños que hoy en día son adultos que la miran desafiantes, entre pena y desdén.

No he podido ver a B. estas navidades. Probablemente no haya ido a casa de sus padres o no haya podido enfrentarse a su primera navidad, la primera de muchas, sin el desconocido que compartió sus otras festividades. 
Aquellos ojos llenos de tristeza y vacíos de energía, siguen preguntándose por qué. Y culpándose, al mismo tiempo, de no haber sabido nada.


14 comentarios:

DACHA ARTESANA dijo...

¡Que dura es la vida!

chema dijo...

lo siento mucho por tu amiga, vaya sucesión de palos. la maldad humana no tiene límites, y a menudo la sufren quienes menos lo merecen.

BLAS dijo...

Decía uno de mis catedráticos de Derecho Procesal que la realidad siempre supera la ficción. Lo repetía hasta la saciedad porque decía que en los juzgados, lo veríamos constantemente.
Este argumento podría ser perfecto para una novela o una película, si es que no ha sido empleado ya. Pero lo que pone los pelos de punta es que algo así le ha ocurrido a un/a amigo/a tuya. Por supuesto, tu amiga B. ya no se recupera de este palo en la vida. Es imposible sobreponerse de algo así.

Candela. dijo...

Cuando nos enteramos del suicidio este verano, no dabamos crdito, porque como recalco en el post, tenian una vida perfecta, y ni siquiera la crisis les había afectado como para decir "estamos jodidos". Asi que nadie se podia explicar por qué un hombre que lo tiene todo: casa ya pagada, dos hijos sanos, una mujer hermosa, inteligente, con trabajo y que ha superado una enfermedad que se habría comido al mas valiente, podía hacer algo asi. Y sin dejar una nota ni nada. Hacerle eso a su mujere. A sus hijos. Y bueno, siempre se trata de ser cauto y se añade un "nunca se sabe lo que sucede tras la puerta cerrada", pero esto no se lo podía imaginar nadie. Lo peor es la cobardia de no haber dado la cara, al menos ante su familia. Y dejarlos con ese sentimiento de desamparo y desconfianza, que siempre habrá quien diga que ella sabía de sus andanzas. Y ni por asomo creo que B. sea así.

Ángeles dijo...

Como ya se ha dicho, la carambola de conocer a los protagonistas es lo que te deja pasmado, nadie sabe nada acerca del otro. Espero que tu amiga lo supere, al fin y al cabo ella y sus hijos son unas víctimas más de ese monstruo.

Khaleesy dijo...

Pufff, vaya historia..... Ella merece ser feliz, encontrará a alguien con el tiempo con el que olvidar esa pesadilla.

Oltra Bitácora dijo...

Me resulta increible q ella no notara nada...es muy muy triste, pobrecita!!!

Geno dijo...

Me uno a las palabras de Blas de que la realidad siempre supera la ficción y que esto bien podría ser el argumento de un libro de misterio de esos que tan avidamente leemos y no pensamos que pueda pasarle algo así a alguien que conocemos. Pobre chica...

Mercedes dijo...

Es triste ver cómo estan cosas suceden tan a menudo, gente que lleva una vida normal, con pareja estable, hijos, un buen trabajo, etc... lleva una doble vida y cuando salen a la luz "sus historias", todos nos quedamos a cuadros. La humanidad está en tal decadencia que no sé donde vamos a llegar. Yo cada día miro con mejores ojos a los perros.

Gen dijo...

Tremendo.Tu pareja se suicida sin motivos aparentes y seguidamente descubres que estabas casada con un verdadero desconocido que resulta ser un repugnante pedófilo. No puedo imaginarme lo que habrá pasado y estará pasando esa pobre mujer.Tan sólo espero que los años que le queden de vida sean muchísimo mas benévolos con ella. Se lo merece.
Bss!

Bulma Salgueiro dijo...

Increíble. Desde luego, la realidad siempre supera la ficción. Lo siento por tu amiga y por sus hijos, por toda la familia. Vivían con dos desconocidos, el marido y el hermano, que ni siquiera han tenido la decencia de dar una explicación.

Sinceramente, por cómo la describes, entiendo que no sabía nada porque, si lo supiera, jamás habría dejado a sus hijos a solas con ellos. Claro que puedo equivocarme, pero...

anele dijo...

Uf, menuda historia. Pone los pelos de punta.

Edmond Ripoll dijo...

Ostia Candela, mis christmas no es que sean muy optimistas, pero esta historia tuya los supera!

SONY dijo...

Alucinante. La verdad es que te puedes esperar que tu marido robe por necesidad por ejemplo pero tal ignominia es un descubrimiento atroz, los pederastas para mí no tienen calificativo, no entiendo qué pasa por las cabezas de estos seres despreciables, igual que los que utilizan a los hijos para vengarse de las madres, que ya han salido casos aquí: secuestros donde la criatura acaba mal parada y luego el hijop*t* se suicida, pégate un tiro antes pero no te lleves por delante la vida de tu hijo sólo por hacer daño a la madre, me parece un acto que va más allá de lo deleznable, es inconcebible, pobres criaturas...