miércoles, 24 de julio de 2013

Celestina Gay


Hay sábados que comienzan de la manera más inocente, con una calle principal llena de gente en tirantes, bajo un sol de justicia, en medio de un campeonato de actuaciones de grupos callejeros que le dan cuarenta mil vueltas a muchos artistas de teatrillo y farámbulas.

Sí, admitió que podía verse con todo detalle aquello que todos tenéis en mente...


Una comida agradeble, encuentro con nuevas amigas, historias que intercambiar, unas cervezas fresquitas y, unas cuantas birras después, tras la despedida y bajo ese sol aún justiciero de un sábado veraniego, llega la hora de ir a casa.

Como ya he contado a veces, de camino a nuestra casa hay unos cuantos pubs. En un par de ellos no hemos entrado aún. Uno, porque no nos suele gustar las pintas de los parroquianos que salen a fumarse un cigarrito y no queremos ni pensar lo que encontraremos dentro. Y dos de ellos, que practicamente están puerta con puerta, porque ambos abren bastante tarde (siempre están cerrados de día) y uno de ellos no estábamos seguros de que fuera un restaurante. Y es que los dos ventanales de la fachada están cubiertos de una densa trepadera (más falsa que un billete de monopoly) y no se veía nada. Cuando regreso a casa por la noche después del trabajo, durante semana, suelen tener una invitadora música jazz o swing, pero seguíamos sin tener claro si se trataba de un restaurante.

Ese sábado, de camino a casa, el guiri comentó: "otro día tenemos que intentar entrar, a ver cómo y qué es". Y a mí no me faltó un minuto decidir que "otro día" era ese día. Y allí que entramos.




























El interior es bastante acogedor, y al fondo tiene un patio con mesas para quien no desee salir a la calle a fumar y quiera disfrutar de un pitillo mientras se toma una copas. Nosotros somos más de barra, así que nos acoplamos en ella. 

Y todo empezó con un abanico gaditano...



A pesar de que al guiri le da coraje que saque mi abanico en público, ande yo fresquita y ríase la gente, porlamódedior...

Y así entablamso conversación con la camarera, el camarero y un chico que bebía a nuestro lado, que no solo probó el abanico y demostró tener un talento innato para el abaniqueo sino que resultó ser de Limerick, más gay que un Teletubby y que teníamos amigos comunes.

Y así, nosotros que solo íbamos a por una, acabamos tomándonos dos, o tres... ¿quién se acuerda...? Y entre cerveza y cerveza, tirando de ese hilo que apenas necesita palabras, se me antojó que el chico de Limerick bebía los vientos por el camarero y que éste tampoco era inmune a las flechas de cupido. 
El guiri, que en estas cosas del "gayteo" es más inocente que una codorniz coja, se negaba a aceptar la factibilidad del "proyecto", porque aseguraba (y me preguntaba al oido cada vez que uno o los dos desaparecían del radar auditivo), que cómo podía yo creer que el camarero era gay, con aquella pinta de hombretón, pelo rapadito, sonrisa profidén y vozarrón de macho.

Ruth puede estar borracha, pero ya tiene experiencia en ese campo, y las miradas de soslayo, las conversaciones a doble filo, las sonrisas a través del espejo y recoger vasos fuera mientras la otra parte contratante se fuma un cigarro, no pasan desapercibidas para el ojo entrenado. 

Así que una vez bien asentada la relación "más cervezas, menos pocavergüenza", decidí echarle un cable al pobre muchacho y entre pitos y flauta (y un aplauso al final de la jugada) conseguí que se intercambiaran teléfonos y quedasen a la hora de la salida. Lo que sucediera luego... es algo de lo que ya me enteraré otro día, que el bar nos ha gustado y hemos de volver.

Y como muestra del éxito conseguido, he aquí una foto de la feliz parejita...


5 comentarios:

Geno dijo...

Sabía yo que lo de la celestina gay tenía jugo jajajajja. Pues muy bien, esperemos que la relación prospere. El abanico es una maravilla por cierto ¡preciosa imagen de Cádiz!

Bulma Salgueiro dijo...

Ya nos contarás cómo les ha ido a estos dos. Si es que tienes un peligro! XDDDDD

Candela. dijo...

Bah... pa qué?

Elphaba dijo...

Mira qué pareja más mona. Pues les has hecho un favor a ambos, anda que sí. La próxima que te invite por lo menos a la cervecita :P

marisa desaztre dijo...

jejejejjeje, pues el gay de las gafitas es mono, como diría la vecina de mi madre: " ¡qué desperdisio de hombre!, jjajajja. Bueno, a ver qué pasa con estos dos. Bezozzzzz, cupidaaaaa.