domingo, 9 de diciembre de 2012

Un Argentino, un Brasileño y 14 Gemelos Japoneses


Nuestro reciente viaje a Madrid ha estado plagado de pequeñas y divertidas anécdotas desde el primer momento, justo desde que empecé a hacer reservas y me cambiaron 4 veces el vuelo de Iberia y cometí un error al hacer la reserva de hotel como bien comenté en este otro post y también en éste
Pero esos pequeños contratiempos con el hotel y la compañía aérea acabarán borrándose de mi memoria, y lo que perdurará serán las risas y esas cosillas que suceden en el día a día y que hacen que ciertos viajes sean extra especiales, y no me refiero para nada a toda la experiencia vivida con la presentación del libro y el Expocómic, que eso ya se contará en el Foroesther de Enero.

Nuestras anécdotas "risueñas" comienzan justo cuando llegamos al Hotel Senator de Gran Vía. En recepción se hallaba un chico de dudosas pintas vociferando, vestido con chandal y una bufanda oscura que le ocultaba medio rostro. Estaba tratando de intimidar al recepcionista con un viejo truco que cualquiera que haya trabajado en hostelería conoce a la perfección: la conocida estafa de "he puesto cinco euros en la máquina del tabaco y no me da ni el tabaco ni el dinero, dame tú mis cinco euros". Naturalmente existe un procedimiento standard para estos casos, que principalmente consiste más o menos por estes orden, en disculparte con "el cliente", decirle que tú no puedes darle el dinero porque la máquina del tabaco nada tiene que ver contigo y que vas a contactar con la compañía que la sirve y blablabla. El caso es no soltar la guita que, evidentemente, el "cliente" nunca ha introducido en la máquina. El siguiente paso consiste en soportar estoicamente los gritos, amenazas y pataletas del "afectado", que incluirán un toma y daca de "llamo a la policía" o "pues llama a la policía" por ambas partes. 
En este caso el niñato de la bufanda amenazó al paciente recepcionista (un profesional como la copa de un pino) con ponerse a pedir en el lobby para recuperar sus cinco euros. Y claro, la primera víctima de su acoso fui yo. Primero empezó a pedir 50 céntimos, que luego subió a un euro para acabar pidiendo dos euros por todo el morro. Nadie le dio un chavo, por supuesto. Luego se acercó al guiri, que aunque no entiende español tampoco es tonto y ya se había dado cuenta de lo que sucedía. Trató de hacerse eso mismo, el guiri, lo cual irritó más si cabe al chandalito que le contestó con "¿No hablas español? Pues deberías hacerlo, porque si yo te hablo en español, tú me tienes que contestar en español. Y me cago en tus muertos por si acaso has dicho algo malo de mí". A esto le pegué un grito diciéndole que no había necesidad alguna de ser soez, y que no, que no hablaba español y que a ver si él era tan listo que hablaba inglés. "Pues sí, hablo inglés", respondió con plena seguridad. "¿Tú?" -le espeté- "¿Tú hablas inglés? Vamos hombre, si apenas sabes hablar español, qué vas a saber inglés". Esto provocó las risas de algunos de los presentes y que el niñato se quedara unos momentos descolocado. Se repuso para simplemente contestarme "Mira la listilla de mierda". Con estas se volvió al recepcionista que se mordía los labios por no reir y le preguntó si ya había llamado a la policía, porque él no se iba de allí sin su dinero e iba a denunciarlos. El chico le dijo que sí, que estaban a punto de llegar y con estas el bufanditas con gesto ofendido y brazo al aire grita: "¿Ah sí? ¡Pues me voy a esperarlos fuera!¡Y como no vengan... vuelvo otra vez!"

Ni qué decir tiene que no le volvimos a ver el pelo y pude hacer mi check in sin problemas. 

La segunda anécdota sucedió horas más tarde cuando paseábamos al otro lado de la Gran Vía y ante unas insistentes gotas de lluvia que amenazaban con convertir mi melena recién planchada en la bola de pelos de Mónica en Friends, entramos en el primer bar que vimos, al lado del Teatro Príncipe de la calle Tres Cruces. Allí uno de los camareros, un señor en la cincuentena, no le quitaba el ojo al guiri, y no estaba tratando de ligar ni mucho menos. Cuando salió a fumar un cigarro y volvió a entrar, el camarero le hizo una especie de gesto con la cabeza, como si le conociera de toda la vida. Fui al baño en ese momento y le oí comentar con el otro camarero tras la barra que "sí, hombre, que estoy seguro, es un actor americano, pero no recuerdo su nombre..." 


La tercera y última anécdota del día vino ya al final de la noche. En principio yo iba a subir a la habitación tras tomarme una cervecita, pero entablamos conversación con el camarero que era argentino aunque con 10 años de residencia en España y recientemente nacionalizado. Nos contó que le quedaban dos días de empleo, que el Bar Pompeya del hotel había sido vendido y ya no formaba parte del complejo y los nuevos dueños habían despedido a toda la plantilla porque traían sus propios empleados. Una lástima, porque a lo largo de nuestra estancia en el Senator, Rodrigo demostró ser todo un profesional que chapurreaba varios idiomas. Con el guiri hizo migas y se pasó la noche hablándole en inglés, lo cual para alquien que prácticamente se halla perdido en la torre de Babel, es de agradecer, que yo a veces me canso de ejercer de traductora no remunerada. Y a Rodrigo le venía de fábula practicar su inglés porque el plan B tras perder su trabajo era irse a Londres, donde ya había estado trabajando previamente. 
A mitad de la noche, llegó el botones, Víctor, un brasileño con un español impoluto que en breve se iba a probar suerte a Cádiz. Llevaba en la mano una hoja de papel y le comenta a Rodrigo: "Estoy esperando la llegada de un autobús con catorce gemelos japoneses". Nos quedamos todos con los ojos como platos y le preguntamos -incluido el camarero- si era algún tipo de congreso o reunión de gemelos y que a eso había que hacerle fotos. Víctor, sin inmutarse (¡pobre alma cándida!) nos dice que no, que vienen de vacaciones y que le ha preguntado a la recepcionista y que mire el papel, que sí, que se llaman X y XX Magasaki y G y GG Miyagui. Le decimos que entonces serán matrimonios, que está en un error y que en Japón, como en muchos otros países, la mujer toma el apellido del marido, que es muy raro que sin ser una convención ni nada, haya nada menos que 14 parejas de gemelos... A lo que Víctor todo serio señala el papel y dice "No, porque mira, al final de los nombres y el número de habitación, pone 'twin' que me ha dicho la de recepción que significa 'gemelos'".

En este punto todos nos descojonamos de la risa y Rodrigo le explicó con mucha guasa que "twin" es el tipo de habitación (de dos camas separadas) y no que los japoneses fueran gemelos. Victor se quedó de un pasmo y creo que si no le vimos ponerse rojo como un tomate fue porque su piel era oscura, pero madre lo que nos reímos, especialmente cuando poco después llegó el autobús y estábamos todos pendientes de la llegada de "los gemelos". 
Cuando una de las parejas vino al bar a tomarse algo, le di un codazo al guiri y le dije "mira, los gemelos japoneses" y me recriminó que hablara tan alto porque la mencionada pareja hablaba inglés. No me dio tiempo a responderle cuando Rodrigo, que estaba atendiendo a los Miyaguis, levanta la cabeza y mirándonos de frente y señalándolos levemente con un gesto casi inapreciable de la cabeza nos grita: "THE TWINS". Yo ya me revolcaba.

Y no hace falta decir que cada vez que Victor, el botones, venía por el bar, Rodrigo no dudaba en hacerle chanzas sobre sus "gemelos japoneses". Incluso al día siguiente...

Creo que no me he reído más en la vida...

5 comentarios:

chema dijo...

el tío que reclamaba los euros que supuestamente se le habían atascado en la máquina, vaya impresentable. hiciste bien en ponerle en su sitio sin dejarte intimidar.
la primera vez que viniste con jay, recuerdo que alguien le dijo que se parecía a kevin bacon, no sé si fue ilenka o lar o quién... se ve que le confundieron con él. si le hubieran pedido un autógrafo habría estado bueno, jeje.

Candela. dijo...

Sí, Chema. Belén también lo dijo en la cena. Lo que pasa es que Kevin Bacon es como que un pelín bastante mayor que Jay (Kevin es del 58 y Jay del 74, asi que ya ves)

Geno dijo...

Jajajjaja, geniales las anécdotas. A ver, la máquinas de tabaco sí hay veces que tragan el dinero y no dan el tabaco pero normalmente se sabe a quien le ha pasado y quien, como el que cuentas, es un cara que quiere sacarse unos eurillos. Me ha encantado lo de los japanese twins jajajajaj

Candela dijo...

claro Geno, claro que puede pasar que se te trague el dinero... pero es un truco más viejo que el del almendruco... aquí lo usan con la variante de que si el bar/sitio está poco regentado, van dos, mientras uno pide un vaso de agua (que por ley no se puede negar a nadie), el otro hace como que va a la maquina del tabaco. Y aqui el tabaco son casi 10 euros!!

Candela dijo...

Y lo de los japoneses gemelos todavía me río, XDDDDD. Qué inocente el pobre Víctor y que buena la recepcionista siguiéndole el juego de los "twins", jajajjaa